
Ese rugido concluyo con toda amenaza existente de forma tan inesperada.
Al inicio las personas estaban estáticos por la extrañeza, pero tras verificar los sacerdotes las señales de paz, lo dieron por hecho. No fue hasta que todo el cielo se despejo que las personas tomaron cordura y alzaron sus voces alegres en agradecimiento por seguir vivos.
Las calles seguían siendo un caos, solo que esta vez de bailes y cantos. Hace una hora estaban al borde del terror y ahora estaban desbordando felicidad. Que piadoso resulto ser su dios, tanto que se retiró antes de que se cumpliera el día entero.
"¿Acaso soy era único que sigo sin tragármelo?" pensaba Nefertum.
Pasando el rato no se atrevió a dejar a Hor y Anpu hasta que el mayor pudiera despertarse. Cosa que no paso. Cualquier rastro de heridas o golpes desaparecieron y estaba completamente seguro de que todos los huesos estaban en orden y restaurados. Su piel cicatrizaba rápido, era señal de que su fuerza vital estaba estable.
Pero las manos de Anpu seguían sin restaurarse del todo. Esas no eran manos de vivo, más bien parecían las esqueléticas de un muerto. ¿Al menos corría sangre por ellas? Desconocía que clase de enfermedad podría ocasionarle algo semejante, aunque de ser una, ya debió haberse sanado sin problemas.
—¿No pensabas cruzar el rio? —pregunto Hor mientras Nefertum examinaba por última vez a Anpu acostado en una banca dentro del local de los abuelos, luego de que les habían dado permiso debido a la condición de este. Y por qué afuera era un desfile.
—Eso no te incumbe—dijo guardando su espada de la vista de los guardias que pasaban—. Y te sugeriría que disfraces tus ojitos.
—¡¿Que?! —se alarmo y busco algún reflejo donde verse. Se miró en el cuenco de agua que estaba cerca y dos flores de loto azul lapislázuli abiertas aparecieron flotando en el agua, eran los iris de sus ojos con bordes negros como el abismo. Los ojos de la Sangre de Atum. Había trasmutado desde hace horas a su aspecto de kushita ¿Por qué sus ojos fallaron? —. Fue un descuido—mintió y cambio de ojos.
—Ok. No debe tardar en despertar tu primo. Si ves que sigue débil dale algo dulce y que tome mucha agua—aconsejo y Hor asintió más animado—. Ya no tarda en amanecer, será más seguro en ese entonces.
—¿Entonces aquí nos despedimos?
—Se podría decir. Ya cumplí con mi deber.
Nefertum ya no quería involucrarse mas con estos dos, desde que los olio en El Kurru busco la forma de huir lo antes posible de ellos. En Kemet había un cotorreo sobre la familia de estos dos, la Sangre de Atum eran hijos del caos, solo generaban problemas. Y Nefertum ya tenía demasiados problemas como para ser arrastrado por esa sangre maldita.
—Oye—dijo algo apenado Hor sacándolo de sus pensamientos—, antes de que te vallas, quiero disculparme por...
—Sí, sí. Ahórrate las penas.
—No, hablo en serio. Entiendo la mala imagen que debes tener de nosotros, por eso estoy dispuesto a pagarte tu ayuda—Nefertum frunció el ceño—. ¡No! No me refiero a...
—Ya, déjalo—lo detuvo Nefertum con la mano.
—Lo que trato de decir, es que te debo devolver la ayuda…aunque tú lo hayas hecho a la fuerza—dijo susurrando eso último.
—De acuerdo, dame para el pasaje.
Hor lo miro incrédulo, no se esperaba que Nefertum se lo cobrara tan pronto, ni con dinero de verdad. La verdad es que él estaba urgido y si el mocoso le insistía en ayudar, no se lo negaría. Desgraciadamente, Hor nervioso le dijo que no tenía nada, entonces quedaron en pendiente.
—¡Espera! —lo detuvo Hor cuando estaba por retirarse—. Jamás me dijiste quien eras.
El mayor se cruzó de brazos, el niño no debía tener claro quién era el realmente y esperaba nunca volver a tener que cruzarse con ellos otra vez. Se detuvo meditar y saco el frasco curativo, lo lanzo de espaldas para que Hor lo atrapara al momento y se despidió con la mano mientras se iba.
—Cuídense.
***
Llegando a Nuri ya había amanecido. La ciudad era tal cual igual a las anteriores que había recorrido antes, excepto por la tranquilidad que la falta de actividad militar generaba. La población se hallaba apenas organizando la fiesta. Les daba una semana para que los burdeles se reactivaran.
El tramo de la ciudad a su casa era lejos, algo que le gustaba de vivir en su propio oasis. Sin vecinos. Sin aglomeración de olores. Sin rutas comerciales cercanas. Y con el agua disponible solo para él. Nefertum no pudo querer otra ubicación mejor que esa para vivir. Y le había costado mucho lograr que los Soberanos le permitieran ese privilegio que ninguna otra persona kushita tenía, con algo de ayuda claro.
En Nuri apenas y lo notaban. Las únicas veces que era visto solían ser cuando emprendía su viaje de comercio o cuando regresaba a este y pasaba al mercado por víveres. Desgraciadamente, esa vez no cumpliría su costumbre. Ese último viaje no resultó bien. El hecho de que hubiera llegado sin ningún costo a través de maniobras no lo hacía sentir honrado, salvo por el hecho de haber ayudado a esos chicos. Cuanto más pronto llegara a casa mejor.
Lo común era toparse a viajeros en el trascurso y saludarlos por cortesía mientras lo miraban con curiosidad. Las chicas que venían en las caravanas no podían evitar sonrojarse o chillar de emoción cuando eso pasaba. Lástima por ellas que él no empatizaba con ese tabú. Eso le recordaba, que tenía que ir a ver a cierta chica. Ella tendría que esperar hasta mañana.
Estaba lejos de los incesantes aromas de la población y quería gozar de los aromas naturales que le esperaban. Su casa tradicional como cualquier otra poseía el lujo de tener dos pisos a pesar de ser mediana con tres habitaciones, tal vez demasiado para un soltero, y con una gran vegetación a su alrededor gracias al oasis. Era un deleite estar rodeado de los dulces aromas de higos y dátiles que daban los árboles. Nadie mas conocía ese lugar salvo el y unos pocos.
Sin embargo, esos aromas tenían algo diferente esa vez. El aroma conocido no le sorprendió, ya lo estaba esperando en casa. Lo anormal era uno delicioso que despertaba sus sentidos. Al abrir la puerta un golpe de limpieza lo ahogo. Entro con cuidado y quedo impresionando por lo ordenada que estaba todo. Alguien limpio muy bien el lugar a juzgar por lo fresco que se respiraba, la puerta de atrás estaba abierta dando paso al delicioso aroma proveniente de la cocina trasera. Eso era extraño.
Le preocupaba más ir con el aroma que conocía de siempre y entro a uno de los cuartos de abajo en donde un chico de su edad estaba dormido en la cama con una sábana tapándole hasta la cadera dejando al descubierto su espalda desnuda y con el rostro escondido por una cabellera larga. Nefertum suspiro de tranquilidad al verlo.
Su hermano tenía una cortada profunda cruzando el largo de su espalda dejando ver su columna vertebral con pedazos de su misma carne colgando. Ya estaba infectada y era evidente que fue torpemente tratada. Las sábanas estaban manchadas de sangre y podía oler que estuvo bebiendo Araqi (una bebida destilada a base de dátiles). Su respiración se escuchaba normal. El resto de su piel eran cortadas leves y grandes moretones.
Nefertum le quitó con cuidado el cabello del rostro. Este era una de las pocas oportunidades que tenía para contemplar detalladamente las facciones de su hermano. En su infancia, varias personas se sorprendían cuando se enteraban de que eran hermanos por los mismos padres y no por uno. La razón, no se parecían. Al menos esta vez su rostro estaba intacto. Quiso descubrir su espalda alta del pelo, pero su hermano sacudió su hombro como advertencia.
—Buenos días, hermanito ¡No te muevas! —lo regaño Nefertum al ver como se esforzaba en parase.
El otro hizo caso omiso al enderezarse ahogándose del dolor. La sangre empezó a desbordar nuevamente de la herida generándole una mueca de dolor, al lograr enderezarse dejo visibles sus ojos rojos y su rostro fatigado. Nefertum tocó su frente preocupado.
—¡Estas hirviendo!
—E tenido peores...y lo sabes—alego débilmente su hermano sosteniéndose con sus brazos temblando hasta casi caerse.
—¡Y esta es un milagro!
Nefertum no perdió tiempo y se descolgó su bolso para luego buscar la medicina, hasta que se dio cuenta de que no le quedaba mucha luego de lo que gasto con Anpu. Se percató por la ventana que afuera la ropa y sabanas estaban tendidas. Definitivamente eso no era normal. Estaba seguro de que su hermano, ni aunque estuviera en su mejor condición, se molestaría siquiera en ordenar su cama, además, estaba casi inconsciente como para afrontar a alguien que no fuera él.
Creyó escuchar un ruido arriba que baja por las escaleras y se metió a un cuarto. Un aroma nuevo apareció de repente. Era suave y dulce, muy agradable. Uno desconocido.
—¿Qué fue eso? —pregunto secamente su hermano en un susurro.
Con eso era suficiente. Saco su espada del bolso y fue directo al cuarto. Azoto la puerta y cuando estaba por desvainar su espada quedo perplejo ante la desconocida que apenas se giró tranquilamente. Estaba de espaldas con solo su ropa interior, sentada en la cama con un vestido en sus brazos. Gotas de roció caían de sus pequeños mechones de cabello corto como si se acabara de bañar. Ni siquiera parecía estar avergonzada u ofendida. Al contrario.
—¡Tú eres el hermano de Scarlet!—saludo ella carismáticamente como si fuera normal.
Exhibía sus orejas y cola gatuna con libertad y sus ojos verde-azul de alguna forma dejaron sin palabras a Nefertum. Era bastante linda, y tenía un aire infantil e inocente. Pero en un desliz de Nefertum bajando la mirada a su espalda, la marca roja lo puso alerta nuevamente.
—¿Quién eres tu? —exclamó Nefertum.
Su hermano lo jalo con una mano mientras que con la otra lanzo un cuchillo que ella esquivo de un salto apretando la tela contra su cuerpo tratando de taparse. En un movimiento rápido ella se abrió paso entre ellos luego de que Nefertum quedara lejos del marco de la puerta y su hermano le lanzo otro cuchillo que volvió a esquivar con la agilidad y elegancia de un felino. No parecía sorprendida, ni asustada.
—¡¿Qué haces aquí?!—exclamó furioso el hermano de Nefertum—¡Te dije que me dejaras!
—Estás herido—le contradijo ella.
—¡Lárgate!
Ella se cruzó de brazos y le sacó la lengua. Él se lanzó a ella con intención de apuñalarla y ella lo evito al moverse más rápido y dirigirse a Nefertum para esconderse detrás de él provocando que este se tensara por la sorpresa. Se preocupó cuando la sangre de su hermano ya le escurría al piso. El no debería esforzarse en su condición, y para acabarla se ahogaba los gritos de dolor cada vez que se movía ¿por qué se esforzaba tanto por ella?
Su hermano se detuvo donde el ultimo cuchillo y tomo posición de defensa respirando con dificultad y sudando. Debía tratarlo lo más pronto posible.
—¡Ten cuidado con ella! —le advirtió.
Nefertum la vio de reojo y ella igual asomó su cabeza por su hombro viendo con ironía al otro con una risa. Parecía estárselo tomando todo bien a pesar de que su hermano trataba de apuñalarla, hasta diría que estaba jugando.
—¿Esta cosita? —la señalo Nefertum con sarcasmo.
—¡Deja a mi hermano! —le advirtió el a ella.
—Deja de ser sangrón—le respondió ella.
—¡Lárgate!
—Relájate.
Su hermano apretó la mandíbula. No sedería tan fácilmente, nunca lo hacía. Ya de frente fueron notorias más de sus heridas, demasiados cortes y golpes extendidos por su pecho y brazos. Había perdido mucha sangre y dio sus últimas fuerzas en tratar de dañarla. Típico de él. No mostrase débil ante nadie, aun cuando su vida estaba en juego. Pero, aunque su semblante estaba fatal seguía mirando letalmente a la chica.
—Podrías vestirte por favor... ¿preciosa? —prosiguió Nefertum esperando que ella le dijera su nombre, a lo que ella solo contesto con un sí y se puso el vestido.
—Nefer—lo llamo el otro—. Esa chica... la marca que posee es falsa ¡Es una impostora! —dijo con un tono lleno de odio, a lo que ella respondió con una bulla.
—Cuantas veces debo decirte que si lo soy—se defendió ella con seguridad acomodándose el vestido.
—¡No tienes el derecho de siquiera portar esa marca!
—Claro que si—prosiguió victoriosa—. Compartimos la misma sangre.
—¡Eso no te da derecho! ¡Eres una...
—Si no lo fuera ¿crees que te habría salvado de aquel león?
—¡No necesitaba tu ayuda!
—Pues yo creo que si.
—¡No eres una Ojo Solar!
—Si lo soy, aunque a ti no te parezca ¿qué ganaría fingiendo?
Ese era un buen punto. No le beneficiaba andar por ahí como si nada siendo una Ojo Solar sin un costo. Y tenía la marca. Sin embargo, si era verdad que se encaró con el Soberano y salió ilesa ¿Por qué su hermano lo negaría con tanta insistencia?
—Si en verdad eres una—le amonesto al fin Nefertum con seriedad—¿estás de parte del rey?
Algo no cuadraba. Nefertum seguía debatiendo por la postura de su hermano. Si existía un chico que conocía al Ojo Solar, ese era su hermano. Estaba confundido. Si en realidad era una de ellas estaría en grandes problemas. Pero si no era una de ellas como pensó en el inicio, seguía el que pasaba realmente. Necesitaba que esos dos fueran más claros.
—No hice el Juramento—dijo ella con certeza.
Eso solo generaba más duda. Si ella no hizo el juramento ¿entonces que hacía ella aquí? No podría estar del lado de los chicos de hace rato. Él estuvo con ellos en la madrugada y olían a alteración, la que vivías cuando estabas en peligro. Ella olía a despreocupación, sin señales de estrés o inquietud, más bien de alegría y satisfacción. No podría ser una nana que pierda su tiempo molestando a su hermano en vez de velar por Hor como algunas Ojos Solares que se revelaron. Y más tratándose de una de ellas ¿O tenía una misión diferente?
—¡Deja de decir blasfemias! —exclamo su hermano lanzando con ira su cuchillo a la cara de ella.
—¡Detente! —advirtió Nefertum bloqueando la cuchillada con la cara de su espada aun envainada ocasionando que su espada temblara por el impacto. El cuchillo cayó al piso y Nefertum retomo su postura de defensa.—. Deja de portarte así ¿que no te das cuenta de que si ella quisiera te habría acabado desde hace horas en lugar de hacer los quehaceres del hogar? —le reprochó.
—Y también les prepare el desayuno—agrego ella asomándose medio cuerpo a un costado de Nefertum—. Lo que me recuerda, creo que deje el pan en el horno ¿podemos posponer esta platica para después? Luego tendrás mucho tiempo para tratar de matarme.
Nefertum se fijó nuevamente en su hermano y le rogo con la mirada. No podía ocultar que su cuerpo temblaba por lo débil que estaba. No era tonto. Sabía que el próximo movimiento seria su desplomar.
—Por favor, no estoy de humor para esto. Tuve un pésimo viaje y estoy fastidiado. Arreglaremos esto de forma civilizada luego de que te recuperes.
El otro primero entrecerró los ojos, y luego cedió a duras penas bajando su postura sin dejar de vigilar a la intrusa. Nefertum por fin suspiro y bajo igual su guardia. De pronto su hermano flaqueo y estuvo por caerse de no ser porque lo detuvieron en el aire.
—Sabes. Que seas muy fuerte no significa que seas invencible, Scarlett—le dijo ella de forma juguetona.
—Ayúdame a abrir la puerta, por favor—le indico Nefertum asumiendo todo el peso de su hermano.
—¿Por qué no la hechas? —protesto su hermano en un susurro luego de que ella se fuera por lo que le pidió Nefertum.
—Por qué es la primera vez que llego a mi casa y alguien se molesta en recibirme.
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