Lunes 6 de noviembre, 2023. Las 7:50 de la mañana.
Diana llega (como siempre), tarde al instituto. Abre la puerta de clase. No ha dicho ni "buenos días", esto enfada al profesor. Ella interrumpe la explicación del señor Gordon, por lo que él y sus compañeros le miran en silencio. El profesor apoya la tiza blanca sobre su escritorio y se quita las gafas. Mira detenidamente a Diana, que sigue quieta en la puerta, y este dice:
—Haz el favor de abandonar la clase, ve al despacho del director.
Ella ha venido corriendo, tiene la cara un poco roja y le falta el aire. Se enfada al escuchar esa frase. Cuando recupera el aliento, deja su mochila Adidas en el suelo y se cruza de hombros.
—¿Ahora por qué debo irme? —dice enfadada.
El profesor ríe, los compañeros están calladísimos, se les ha comido la lengua el gato...
—A ver, Diana —comienza a levantar la voz— No has llamado a la puerta, no has pedido perdón por llegar tarde, y conociéndote, no habrás hecho los deberes.
Diana resopla con el ceño fruncido. Agarra su mochila y se va dando un portazo. Se dirige al patio, está claro que no va a ir con el director.
Sentada en las gradas más altas del campo de fútbol, helada por la humedad, se arrepiente de usar falda en pleno invierno. Sus pálidas manos de porcelana le duelen por el frío.
Diana usa unas Converse negras, una falda corta de vuelo blanca, una camiseta negra con hombros destapados de manga larga y, de accesorio, un collar de estrella.
Saca un cigarro de su mochila, lo enciende y da su primera calada. El humo se desplaza hacia arriba, sostiene el cigarro con la boca y saca sus cascos. Reproduce una playlist que incluyen canciones como: Show Me How, Choking on Flowers, Sea, swallow Me, y mil canciones de The Smiths.
El cielo es anaranjado y las luces del campo están encendidas. Diana se percata de los jugadores entrando al campo. Intenta recoger lo más rápido que puede, pero se le ha caído la mochila dos bancos más adelante.
"Qué torpe..." piensa. Baja hasta llegar a ella y se agacha para cogerla.
Un chico moreno se acerca a ella, pero Diana no se percata. Ella se levanta ya con la mochila puesta.
—Hola, rubita —dice él.
Le toca el pelo y le hace un rulo con el dedo.
Diana se asusta y mira al chico.
Automáticamente frunce el ceño y resopla, aparta el dedo de su pelo ondulado y le mira mal.
—No toques. NO me toques —. Recalca con el cigarro aún en la boca.
—El profesor Gordon me ha mandado vigilarte —dice él y le toca su mejilla—Estás helada. ¿Tienes frío? ¿Quieres mi chaqueta?
Ella aparta la mano de este, pero él le quita el cigarro y se lo mete a la boca, ella hace un gesto de asco.
Él no le da importancia, da una calada y extrae el humo.
—¡Max, dámelo! —dice enfadada.
—Así que por fin te vuelves a acordar de mi nombre, Diana.
La rubia mira a los ojos café apagados de este, que iluminan los ojos azules de ella.
—Ya...¿Me vas a dar mi cigarro o no? —agrega Diana.
—¿Sabes?, fumar es malo.
—Y perder clase del señor Gordon por estar hablando conmigo... También —Diana le quita el cigarrillo, lo tira y lo apaga —. Que asco das.
Ella se intenta marchar de ahí lo antes posible, está nerviosa y no sabe por qué.
—No te puedes marchar, ¿recuerdas? El profesor me ha enviado vigilarte —dice Max. Después esboza una sonrisa de lado. El viento hace que su mullet castaño se mueva y su jersey negro se pegue a su abdomen atlético.
Diana se da la vuelta y lo observa. El pelo de ella se mueve, pero lleva una diadema negra, así que no se puede despeinar mucho. Mira hacia arriba para poder contemplar los ojos de él y dice:
—¿Acaso soy tu perrito?
—¿Acaso soy tu dueño? —vacila Max.
***
Kelly está sentada en primera fila.
Es una nerd.
Saca buenas notas, estudia en vez de socializar, le apasiona la química y tiene gafas... Pero es una nerd (con un partidazo).
Es pelinegra, mide 1'64, es amable pero vergonzosa. Viste con una chaqueta de tercio pelo a cuadros de color marrón y blanco, de bajo lleva una camiseta blanca y un pantalón veige de campana. Termina su vestimenta con unas zapatillas Air Force blancas. Lleva un moño hecho con una pinza verde palo. Su pelo es bastante largo, casi le llega a la cadera. Lo tiene muy bien cuidado, al igual que su cara. Ni un solo grano en toda su adolescencia, o al menos, de momento. Lleva unas gafas moradas casi negras que hace que sus ojos verdes resalten. Sus labios carnosos naturalmente rosados, marcan su pálido rostro, al igual que sus pecas de al rededor de sus ojos y nariz. Tiene una sonrisa divertida y unos dientes impecables. Salvo su pala izquierda, que está un poco cascada por un pequeño golpe que se dio con Diana cuando eran pequeñas.
Kelly está enfadada con Diana, su mejor amiga. Otra vez llega tarde, otra vez que la expulsan.
Pide permiso al profesor para ir al baño y este se lo cede.
Va por el pasillo mirando por todas las clases, maldiciendo a Diana y a sus dichosas rebeldías.
—Como me pillen paseando y no meando, la mato —amenaza en voz alta.
Después de una larga andada por los pasillos, subiendo y bajando plantas, sale al patio, recordando que seguro, Diana habría salido a fumar.
Anda rápido y en cuanto llega busca entre los largos bancos.
"Ahí estás".
Resopla y la humedad sale expulsada de su boca. Se cruza de hombros y sube a los banquillos llegando hasta ellos.
—Madre mía... —Los separa y mira fijamente a Diana —¿Por qué no eres capaz de ir con el director, como el profesor te ha mandado?
—Pensaba fumarme un cigarro e ir, pero llego a saber que el idiota este tiene que estar a cargo de mí como un perrito y me voy corriendo con el director.
Dice Diana en tono de amenaza hacia Max.
—No es mi culpa que siempre llegues tarde, contestes mal a los profesores, y no te sepas los nombres de tus compañeros, rubita.
Enuncia él. Sonríe en forma traviesa haciendo que su hoyuelo izquierdo se marque.
Los ojos de Diana desafían a Max como los de un gato cuando está a punto de atacar.
Kelly se lleva la mano a la frente y resopla.
—¿Por qué os lleváis tan mal? ¿Qué pasó, Diana?
—Ah, siempre ella, yo no existo, ¿no? —bromea Max.
Kelly ríe, pero deja de hacerlo cuando ve a su mejor amiga con cara de: "os voy a matar a todos está noche mientras soñáis con unicornios". Trata de calmarla, pero sigue con su mirada escalofriante.
—Bueno... —declara Kelly con las manos en los bolsillos de forma tímida —Creo que deberíamos irnos antes de que algún profesor venga...
—Hola, chicos, ¿qué hacéis por aquí?
Dice la profesora de química, Berta.
—Ella ha sido expulsada de clase, pero... —Kelly le da un pisotón, se gira y le manda callar. Si Diana ya estaba mirando mal al chico, ahora le mira peor. ¡Le quería delatar!
—Ja, ja, ja, ¡qué gracioso eres, Max! No le creas Berta, vamos a enfermería, Diana se ha torcido un tobillo mientras venía al instituto, no podía andar y le hemos sentado aquí. La pobre lloraba y todo... Ahora que se ha calmado vamos con la doctora Leila —dice naturalmente, después mira a Diana —¿Verdad que te duele mucho?
Diana abre los ojos y asiente con la cabeza. Se sienta de inmediato en el banco y se agarra la pierna mientras hace gemidos de dolor. Max hace el gesto de abrazo, pero está le pega un manotazo.
—Que me duele el tobillo, guarro. No me toques —dice susurrando.
La profesora ríe y asiente, luego dice:
—Diana tan torpe como siempre. ¿Recuerdas aquella vez que te caíste en frente de todos por animar a Max en el partido de fútbol americano?
"Odio mi vida" Piensa Diana. Ella finge reír y después exclama:
—¡Ay, ay, ay! Como me duele, vamos a la enfermería ya, chicos.
Finge gestos de dolor y Kelly le ayuda a ponerse de pie, al igual que Max.
La profesora les acompaña hasta la puerta de entrada del hall y despide a los chicos.
Diana mira a su mejor amiga y la abraza.
—Me has salvado, empollona.
Dice con cariño.
Terminan de abrazarse y miran al chico.
—Vete, solo estorbas —habla la rubia.
Él sonríe y se encoge de hombros.
—Tú verás, puedo contar que tu amiguita ha ido a buscarte sin permiso y, que ha mentido solo para cubrirte mientras fumabas —amenaza él.
Diana pone los ojos en blanco, ríe y responde.
—Tú también has fumado de MI cigarro y, por si fuera poco, también has ayudado a cubrirme.
Max se acerca a ella, hasta poder oler su aliento a tabaco, le aparta un mechón y susurra.
—Yo hago lo mejor para ti.
Mientras ella estaba distraída, él le ha quitado el paquete de cigarros conjunto al mechero. Se mete un cigarrillo a la boca y lo enciende. Por suerte no suena la alarma de incendios.
—Me gustan tus pitis, rubita —dice este, y luego exhala el humo hacia su cara.
—¡Guarro!—Diana le quita su paquete y el mechero rojo. Ella imita a Max encendiéndose un Marlboro, extrayendo la humareda directamente al rostro perfecto del varón.
Él se da cuenta de que su amiga ya no está y se lo comenta a la chica.
—Habrá ido a clases. Date cuenta de que ha tardado mucho en "ir al baño"—Dice ella levantando ambas manos y dibujando con el dedo índice y corazón dos comillas de apertura en el aire.
Ambos se terminan el cigarro y lo apagan. Después, lo tiran a la basura.
—¿No te da asco fumar?—Pregunta el moreno.
—¡Pero si te has terminado mi cigarro antes, cabrón!—Exclama con enfado ella.
—A mí me da igual. Me importas tú, Diana —levanta la barbilla de esta y se quedan a unos centímetros de los labios del otro. Ella está concentrada en no ser una presa fácil. La protagonista odia a Max.
Aunque, sus labios se ven jugosos, suaves... Tiene ganas de probarlos, solo una vez, un poquito...
Diana se acerca tanto como puede, lo hace lentamente aún sabiendo que por dentro se muere de ganas de estar cada vez más y más cerca de este. Faltan pocos centímetros para que sus labios estén pegados a los de Max y por fin callarlo a él y a sus tonterías infantiles. Los ojos de él están perdidos constantemente.
Toca el dichoso timbre que siempre deja sordo a medio instituto.
—No te la llego a llevar yo y se hubiera quedado tirada en el campo de fútbol —El chico le entrega la mochila a la adolescente y después sonríe.
El pasillo está repleto de gente, Diana está embobada y los amigos de Max han pasado a buscarlo para ir a la próxima clase.
—Ah, sí...Gracias —Dice ella con timidez.
Con el rostro enrojecido, coge su mochila y camina lo más rápido posible. Quiere olvidar lo sucedido.
***
8:47, educación física.
Kelly y Diana se encuentran en los baños del gimnasio, ambas cambiándose de ropa. Llevan un uniforme azul cómodo para hacer deporte. Por ser descriptivo, un chándal, una camiseta de manga corta blanca con una chaquetilla color marina, conjunto con unas deportivas New Balance blancas.
Salen todas las alumnas del vestuario, pero ellas se quedan.
—Dime que harás algo—Le dice la pelinegra.
Diana saca un paquete de chicles del bolsillo de su chándal y le ofrece uno a su mejor amiga, ignorando por completo el tema. Kelly no lo acepta y mira seriamente a la chica.
—Diana —le dice en un tono molesto—. Tienes que hacer clase, no puedes seguir escondiéndote.
—No lo entiendes, Kells. No es fácil.
Ella se sienta en el suelo del vestuario.
—¡Claro que lo es!, levanta el culo del mugroso suelo, entra a clases y haz de una maldita vez educación física. ¿A quién no le gusta esta asignatura, dime? Es pasarlo bien haciendo deporte con tus amigos, reírte y demás.
Diana niega con la cabeza, mira a su amiga con los ojos cristalizados.
Ella tampoco lo entiende. Nadie le entiende.
—Ahora dirás que la única razón por la cual no quiero hacer gimnasia es porque soy una puta vaga de mierda, que prefiere quedarse en casa comiendo cheetos que ir al gimnasio.
Kelly levanta las cejas, se cruza de hombros y mira su reloj. Son las 8:55, llegan tarde a clase.
—Mira Diana, no me voy a meter en tus traumas, sé que has sufrido, y mucho. ¡Pero no es una razón para no hacer esta asignatura! Me parece una estúpida escusa para faltar a clases. ¿O me equivoco?
La rubia sigue sentada, tiene la mirada perdida y no piensa levantarse de ahí.
"A veces te odio tanto". Piensa ella.
—Tú tampoco lo entiendes.
Proclama.
—¿No entender el qué, Diana? ¿Qué no quieras moverte un poco por qué te alimentas a base de cigarros, vodka y agua? ¿Qué finges estar completamente bien, aún teniendo los brazos, muslos, cuello, abdomen y a saber que parte más de tu cuerpo lleno de cicatrices?
Diana encoge sus frágiles piernas hacia sus brazos y mete la cabeza. Es una bolita, nadie le puede hacer daño ahí.
Respira.
Por un momento, aguanta la respiración, piensa que pasaría sí de un día a otro desaparece.
Kelly se va, viendo a su amiga. Ella piensa que lo mejor que hay que hacer es dejar que esta solucione sus propios problemas.
Ella nunca sabrá toda la verdad sobre su pasado.
Nadie la conoce realmente.
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