
Input los reconoció en cuanto los vio entrar a la posada antes que esos dinkas.
Era la primera vez que veía a Hor en persona, le pareció un chico muy vulnerable, justo como los rumores decían. Su principal interés fue Anpu, no creyó que volvería a verlo, y ahí estaba, junto a su primo caminando tranquilos en medio de espíritus como si fueran de la misma categoría. Qué curioso tenerlos que topar en esas circunstancias.
Tenia la inquietud de acercárseles, pero no tenia ni idea de como. Habían pasado tantos milenios desde que perdieron sus rastros en Kemet. Jamás creyó que los encontraría en Kush y en ese lugar cuando se refugio ante la amenaza del Sanguinario como los demás seres. Aunque, si debía ser sincera consigo misma, ella seguía dudando de si debía a no cruzarse en su camino. Miles de preguntas la acosaban con respecto a que pudiera pasar. No era como su padre, esa era la disputa que cargaba desde niña. Tan solo haberlo visto nuevamente trajo aún más complejos en su corazon.
Mando sus dudas al demonio cuando Anpu subió al piso de rameras, peor aún, permitir al crio acompañarlo ¡Maldito sinvergüenza! ¿Cómo se atrevía a hacer eso? Y el acabose, que al seguirlos encontró a Anpu muy dócil con esas pirujas.
Espero a que salieran del refugio para desquitarse con el, pero no espero que la descubrieran desde donde estaba, ni tampoco que fuera tan fácil alcanzaros en el mercado, ni mucho menos que fuera Hor quien le hiciera frente. Sin embargo, aún le faltaba mucho al crio para estar a su nivel aun si ella se limitaba para no dañarlo. Era bueno, pero de haber sido otro Necher, el asunto habría sido lamentable.
Lo que mas la sorprendió fue que de la nada Anpu pudiera abrir una especie de portal al infierno. Literalmente. Ni siquiera sabía que él podía hacer eso. Y ahora estaban ambos solos en ese lugar.
¿Hace cuánto que no se veían?
Eran tan idénticos físicamente. Ella era su clon ¿o él era su clon? Él era real. O al menos lo único real y aceptable que ella asumía en su nuevo entorno mientras que el...el solo la veía incrédulo como si fuera lo más inexplicable de ese lugar. Deseaba que no fuera real, pero al aceptar la mano de el comprobó que lo era.
Había oído de niña sobre ese lugar y de lo que moraba en él. Su padre le contó de las luchas y guerras que el mismo vivió junto con los demás en ese lugar. Y ahora estaba allí mismo presenciando con horror como las almas de personas deambulan de miseria y sin protección del cruel mundo en que fueron condenados al morir. Si ella se sentía enferma en ese lugar, que podía esperar de ellos.
—¿Input? —se atrevió a susurrar Anpu incrédulo, ella no mostró haberlo escuchado distraída con el paisaje.
El estiro la mano deseosa de tocarla, sus dedos vendados apenas rozaban su rostro ¿en serio era ella? De no ser por el parecido con él y sus ojos azules, nunca la hubiera reconocido. Él sabía que no podía ser masculino, porque se veía tan diferente a la niña que recordaba y a la vez lucia como su madre el día que se separaron. Su cabeza estaba rapada y sus ropas eran de macho, probablemente su pecho pasaba desapercibido debajo de tantas capas de ropa oculto.
Ella detuvo su mano cuando el apenas la tocó para atraerlo a ella y golpearlo con la otra mano. El golpe lo hizo caer sobre la roca a sus espaldas aun atónico por la fuerza de ella. Se acercó a él y lo alzo de su camisa para encararlo con rabia. Él estaba confundido, ella lo estaba agrediendo sin explicaciones.
—Input.
—¡¿Cómo hiciste eso?! —protesto chocándolo contra la roca.
El soltó un quejido de dolor, las puntas de la roca se clavaban en su espalda rompiendo sus tejidos. Ella estaba asustada y entendía que reaccionara de esa forma, ese lugar no era cualquier cosa y el mejor que nadie lo sabía. Toco con seguridad la roca y se abrió una puerta que al estar recargado en esta se fue de espaldas con Input encima y salir por otra puerta rodando por la pendiente junto con algunas piedras. Toco de nuevo el suelo debajo de él y se abrió otra puerta donde solo el alcanzo a pasar y aparecer de nuevo en las rocas saliendo lanzado de una puerta que luego se cerró.
No pudo pararse por el dolor, su espalda sangraba y gano más golpes en su cuerpo de los que le dejo antes. El suelo hirviendo solo lo hizo sentir peor. Y se suponía que se acababa de recuperar.
Trato de pararse con lentitud y dificultad, vio abajo y ella igualmente trataba de pararse con mayor resistencia que el al dolor. Se asustó cuando ella hizo contacto visual con él. Se veía furiosa. Al pararse se recargo en una roca al mismo tiempo que ella se alzaba con firmeza. Estaba cerca de la orilla del río, eso no era bueno, no cuando las almas se alejaban de esta rumbo a lo alto. Ella recogió una roca del suelo y se la lanzó a él.
—¡Input! —grito escondiéndose atrás la roca para evitar la piedra.
—¡¿Que no recordabas a tu Dual?! —grito ella lanzando otra piedra subiendo la pendiente.
—Input—la llamo asomando la cabeza y volviéndola a meter evitando otra piedra.
—¡Estuve buscándolos por todo Kemet!—lanzo otra piedra.
—Input...
—¡Escape de Kemet a costa de mi posición! —lanza otra piedra.
—Input...
—¡Y cuando al fin te veo luego de tanto tiempo! —se detuvo a punto de lanzarle una piedra más grande a la mitad de la pendiente—. Cuando por fin me libre de el—dijo cabizbaja con sentimiento, él se asoma preocupado—. Tu... ¡tu! —ella alza la cabeza con odio apuntó de lanzar.
—¡¡Input!!
—¡Input! ¡Input! ¡Input! —grito bajando la mano—¡¿no sabes decir otra cosa que no sea mi nombre?!
—No te muevas—le rogó con la mirada perdida detrás de ella.
—¡¿Por qué?! ¿Tengo un monstruo detrás de mí?
Un aliento azotó en su espalda, olía peor que un cadáver y estaba acompañada de un respiro muy fuerte. Giro su cabeza lentamente para ver el hocico gigante que mostraba unos enormes dientes de fuera con pedazos de cuerpos de almas atorados. Alzando la mirada, el hocico le pertenecía a una especie de cocodrilo con melena y más allá de esta el cuerpo era un cruce de león con hipopótamo. Era el más del triple de alto que ella. El monstruo la miro a ella y luego a su mano.
No había prestado atención en lo que creyó que era una simple piedra, su forma ovalada se asemejaba a la de un huevo. Un golpe se sintió de esta y su mano empezó a temblar mirando con horror como la cría empezó a romper el cascarón. Saco su cabeza de cocodrilo y lanzo una especie de grito afónico.
El monstruo al instante abrió el hocico dejando ver su enorme garganta y sobre su lengua lo que aparecían ser fragmentos de cabezas que aún no se tragaba. Los ojos de las cabezas se movieron con vida a mirarla como pidiendo ayuda. Lanzo un grito potente que casi tira a Input acompañado del aroma más nauseabundo que jamás había olido. El grito era una extraña mezcla entre un rugido y varios gritos de personas que parecían provenir del estómago de la criatura.
Se sintió mareada y desorientada en ese momento. Dio un paso en falso y callo sentada. A su alrededor las demás piedras empezaron a romperse y las crías salieron gritando. Dejo caer la cría sin cuidado y esta se fue contra ella jalándole sus ropas. Saco su cuchillo.
—¡Ni lo intentes, su piel es demasiado dura! ¡solo romperás tu cuchillo!—advirtió Anpu.
Entonces el monstruo dio un paso adelante y Anpu le grito que huyera. Despego sin importarle que la cría se colgara de su capa. Corrió cuesta arriba y el monstruo fue tras de ella.
Abrió sus fauces en espera de alcanzarla, lanzo su mordida e Input la esquivo desviándose por las rocas estrechas. Anpu salto lejos de la roca donde se estrellaron los colmillos del monstruo y corrió en dirección a Input. La madre forcejeo hasta destrozar la roca con su mandíbula y lanzar otro grito para seguir el rumbo de los dos.
Ellos corrían por sus propios caminos, las rocas los llevaban por diferentes senderos que apenas los dejaban verse entre ellos. El la llamaba, pero ella lo ignoraba. La madre trepo por las rocas siguiendo a la cría, iba por Input. Ella no tolero el peso del parasito y se soltó su capa junto con la cría, esta se quedó zarandeando la prenda.
Input siguió corriendo cuidando de no tocar las rocas, de hacerlo la raspaban y quemaban más que el suelo en sus pies desnudos. El monstruo se aproximaba casi destruyendo las rocas a su paso, el paso era cada vez más angosto y las rocas se volvían más grandes. Perdió de vista a Anpu tras su ultimo llamado.
Karma. Y pensar que hace rato ella era la que lo perseguía, incluso estuvo por chocar con un muro de piedra en una esquina sin salida. Estaba arrinconada, atrapada. El muro se extendía hasta lo alto de la montaña, escalarlo sería fácil de no ser una tortura rozar la piedra. El monstruo arrimo su cabeza sobre las piedras de donde salió, su peso provocaba que se agrietaran, tal vez se romperían. Y tal vez pudiera escabullirse aún.
Tomo postura de carrera con su cuchillo listo por cualquier cosa. Y dando un paso más atrás piso en una parte zafada. El monstruo se lanzó con sus fauces nuevamente abiertas, y ella cayó en una trampa de tierra antes que la alcanzara.
Cayo dentro de un túnel del que se deslizo como tobogán, un tobogán que además de golpearle y rasparle, le quemaba. De alguna forma era muy resbaloso, trasmuto sus manos y pies a garras caninas. Sus uñas no pudieron clavarse en la tierra más que para generar chismas y quemar sus ropas que tuvo que mandar a volar. El túnel daba muchas vueltas y giros, dentro rotaba y giraba con dureza.
Saco su cuchillo, y apenas pudo lo clavo con fuerza. La fricción del arma con la tierra tardo un rato hasta que se clavó lo suficiente para pararla en seco. Soltó el aire contenido con un suspiro de alivio. Hizo un esfuerzo para recargar su cuerpo sobre sus pies con ayuda del cuchillo.
Respiraba agitada, estaba bañaba en sudor. Su entrenamiento nunca fue para soportar ese ambiente, al menos no su cuerpo físico. Trasmutar el resto de su cuerpo le ayudaría a resistir, necesitaba liberar parte de su Ka para que su cuerpo físico se regenerara con mayor rapidez.
Hacia más calor abajo que arriba, sus pies querían prenderse. Solo le quedaba su falda hecha pedazos y las vendas con las que enrollo su pecho para aplanarlo, su demás ropa termino hecha ceniza. Inclino su frente en el mango del cuchillo, sus quemaduras se estaban curando.
No sabía dónde había terminado, ni que había más abajo, pero mataría a su Dual.
Un eco como silbido seguido de polvo cayéndole la inquieto. La cabeza de un babuino horroroso con cuerpo de serpiente bajando lentamente por el túnel y mirándola con gran excitación no le gusto. Y menos que el demonio mostrara en su horrenda sonrisa esos colmillos podridos y rojos.
—Valla, valla—dijo emocionado con su distorsionada voz—. Miren a quien tenemos aquí. Si eres el perro de ese hijo de puta
***
¡¿En que estaba pensando cuando la trajo al inframundo?!
No, fue ella la que empezó todo.
¿Cómo esperaba que la reconociera luego de tanto tiempo y vestida como hombre? ¿Por qué estaba vestido como hombre? ¿y por qué los atacó, para matarlo? ¿fue por eso que los estuvo buscando?
No era secreto que el llevaba una vida de presa, y ella era consciente de eso ¿Qué pensaba? Que él se dejaría apuñalar tan fácilmente...okey, eso ultimo quizás no era del todo imposible.
Hubiera sido más fácil si lo hubiera escuchado en lugar de atacarlo ¿y que hizo el para merecer eso? Él nunca se olvidó de ella, tenerla nuevamente enfrente de él fue como un milagro en medio de tanto dolor que él y su madre habían pasado. Tenía que salvarla, ella jamás había estado aquí y dudaba que supera como sobrevivir.
Se detuvo al recordar por qué la trajo a ese lugar. Hor. El juro proteger a su primo hasta llegar a la cuarta catarata a costa de los peligros que eso implicaba, abrir puertas era lo único que tenía para defenderse ya que él no sabía pelear, y lo uso a pesar de que rompió con las normas de Kush. De no ser por ella, estarían tomando camino a su destino y Hor estaría lejos del peligro.
¡Dejo a su primo solo y a costa de otros posibles Nechers!
Se pegó en la cara. Hor estaba en peligro. Aunque sabía que una Ojo Solar no lo dañarían, le preocupaba que hubiera otros cazadores menos compasivos. Y lo peor de todo, perdió la ubicación del lugar. Ya era difícil para el saber a dónde dirigirse al momento de abrir una puerta en su mundo, y tener que abrir una en otro era como encontrar una aguja en un pajar, ya no recordaba ni la ubicación exacta de la última puerta a Kush que abrió.
Karma. Estaba al borde de un colapso ¿que debía hacer, volver por su primo o salvar a su Dual? ¿Hor o Input?
Sus ideas lo hicieron olvidar que estaba buscando la ruta que ella siguió desde lo alto de las rocas, y por no cuidarse resbalo y cayo de cara. Seguir al monstruo a distancia requería que se moviera sin hacer la menor presencia posible, crear puertas como atajos era su mejor forma de lograrlo.
Tenía el don de abrir puertas, debió haber abierto una para llevar a su primo directo a la cuarta catarata en vez de mandarla al infierno, ambos hubieran estado a salvo. No, que tonto. Si apenas pudo llevarse a su primo lejos de los cazadores que hubiera garantizado que llegaran a la cuarta catarata en vez de terminar más cerca de ellos.
Cuando se paró y sacudió sintió que sus daños estaban totalmente regenerados. Tanto deambular por esos paramos lo habían acostumbrado aun en su cuerpo físico. Se rasco la cabeza preocupado, desde hace rato que había perdió a ambas. Caminando un poco encontró tirada la capa de Input, se acercó a levantarla y esta se arrastró lejos. Se acercó otra vez, se alejó otra vez. La capa se agito bruscamente hasta que la cría saco la cabeza y miro fijamente a Anpu.
—Esto no es tuyo—le dijo quitándole la capa. La cría rezongo mordiéndola y jalándola—. ¡No! Le pertenece a mi Dual—recalco arrebatándosela.
La cría cayo de espalda y lanzo un gritito seguido del grito de la madre. Ahora sabía por dónde estaban.
—Gracias—le dijo y espero a ver la madre para abrir una puerta y huir antes de que llegara, sin darse cuenta de que la cría lo siguió.
Al llegar al lugar, la cría se le adelanto y el protesto. La ignoro y llamo a Input unas cuantas veces sin respuesta. Debía seguir viva, estaba seguro de que ella no se rendiría tan fácilmente. Quizás se escondió, o podría estar atrapada en algún lugar. Había varios senderos, tendría que volver a buscar desde arriba.
Noto que la cría parecía estar siguiendo un rastro olfateando el camino y corriendo por senderos selectos. Una corazonada lo empujó a seguirla hasta un rincón y detenerse a la entrada retrocediendo con la cría cargada antes de que gritara. Le tapo el hocico mientras trataba de sujetarla contra su pecho.
Se acercó al borde con cuidado, unos demonios merodean con emoción la entrada de un hoyo que parecía ser una trampa. Olfateaban el área como si trataran de identificar que animal había caído. Cargaban redes cargadas con almas de bebes como si fueran frutas, y algunos ancianos incompletos arrastrados de los pies por arpones como si fueran animales cazados, ambos llorando a gritos.
Uno salió del agujero con pedazos de ropas quemadas entre sus garras. La cría se agito bruscamente, eran de Input. El demonio vocifero con orgullo las nuevas buenas de que habían atrapado a Anpu y que lo había empujado hasta el fondo de la madriguera, justo donde estaba escondido su campamento. Anpu no compartió la alegría de sus rizas.
¡Karma!
¡La habían confundido con él!
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