6 de noviembre de 2023.
La alarma suena justo a las seis en punto de la mañana.
Me levanto de la cama, me pongo mis gafas moradas y voy a la cocina con mi pijama de Victoria's secret puesto.
Me tomo un café descafeinado y cuando lo termino, dejo el vaso sobre la encimera y arrastro mis pies hacia el baño.
Peino mi sedoso pelo negro y me hago un moño con mi pinza verde, después me pongo un poco de máscara de pestañas y a continuación, me lavo los dientes.
Me miro en el espejo, agarro con frustración mi esponja de maquillaje y cubro con base mis pecas que recorren toda mi cara. Me miro con detenimiento. No se han borrado del todo, incluso parezco más pálida.
En la habitación me visto con una camiseta blanca y un pantalón beige de campana, unas zapatillas Air Force y una chaqueta de tercio pelo.
Abriendo la puerta, mamá me da un beso en la mejilla y me da las pastillas que nunca tomo.
En la calle Bulevar, Coleb me saluda, le sonrío y le saludo de vuelta.
Va a la misma clase que yo, es rubio oscuro, alto y viste...raro.
―¡Ey, Kell, toma tu paquete! ―dice él montado en su bicicleta.
Me lanza un sobre que contiene unas preciosas gafas de sol en forma de mariposa.
―Gracias, cartero ―, alzo la voz para que me oiga. Él conduce por la carretera y le pierdo de vista.
***
Sentada en primera fila, en una esquina, miro por la ventana.
Faltan menos de cinco minutos para que suene la campana y las clases inicien.
Diana sigue sin aparecer.
El profesor Gordon, un hombre cincuentón y regordete, nos da clases de historia. Últimamente he estado más cansada en sus clases, siento que esta asignatura no es mi fuerte.
Tras una larga explicación de guerras, muertes y destrozos, mi amiga llega a clase.
Miro a Diana con cara asesina mientras el profesor le echa la bronca.
Ya es la quinta vez que llega tarde y no llevamos ni la mitad del curso.
Ella responde de manera no adecuada y es expulsada de clase.
Trago saliva y miro por la ventana.
El amanecer se ha vuelto rosa.
―Max Dair, por favor, mire a ver si su compañera se ha ido a jefatura o se ha ido de juerga.
El señor Gordon está hasta las narices de mi mejor amiga.
Max, el cantante de la banda Cherry Coast va a vigilar a Diana, y eso me da miedo, porque para esos dos, el término "llevarse bien" no está del todo comprendido.
Dejo que pase uno, dos, tres minutos de reloj.
Levanto en alto la mano, interrumpiendo la concentración del profesor en su absurda explicación.
―Dígame, señorita Sallow, una buena excusa para parar mi temario.
Me muerdo el labio inferior y miro alrededor de la clase, nadie está atento.
―Tengo que ir al servicio.
El profesor se lleva las manos a la cara y resopla. Me deja ir pero me mira mal cuando salgo de clase.
Qué odiosos son algunos profesores.
***
He recorrido mil pasillos y no encuentro a la puta Diana.
Y de repente recuerdo.
Cigarros.
Salgo al patio, donde están las canchas de fútbol, y veo a Max y a mi amiga discutiendo.
Media hora más tarde suena la campana, por fin toca educación física.
Correr, hacer el idiota, caerse al suelo y pasarlo bien.
¿A quién no le gusta educación física?
A Diana.
Ella odia esa asignatura, supongo que será algún que otro trauma de los miles que tiene acumulados. No le doy importancia alguna, pero este día me estaba hartando.
Diana me ha dejado sola, se ha escapado por las vallas del instituto y se ha metido por los arbustos.
La profesora pasa lista y le ponen ausencia a esta.
Empezamos a hacer deporte, hasta que una profesora de orientación habla con la de educación física.
Ella avisa a más gente y empiezan a buscar algo o alguien.
No entiendo lo que ocurre hasta que llega la clase de matemáticas, donde una antigua amiga de Diana viene sofocada gritando que ella esta en la antigua playa en la que ha habido múltiples de suicidios este año.
La clase se alarma y muchos comienzan a cuchichear.
Yo tiemblo, me sudan las manos.
Si se muere, lo último que le dije fue que era una cobarde.
Salgo corriendo por la ventana y en menos de veinte minutos llego a la playa Cornualles, ahí los profesores llaman a teléfonos y lloran.
Pero yo no veo, me mareo, mi vista se nubla.
Algo me dice la profesora de matemáticas pero no consigo oírlo.
6 de noviembre de 2023.
La alarma suena justo a las seis en punto de la mañana.
Me levanto de la cama, me pongo mis gafas moradas y voy a la cocina con mi pijama de Victoria's secret puesto.
Me tomo un café descafeinado y cuando lo termino, dejo el vaso sobre la encimera y arrastro mis pies hacia el baño.
Peino mi sedoso pelo negro y me hago un moño con mi pinza verde, después me pongo un poco de máscara de pestañas y, a continuación, me lavo los dientes.
Me miro en el espejo, hoy me dejo las pecas al estilo natural.
En la habitación me visto con una sudadera oscura, unos pantalones vaqueros y unas Converse.
Abriendo la puerta, mamá me da un beso en la mejilla y me da las pastillas.
En la calle Bulevar, Coleb me saluda, le sonrío y le saludo de vuelta.
―¡Ey, Kell, toma tu paquete! ―dice él montado en su bicicleta.
Abro el sobre.
Las mismas gafas de sol de ayer.
―Te has debido de equivocar, este paquete me lo diste ayer ―digo sonriente.
Él se para y frunce las cejas.
―Ayer no entregué el correo.
¿Qué?
Me rasco la cabeza y me quedo pensando.
―Será mejor que descanses, Kelly, ¿cuándo fue la última vez que pegaste ojo? ―dice él preocupado. Después se va.
Me despido para volver a casa, pero termino yendo al instituto.
A la misma hora que ayer, vuelven a expulsar a Diana.
Esta vez no salgo de clase para buscarla.
Solo observo pequeños detalles.
Todos se visten igual que ayer.
―Perdone, Maestro Gordon.
Él me mira con curiosidad.
―¿Me podría decir qué día es hoy?
Él mira su reloj.
―Hoy es lunes, seis de noviembre.
Descarto la opción de vivir en un sueño. No podría haber relojes.
Igual soy vidente y me estoy volviendo loca.
Después del recreo, me salto la clase de matemáticas y voy a escondidas a la biblioteca.
Entre libros busco una palabra clave.
"Futuro".
Si todo está volviendo a ocurrir, y lo que pasó ayer no fue un simple sueño, entonces debo buscar palabras clave que me ayuden a encontrar lo que está pasando.
Encuentro el libro perfecto.
―Bien.
Llevo la escalera de madera hacia la estantería y agarro el libro, pero cuando bajo, se escucha un golpe.
Juraría que estaba sola.
Sin hacer ruido, camino por los pasillos.
Un libro se ha caído solo.
No le doy importancia y lo dejo en su sitio.
"Bucles temporales".
―¿Bucles temporales?
Escucho que algo me susurra, pero me mareo y termino en el suelo.
***
Suena la alarma.
Me despierto nerviosa.
Miro el móvil y contengo la respiración.
Lunes seis de noviembre de 2023.
No. Me. Jodas.
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