Pamela, es la entrenadora más putamente deliciosa, sexy y hermosa de todos los GYM en los que he estado. Una morena de 1.75 metros de altura con rostro de muñeca, ojos miel-verdosos, sonrisa de plata, labios gruesos, cabello castaño y ondulado que lleva siempre recogido en una cola de caballo. Su cuerpo es atlético y tonificado, los músculos no se marcan demasiado, pero todo su cuerpo se ve firme y duro como una roca.
Siempre lleva la típica trusa con colores fuertes que hacen contraste con su tono de piel, pero nunca la vas a ver con transparencias o vulgar, no lo necesita, su sola presencia lo pone a uno a transpirar y hace que todos se acomoden con su mejor pose para llamar su atención. Hasta yo caía embobada por sus piernas gruesas y la parte trasera de su cuerpo que es la que más me atraía, un culo paradito y redondo que pone a prueba la resistencia de su ropa cada que hace ejercicios y ese abdomen marcado a cuadros que provoca clavarle el diente como a una chocolatina suiza.
Es de esas mujeres que se llevan bien con todos, no solo envidiamos su cuerpazo y estado físico, sino su carisma. Esa personalidad arrasadora, segura y cálida a la que nadie se puede resistir. No es la típica mujer barbie, creída e intocable, al contrario, se habla con todo el mundo, nunca desprecia a los que están comenzando, ni se burla de los que aún no pueden comprar toda la ropa deportiva para verse super cool, inclusive es a ese tipo de personas a los que más se dedica para que alcancen una rutina y no abandonen el ejercicio.
No había clase que dictara esa mujer que no estuviera siempre llena y hasta tocaba inscribirse varias semanas antes de poder entrar a ellas: spinning, yoga, zumba y aeróbicos. Era tan popular que los hombres al no encontrar cupo en las que de verdad les interesaban, se metían a sus clases de aeróbicos solo para poder verla.
Cada revista en la que salían sus fotos como modelo de vestidos de baño y ropa interior se agotaba con una facilidad increíble, hasta los catálogos eran perseguidos por los más obsesionados con ella en el gimnasio para su "colección privada".
Los hombres le coqueteaban sin parar y ella experta usar métodos disuasivos se los sacaba con bromas sin hacerlos sentir mal. Hasta las mujeres se atrevían y ella siempre dejaba esa duda en el aire de si le gustaban solo los hombres o las mujeres también, era una experta en jugar con la mente de todos y llenarlos de intriga.
Lo que más me gustaba de ese GYM era su política de cero tolerancias a ingresar dispositivos electrónicos y mucho menos cámaras, la idea es que las personas fueran hacer deporte y compartir con los demás, no a aislarse o pegarse de un aparato. Además, para mi novio y para mí era perfecto porque estaba abierto hasta medianoche y podíamos ir a rematar el día después del trabajo y la universidad.
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