La neblina cubría la calle, la música iba desapareciendo de las fincas y sin el cumulo de gente el aire frio empezaba a helar. Es algo que nunca falta en Santa Elena y lo que si agradezco es que afortunadamente no nos acompañó la lluvia.
Una parte del combo decidió irse a rematar a una finca con una gente que conocieron rumbeando, el otro que había dejado las carpas armadas tomamos camino de vuelta.
Estábamos a casi media hora caminando, pero el trayecto total se demoró casi una hora porque a cada rato parábamos en el camino a beber o ellos a fumar más hierba, la verdad no se dé dónde sacaban tanta.
El último tramo, cuando ya tomamos el camino oscuro de la vereda hacia la finca, Cata y yo íbamos abrazadas por la calle adelante del grupo. Ella estaba bastante prendida y de la nada me empezó a decir que ese último baile conmigo la dejo arrecha y no veía la hora de meterse en la carpa.
Nos hemos tenido mucha confianza para contarnos detalles íntimos, pero de él nunca habíamos hablado demasiado. Se soltó con todo, me conto las maravillas que hacía con su lengua, lo rico de daba dedo y mi sexo ya iba chorreando como penca sábila, luego me empieza a hablar de su miembro, me llegaban esos flashbacks bailando y hasta me daban escalofrió imaginándolo dentro.
Ella ni se imaginaba los estragos que estaba causando, si no fuera una de mis mejores amigas hace rato le hubiera hecho el atentado y con lo alcoholizados que iban todos y como se perdían cada que fumaban, me lo pude haber robado entre algún matorral a echarnos un rapidin.
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Cuando llegamos a la portada de la finca, lo primero que nos advirtieron fue que no podíamos fumar porros dentro del terreno, no acercarse para nada a la casa, si alguno necesitaba ir al baño le tocaba ir al bosque y encargarse.
Había 6 carpas filadas a unas dos cuadras de distancia de la casa. Cuatro de las parejas llegaron directo a meterse a sus refugios, afuera nos quedamos ellos dos, otra parejita y yo que era la unica soltera.
Si fuera por ella hubiera ido directo a meterse a la carpa y él hasta le dijo que si quería se acostaba que él iba más tarde, lanzándome una mirada demasiado clara de sus intenciones de que fuéramos a visitar el bosque.
Ella no es estúpida, para nada, algo llegó a intuir y se quedó. Buscamos palos secos cerda del bosque y encendimos una fogata para calentarnos un poco. Nos quedamos los cinco ahi terminando una botella de tequila.
Pasado un rato, se puso cariñosa y melosa, él al ver que no se la iba a poder quitar de encima para escaparnos se dio por vencido, nos dieron las buenas noches y se metieron a la carpa.
La otra pareja ya estaba agotada y casi dormida, ni siquiera me seguían la conversación y terminé quedándome sola en la oscuridad hasta agotar la botella y el fuego.
Hasta ese momento fue que caí en cuenta que debí haber buscado que alguno de ellos me acogiera y ahora iba a ser más complicado empezar a preguntar carpa por carpa donde dormir.
Tome un sleeping que alguien dejo por fuera, me acomode al final de las carpas para que me cubrieran del viento, coloqué en el suelo los forros de las carpas y me metí ahi dentro. Temblaba de frio, ese sleeping no era ni de lejos térmico.
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