Mi esposo había empezado a trabajar hacia 6 meses en una multinacional para liderar la introducción de un producto financiero en Colombia. Se trataba de un grupo bástate grande, un conglomerado de Latam con presencia en varios países.
Lo complicado del tema es que mientras el producto salía, él iba a ser el único empleado en Colombia, liderando en remoto las otras personas, mientras el producto crecía y se podía contratar personal en el país.
El monstruo era más grande de lo que esperaban, el tiempo no le daba para cubrir todo lo que había por hacer, si no estaba en el trabajo, en la casa o cuando salíamos estaba en llamada o con su computador. Terminamos hasta peleando porque ni descansaba, ni me dedicaba tiempo.
Ahi fue cuando solicito contratar un apoyo y entro Silvana como manager para ayudarlo a hacer seguimiento remoto a los empleados de otros países y él se encargaba de temas macro.
Me la presentó por una video llamada, una mujer en sus treinta y algos, bastante amable y descomplicada con una actitud y energía increíbles.
Una presentación que obviamente aproveché, sin importarme la mueca de disgusto de mi esposo. Le pedí encarecidamente a ella que me ayudara a ponerle cuidado y que no lo dejara trabajar de más, le di mi teléfono y le pedí que me llamara si no le hacía caso.
Ya con dos empleados y buena proyección a futuro, decidieron abrir sus primeras oficinas, convenientemente ubicadas en un centro comercial con torre financiera para tener mejor visibilidad y posibilidad de crecimiento.
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La primera salida en vivo del producto, lo tenía al borde del estrés, estuvo 3 semanas con los nervios de punta, trasnochando parejo para asegurarse de que todo saliera bien. La verdad es que es bastante exagerado, no le gusta dejar nada al azar y ni con saber que había cubierto cada aspecto baja la guardia.
Ese día ni almorzó, a duras penas comió a regañadientes algo que Silvana le pidió para tomar el algo. Llegando a la tarde, a la hora del lanzamiento, estaba hecho un manojo de nervios, pero nervios algo desquiciados porque lo que si llevaba encima era una greca entera de café.
Se le notaba por encima que si seguía así iba a terminar en el medico. Silvana preocupada no dudo en llamarme, necesitaba que le ayudara a sacarlo de ahi o le iba a dar un infarto.
Me arregle a toda prisa y una hora más tarde estaba allá. Obviamente la regaño por sapearlo, pero igual no tuvo como negarse a salir. Entre las dos logramos convencerlo de ir a tomarnos un trago en uno de los bares del centro comercial, así si pasaba algo igual estábamos ahí pegados a la oficina para poderlo resolver.
Ya estando en el bar, terminamos ella y yo hablando de todo y de nada. Era más que obvio que el proyecto había salido bien, era hora de celebrar no de preocuparse, ella lo sabía muy bien, pero él se negaba a creerlo, prefería ahi seguir monitoreando los números.
Silvana la verdad no era muy atractiva, por decirlo así, una mujer promedio, una tipica nerd-geek con un carisma, seguridad y relax total que causaba atracción e interés; descomplicada, vestía Jeans, unos tenis Vans y una camiseta sencilla con estampados, sus gafas grandes y redondas de marco transparente la hacía lucir bastante inteligente.
Su sonrisa contagiosa, era lo mejor, me dio gusto conocerla en persona e hicimos clic de inmediato.
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Llevábamos varios tragos encima, al menos nosotras dos que no parábamos de hablar, nos dimos cuenta de que no nos estaba prestando atención, porque decíamos cualquier tipo de barbaridad y el solo acentuaba como un zombie.
- ¿Me vas comprar un carro nuevo?
- Si amor, lo que digas
- ¿Ah y a mí me vas a reemplazar toda semana santa? ¿cierto? --dijo ella con tono misterioso--
- Claro Sil, ¿cómo no? de una
Una tras otra lo molestábamos y no parábamos de reír, diciendo barrabasadas ilógicas que nos hacía que tuviéramos que agarrarnos el estómago de la risa.
El licor ya hacía de las suyas, los comentarios se volvieron medio sexosos y morbosos, algo que debo aceptar que al inicio me gusto y me causo gracia, pensé que lo hacía para probar sus límites, no como algo serio, hasta que cayó la gota que derramó el vaso.
- Alejo ¿qué si te lo vas a dejar mamar?
Ella se reía sola al mismo volumen elevado, yo me quede pasmada y en silencio. Alejandro por fin quito la mirada de su teléfono y volteó lentamente con ceño fruncido y mirada inquietante. Ella se sonrojo un poco, pero igual supo manejarlo.
- Segun tengo entendido, nada mejor para calmar el estrés ¿no?39Please respect copyright.PENANAyNX7FIdp7f
- ¿Que acabas de decir? --preguntó mi esposo con duda--39Please respect copyright.PENANAY2CnMtLrGL
- Pues eso... que las compras quitan el estrés, eso dicen --se rio con picardía-- y un carro nuevo para tu esposa seguro funcionaria39Please respect copyright.PENANAUL0aYlI5RQ
- Si, claro --hizo una pausa-- ¿un carro nuevo? ¿cómo no?
Me lo conozco muy bien, no estaba distraído, nos llevaba escuchando hacía mucho rato, más bien nos daba entregando cualquier respuesta para poder concentrarse.
- ¿Bibiana quieres charlar pesado? --me pregunto, mirándome fijo a los ojos--
Ella me miró también algo apenada, sabía que el chiste se le había salido de control. No sé si fue el licor hablando por mí, o que podía usarlo como excusa luego para justificar mi comportamiento, lo único que sé es que mi boca trabajo más rápido que mi mente.
- ¿Charlar? ¿Quién dijo que es una broma? A mí no me molestaría, sobre todo... si es un trabajo compartido
La idea de un trio no se mi había pasado por la mente nunca, ni en mis sueños más húmedos y secretos, pero ella me producía un calor que recorría todo mi cuerpo que no podía explicar. Un fuego que no se iba a apagar fácilmente.
- Por mi --levantando una ceja y tomando un sorbo tímido de su trago-- encantada
- Pues --bloqueando su teléfono y descargándolo sobre la mesa-- todo parece que salió bien, si insisten en jugar pesado, sería una buena forma de celebrar
Le arrebaté el teléfono antes de que se arrepintiera y me lo metí en el bolsillo trasero del pantalón. Con bolso en mano, me paré a la barra y pagué la cuenta. Alejo se levantó detrás, se me acercó por la espalda tratando de recuperar su teléfono. Lo detuve sosteniendo su muñeca.
- No señor, ya lo cambiaste por otra cosa
- Amor, no moleste más con eso, que no te queda
- Es en serio ¿no me crees?
- Para nada
- Las acciones siempre hablan más que las palabras
Pasé por su lado estrujándolo con el hombro para abrirme paso y me paré frente a la mesa donde ella aún se encontraba sentada.
- ¿Vamos pues? --le dije a ella por encima de su hombro-- ¿o ya se arrepintió?
Ella lo dudo por unos segundos, me miro indecisa, como si se tratara de algo grande, como si no estuviera segura. Tomo el vaso de whiskey a medio terminar, lo levantó y de un solo trago dejó el fondo blanco.
- Para nada --pasando la lengua alrededor de sus labios para limpiar la humedad del licor-- vamos
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Ella se levantó, siguió mis pasos, lo tome de la mano y lo lleve hasta el ascensor, me miraba más asustado aun de lo que estaba con el lanzamiento, pero no dijo ni media palabra.
Fue un eterno viaje en silencio, desde el último piso de la torre donde quedaba el bar hasta el sótano 5 con un juego de miradas tímidas, nerviosas pero excitantes, todos tres estábamos extasiados por la idea y sedientos de sexo.
Caminamos hasta el fondo del parqueadero, los tacones de las dos retumbaban con el eco de la soledad, hasta un lugar donde me encanta parquear porque está en medio de dos columnas y así no le dan puertazos.
Abri la puerta de atrás de la camioneta, le ofrecí la mano para ayudarla montar, mandé a mi esposo en el medio y yo de ultima. Esperaba que ya estuvieran jugando o algo, pero no estaban ahi sentados, guardando distancia y ella mirando hacia afuera por entre los vidrios polarizados un poco inquieta.
- Tranquila, de adentro para afuera se ve, pero no al revés, ni siquiera se darán cuenta de que estamos acá39Please respect copyright.PENANA24TqnU3m6J
- Esta bien, entonces, manos a la obra
Se abalanzo hacia Alejandro, soltando su correa y el primer botón del pantalón, acariciando morbosamente el portentoso bulto que llevaba en el medio. Trató de acercarse a su boca y la detuve con una mano en el pecho y me di cuenta que no era la unica con nervios, su corazón latía a toda prisa.
- Esa es mi unica condición. Nada de besos.
- Como gustes ¿Tal vez sería mejor si empiezas? --con tono irónico--
Asi le molestara, prefería dejar un poco caros los puntos, que se diera cuenta que ella únicamente iba a ser una invitada y que no iba a suceder algo más que solo sexo.
Igual me ayudo a bajarle los pantalones hasta las rodillas junto con sus boxer que sufrieron el mismo destino. Provocando que se mordiera el labio inferior al deleitarse con su longitud.
Me abalance sobre su miembro, ya estirado pero un poco flácido, siempre le pasa lo mismo cuando se estresa demasiado. Traté de ponerlo en pie varias veces, con las manos, boca, pero aun cuando exhibía una portentosa erección seguía un poco adormilado, le faltaba un poco más, yo conocía de lo que era capaz.
Lo empuñé y lo coloqué en su dirección mientras me sumergía en sus bolas, ella no dudo en inclinarse hacia adelante, entrelazar su mano con la mía y saborearse mientras chupaba con destreza únicamente su glande, sin quitar mi mano de ahí usándola como freno. Al fin sentía como se terminaba de completar su erección.
Subí siguiendo el largo de su miembro esperando que ella se hiciera a un lado, pero no lo hizo, tuve que batallar por su posesión, juntar mis labios con los suyos y hasta jugar con nuestras lenguas en su miembro hasta que por fin me lo regreso de vuelta.
Maldita sea, me había encantado, mi sexo hervía de placer y mi ropa interior se había mojado completamente. Ese primer beso con otra mujer fue un punto total de inflexión en mi vida.
Levanté el rostro, nos miramos fijamente y no pude soportar la tentación, me le tiré encima y nos comimos a besos, frente a los ojos incrédulos de mi esposo.
- ¿Te molesta? ¿Le pregunte?
- Para nada, adelante, me gusta cómo se ven
Al contar con su aprobación nos abalanzamos la una contra la otra, como un choque de trenes, nos comimos la boca a besos, sin dejar de jugar y masturbar su miembro en nuestras manos. Me enloquecí por completo.
- ¿Y si no fuera solo una mamada?
- ¿Que tienes en mente?
- Si tienes condones, no me molestaría verte encima
Ella se dio la vuelta, esculco su bolso, curveando sus labios y levantando una ceja me mostro un sobre cuadrado y metálico de color blanco.
- Es mi condón de la suerte, lo tenía reservado para un día especial
- Afortunadamente lo guardaste, porque nosotros no usamos
Se lo recibí de las manos y mientras yo me ocupaba de rasgarlo con los dientes y vestirlo en su erección, ella se quitaba los tenis y los jeans a toda prisa.
- Quítatelo todo --le dije con voz de mando--
- ¿Todo? ¿Todo?
- ¡Si, todo!
- ¿Solo yo? --me preguntó mirando entre mi escote--
- Por ahora... si
Hizo una mueca de desparpajo, se quitó la camiseta y pasando su mano hacia atrás libero sus deliciosos senos de pezones oscuros y prominentes. Sacó un tarrito pequeño de su bolso y dejo caer unas cuantas gotas de lubricante sombre el preservativo.
Se montó a horcajadas sobre él, agarró su miembro y lo acomodó en su sexo, se movió en círculos sensualmente, cruzo sus manos detrás de su cuello y sus bocas quedaron a centímetros, me miro de reojo y rio con maldad, se mordió el labio inferior y de un solo senton se lo metió hasta el fondo.
- Oh si, ya extrañaba esto
La nena se movía de aca para allá, de adelante para atrás, en círculos, de arriba para abajo, era todo un espectáculo digno de admirar, derramaba sensualidad y erotismo en cada movimiento, gemido, respiración y gemido. Iba por sus labios y a medio camino se arrepentía, termino por meter sus dedos en mi cabello y llevarme a su boca para calmar la ausencia de unos labios, de una lengua.
Mis manos parecían tentáculos, la recorrían de arriba a abajo, de aca para allá, de adentro para afuera. Nunca había acariciado el cuerpo de otra mujer y quería explorar hasta su último rincon, hasta su agujero más oscuro, cerrado y diminuto.
Gemía sin control, tuve que taparle la boca para que no hiciera tanto escándalo, ya iba a ser suficientemente evidente que estábamos adentro de la camioneta si alguien la veía meciéndose de esa forma, si también nos escuchaban iban a terminar enviando a los de vigilancia.
Besé a mi esposo, le solté la mano y no más para mantenerla cayada, permití que unieran sus bocas y la verdad es que funcionó bastante bien. Al inicio fue difícil verlos besarse con tanta pasión, me dieron un poco de celos, pero la excitación me pudo más.
Empecé a besar su cuello y clavículas, mi mano dibujaba figuras es su espalda que la hacían retorcerse, baje siguiendo la columna, acaricié la curvatura de su trasero y un dedo se posó en su asterisco presionando con la misma fuerza que si tocara un timbre.
- Ahhhh fuck, no hagas eso..... ahhhh shiiitt, eso no porfa
Empujando sus nalgas hacia atrás, con una cara de disfrute y placer infinitos. Obviamente no le iba a hacer caso. Empuje un poco mi dedo sin llegar a meterlo.
- ¡Maldita! ¿por qué? justo en mi punto débil
Me quito la mano, tomándola con fuerza de la muñeca, la llevo a su boca y mamo el mismo dedo de forma lujuriosa, mirándome fijo a los ojos, mientras se perdía en sus pensamientos, cerraba los ojos y tiraba su cuello hacía atrás dejando salir unos deliciosos murmullos de placer mientras cabalgaba su miembro.
- Que conste, te dije que no lo hicieras, así que esto... es tu culpa
Le quitó la tapa al lubricante, arrancándola con los dientes, baño dos dedos de mi mano y acto seguido ella misma los llevó hasta atrás los acomodó en su agujero y me empujo desde la muñeca hasta que los dos entraron hasta el fondo.
- Oh si, mmmm siii ohh si --mordiendo la cojinería por encima del hombro de mi esposo para no gritar más duro-- oh shit, esto es lo mejor
Me volteo a mirar cual poseída blanqueando los ojos, tomo mi otra mano, la baño con abundantemente lubricante y la colocó sobre su sexo dándome instrucciones exactas sobre como quería que acariciara sus clitoris.
Se separo, tensando los brazos en el cuello de mi esposo, cerro los ojos moviendo su pelvis de adelante hacia atrás, como siguiendo los pasos de una danza Arabe, lenta y suntuosa. El miembro de mi esposo empezaba a palpitar, ella lo miro a los ojos y sonrió, sabía que muy pronto iba a pasar.
- No, no, todavía no papacito
Se levantó apoyándose en las rodillas, sacando su miembro para darle un respiro y distraerlo atragantarlo con sus senos en la boca. Yo no pude soportar la tentación de inclinarme y probar sus fluidos en su miembro, que delicia, que diferente, me saboree haciendo ruidos como si de un delicioso postre se tratara.
Se dio la vuelta pasando la pierna por encima para no interrumpirme, se inclinó hacia adelante y acomodo el retrovisor, seguro le gustaba verse mientras follaba, la entendí completamente porque es un fetiche que también comparto.
Se deleitó un rato viendo cómo me lo tragaba hasta la garganta y dejaba hilos de saliva colgando. Se reía cuando me veía saboreando el sabor que había derramado sobre él. Pasó su pierna por encima, se apoyó en ambas cabeceras de adelante y le ofreció su orificio posterior a mi esposo, el cual no espero ni un segundo para chuparlo y hasta penetrarlo con la lengua.
- Malditos los dos, me van a antojar de hacer locuras
- Que rico --levanté mis ojos encontrándome con los suyos-- ver un polvo en ese culito
Ella se estremeció de placer, sus piernas se sacudieron un poco. Bajo, bailando sobre mi esposo como una puta de cabaret, refregando su trasero contra su torso, tomando sus manos y llevándolas por todo su cuerpo, en especial pidiéndole que apretara sus senos y pellizcara sus pezones.
Se deslizo lentamente por su cuerpo, me separé sosteniendo su miembro en dirección hacia ella, reímos pícaramente cuando su trasero llegó al punto de encontrarse con su miembro y lo agarre con fuerza mientras su esfínter cedía un poco y su glande atravesaba su apretado trasero.
- Ouchhh --se quejó de dolor, apretando las manos a las cabeceras y los ojos--
Pensé que se iba a arrepentir, pero segundos después continuo su camino y su sexo alcanzo mi mano, la retiré y pude ver como lentamente desaparecía toda su longitud y su sexo palpitaba augurando un delicioso orgasmo.
- Nada como una buena verga en el culo --volteó a mirarme-- y una buena lengua en la... --se rio con maldad--
Me la comí a besos, me encantaba esa mujer, decidida, perversa y maldadosa. No pedía lo que quería, simplemente lo tomaba y aunque intenté complacer su petición no había espacio suficiente.
Me pasé en medio de las sillas de adelante, bajé el espaldar de una de ellas para poder maniobrar. Algo me estorbaba cuando me incliné hacia adelante, llevé la mano hacia atrás y saqué el teléfono de mi esposo, no recordaba que lo había metido ahí.
Me reí como una poseída, levanté una ceja y no aguate la tentación de levantarlo y colocarlo en una clara intención de filmarlos.
- ¿Puedo?
- Hagale, pero... ya sabe que le toca hacerme después
- ¿Que?
- Usted sabe
- ¿Quieres que te de lengua?
- Lengua es poquito, quiero que te la comas todita y mojarte la cara cuando me venga
- Esta bien, me parece un trato justo
Les tome unas cuantas fotos y unos pocos videos, ella posaba cual estrella porno para mí, me miraba provocativamente, brincaba, gemía, se movía sensualmente y guiaba las manos de mi esposo por su cuerpo. Brincaba sobre su miembro, separaba las piernas para que se viera claramente por donde lo estaba metiendo, se masturbaba moviendo los dedos en círculos, penetrándose con un par de dedos y separándose los labios mayores para mostrarme su delicioso sexo rosadito esperando por mi promesa.
Le entregué el teléfono a ella con una grabación en curso. Separando sus piernas levanto una de ellas sobre la cabecera del espaldar que había reclinado, acariciando su sexo con sus dedos, masturbándose provocativamente.
- Yo sé que te va a gustar, vamos hazlo, quiero que te la comas todita
Aún era un poco incomoda, habría preferido que esto pasara en una cama o en el suelo, pero ni modo, no iba a dejar que se estropeara el momento. Me metí en medio, empecé a besar sus pantorrillas, sus rodillas, sus muslos, seguía sin creer que fuera capaz de hacerlo, miraba su sexo y aunque se me antojaba, aún tenía un poco de duda.
Levanté la mirada y no solo ella estaba encantada, mi esposo me miraba con lujuria y deseo, me termino de dar la fuerza que necesitaba, al inclinarme hacia adelante aproveche para descargar su pierna por encima de mi hombro e ir directo a su jugoso, húmedo y delicioso sexo.
Me acerqué y al sentir el calor que emanaba lo dudé por un instante, ella me esperaba de inmediato y esa pausa la torturo un poco, la hizo estremecer y al ver como su sexo palpito derramando unas cuantas gotas brillantes y espesas no pude aguantar más, primero pasé mi lengua sin dejarlas caer y no aguante más.
Me clave en su sexo, lamí, frote, saboreé y hasta la hice brincar cuando metí sus clítoris entre mis labios, los apreté y moví mi lengua con frenesí. Mi esposo la tomaba con fuerza de la cintura y por lo ahogado de sus gemidos me suponía que también le estaba tapando la boca.
Veía como sus bolas se movían, chocando contra su sexo, mientras subía y bajaba su pelvis para penetrarla con fuerza. A ratos la descargaba, empujándola hacia abajo, queriendo metérselo hasta lo más profundo de su ser y yo aprovechaba para chuparle las bolas a mi esposo y luego regresar a esa cavidad húmeda, empapándome hasta la nariz, tratando de que mi lengua inexperta le diera al menos el placer que a mí me gustaría recibir.
Sus muslos empezaron a temblar, a pesar de estar aprisionada, se movía más y más rápido buscando que su miembro entrara y saliera con rapidez. Alejandro la estranguló un poco con su brazo en su cuello y con la misma camisa de ella le tapó la boca, o bueno, más bien intento porque esos gemidos parecían salir de los más profundo de su ser.
Se levantó sacándolo casi por completo y se quedó así por unos segundos aguantando la respiración, me tomo de la cabeza y me empujo contra su sexo, se dejó caer con todas sus fuerzas, abrió los ojos como si la hubieran empalado, tiro la cabeza hacia atrás, sus ojos quedaron en blanco y sus extremidades se sacudieron con miles de espasmos.
- JUEEEPUTTAAAAAA!!!! SIIIII!!!
Explotó, su sexo parecía succionarme como si me quisiera llevar dentro, hasta que al fin perdió las fuerzas en sus manos y me soltó. Me separe un poco y tenía toda la cara mojada, sentía como algunas gotas que colgaban de mi nariz se me escapaban.
Levanté y ahi estaba es mirada incrédula pero excitante de mi esposo, esa mirada que nos hizo conectar sin palabras y decir que esto aún no había terminado, que no me juzgaba y que esto solo era el comienzo de una nueva aventura.
Le sonreí, me metí de nuevo en su sexo para empaparme de sus fluidos, bajé a sus bolas, metiéndolas a la boca, moviendo mi lengua en ochos entra ellas. Se contrajeron segundos antes de explotar, chupé una de ellas con fuerza y vi como su miembro empezó a bombear el semen en su culo, provocándole a ella una nueva sacudida y una nuevo e inevitable orgasmo que no dude en recibir metiendo hasta mi nariz en su sexo.
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Ellos tardaron un poco en recuperar las fuerzas, yo al contrario había quedado demasiado excitada. Me limpié las manos con un pañito húmedo, me senté en la silla del conductor y encendí el carro, tomando rumbo a la salida.
- ¿Qué haces? --preguntó ella--
- Salir de acá
- ¿Acaso no ves que estoy desnuda? --buscando su ropa con prisa--
- Si, afortunadamente para mi --la miré con morbo--
- ¿Para dónde vamos?
- Para un lugar en el que no te tengamos que tapar la boca, donde te pueda escuchar
Estaba justo en la talanquera de salida, el momento en que ella se podía arrepentir y pedirme que no, que la dejara vestir y bajarse.
- ¿Dónde vos también te quites la ropa?
- Si, yo también quiero... --me mordí el labio de forma provocativa--
- ¿Que te la chupe?
- Si, que me la chupes mientras él me come
- Entonces, vamos ¿alguna idea en mente?
- ¿Finca o motel?
- Si, un Airbnb para el fin de semana estaría bien ¿no?
- Ah ya, ¿todo el fin de semana?
- Me conformo con una noche, pero con ustedes dos no me opongo a follar todo el fin de semana
- Entonces vamos a necesitar comprar algunos juguetes ¿no crees?
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Paramos en sex-shop y compramos de todo tipo de juguetes, aceites, lubricanes y juegos. Ni siquiera sabía que existían tantas cosas, pero ella parecía ser toda una experta. Pasamos a una licorera y compramos alcohol como para una semana, y a petición de ella también una parada para ir a comprar unos cuantos cigarros de marihuana.
Encontramos un Airbnb en una finquita de tierra caliente con piscina y jacuzzi. Terminamos, fumando, bebiendo y follamos todo el maldito fin de semana; para el domingo mi esposo termino tirando la toalla, decía que ya no podia más y aunque se le paraba cuando nos lo metía decía que le dolia.
Esa mujer era insaciable, todo ese día tuve que atenderla yo y ponerme un arnés y follármela toda la tarde, mientras que mi esposo nos filmaba, hasta que por fin quedo satisfecha.
Silvia, fue una mujer inolvidable para los dos, nos divertimos demasiado con ella e hicimos una conexión increíble que fue la que nos dio la tranquilidad de practicar todo ese tipo de locuras. La llevamos a su casa y quedamos de salir de nuevo a tomarnos algo, pero la semana siguiente nos tomó por sorpresa que había renunciado. Tratamos de ubicarla por todos lados, pero no fue posible.
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Meses después, ella misma nos llamó para disculparse por haber desaparecido de repente y nos pidió que si nos podíamos encontrar a tomar un café. Los dos emocionados de repetir la hazaña nos vestimos y preparamos para otra noche inolvidable. Sin embargo, cuando nos sentamos a hablar con las cosas fueron bastante diferentes.
Silvana había estado en un proceso de rehabilitación, se había vuelto a internar después de esa noche con nosotros, misma noche en la que estaba cumpliendo 3 años de sobriedad por adición al sexo, lo que la llevaba también al abuso de alcohol y drogas, guardando es condón como amuleto de buena suerte.
- Sil, lo siento, de haber sabido no te hubiera pedido que nos acompañaras a ese bar
- No, no es culpa de ustedes, yo tengo que aprender a convivir en esos espacios sin que me afecten
- De verdad, lo siento mucho
Tratamos de darle y ofrecerle todo nuestro apoyo, inclusive Alejo le ofreció de nuevo el mismo cargo, sin consecuencias por haber desaparecido sin avisar, pero lo rechazo. Nos dijo que iba a ser capaz de luchar contra sus vicios, pero no, si permanecía cerca de nosotros, porque había encontrado un complemento perfecto para hacerla perder en sus placeres.
Nos despedimos y no volvimos a saber nunca más de ella. Asi mientras ella decidió alejarse y luchar contra sus demonios, yo decidí darles la bienvenida a los míos, las mujeres. Ahora soy yo la que lo ínsito a salir de cacería y de vez en cuando invitar una incauta a compartir con nosotros una habitación de motel.
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