EL ACTO…
Un Giro más. Esta vez más lento. Pude ver a mi novia como reparaba cada parte de ese cuerpo que sería nuestro. - "Está linda verdad", Le dije - y ella asintió con la cabeza, seguía muy tímida y nerviosa. Con una mano sostuve la corbata y con la otra tomé la mano de mi amada, la halé hacia mí. Quedó parada justo en frente de nosotros. Sin soltarle la mano hice que estirara sus dedos; luego puse mi mano detrás de la suya, tocando el dorso con mí palma, luego lentamente con delicadeza la fui llevando hasta el pecho de Julieta para que sintiera y acariciara su piel.
Podía escuchar como aumentaba su respiración. Tímidamente empezó a deslizar su mano guiada por la mía por esa piel blanca. La miraba fijamente a ella y luego a mí, como pidiendo mi aprobación. Recorrió su pecho y sus hombros sin tocar sus senos; delineó su escote de lado a lado con el dedo índice. Julieta solo nos miraba sin decir palabra. Luego con un poco más de confianza pasó la mano por sus mejillas y luego por su cabello poniendo entre sus dedos algunos de sus risos. Su mirada cada vez se ensombrecía más. Podía ver en sus gestos como el deseo maliciosamente la excitaba. Sin duda recordaba que eso era lo que quería experimentar.
Sentí como aumentaba el calor en el ambiente. Mientras, mis venas bombeaban sangre hasta mi entre pierna. Mi novia deslizo nuevamente sus manos ya sin que las mías le guiaran el camino, recorrió hacia abajo su cuello con el dorso de su mano, tímidamente rosó sus senos y luego llego hasta su cintura y la haló lento para unir sus cuerpos, la miró fijamente a los ojos inclinando su rostro. Julieta comprendió el gesto y esta vez muy despacio, se estiró hasta unir sus labios en un nuevo y apasionado beso.
Para este momento mi jean retenía mi erección. Estaba muy excitado contemplando aquella escena. Con mucha inseguridad mi amor dejó su boca entre abierta para que Julieta hiciera el resto. Entendí que era momento de liberarla de la corbata y así lo hice. Julieta rodeó con ambas manos a mi amor por detrás de su espalda para evitar que se apartara y empezó literalmente a comerle los labios, de vez en cuando podía ver como su lengua le invadía la boca, apenas, si podía suspirar. El deseo fue más fuerte que los nervios, mi amor cerró sus ojos y se dejó llevar, se besaron como si fueran viejas amantes. Cada vez con más pasión, ambas inhalaban y exhalaban fuertemente por la nariz, mientras con las manos se manoseaban las espaldas.
Julieta tomó la iniciativa, después de todo ella era bisexual y tenía experiencia con mujeres. Pasó la mano por detrás de la cabeza de mi novia y la haló más hacia ella para que se fundiera en sus labios; con su otra mano recorrió su espalda baja y se hizo del trasero de mi novia, apretando con fuerza uno de sus glúteos. Escuche un fuerte jadeo, era mi amor. Vi como encogió sus dedos hundiéndolos en la espalda de Julieta. Su excitación era ya muy evidente. Hasta ese momento yo no participaba, solo miraba y me acariciaba el falo por encima del jean.
Mi amor la tomó por el rostro poniéndole una mano en cada mejilla; al mismo tiempo con las yemas de los dedos entrelazaba su cabello, con la lengua le recorría la boca y de vez en cuando mordía y halaba con delicadeza su labio inferior como si fuera un dulce. Julieta un poco más baja que ella tenía que estirar su cuerpo para estar a la altura de su boca; de manera que se izaba en las puntas de sus tacones y se le dejaba ir sobre el cuerpo mientras le acariciaba los senos. Con las manos en forma de copas los manoseaba girando las muñecas de izquierda a derecha, en unas ocasiones los apretaba y en otras tomaba sus pezones por encima de la blusa, como si estuviera subiendo volumen a un estéreo. Con cada movimiento hacía que mi amor se encogiera de hombros y respirara más fuerte.
Julieta sin dejar de saborear sus labios, nuevamente dejó caer una mano por su espalda para acariciarle la cola, con la otra mano dibujó una línea recta, desde su pecho hasta su entrepierna donde extendió cuatro dedos y frotó su pubis con empeño. La sensación le pareció tan placentera que mi novia excitada apartó su boca de la de Julieta y se detuvo, solo a mirar cómo le acariciaban la flor por encima del panty.
Se mordía el labio inferior al tiempo que gemía y doblaba las rodillas arqueando un poco su cuerpo. Cuando hubo recobrado un poco el aliento, aprovechó para tirar del escote del vestido de Julieta hasta la cintura. Luego hizo que se lo quitara piernas abajo. Aquel espectáculo era muy erótico. Debajo de su corto vestido lucía una sexy lencería con encaje y transparencias, además de un sensual liguero con tirantes hasta sus medias de malla y un hilo que desaparecía entre sus piernas. Tímidamente mi amor posó sus manos en los senos de Julieta, rodeándolos con los dedos empujaba ambos pechos hacia arriba y terminaba cerrando índices y pulgares en torno a sus pezones. Así lo hizo varias veces mientras seguía mordiéndose sensualmente la parte derecha de su labio inferior.
Julieta le acariciaba el sexo con frenesí, mientras mi novia le estrechaba los senos. Cada una buscaba los labios de la otra sollozando entre beso y beso. Julieta estiro nuevamente un brazo y le tomó el cabello por detrás de la cabeza, así la ciñó más contra su rostro y le comió los labios sin dejarla mover. Deslizó la mano por su oreja, su mejilla, la comisura de sus labios y finalmente le acaricio el cuello hasta donde empezaba el escote; allí estiró la malla hasta liberar sus senos. Se detuvo un segundo a mirar sus pezones rosados, se pasó la lengua por los labios para humedecerlos un poco y luego fue a por ellos como si de un dulce se tratara. Mientras seguía frotándole la pelvis.
Con la lengua dibujaba círculos alrededor de sus pezones para después cerrar sus labios y tirar suavemente de ellos. Mi amor se estremecía y estiraba su cabeza hacia atrás jadeante. Cada caricia y cada lamida la hacían excitar más y más. Me acerqué a ella por detrás. La tomé de la cintura y pasé mi lengua por el pabellón de su oreja respirándole fuerte apropósito. Su cuerpo estaba tenso y su respiración agitada. Deslicé mis manos por su abdomen y subí por su torso hasta sus senos. Mientras yo los manoseaba, Julieta los besaba. La tome por el cuello y le giré el rostro hasta alcanzar su boca, me embriagué de su sabor y el de Julieta que aún estaba por el rededor de sus labios, bajé mi otra mano para sentir su humedad y conseguí fue la mano de Julieta haciendo presión contra su pubis. Ella anteponía su dedo del corazón para entrar un poco más entre sus labios menores.
Emparejé mi mano con la de Julieta y ambos acariciamos su vulva. Ella se ocupaba de sus senos y yo bebía de su boca, mi amor solo podía encogerse un poco y luego estirarse como si se fuera a desmadejar. Su humedad era abundante, se sentía entre nuestros dedos. Tomé a Julieta por el cabello igual que a mi novia y con delicadeza junté sus rostros, deje que se besaran y admiré a mi amor como disfrutaba chupar sus labios y su lengua. En realidad me excitaba ver como lo hacía. Por un momento me miró y luego a ella, entendí que quería que yo también probara esos labios. Sin soltarle el cabello la halé para acercar su boca y nos besamos con pasión. Podía escuchar a mi amor como siseaba y dejaba escapar algún suspiro. Era evidente que aquello también le provocaba morbo.
Se apartó de Julieta y nos abrazó a ambos para que nos uniéramos. Miró y levantó un poco el rostro como dándome su aprobación. Puse una mano en su rostro sujetando sus mejillas con ternura, pero también con firmeza, enredé la otra en su cabello, tire hacia arriba y hacia atrás al mismo tiempo. Quería que viera como me iba a comer su boca; mi amor observó fijamente y suspiró. Pasé mi lengua por sus labios aún cerrados. Lento y delicado. Con el pulgar tiré de su barbilla para separarlos, estaban muy rojos y brillantes de tanto que mi amor los había chupado, luego los recorrí con mi lengua, primero el superior y después el inferior que era más carnoso aún.
Continué besándola, con una mano le rodee el cuello por el frente, la sostuve con firmeza; con la otra mano le tomé la cola. Mi amor se pasaba la lengua por los labios como saboreándose. Yo dejaba que Julieta sacara la lengua y se la chupaba desde la punta hasta donde nuestras bocas lo permitían, asegurándome de que nos estuvieran mirando. Mi novia expectante daba grandes suspiros y sostenía la respiración al final de cada uno. Vi cómo se acariciaba los pezones mientras yo morboseába a nuestra concubina.
Dejé su cuello, mis dedos se dibujaban en la blanca piel. Quería sentir sus pequeños senos, su piel suave, sus aureolas cafés y los pezones muy erectos. Aquellos limones en manos de mi amor no parecían tan chicos, más bien mis manos son un poco grandes. Los manoseé un poco, se sentían cálidos y exiguos, nada comparables con los de mi novia pero provocaba chuparlos y así lo hice. Posé mis labios en ellos. Delicados y juveniles, regresaban rápidamente a su lugar después de cada lamida y chupeteada. No paré hasta saciarme de ambos. Mi amor nunca apartaba la miraba, no pensé que le excitara tanto verme con otra nena.
Pero me excitaba más a mí, verlas. Me aparté y estiré mi mano para tomar la de mi amor y la hice arrimar hasta Julieta. Bese a ambas y me fui por la botella de Baileys. No era que quisiera tanto beber, más bien era una disculpa para dejarlas solas un momento y disfrutar del show. Tomé la botella y la alcé para tomar al tiempo que las miraba, el cuadro era tan erótico que se me olvido que estaba bebiendo. En aquel momento Julieta tenía una pierna encima de la cama. Mi novia la tomaba del cabello besándola y con la otra mano hurgaba entre su tanga. Lo hacía con tal frenesí que Julieta intentaba empinarse con el pie que tenía en el suelo, como queriendo volar. Estuvo tan excitada que se olvidó de mí por un momento.
Solté la botella, bajé mi cierre y me deshice del jean, me acerqué lento para no interrumpir, de cerca pude ver que Julieta le devolvía el favor, la besaba y le frotaba la flor con tal destreza que mi amor jadeaba de manera orgásmica. Así estuvieron un instante más mientras yo me masturbaba. En ocasiones intervine acariciando sus senos pero el momento era tan candente que ninguna soltaba la otra. Me acerque al oído de mi amor y le susurré. -Eso era lo que deseabas verdad-. Me miro y sus ojos respondieron por ella; brillaban, sus dientes apretados y un largo siseo era lo máximo que podía expresar, la besé y nuevamente le murmure al oído. –Te amo-. Fue como echarle solvente a una hoguera el siseo se convirtió en un largo “hhhhhhaaaaaaaaa”. Apretó las piernas, se encogió un poco y se quedó allí inmutable por unos segundos. Julieta con un dedo en los labios la miró y se sonrió; sabía que la tenía extasiada.
La abrase, busque sus labios, los saboree y volví a preguntar así era que querías. Sin levantar la mirada replicó que sí. Tal vez culpada, tal vez desconcertada, tal vez no daba crédito a lo placentero que la hacía sentir esa niña. En todo caso su respiración aún era muy acelerada.
Mientras la abrazaba le tendí la mano a Julieta y la pegué a nosotros para acariciárnos los tres nuevamente. Ella paso los brazos por debajo de las axilas de mi amor hasta alcanzarle los senos, mientras se los manoseaba yo estiré mis manos, le agarre la cola y la hale para unirnos aún más. Era una delicia el intercambio de caricias.
Julieta le pasaba la lengua por el cuello hasta el lóbulo de la oreja y hacía que la piel se le erizara. Seguí masturbando su mente y le dije: –te gusta verdad, di que te gusta-. A duras penas podía articular un tenue “Seeeeee” entre jadeos. Al parecer aquellas palabras también hacían eco en Julieta. Vi cómo se mordía los labios al tiempo que bajó ambas manos hasta la entrepierna de mi amor, con una separó sus labios mayores y con la otra le acariciaba el clítoris. –Querías una hembra, verdad- “Huuummmmjjjuuuummm” –dilo. Dí que querías comerte una hembra-. “Amor siiiii” –decime que querías que una niña te culiara, decime-. “Siiiii, siiiii, siiiiii”. Exploto en nuestras manos. Espasmos involuntarios hacían que se estremeciera y se contorsionara torpemente mientras no parábamos de manosearla y masturbarla. –Que perra eres amor- le dije susurrando en su oído y reímos los dos.
Después de esto nos subimos a la cama. Mi amor boca arriba y Julieta y yo a cada lado. Le acaricie el rostro y la bese con ternura. Julieta le jugaba con el cabello y le dibujaba las líneas de los senos y las aureolas con la yema del dedo del corazón. Luego ambos nos acercamos a su pecho y empezamos a besarlos; chupamos y jugamos con la lengua en sus pezones y en ocasiones nos besábamos. Pronto estuvieron tan erectos y duros como una cereza. Era nuestro deleite, no tardamos en juntar nuestras manos en su vagina, chupando sus senos y acariciando su flor la pusimos a mil en segundos. Ella como podía agarraba mi miembro con fuerza y le acariciaba la entre pierna a Julieta.
Podía ver como Julieta intentaba tomar el control de la situación nuevamente. La quería para ella sola, besaba y chupaba sus senos con tal ímpetu que yo me aparté a un lado de la cama para observar aquella faena. Julieta viendo que yo le allanaba el camino se puso en cuatro sobre mi amor. Acercando su boca a la de mi novia, la besó con arrojo y hurgó entre su boca con su lengua. Jadeaba como si estuviera en una maratón. Mientras poseía sus labios deslizaba su mano entre los muslos de mi amor, que trataba de flexionar las piernas. Luego Julieta sin más melosería, retrocedió hasta quedar frente a su sexo.
En ese momento mi amor dio un fuerte suspiro. Ya sabía lo que seguía. Me miró, sus ojos brillaban, unas pequeñas gotas de sudor se apreciaban entre su boca y su nariz, sus manos tensas y estiradas apretaban las sábanas. Se que lo deseaba, sé que lo anhelaba. Ya habíamos fantaseado esto muchas beses y ella se excitaba mucho de pensar en tener la boca de una mujer entre sus piernas y este era ese momento. Pegó su mentón al pecho, inhaló aire y elevó suavemente su pelvis como ofreciéndosela a Julieta. Todo esto pasó en milésimas de segundo. Julieta fue gentil al principio. Pasó su lengua con suavidad por encima de su pubis; mi amor liberó el aire y jadeó, Julieta repitió la caricia con su lengua, solo por encima de su vulva sin entrar en ella. Mi novia apretaba los labios y los ojos, sé que lo disfrutaba pero quería más. El suave toque de esa lengua en su flor y el aire caliente que exhalaba Julieta en su sexo la tenían deseosa de más. Julieta siguió con aquel juego pero cada vez era más lasciva, lentamente daba lametazos mas fuertes y mas continuos. Su vagina seguía cerrada pero aun así la humedad se le escapaba de entre los labios mayores dejando un hilo brillante que se perdía hacia su ano.
Julieta con maestría y sin usar las manos empezó a separar sus labios vaginales con la lengua. Aquellas caricias hacían que mi novia mordiera sus labios y respirara con fuerza, podía ver como se tensaba su cuello. Su lengua iba encajando perfectamente en su sexo cada vez más dentro y con más rapidez, sin duda sabía como hacerlo. Recorría su vagina de abajo hasta arriba y le hacía círculos alrededor del clítoris. Mi novia arqueaba la espalda y se tapaba la cara con un brazo. Yo solo miraba, estaba extasiado viendo como aquella niña la volvía loca con su lengua.
Mi amor abría y cerraba las piernas, y alzaba el pubis, apretaba las sábanas, movía la cabeza de lado a lado. Nuestra fantasía se cumplía, y ella lo disfrutaba. En busca de más, puso una mano detrás de la cabeza de Julieta y la pegó con fuerza a su sexo, la quería toda. Su cuerpo se lo pedía. Julieta conocía aquel lenguaje corporal. Con destreza y para completar la obra introdujo dos dedos en su vagina al tiempo que apretaba su clítoris con los labios. La excitación era tal que parecía que en cualquier momento iba a acabar.
Yo excitado no daba crédito a lo que veía, el morbo y el placer que aquel cuadro me provocaba era algo que nunca había experimentado. Me acerqué a su oído y le dije en vos baja. –Eso era lo que querías verdad-; Asintió con la cabeza. Repliqué. -Tener una mujer entre las piernas verdad-, mordía su labio inferior y seguía asintiendo con la cabeza. -¿Te gusta?- le pregunté y respondió en voz baja seeee! –Dime que te gusta, le increpé- y dijo en voz alta siiiii, siiiii, siiiii. Su afirmación aceleró más mis pulsaciones, el morbo me estaba matando de deseo. Así que me incorporé en la cama y con voz de mando le ordené a Julieta, cómetela toda!, dale gusto, haz que acabe en tu boca. Mis palabras eran leña para el fuego que acrecentaba el deseo de mi amor, cada frase hacía que se retorciera más en la cama, hasta que el momento llegó. Espasmos involuntarios se apoderaron de sus piernas y su vientre; gimió y siseó, apretó sus piernas y luego solo dejó que su cuerpo extasiado reposara sobre las sábanas.
Julieta se levantó de la cama y se fue a la ducha. Yo me acerqué a mi amor y la besé, le dije que eso había sido una delicia y ella asintió. En su rostro se podía ver la satisfacción de cumplir en parte nuestra fantasía. Le dije te amo y te deseo. Me paré de la cama y le estiré mi mano para que se pusiera de pie, después que la tuve en frente mío, pasé mis manos por detrás de su cintura para pegarla a mi cuerpo y enseñarle mi erección. Rápidamente comprendió el mensaje y me besó con pasión. Yo no aguantaba más, quería poseerla, descargar en ella toda esa pasión y el deseo que provocaron ella y su amante momentos antes. Mi falo estaba a reventar y solo quería hacerla mía.
Rápidamente le di la vuelta, hice que se montara en la cama, ella subió las rodillas y se puso en cuatro. Su flor se veía muy húmeda. Acerqué mi erección a ella y pude sentir lo caliente y lubricada que estaba. Por un momento jugué en la entrada de su sexo, su delicada y cálida vagina me invitaba a entrar en ella. Yo consiente de mi excitación sabía que si la tomaba enérgicamente no iba a durar ni un minuto, así que solo me introduje en ella lentamente, disfrutándola centímetro a centímetro, entre más adentro más caliente se sentía. -Amo a esta mujer-; me dije mentalmente. Dejé caer mi cuerpo sobre su espalda y la abrasé. Quería grabar en mi mente aquel momento. Acaricié sus senos y ella meneaba su cabeza al lado de la mía como una gatita juguetona.
Lamí el pabellón de su oreja y se estremeció al tiempo que apretó mi falo con las paredes de su vagina. -Ssssss-. Que delicia. Me incorporé, puse mis manos en sus caderas, extendiendo mis dedos y dejando los pulgares donde se les marcan esos huequitos a los lados de la columna, la tomé con fuerza y empuje mi pelvis contra sus glúteos. Gimió y siseó, me separé un poco y volví a arremeter, ella siseó de nuevo y yo empecé a poseerla con lujuria. En cada envestida recordaba lo que había sucedido minutos antes, cada imagen que llegaba a mi mente de este par de hembras me arrechaba más y más. Mire al baño y vi a Julieta disfrutando del agua al tiempo que en mi mente la veía masturbando y chupando a mi amor. Que lujuria y que morbo el que provocan. Los jadeos de mi novia eran tan fuertes que hizo que dejara de estar ensimismado.
Al ver su excitación estiré mi mano hasta su cabello y enrollándolo en mi muñeca, tiré de él y ella gimió. La envestí con rudeza y resollé. –Juuuummm-; Ella se estremeció. Sin dejar de tirar de su cabello y sin parar de penetrarla le asesté un palmadón en el culo –haaaaajjjj- exclamó. Pensé que era un quejido, pero acto seguido dijo –más-. Repetí la dosis, halé su cabello la penetré y nuevamente marqué mí mano en su culo. –más, mas, más. Repetía después de cada dosis. Qué momento, éramos dos deidades del sexo, no nos importaba nada más. Sin embargo en un momento que volteé a mirar para el baño encontré a Julieta parada a un lado de la cama mirándonos inmutable. No sé cuánto tiempo llevaba allí viéndonos, pero sin duda estaba disfrutando lo que veía y no quiso interrumpir. Al bajar el ritmo mi novia miró para ver que pasaba y al percatarse de Julieta sonrío. Yo le dije súbete a la cama para que mi amor te consienta. De inmediato hizo caso y se sentó en frente de mi amor con las piernas abiertas. El morbo nuevamente inundaba mi mente.
Mi amor se tomó un tiempo para mirarla, no sé qué pensaba, pero consiente de que nunca había tenido una vagina en su boca esperé curioso. Julieta nos miraba mientras reía con malicia. Fijó su mirada en mi amor y empezó a acariciarse el sexo. Mi amada no tardó mucho en desearla; bajó su espalda y acercó su rostro hasta su depilada vagina y sin más fue por ella. Lamió, chupó, saboreó y se deleitó con aquel pudín. Cada envestida mía era un lametazo de mi amor. Los tres jadeábamos al unísono. Así estuvimos por unos minutos. Mi excitación se acrecentaba a cada instante hasta que no pude más. Clavé con fuerza los pulgares en la cadera de mi novia y ella entendió que era mi momento. Nada la excita más que saber que me hace acabar, así que su orgasmo se unió al mío y luego de un par de convulsiones nos desmadejamos en la cama. Era increíble aquel momento.
Con complicidad nos miramos y reímos. Julieta no entendía pero era ese lenguaje que tienen las parejas en el que se entienden con solo verse a los ojos. Estábamos cumpliendo aquella fantasía con la que tantas veces habíamos tenido encuentros sexuales.
Pasé el momento de relax, meditando y repasando sin cesar cada segundo de esta experiencia, como pudimos esperar tanto para disfrutar de esta fantasía. Cuando volví a la realidad mi amor y Julieta estaban jugando de nuevo y se acariciaban mutuamente. Julieta manoseaba y besaba los senos de mi novia. Levante mi espalda y descanse sobre mi codo para poder contemplar de nuevo el juego. Mi amor yacía boca arriba en la cama mientras que Julieta a su lado, se levantaba para ponerle un muslo entre las piernas y sobarlo contra su vagina mientras la besaba. Rápidamente mi amor empezó a excitarse. Con fuerza la tomaba por detrás del cuello y le comía los labios mientras Julieta la masturbaba con su pierna. Me acerque a mi amor y empecé a pasar mi lengua por sus senos jugando con sus pezones que para ese momento estaban tan erectos como mi miembro, los lamía y chupaba al mismo tiempo que acariciaba la cola de Julieta. Esa cola de piel suave y grandes glúteos, deslizaba mis manos desde su espalda hasta su entrepierna, fui más allá para comprobar su humedad y efectivamente su vagina parecía un manantial.
Luego acerqué mi rostro al de ellas y las bese con pasión, primero a mi novia y luego a su amante. Los tres nos besábamos, nos manoseábamos, nos lamiamos. Parecíamos uno solo. Todo era un deleite. Luego mi amor se deslizó hasta la parte baja de la cama y paso por debajo de las piernas de Julieta para probar su sexo nuevamente. Julieta quedó a horcajadas sobre su rostro mientras yo la besaba y acariciaba sus senos. Luego paseé mi lengua por su cuello y fui por sus pezones, más pequeños que los de mi amor pero igual de erectos a los de ella. Mi amor seguía bebiendo de su flor, lujuriosamente metía y sacaba su lengua en el sexo de Julieta mientras esta jadeaba excitada.
Mi amor dejándose llevar por el morbo que sentía al comerle la flor y escuchar sus jadeos y gemidos, la tomo con fuerza de las caderas y la apretó contra su boca. Julieta siseó –Sssssss- -mmmmmm- que delicia ver como la ponía mi amor. De pronto su respiración aumentó y sus jadeos fueron más fuertes y más seguidos. Escucharla me ponía a mil. Vi como movía sus caderas contra el rostro de mi amor y jadeaba de forma lastimera.
No era para menos. Mi amor en medio de su excitación deslizó uno de sus dedos hasta el ano de Julieta y después de lubricarlo con sus propios jugos y jugar un poco con él, la penetró; lento y suave provocando su dilatación. Al ver que Julieta no se resistía, metió por completo sus falanges en ese rico ano y empezó a penetrarla enérgicamente volviéndola loca. No sabría decir cuál de las dos estaba más excitada, si mi amor comiéndosela de esa manera o Julieta recibiendo tal favor.
Mis dos bellas amantes continuaron un rato más con sus juegos mientras yo frenético las observaba y me masturbaba sin saber a cuál de las dos tomar; solo en ocasiones acariciaba a una o a otra, pero mi deleite era ver como se comían entre ellas.
Cuando mi novia sació sus morbosos deseos de comerse una hembra, al tiempo que me deleitó con ese maravilloso show lésbico, se recostó a mi lado para recuperar el aliento mientras yo veía una pícara sonrisa en su rostro y un socarrón gesto de satisfacción y complicidad. Al otro lado de la amplia cama nuestra scort yacía boca abajo. Su cuerpo sudoroso brillaba e incitaba al pecado. Tenuemente podía ver su sexo aún húmedo impregnado de la saliva de mi amor. Sin saberlo esta joven me seducía, me antojaba me invitaba a tomarla.
Me levanté de la cama y le extendí el brazo a mi amor para invitarla a tomar una ducha juntos. Quería que estuviéramos frescos nuevamente. En la ducha nos enjuagamos mutuamente, sus caricias con el shampoo no tardaron en motivar mi erección, al igual que sus pezones delataban su deseo. Aún teníamos energía para más. Nuestros cuerpos seguían deseosos de sexo, de morbo de lujuria.
Después de secarnos regresamos a la cama. Julieta se fue a la ducha mientras ambos la morboseávamos con la mirada, esta joven era un postre para nosotros. Después de mirarnos con complicidad y reír, nos besamos. En ese instante mi amor dijo –ya no quiero más con ella-. Me hizo saber que quería verme esta vez a mí, besándola, acariciándola, penetrándola. Que eso le excitaba. Yo sin ningún reparo estaba dispuesto a complacerla… y quién no.
Cuando escuché que Julieta cerró la ducha me incorporé para esperar a que saliera, mientras que mi amor se acomodó en la parte superior de la cama expectante como en un VIP. Con la piel aún mojada cerró la puerta del baño y yo sin dejar que se secara; la tomé de la mano y la pegué a mi cuerpo. Mi erección se apretaba contra su abdomen, estaba ansioso de ella. De reojo podía ver a mi amor como dibujaba una sonrisa y apretaba los labios.
Pasé mis dos manos por detrás de Julieta y la tomé por las caderas. Acaricié y apreté sus nalgas con deseo, luego con una mano la tomé del cuello y empecé a comerle los labios sin dejar de manosear su cola. Ella permisiva levantó una de sus piernas y la pasó por detrás mío para asirse con más fuerza. Dejé su boca y chupé su mentón, luego lo mordí delicadamente, después recorrí su cuello con mi lengua mientras miraba a mi amor que ya empezaba a morderse los labios. Continué besando su cuello y su pecho hasta llegar a sus pequeños senos. Allí me detuve a observarlos con deleite y luego uno a uno los puse en mi boca. Chupé y apreté sus pezones con mis labios. Estaban duros y tersos. Mientras yo disfrutaba de ellos mi amor se pasaba la lengua por los labios como saboreando lo que yo tenía en mi boca. Era muy excitante verla en ese plan.
Luego me puse detrás de Julieta, de manera que ella quedara de frente a la cama. Quería ver la cara de mi amor mientras yo manoseaba a esta mujer. Con una mano levanté y giré un poco su rostro para besarle el cuello, mientras con la otra acariciaba sus senos. Mi amor separaba los labios y daba grandes suspiros. Continué besándole el cuello a Julieta y le tomé ambos senos con las manos, al tiempo que esta jadeaba y restregaba su cola contra mi pene erecto.
Lentamente baje mis manos hasta su sexo y separando un poco sus piernas, pasé mi dedo a lo largo de su vulva. La acaricie lentamente casi con ternura sin dejar de mirar a mi amor. Podía ver la lujuria en sus ojos, su mirada me decía que quería ver más. Así que humedecí un poco mis dedos con saliva y luego comencé a introducirlos en su vagina lentamente. Julieta siseaba y apretaba sus piernas para sentir más mis dedos. Su cuerpo se arqueaba excitado mientras yo empezaba a masturbarla con decisión.
El deseo y las ganas por poseerla se apoderaron de mí; así que la incliné sobre la cama para que quedara en cuatro. Nuevamente me deleité con su cuerpo y antojado me dejé caer hasta su cola, separé sus nalgas y deslicé mi lengua por su ano, lo lamí con deseo y empujé con mi lengua para penetrarlo. Julieta gemía y temblaba suavemente. Mi amor empezaba a tocarse entre las piernas. Continué chupándola con morbo alternando entre su vagina y su ano al tiempo que le apretaba los glúteos.
Deseoso de ella me levanté, tomé un preservativo y rápidamente lo coloqué en su lugar. Lubriqué mi miembro con saliva y lo puse en la entrada de su sexo, miré a mi amor esperando su aprobación y ella con un gesto me dios su venia. Tomé a Julieta de la cadera y con decisión me introduje en ella. Su vagina más que preparada, abrazó mi hombría y meciéndose me pidió más. Comencé a penetrarla enérgicamente, mi respiración se agitaba y mi morbo crecía. Mi amor con descaro separó las piernas y se metió mano con desespero. Los tres jadeábamos y gemíamos sin pudor.
Mi amor que momentos antes había dicho que no quería más con Julieta vio como esta le tendía la mano. Ella obediente se puso de rodillas y dejó que Julieta la acercara hasta su rostro. Mientras yo atento veía como Julieta deseaba a mi novia, la embestía con violencia. Esto solo alimentaba su deseo. Cuando mi amor puso su sexo a la altura de su boca, Julieta como si se tratara de una golosina literalmente comenzó a comérsela. Mi amor no podía disimular lo que esta mujer le hacía sentir. Julieta y yo nos sincronizamos, cada vez que yo la penetraba ella le chupaba a mi amor. No pasó mucho tiempo para que explotáramos. Mi amor fue la primera. Tomó a Julieta por el cabello y apretándola contra su flor, se dejó ir en su boca mientras sus gemidos parecían más un llanto. Luego pude sentir como el cuerpo de Julieta se contraía involuntariamente. Para mi no fue diferente. Ver a este par de hembras acabar con tal desparpajo, me hizo acabar. Fue una sensación única. Literalmente alcanzamos el nirvana.
Nuestra fantasía se había consumado, ambos nos saciamos y extasiamos de esta mujer, la tomamos y nos empalagamos con cada rincón de su cuerpo. Mi amor la probó y se dejó probar de ella. Cualquier temor o duda había quedado en el pasado. Tuvimos sexo con esa joven y a ambos nos gustó. A mi amor disfrutar de ella y a mi verlas teniendo sexo. La velada fue tan placentera que comprendimos que valió la pena la espera. Cuando Julieta abandonó la habitación mi amor y yo por fin volvimos a hacer el amor. Esta vez solo nosotros pero pensando en lo bien que lo habíamos pasado con otra hembra. Nunca imaginó que el sexo con una mujer fuera tan especial, pero plenamente satisfecha –Mi novia dice que lo haría de nuevo con ella o con otra…-
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