Estaba apurándose todo lo que podía. Hacer un perfume en menos de un día sin sus poderes era imposible. Era un trabajo de días, desde la selección de los mejores ingredientes hasta la extracción y maduración del producto deseado. No podían exigirle a un artista hacer su obra a contra tiempo, requería paciencia y perfección, pero la tensión afuera entre su hermano y la chica le cortaban toda inspiración.
La culpa era de esa gatita, si no hubiera tirado la bebida de Maahes esto no fuera necesario. Ese araqi no era simple alcohol de dátiles, estaba mezclado con otras sustancias que potenciaban una droga depresora, el único estabilizante para su hermano. Ahora debía improvisar un reemplazo temporal con las pocas sustancias y hiervas que tenia.
Lo mejor que podía hacer era mezclar los aceites ya existentes, el problema es que eran muy añejos por lo que perdieron potencia, y los mas nuevos apenas estaban macerando los plantas e hiervas de la semana pasada. Su otro problema era que no podría madurar la sustancia, su hermano no podría soportar mínimo dos días sin perder la cordura. Y su ultimo problema, no había alcohol para potenciarla.
Su única salvación era mezclarlo con su sangre, era la única sustancia potenciadora que tenia cerca. Con una aguja similar a la que uso con Maahes se saco unas gotas y se detuvo antes de verterlas. El nunca antes experimento con sangre de su especie, desconocía que resultados llegaría a obtener, quizás adversos.
¿Pero y si no?
Sus manos le picaron de la curiosidad, este podría a ser un desglose de resultados inimaginables. Un sendero de nuevas fragancias y efectos secundarios. Sacudió su cabeza. No debía dejarse arrastrar por ese tipo de ideas en contra de sus enseñanzas. Su maestro le advirtió de sus limites en el Heka y como debía usarla para su pasión con la perfumería, o terminaría como los Sanguinarios.
En eso recordó una sustancia que mantenía guardada para casos de emergencia. Abrió una vitrina de aceites virgenes y en la parte mas rezagada estaba un dispensador de metal oscuro en forma de capullo de loto. Lo puso en la misma mesa que trabajaba, vertió la mezcla de aceites junto con unas gotas de un liquido estabilizante en un frasco de vidrio de boca chica y la puso en la boquilla del dispensador.
La abrió y un liquido grueso salió lentamente arrastrándose por los vidrios como gusano, era traslucido pero con reflejos de un color extraño cuándo se movía, se detuvo al borde del aceite y Nefertum cerro antes que el liquido quisiera escapar. La tapo, la agito para que se diluyera y la sustancia absorbió el aceite creando una especie de reacción química de maduración instantánea.
—¡Listo!—exclamo Nefertum y salió de su taller que era el sótano de su casa.
Lo invadió el miedo al percibir a su hermano del otro lado del oasis junto con la chica. Corrio por el camino de sangre que dejo su hermano. Algunas plantas estaban manchadas de su sangre y se vieron afectadas con leves mutaciones en sus aromas, pasando de agradables a levemente toxicas. No estaban enfermas pero tampoco estaban bien.
Eso pasaba cuando al perder algún componente de sus cuerpos estos no se desintegraban a tiempo. Los cuerpos físicos de un Soberano no eran normales, estos estaban formados de elementos únicos y singulares, dependiendo su raza, para contener su nivel de vitalidad y poder sin llegar a ser un peligro para seres inferiores. Dyet, así llamaban en Kemet a los cuerpos físicos, a los trozos de materia tangible que daban soporte a los elementos intangibles de un ser. Una simple pieza de los Dyet de Necher podía valer mucho mas que todas las riquezas del universo por las propiedades que este posee, ya que cargaban no solo con una leve porción de Ka, sino con la esencia del propietario.
Era por eso que cuando perdían algo por mas mínimo que fuera, este debía desintegrarse para no generar alteraciones en los seres inferiores, o bien, desnaturalizarla para que fuera menos potente. Maahes tenia un problema para que esto pasara, no sabia el porque todavía, pero era uno de los principales puntos a estudiar de su hermano.
Encontró a su hermano desmayo bajo una palmera datilera. La chica estaba cruzada de piernas en la cima de la palmera saludando a Nefertum. Era un alivio que se detuvo en ese lugar.
—¡Gracias por distraerlo!—le grito a la chica y ella alzo el pulgar arriba—. Mira el desastre que causas, animal. Tendré que podar otra vez el oasis.
La chica aterrizo a su lado cuando el frotaba un poco de perfume cerca de las fosas nasales de Maahes.
—¿Qué haces?—pregunto ella.
—Arreglar el problema que ocasionaste—ella se rasco la nuca con una risa nerviosa—. Descuida, mientras no salga del oasis estará bajo control.
—Soy buena reteniéndolo, puedes confiar en mi—dice orgullosa.
—¿Te lastimo?
Ella no respondió y se froto las vendas en sus brazos. Hace rato Maahes la agarro con brusquedad y no dudaba que la daño. Curiosamente, no percibió sangre de ningún tipo venir de ella, ni sus vendas estaban sucias.
—Déjame revisar—dijo parándose y ella se aparto.
—No hace falta, apenas si me penetro.
—No eres fácil de tocar ¿eh?—ella negó—. Esta bien, lo respecto. Aun así dime si sientes molestia y te daré algo—volvió asentir—. Y te pediré un favor.
—Claro.
—Si te es posible, evítalo.
—¡¿Que?!
—Necesito que no tenga alteraciones en su recuperación, y tu presencia lo inquieta.
—¿Entonces ya no puedo jugar con el?
—¿Qué dices?—cuestiono sorprendido— ¿para ti eso es jugar? No confíes de las circunstancias.
—Confió en mi misma—presume—, y ya te dije que se como lidiarlo, incluso mas que tu y esas drogas que usas.
La chica da media vuelta y regresa a la casa con brincos.
Nefertum trajo cargado a su hermano, lo acostó en su cama, le cambio nuevamente las vendas y roció el cuarto del perfume. Mientras ella guardaba la ropa colgada, el arranco todas las plantas que se contaminaron con la sangre de su hermano. Cayendo la tarde las junto en una esquina de la casa junto con las vendas sucias y les prendió fuego con un encendedor especial que las consumió sin dejar humo ni cenizas.
—¿Es fuego del rio de llamas?—pregunto ella curiosa a su lado.
—Así es. Yo no puedo destruir materia, pero las normas no prohíben usar reactivos.
—Pensé que era ilegal manipularlos fuera de su habitad natural.
—Para nosotros no—Nefertum la vio de reojo. Ya no tenia sus vendajes y su piel lucia impecable—. Echaste tus vendas al fuego ¿verdad?
—¿Eh? Si.
—Bien—dice y vuelve a la casa—. Si gustas puedes dormir en mi cuarto, yo dormiré en el de Maahes. Mañana iremos al pueblo.
—¿Al pueblo? Pero Scarlett no puede salir del Oasis.
—El se queda, mientras el perfume y su salud lo limiten tendremos tiempo para conseguir la que me falta. Además, debemos investigar el paradero de tu hermana—se detiene y la mira.
La chica parpadeo.
—¿Como?—pregunta curiosa.
—Conozco a alguien que nos puede ayudar. Te reencontraras con ella mas rápido de lo que te imaginas.
—¡Eso suena genial!—exclama entusiasmada—. No puedo esperar para que la conozcan.
Nefertum medito.
—¿Dijiste que es tu melliza?—ella asintió—. No recuerdo que las Ojos Solares nacieran en pares.
Ella sonrio.
—Somos un caso pecu...—alzo sus orejas repentinamente con vista al otro lado del oasis.
Voltio a donde ella y capto lo que posiblemente llamo su atención. Era un aroma a dátiles echados a perder y la palmera donde estuvieron antes desapareció. Fueron de vuelta al lugar y se toparon a una criatura devorándose la vegetacion como si fueran su presa. Tenia forma de leon pero su carne y piel eran corteza de palmera, su melena hojas de palma, sus dientes y garras semillas de dátiles y sus ojos eran tan rojos como el fruto.
—¡Por eso me urge que sane pronto ese animal!
—¡Aww! que lindo—exclamo ella al mismo tiempo que el.
El leon palmera rugió al descubrirlos. De pronto, de abajo la tierra salieron unas raíces alrededor de ellos que casi los atrapan de no ser por que reaccionaron rápido. Mas raíces comenzaron a salir por todo el oasis envolviendo los arboles y demás cosas. Unas salieron del agua y comenzaron a consumirla rápidamente, mientras que las otras se encajaban en los arboles para deshidratarlos.
—Clásico comportamiento de supervivencia de una palmera—alego Nefertum desfundando su espada—. Ya que te gusta jugar con animales hazte cargo del leon, yo cortare las raíces para que puedas acercarte—ordeno y ella obedeció.
Apenas dijo eso el leon sacudió su melena liberando una toxina en el aire que obligo a Nefertum retroceder.
—¡Karma! ¡Preciosa, no te acerques!
—¡¿Que ocurre?!—cuestiono ella evadiendo una raíz.
—¡Esa planta esta evolucionando muy rápido, creo una defensa contra mi!—explico defendiese.
—¡¿Entonces?!
—¡Juega con el mientras despierto al culpable!—dicto y corrio, dejando a la chica sola llamado la atención del leon con acrobacias y burlas como si jugaran a las atrapadas.
Nefertum corto algunas raíces antes que mataran unos arboles y en respuesta estas lo atacaron. Blandió su espada con rapidez mientras esquivaba las nuevas raíces que salían. Busco hacerse paso cerca del estanque donde su jardín de lotos estaban siendo atacado. Si el estanque se secaba el lugar jamás se restauraría. Necesitaba que ella distrajera al leon lo suficiente para que Maahes lo detuviera. Como fue su sangre solo el podía controlar a la creatura.
De no haber dejado sus perfumes guardados, alguno le serviría para esta ocasión, pero ir por ellos al taller no seria posible luego de escuchar el rugido, el doble de potente que antes, como si el leon hubiera crecido. Las raíces salieron mas gruesas envolviendo los costados de su casa como si supieran el plan de ellos. Cuando intento cortar para cruzar la puerta estas se regeneraran rápido y fueron sobre el. Un muro de raíces rodeo el oasis con intención de cerrarse sobre este para consumirlos en la oscuridad y ahogarlos en la toxina que se propagaba.
—¡MAAHES, DESPIERTA! ¡VEN A REPARAR TU DESASTRE!
Cuando necesitaban que el sangrón estuviera despierto, era justo cuando estaba completamente perdido. Cada vez raíces mas gruesas comenzaban a salir y la flora del lugar se marchitaba. A ese paso no tendría otra opción que usar sus poderes. El espacio para moverse se reducía y por poco era sujetado por las raíces. Ya le daba igual que lo corrieran por romper las norma, era eso o que esa planta se volviera una amenaza para la vida de los nativos.
Ahora dudaba que la gata estuviera bien. La toxina generaba irritación en la piel, la picazón entorpecía sus movimientos. Deseaba haber tenido a la mano sus perfumes y pomadas. Un mal paso hizo que su pie fuera atrapado y la raíz buscara cortarlo para succionar sus líquidos. Las cortaba y volvían a brotar. Nefertum estaba por querer lanzar un hechizo una vez que bloquearon la luz y las raíces lo alcanzaron.
Un eco metálico paralizó todo. Los rugidos del leon compitieron con los de este que parecía sonajero. Inesperadamente las raíces flaquearon retorciéndose en el aire e iluminando el lugar nuevamente con el riesgo de golpear todo a su alrededor. Nefertum se libero, esquivo algunos latigazos y otros los corto. Esta vez ya no le regresaban el ataque, sino que parecían querer irse. Volvieron a la tierra dejando moribundas a los demás palmeras y el estanque con poca agua marcada por los tallos de loto desnudos.
El rugido bajo potencia contra el sonajero. Las raíces disminuyeron su velocidad y cambiaron a movimientos mas fluidos como si bailaran. Incluso la toxina se desvaneció y muto a un agradable olor que sanaba los efectos anteriores. No sabia si investigar o esperar a que la chica volviera. Cesando los ruidos, la paz volvió.
Cuando Nefertum llego con la chica esta estaba acostada sobre el vientre del leon dormido con las piernas cruzadas en alto, contemplando el ocaso relajadamente.
—Hola Nefer ¿y Scarlett?
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***
Hace rato que Anpu se había ido.
Estaba solo.
Se abrazaba a si mismo recargado contra el muro donde desapareció su primo, a la espera de que regresara, si es que regresaba. No era la primera vez que Anpu cruzaba las puertas al inframundo de Kemet, cuando iba tardaba hasta más de una semana en volver. No solía contarle mucho de ese lugar, pero con lo poco que le soltaba podía comprender por qué no era agradable ese tema. Dedun se lo permitía solo porque eran viajes de ida y regreso a Kemet, con la condición de que no los usara para moverse dentro de Kush.
Ese fue el caso ayer, cuando apenas regresaba de ese lugar justo cuando atacaron la aldea, para después poder abrir otra puerta que los llevara lejos (no sabían que tanto) dentro del territorio de Kush. La verdad no entendía bien cómo funcionaba el poder de su primo, solo sabía que podía abrir puertas con sus excéntricas manos a su antojo.
Pero si había algo que jamás permitía, era que otros cruzaran sus puertas, y al ser su único recurso ante los peligros que los acechaban, se vio obligado a tener que romper con su propia regla. Primero, con el tras dejar a Anhur con la Ojo Solar y las cazadores, y segundo, con esa cazadora que lo lastimo.
No considero necesario comentar que se trataba de una chica, lo supo cuándo toco su pecho en el ataque del mercado. Pero algo era vergonzoso de admonitor, les había dado una buena paliza sin esfuerzo. Mover su brazo era difícil, aunque era ambidiestro el estar limitado solo lo volvía más vulnerable de lo que ya era. No dudaba que Anpu estuviera peor, apenas se acababa de recuperar de esa mañana.
Su intriga era el porque solo era una y como los alcanzo en un día. Su hubiera otras u otros esta los hubiera contactado al momento como lo hacen los Aj-Hijo caninos. Debía ser una por su estilo de pelea y complexión física ¿seria alguna especie de lobo solitario?
¡Maldito Anpu!
Lo dejaba en los peores momentos. Primero, en la prisión con ese sanguinario que casi lo mata, y ahora, atrapado con esa cazadora mientras él está herido y sin saber que tan cerca estaban los demás cazadores.
Era casi el ocaso y Anpu no volvía. Tomo una roca con filo y escribió un mensaje en el muro de adobe: "Nos vemos en la cuarta catarata". Aunque su primo resolviera lo de la cazadora sabia que era pésimo para ubicarse en un lugar que no sea el inframundo, y mas aun un mundo ajeno como Kush. Si llagaba a regresar al mismo lugar, mínimo sabría que Hor siguió su destino de alguna forma. Tendría que seguir su viaje solo, no tenia de otra.
Se levanto, sacudió sus ropas y oculto su hematoma con manta. También se puso una turbante con velo para ocultar su identidad, pues la persecución de hace rato dejo todo un disturbio y los soldados rondaban con cuidado buscando algo. El ambiente era casi igual al de Berg Barkal. Algunos decían que los sacerdotes se habían puesto a trabajar en los templos por una respuesta de sus dioses. Hor solo quería irse lo más pronto posible sin inconvenientes.
Paro en el limite de la ciudad con cierta duda y temor. Este seria su primer viaje completamente solo. Atrás, estaba la ciudad resguardada por la presencia de Meruel y los espíritus, enfrente, el desierto inhóspito y extenso con montañas rocosas a mitad del camino.
"Que Atum me guarde" pensó y emprendió su viaje.
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