En el año 2550, el Japón era una potencia tecnológica que había logrado avances sorprendentes en el campo de la robótica y la bioingeniería. Los implantes para personas con discapacidades eran una realidad que cambiaba la vida de millas de personas.
En una pequeña aldea en las afueras de Tokio, Ayame luchaba por criar a su hijo Taj, quien había nacido con una malformación que le impedía tener un brazo y una pierna. A pesar de las dificultades, Ayame trabajó incansablemente para darle a Taj una vida digna. Lo llevaba a la escuela en una silla de ruedas, lo ayudaba con sus tareas y lo animaba a que no se rindiera a pesar de los obstáculos.
Taj, un joven de espíritu indomable, se había adaptado a su discapacidad con fortaleza y optimismo. Pero en la escuela, a menudo sufría las burlas de algunos compañeros. Solo un grupo de amigos lo apoyaban y lo aceptaban tal como era.
Un día, Ayame le dio a Taj una noticia que cambió su vida: había ahorrado suficiente dinero para que pudiera recibir los implantes de "Nova Titanus". Taj se emocionó y sintió una mezcla de alegría y miedo. ¿Qué pasaría con su cuerpo? ¿Podría adaptarse a sus nuevos miembros robóticos? ¿Podría ser un joven normal por fin?.
El sol brillaba con fuerza sobre la aldea. Ayame estaba preparando el desayuno para Taj. La mesa estaba cubierta con un mantel de lino blanco y un ramo de flores de cerezo decoraba el centro. La habitación se llenaba de la fragancia de té verde y arroz cocido.
"Taj, mi querido hijo, ya es hora de irnos. Hoy es un día especial", dijo Ayame con una sonrisa tranquila. "Te darán un nuevo brazo y una nueva pierna. Ya no tendrás que usar la silla de ruedas".
Los ojos de Taj se iluminaron con una mezcla de ilusión y miedo. "Mamá, ¿cómo serán? ¿Serán como los de los demás niños?"
Ayame lo acarició en la cabeza. "Claro que sí, mi amor. Serán como los de los demás niños. Te ayudará a caminar, a correr ya hacer todo lo que quieras".
Taj se puso un traje nuevo que le había comprado Ayame para la ocasión. Era un traje de color azul cielo, que le daba un aire de juventud y esperanza. Ayame también se había vestido con un kimono elegante, de color rojo fucsia, que la hacía ver espectacular.
Los dos salieron de la aldea en un taxi automático. El viaje a Tokio se les hizo corto por la excitación que sentían. Mientras el taxi circulaba por la autopista, Taj podía ver los rascacielos de la ciudad, que se alzan como gigantes de metal y cristal. Jamás había visto algo tan impresionante.
Cuando el taxi llegó al "Centro Especializado Conexión Nerviosa", Taj quedó atónito. El edificio era un complejo de arquitectura moderna y sofisticada, con fachadas de cristal que reflejan el cielo azul. Las puertas automáticas se abrieron para darles la bienvenida a un mundo de tecnología de vanguardia.
Los asientos de la sala de espera eran de diseño ergonométrico y estaban tapizados con una tela suave y confortable. El ambiente era tranquilo y calmado, pero Taj no podía contener su nerviosismo.
Ayame tomó la mano de Taj y le dio una sonrisa tranquilizadora. "Todo va a estar bien, hijo. Relájate. Ya no tienes que preocuparte más. La tecnología de "Nova Titanus" te va a ayudar a ser feliz".
Taj ascendió con la cabeza, pero su corazón seguía latiendo con fuerza. Observaba a las otras personas que esperaban en la sala. Algunos eran ancianos, otros eran jóvenes, y todos compartían la misma esperanza: la esperanza de un futuro mejor con la ayuda de la tecnología.
Un anuncio automático resonó en la sala. "El paciente Taj, favor de acceder al área de recepción para comenzar con el procedimiento de implantación".
Al entrar al consultorio del doctor, Taj se puso de pie con dificultad y se acercó a la camilla con la ayuda de su madre. Ayame lo acompañó con una sonrisa tranquilizadora, acariciando su mano.
El médico, un hombre de aspecto amable con una bata blanca impecable, se acercó al Taj con un gesto amable.
"Hola, Taj. Soy el doctor Nakamura. Estoy encantado de conocerte", dijo el doctor con una voz suave y profesional..... Continuará.