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    Limberg17
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    Holaa.. mi nombre es Limberg Paco y soy profesor de Educación primaria y pues me encanta crear contenido escrito para mis niños y que sea entretenido para todo el publico.
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El Niño y el Elefante Bajo las Estrellas
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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un niño llamado Luka que adoraba mirar el cielo nocturno. Cada noche, después de cenar, salía al jardín de su casa, se tumbaba en la hierba y contemplaba las estrellas. Soñaba con viajar entre ellas y descubrir los secretos del universo.

Una noche, mientras Luka observaba la Vía Láctea, escuchó un sonido extraño. Al principio pensó que era el viento entre los árboles, pero cuando se incorporó, vio algo que nunca hubiera imaginado: un elefante. Era un elefante grande, pero de ojos suaves y brillantes, como si contuviera todo el brillo de las estrellas.

—Hola, pequeño—dijo el elefante con una voz profunda y amable—. Mi nombre es Bombo, y vengo de un lugar muy lejano, mucho más allá de las montañas.

Luka, sorprendido pero sin miedo, se acercó.

—¿Cómo llegaste aquí, Bombo? —preguntó.

—Sigo el brillo de las estrellas. Ellas me guían en mis viajes, y esta noche me llevaron hasta ti —respondió Bombo, inclinando su enorme cabeza hacia el niño—. ¿Te gustaría acompañarme? Puedo mostrarte cosas que jamás has visto.

Los ojos de Luka se iluminaron. Subió con cuidado al lomo del elefante, y juntos comenzaron su viaje. A medida que caminaban, el mundo a su alrededor cambiaba. El suelo parecía brillar bajo sus pies y las estrellas descendían del cielo, envolviéndolos en una luz suave y cálida.

Bombo y Luka caminaron por campos de flores que brillaban como pequeñas luciérnagas, cruzaron ríos que cantaban melodías misteriosas, y llegaron a un lugar donde el cielo se unía con la tierra, formando un mar infinito de estrellas. Luka estaba maravillado.

—Las estrellas tienen muchos secretos —dijo Bombo mientras caminaban—. Pero el más importante es este: cada una de ellas nos recuerda que, aunque el universo es inmenso, todos estamos conectados. Cada ser, cada árbol, cada piedra tiene su lugar en el gran tejido del cosmos.

Luka escuchaba en silencio, sintiendo que entendía algo más grande que las palabras.

Después de lo que parecieron horas, pero también solo un instante, Bombo se detuvo bajo un gran árbol. Las estrellas brillaban más intensamente sobre ellos.

—Es hora de que regreses, pequeño Luka —dijo Bombo con una sonrisa—. Pero recuerda siempre lo que te he enseñado: cada estrella que veas te recordará que no estás solo. El universo siempre estará a tu lado, guiándote.

Luka asintió. Con una última mirada a las estrellas, bajó del lomo de Bombo.

Cuando abrió los ojos, estaba de nuevo en su jardín, bajo el cielo estrellado, pero ahora sentía que el mundo entero había cambiado. O tal vez, él había cambiado.

Esa noche, Luka volvió a su cama sabiendo que, aunque no podía ver a Bombo todos los días, las estrellas siempre estarían ahí, recordándole su aventura y su conexión con todo lo que lo rodeaba.

Y así, cada vez que miraba al cielo, sonreía, porque sabía que, de alguna manera, siempre estaría viajando entre las estrellas con su amigo, el elefante.

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