
No fue fácil, pero logro separarlos durante el almuerzo. Durante todo el rato solo Nefertum y la chica habían estado comiendo mientras su hermano no le quitaba la vista de odio sentado desde las escaleras con un cuchillo revoleando en su mano. Ella en cambio se comportaba como si nada y Nefertum los veía de reojo esperando no más incidentes.
El animal debería dejar de darle más importancia a ella que a sus heridas, apenas se estaban encostrando, y la fiebre lo tenía sudando. Dejándolos de lado a esos dos, el guisado rojo era mejor de lo que olió. La salsa, la carne y el pan recién salido del horno. Debería dejar más tiempo a la chica, claro que eso no pasaría con lo incomodo que era tener a una tan cerca.
—¿Desde cuándo te abstienes de comer? —le pregunto sarcásticamente Nefertum a su hermano.
—¿Si los dos nos envenenamos quien te va a respaldar? —respondió el otro con recelo.
Ella contuvo una risa.
—¿Crees que si tuviera algo no lo habría notado antes? Déjate ya de tu berrinché, necesitas consumir algo.
—O descansar—comento ella.
—O hacerte una clitoridectomía—amenazo entredientes mirándola con una rabia que pondría inquieta a cualquier persona.
La amenaza era verdadera. Jamás se debía subestimar la habilidad de su hermano con los cuchillos, teniendo uno en su poder él era capaz de realizar cualquier labor con maestría valiéndole el sujeto de prueba, y siempre cargaba con uno. Nefertum captaba cuando su hermano estaba por perder el control. Su aroma se volvía potente, capaz de irritar su nariz si no se alejaba. A él no le importaba si se sentía mal o si no debía, Maahes se iba sobre quien fuera. Nefertum busco el mango de su espada colgada en su cintura previniendo lo peor.
—Te dejare hacérmela una vez que tenga cachorros ¿te parece bien? —respondió ella con diversión como si le siguiera el juego a una plática amistosa.
Nefertum la miro incrédulo, ella volvió a comer tranquilamente. Se giró a su hermano y este lentamente se levantó con el cuchillo de punta abajo, soltó un soplido con cansancio y bajo los escalones apoyado en la pared. Nefertum agarro el mango de su espada y acomodo sus pies bajo la mesa por si requería moverse de su lugar…pero sucedió un cambio en el aroma.
—Sabes qué, te tomo la palabra—le dijo resentido su hermano antes de irse a encerrar a su cuarto.
Nefertum quedo inmóvil en su asiento con su cuerpo listo para un ataque que no paso ¡Se negó! ¿en serio la evadió? Hace rato se le había ido encima en su peor estado y ahora la ignoro.
—Está muy agotado—comento ella.
—No lo subestimes—advirtió Nefertum perdido.
—Debiste ver como peleaba con Mak—dijo ella con asombro—. Ese Nehesu es más peligroso que el veneno de un Ajebyu.
—Y eso que no lo has visto después de sus peleas anteriores—menciono aun confundido.
Ella frunció la boca de lado.
—¿Qué tal la comida, te gusto? —cambio de tema con emoción.
—¿Eh? ¡Ah! Sí, claro—confirmo volviendo en sí completamente—. Creía que solo mis tías conocían la receta. Incluso el picante está en su punto. ¿Dónde aprendiste a hacer las Llamas del Sol? —pregunto impresionado.
—Es una receta secreta que solo nosotras sabemos—dijo ella orgullosa—, me sorprende que Scarlet no te lo haya dicho antes.
—¿Por qué no le dices por su nombre? —se atrevió a preguntar con curiosidad—Pareciera que te tienes mucha confianza con él.
—Me parece más divertido—dijo y sonrió—. Además, no me ha corregido, por lo que creo que le gusta.
Nefertum recargo su cabeza en su codo mientras ella se llevaba un bocado a la boca.
—Bueno, yo le digo animal, y como jamás me ha corregido supongo que también le gusta—argumento con sarcasmo y ella se llevó las manos a la boca para controlar su risa, pero al final perdió.
—Tienes razón—dijo sin dejar de reír—. El animal escarlata, suena lindo. Lo voy a pensar—luego se detuvo a meditar—. Ah, por cierto, perdóname por aparecer así en tu casa. Scarlet ya me había corrido, pero no me atrevía a dejarlo como estaba.
—Sí, sabía que algo no andaba bien cuando vi tu "toque femenino"—agrego refriéndose a los quehaceres y al mal trabajo con la herida de su hermano.
—Prometo que no husmee en lugares que no debía, quería que se sintieran cómodos con mi presencia...y creía que necesitaban una manita de gato—dijo con nerviosismo mirando a otro lado rascándose la cien.
—¿Sabes que está prohibido esa forma? —se refirió a sus extremidades felinas.
Ella lo examino a él con la mirada y luego se evaluó ella levantando su cola a la altura de su cabeza.
—Mak me dijo que me sintiera cómoda, y eso hice—dijo y pensó— ¿Te molesta?
—No exactamente, solo no andes así frente a humanos.
Ella dejo caer sus orejas y cola con una cara de regañada. Curiosamente, esa solo era una leve muestra de la verdadera forma que su especie podía poseer. Ellos llevaban muchos años poseyendo forma humana, no les incomodaba realmente, pero era molesto que los Soberanos no les dieran libertad para liberar sus poderes discretamente. O al menos así era con los que no fueran como cierta chica que buscaba alternativas cuestionables.
—Así que ¿Mak fue quien te recibió? —prosiguió Nefertum.
—Aja.
—¿Entonces firmaste las condiciones de estancia?
—Si.
—¿Pero no te leyó las reglas?
—Dijo que por ser una Ojo Solar no debía preocuparme por ellas.
Nefertum se mordió el labio. Eso le daba un punto a favor a ella. Los Soberanos de Kush les daban mucho consentimiento a cualquiera que portara esa marca en su espalda. La evidencia de su veracidad era que su hermano no había salido tan herido esta vez.
—¿Puedo preguntarte algo más? —pregunto él y ella asintió—. Nunca lo había visto tan erradico por alguien—dijo tomando un modo más serio entrecerrando los ojos y recargando su barbilla en ambas manos sobre la mesa— ¿exactamente, que hay entre ustedes?
Ella no contesto al instante, roto su cabeza con el ceño fruncido confundida, y luego, volvió a reírse con diversión.
—¿Qué es lo divertido? —pregunto Nefertum.
—¡Perdón! es solo que.... Por favor, no me digas que él nunca te hablo de mí—Nefertum negó con la cabeza y ella se quedó estática en su lugar—. ¿Enserio? es broma ¿verdad?
—Ni tu nombre—declaro.
—¿Nada de nada? —pregunto tomando compostura, él se hundió de hombros.
Maahes salió molesto del cuarto con una botella seca de Araqi en el mano directo a ellos. Y antes que Nefertum preguntara, rompió la botella contra la mesa. Nefertum se paró en alerta sujetando la espada y ella protegió su cara con las manos para evitar los trozos.
—¡¿Por qué están todas las botellas vacías?!
—¿Desde cuándo tomas? —le cuestiono ella bajando las manos.
—¡Y a ti que te importa! —grito furioso—. ¡No puedes llegar y tocar mis cosas!
—Yo no fui—se defendió ella—. Si, trate de arrebatártelas hace rato, pero te las tomaste todas como si te murieras de sed.
—¡No hablo de esas! Tenía unas guardadas bajo mi cama.
—¿No será que te las tomaste sonámbulo? Eso explicaría porque estabas tan callado cuando te cerré la puerta. ¡Oye! ¿yo debería estarte reclamando? —renegó levantándose.
—¡¿Qué tienes que reclamarme?!¡Tú no tienes ni que hacer aquí!
—¿Por qué nunca le hablaste de mi a tu hermano? —protesto fingiendo estar dolida.
—Si ¿Por qué nunca me hablaste de ella? —acuso Nefertum con los brazos cruzados.
Maahes le lanzo una mirada de advertencia sobre su hombro y Nefertum dio un paso atrás con una mano arriba.
—No es justo, yo le hable de ti a mi hermana—alego ella.
—¿A tu hermana? —pregunto Nefertum confundido.
—Incluso vine...
—¡¿De qué hermana hablas, mentirosa?! —la interrumpió Maahes.
—En teoría, todas las Ojo Solar son hermanas—corroboro Nefertum para sí.
—¡Eso que importa! Nefer ¿no te das cuenta? —declaro con angustia— ¡Me quede sin alcohol!
Nefertum recapacito y se tensó.
—¿Y eso que? —pregunto ella mientras recogía la mesa—. Nadie se muere por eso—dijo y se retiró con los plantos.
No pudo detener a su hermano cuando lanzo la mesa a un costado y se fue sobre ella. La jalo del brazo bruscamente, los platos se le rompieran en el suelo. La estrelló contra la pared hasta provocar un temblor y encajo sus uñas con fuerza en la piel de ella.
—¡¡ME TIENES HARTO!! —le grito encolerizado.
Nefertum desfundo su espada revelando la peculiar hoja de metal curveada en forma de hoz, amenazando el cuello de su hermano con solo tener que hacer un movimiento para que sangrara. Quería saber de dónde sacaba fuerzas para realizar esos arranques, teorizaba que con su historial de heridas a muerte había adquirido experiencia sobre cómo administrar su Ka, aunque lo ahorrado siempre parecía desperdiciarlo a lo estúpido en lugar de acelerar su regeneración. Su única ventaja era que aún estaba en regeneración y le sería más fácil hacerle frente de ese modo. En otras circunstancias ni siquiera se le cruzaría, era más fuerte que él y en combate ni hablar.
—¡Detente animal, la estas lastimando! —le exigió Nefertum.
Su hermano no respondió, su agarre sobre ella podría hacerla sangrar. Sin embargo, no había miedo en el aire. Aún más escalofriante era que ella no se alarmo en ningún momento, ni mucho menos dejó de lado su mirada tierna y esa sonrisa inocente.
La forma en la que los dos se mantenían la mirada...
¿Es que no se daba cuenta de su situación? Era como si no fuera capaz de sentir el dolor que el agarre de su hermano le estaba ocasionando. ¿Qué tan difícil seria para su hermano acabar con una chica tan delicada como ella?
—Ya puedes dejar de atacarme y escucharme de una vez—dijo ella demasiado calmada.
—¡¡¿Que tengo que hacer para que me dejes?!!
Ella hizo un puchero y recorrió con su vista todo el lugar hasta dar con un atónico Nefertum detrás de su hermano y sonrió de emoción antes de encararlo de nuevo a los ojos.
—¿Quieres que te deje? Ayúdame a encontrar a mi hermana—contesto ella.
Maahes gruño.
—¿A cuál de todas? —pregunto árido.
—A mi melliza.
***
En cuanto entro se esperó a que el Soberano hiciera acto de presencia.
La habitación fue a primer instante un cuarto grande con muebles de ébano acompañados de almohadas y cojines de lana decorada con bordados de colores de formas asimétricas. Parecía la típica habitación de lujo de cualquier posada. Considero que la vista al rio por la ventana grande era el principal atractivo, dejando de lado la comodidad que trasmitía el lugar.
Hor no espero mucho. La habitación sufrió una renovación abismal optando una estructura de palacio con columnas alzando el techo por metros y el piso distribuyéndose a grandes distancias.
En el techo se repetían las ilustraciones del ciclo del día, luna y sol viajando sobre Kush, que estaba dibujada como mapa en el piso mostrando la topografía de las cinco regiones formadas por las cataratas del rio que cruzaba la nación; mientras, las columnas tenían inscripciones de aves aéreas, en especial halcones. Los muebles de madera fueron reemplazados por sillas de oro y mas grandes, con decorados de gemas y almohadas de telas finas y colores vibrantes. Aparecieron estanterías de pergaminos y algunas armas.
Frente al ventanal con vista a las estrellas de tamaños diez veces mas grandes de lo usual, se encontraba un chico acostado en un sillon-cama, estaba aburrido leyendo un pergamino que flotando sobre el mientras comía dátiles picados de un tazón bajo su brazo. Sus ojos eran singulares, uno azul zafiro y otro amielado, heterocromia. Vestía falda con un cinturón de telas traslucidas que caían y portaba un collar grueso que combinaba con sus pulseras de brazo alto. Su cabello era un afro corto y portaba una corona de dos plumas con cuernos laterales.
—Meru—evoco Hor resignado.
Meruel se sentó y puso el tazón en una mesita que estaba enfrente. El y Hor eran de la misma edad. Ellos no se llevaban mal, pero solían chocar de vez en cuando por la situación de refugiado y nativo respetivamente.
—¿Sabes qué es esto? —le mostro Meruel el pergamino levitándolo hacia él.
Hor lo leyó.
—Es un Contrato de Propiedad Humana—respondió y luego agrego—, de tus acciones específicamente.
—¡Exacto! En el dicen que el cinco porciento de los humanos me pertenecen, por lo que obtengo un cinco porciento de beneficio por cada humano, a eso multiplícalo por el numero de humanos que existen en Kush y luego a eso multiplícalo por el promedio de vida general de un humano ¿Cuántos beneficios tengo? Y eso que no considero los humanos que por tratos me dan más del cinco porciento.
—Se oye bastante bien, Meru—dijo con fastidio retirando el pergamino con la mano.
—¿Pero que pasa cuando ocurre una merma en la población? —siguió levantándose—. Mis beneficios disminuyen drásticamente al quedar muy pocos humanos que rindan mi estándar mínimo.
—¿Y el beneficio es?
—¡Adoración! ¿para que otra cosa sirven los humanos? —alzó sus alas y aterrizo frente a Hor. Abajo de ellos se agrando la vista aérea de Nuri con sus gentes celebrando ante la estatua de su dios con cabeza de halcón—. Míralos. En el fondo saben que dependen de nosotros, solo falta recordarles.
—¿A costo de aterrarlos? —recrimino Hor.
—Ey. Podrán cuestionar nuestros métodos, pero no los resultados. Y ustedes los Nechers son los menos indicados para eso—devolvió cruzando los brazos.
La vista viajo hasta el poblado de Buhen hecho cenizas, donde mujeres y niños parecían estar velando los cuerpos acomodados de sus hombres cubiertos por sabanas. Algunos sacerdotes habían llegado orando con inciensos al dios que guiaba a los muertos.
—Esos varones me adoraban fervientemente, Dedun apenas se enteró.
El Soberano que vio en la prisión, y que mando al perfumista, llego al lugar invisible a los ojos de las personas. Tenía una expresión seria.
—¿Por qué dejaron pasar a esos Nechers?
—¿Con que escusa se los íbamos a negar? Tenemos un tratado que les permite el acceso libre, independientemente de los conflictos que tengan entre ustedes. Además, es Dedun quien controla el paso de fronteras..., y tienen una Ojo Solar. No podemos rechazar a una Ojo Solar.
Hor rodo los ojos.
—Meru, esos son Sanguinarios, son más peligrosos que esto—señalo los cadáveres—. Y incumplieron sus reglas, tienen derecho a echarlos por infracción.
—No has entendido nada, esto no es algo que se resuelva con solo correrlos ¿Sabes cómo reaccionaran mis padres cuando se enteren? ¿te das cuenta de las acciones que tomara Mak?
Hor templo ante la mención de ese Soberano. Había sido un tonto. Estaba tan preocupado por su bienestar y los suyos, que no vio los alcances de ese ataque. Esto podría ocasionar una guerra entre Kush y Kemet. Y no quería ni imaginarse como acabaría eso.
—¡Karma! —maldijo Hor agarrándose la cabeza.
¿Por qué tenía que pasar eso? ¡Todo fue por su culpa! Esos Nechers estaban allí por ellos. Nunca se imaginó que buscar refugio en el extranjero llegaría a ocasionar un conflicto bélico, en tantos milenios nunca antes los habían buscado hasta Kush ¿Cómo supieron dónde y en qué lugar estaban?
Hor reflexiono.
—Meru... ¿Por qué atacaron específicamente el pueblo donde vivíamos?
Meruel se tensó. Hor alzo la mirada desafiante.
—Tu eres el sol y luna de Kush, el que ve todo lo que pasa ¿Qué estas ocultando? —Hor se enfadó ante el silencio del otro—. ¡¿Les dijeron dónde estamos verdad?!
—¡Yo no tuve nada que ver! Te lo juro ¿crees que dejaría que lastimaran a mis queridas Serket y Merseguer? ¡Nunca!
—¿Que dijiste de mis nanas? ¡Nehesu del caos! ¡Dime que les paso a ellas y a mi hermana!
—Están bien, salieron ilesas de su enfrentamiento con el babuino ese—respondió tratando de tranquilizarlo con la mano—. Y no te preocupes por Anhur, sigue vivo... ¡¿cómo me llamaste?!
El Necher exhalo aliviado y se sentó en un sillón. Ellos estaban bien. Meruel suspiro y voló a una de sus estanterías.
—Te diré toda la verdad—confeso volviendo con un pergamino—. Cuando Dedun los dejo pasar estos dijeron que venían por un tema de recursos, algún tipo de alianza comercial como el que tenemos con las naciones que viste allá bajo. El pueblo donde vivían estaba de paso, lo más lógico es que los toparan, y nosotros no podemos intervenir en asuntos ajenos.
—¿Ni cuando mataban a sus humanos?
Meruel negó.
—Si le informaba a los adultos irían a pelear y el caos sería mucho peor. Los humanos se reproducen rápido, pero una pelea entre Soberanos furiosos deja secuelas. A este punto ya estaríamos declarando la guerra.
—¿Qué hay de Dedun?
Ambos miraron abajo. Las almas de los fallecidos seguían la ruta de Dedun, este volteo al cielo con una mirada de reproche consiente de que era vigilado por el chico, hizo un ademan de vigilar el cielo con los dos dedos y Meruel frunció la boca.
—Me hare cargo de el, después de todo tiene parte de la culpa. Encontraremos una excusa para disfrazar la causa de la masacre. Mientras no haya más incidentes que compliquen todo, podremos sobrellevarlo. Ahora mismo todos los Nechers están en el desierto lejos de las poblaciones.
—No, no, no. Esto se saldrá de control—se levanto Hor caminando de un lado a otro desesperado—. No puedo permitir que Kemet entre a una guerra por mi culpa.
—¿Que no están ya en guerra entre ustedes? Por eso es que huyeron con nosotros ¿no?
—Aj ¿Por qué siempre se tienen que complicar las cosas? Obviamente algo saldría mal tarde que temprano.
—Ahora entiendo porque el rumor de que tu familia acarrea el caos. Con razón Kemet se fue a la mierda—Hor lo fulmino con la mirada deteniéndose junto a una lanza colgada—. Ustedes nos llaman Nehesus (negros), estamos a mano.
—Y a todo esto ¿para qué me llamaste?
—Ah, eso. Quería advertirte sobre lo que ocurre, y en cierta forma tengo un asunto que tratar contigo—abrió el pergamino—. Esta es una copia del contrato que firmaron al entrar, en ella hay una cláusula que sentencia el romper de forma grave una o más condiciones, en este caso rompieron la de intervenir en la vida o muerte de nuestros humanos, por lo que todos los pertenecientes a la raza culpable deben ser expulsadas de Kush.
—Si, lo recuerdo. Soy consciente que nos echa...aguarda un segundo, ya entendí lo que pasa. No quieres delatarnos porque expulsarían a las Ojos Solares, por eso te preocupa lo que paso y puede ocurrir si no detienen a esos Nechers—afronto Hor con una sonrisa de lado y Meruel se la devolvió.
—¿No pudieron esperar a que cumpliera la mayoría de edad para poder desposar a una? —confeso aparentando tristeza—. Aun puedo disimular que ellas son inocentes.
—Ja. ¿Y de que serviría? ellas solo están aquí por nosotros ¿crees que ellas se quedaran por ti? —continúo triunfal sabiendo por donde iba la cosa.
—Solo necesito tiempo hasta que caigan rendidas a mis pies, y solo tendré ese tiempo si evito que se vallan. Y casualmente, ustedes tampoco quieren irse.
Hor rio esta vez.
—¡¿Querer?! —dijo con sarcasmo y siguió riéndose— ¿Crees que las chicas podrían querer a un niño malcriado que las margina de sus poderes contra su voluntad? ¿qué te hace eso diferente con lo que les hacen en Kemet?
—Que estarán más seguras conmigo. Es más. Si la guerra es inevitable, Kush ganaría.
El semblate de Hor cambio.
—No tienes idea de lo que dices. Nunca han visto a un Necher en libertad de sus poderes porque nos tienen reprimidos, y todas las razas saben que somos de la más evolucionadas. Ustedes no podrían igualarnos.
El kushita estallo de risa.
—Tienes razón—se burlaba—, ninguno de nosotros podría igualarse a un debilucho como tú.
Si acaso tubo la paciencia de soportar muchos desaires de Meruel antes, la estaba perdiendo. Hor apretó sus puños intentando no verse herido. El kushita sabia como molestarlo, pero en esa ocasión no estaba de ánimos para lidiar con eso.
—Yo. No soy. Ningún debilucho—trato de decir con firmeza.
—¿A no? ¿y qué me dices de tu enfrentamiento con el Sanguinario?
Hor abrió los ojos de golpe. Claro que sabía lo del Sanguinario, el vio todo, no había forma de defenderse ante ese hecho tan humillante. Todavía se sentía culpable por lo ocurrido con Anpu. Acarreaba muchas fallas en su vida que no lograba enmendar por culpa de su condición.
—Te veías tan temerario con ese cacho de lanza, no sabía si preocuparme por ti o el masacrador—Hor estaba harto. Tomo la lanza colgada y la lanzo con fuerza en un arranque de ira, pero Meruel la paro en el aire con una mano sin problema generando un estruendo—. Lo vez, ni aun con un arma de alta calidad podrías dar batalla—dijo y la lanzo a los pies de Hor—. No te esfuerces en demostrar lo que no se ve.
Hor veía la lanza en sus pies. Se sentía ridículo de esa situación. Sus pensamientos de llenaron de todos los comentarios negativos que escucho a lo largo de su vida. El sabía que era muy débil, muy por debajo del promedio. Pero le ardía que alguien de su misma edad se lo echara en cara.
No se dejaría humillar, y menos por él.
Tomo nuevamente la lanza y camino hacia Meruel. Apretó su agarre queriendo controlarse y dio un respiro grande. Su orgullo no debía ser consentimiento a una guerra. Debía priorizar resolver los conflictos presentes. El anterior rey de Kemet destaco por los vínculos de paz que formo con ciertas naciones hasta el punto de crear puentes fronterizos que los conectaran. Kush fue el primero por los antecedentes de las Ojos Solares que frecuentaban sus tierras. No tiraría a la basura ese logro porque su ego se daño.
—Esta reunión no lleva a nada—declaro Hor firme y con colera—. Has lo que quieras, delátanos según tu parecer. Pero te dejare en claro algo, Meruel—y lo señalo con la lanza—. Mientras yo esté en pie, no permitiré una guerra entre nosotros, aunque tenga que volver a Kemet si eso evita dañar Kush.
En eso Anpu azoto las puertas de golpe seguido de una chica.
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