Uno a uno fueron pasando los hombres hacía ella vistiendo sus erecciones con condón, tirando los empaques al suelo y con el rostro embriagado de lujuria al verla que los recibía en esa posición. El primero amablemente se hizo de rodillas y en vez de penetrarla de inmediato le embadurno en saliva después de meterle la lengua en ambos agujeros. La rodearon y no hubo lugar o extremidad sin penetrar.
Ella pasaba de un miembro al otro, saboreando, escupiendo y masturbando, su hambre era voraz y su cara de placer increíble. Ellos se turnaban para penetrarla, darle palmadas en las nalgas, pellizcarle los pezones, acariciar su clítoris y uno de ellos más audaz en meterle la lengua en el culo para reclamar como suyo por encima de otro de ellos su trasero.
- ¡Si chicos, asi asiiiiii! ¡por todos lados!
El que estaba dándole por la vagina no le gustó mucho la idea de tener a la altura de su cara el culo de un hombre y no se sentía muy cómodo. Un par de ellos que se notaba que eran más que amigos, aprovecharon la oportunidad para hacer equipo y reemplazarlo. Primero se turnaban para meterlo y sacarlo, mientras entre ellos se besaban y acariciaban, luego decidieron penetrarla al mismo tiempo.
El caballero audaz que le estaba dando por el culo, los miraba coquetamente y con deseo. Ellos sin más espera, le abrieron el culo, le escupieron de forma guarra y mientras uno hurgaba en su interior el otro se apoderaba de sus testículos apretándolos entre sus manos como una bola antiestrés.
El espectáculo me hizo enloquecer, me hice de rodillas, le bajé la pantaloneta a mi novio y se lo empecé a mamar. Yo ya no podía ver, me estaba perdiendo la acción, lo hice acomodar de lado para poder disfrutar la vista mientras me atragantaba con su miembro.
- Si que rico mamacita, chúpasela bien duro
Ella se atragantaba pasando de un miembro a otro, se metía dos y hasta tres en la boca, se las chupaba con fuerza y sonaba el vació al sacarlas, se golpeaba la cara con ellas, mostrándome lo que quería que hiciera y yo muy juiciosa seguía su ejemplo.
No me quitaba la mirada de encima, gemía como una loca sin medir volumen entre espasmos y orgasmos.
- Regálame la leche de tu novio, regálamela
Ella corrió a los hombres que estaban al frente, yo me puse de pie y llevé a mi novio delante de ella ofreciéndole su miembro a chupar. Se lo metió de una a la boca y no se detuvo hasta hacerlo desaparecer en su garganta. Lo miró a los ojos acuosos y lo empezó a masturbar apretando su miembro.
- Dámelo, dámelo, échamelo en la cara
Se hizo de rodillas, le agarró los miembros a los hombres que había separado y mientras los masturbaba me miraba con angustia. Me hice de rodillas para mamar y podía sentir su aliento cálido cerca del cuello y sus gemidos agudos.
- Si que rico, chúpaselo bien duro, pero dámelo a mí, dámelo a mí
Uno de los hombres, me cogió de la cabeza y usó mi boca como juguete, trató más de una vez en cambiar su miembro por el de mi esposo, pero yo no era la que quería probar de todo, así que me agarré de sus piernas para que no lo pudiera sacar. Su miembro se hinchaba y endurecía, el primer disparo fue a dar en mi boca, me hice a un lado y continué masturbándolo, le bañó la cara y los senos en semen.
- Si que rico, que rico, eso es lo que quiero, que todos me bañen en leche
Se dio la vuelta en el banco, me cogió del cuello y me atrajo hacia ella para compartir la leche de mi novio que había caído en su boca. No pude aguantarme y me dejé llevar por sus besos. Me miró con lujuria, le sonreí de vuelta robándole un último beso.
Me levanté y empujé a mi novio hasta los lockers, me hice de espaldas para poder ver y me metí su mano en mi sexo, su miembro aún palpitaba de la emoción entre mis nalgas, me comió a besos el cuello y con su otra mano me levantó la camisa agarrándome los senos con fuerza, pellizcando y jalando mis pezones.
Pamela se acariciaba todo el cuerpo con el semen de mi novio y miraba como los 6 se arrancaban el condón y se masturbaban para ella. Un baño de leche digno de Cleopatra cubrió todo su cuerpo mientras ella reía dichosa de placer. Solo ver su cara me hizo enloquecer, mis piernas perdieron la fuerza y caí de rodillas, mientras los espasmos me hacían temblar.
Miraba el piso y reía, no podía creer que todo esto acababa de pasar, ni en mis sueños eróticos, ni en los más salvajes me había imaginado algo parecido.
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