Fuimos a los lugares que más conocía, la señora no se limitaba para gastar comprando cuanta cosa artesanal le ofrecían y no dudaba en dejar buena propina en los restaurantes. La verdad es que era difícil, di no imposible, que no pasara por turista.
Me pedía que le tomara fotos en cuanta esquina, lugar que visitábamos o con personajes carismáticos que nos encontrábamos por ahi. Era obsesiva por visitas las iglesias ver su arquitectura, cuadros, dibujos e imágenes religiosas.
Lo único que me pareció raro, fue que en algún momento me fui a tomar una selfie para subirla a mi Instagram y muy amable me dijo que no podía. Ella obviamente, aun no se daba cuenta de que nosotras ya nos habíamos dado cuenta de quién era, pero entendí totalmente que alguien la podía reconocer, así que no volví a insistir.
Se la pasó muy bien y todo el día estuvimos por fuera. Me dejaron en la puerta del hospedaje. Me pagó $300 dólares más de la tarifa acordada como propina, comida para llevar para las dos y el compromiso de recogerme más temprano para ir a conocer todo Guatapé, el Peñol y San Carlos.
- Decirle a Laura que mañana necesitar otra asesoría81Please respect copyright.PENANAbAQSTBBkK3
- Claro que sí, de una, que descansen
Esa misma noche Laura hizo ir a su novio hasta la casa de sus papas para que le subiera unas prendas que tenía guardadas para un cliente especial. Se acostó casi a las cuatro de la mañana escogiendo la pinta perfecta.
Aunque ellos creyeron que yo estaba dormida, pude escuchar perfectamente como ella le agradeció el favor en el baño antes de despedirlo con el resto de cajas de nuevo para Medellín para que Ivanka no fuera a sospechar demasiado.
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Cuando llegaron, ni siquiera había despuntado el sol, entró a nuestro cuarto vistiendo ropa deportiva, casi como de dormir. Laura se metió al baño con ella para ponerle un bikini, obviamente como una muestra más de nuestras líneas de ropa y encima una ropa casual fácil de quitar en caso de que quisiera meterse a nadar.
Afuera estaba yo con ese delicioso hombre, tratando de ponerle conversa mientras esperábamos para tratar de hacer menos incomodo el momento, pero el como una roca ni se dignaba a lanzarme una mirada o responderme. Siempre atento y sin quitarle la mirada a la puerta hasta que la vio salir y se le eliminaron esas líneas de tensión y preocupación en su rostro.
Temprano estuvimos en la represa, alquilamos una lancha y nos fuimos a dar una vuelta y conocer el pueblo viejo que habían inundado para construirla. Luego me la llevé a vivir un full parche colombiano en una de las fincas de recreo de San Carlos, a tirar charco y comer Sancocho trifásico, hasta ayudo a desplumar la gallina y a pelar los tubérculos. No podía estar más contenta.
Ya estábamos de regreso y me estaba pagando la tarifa acordada, mas $500 dólares de propina por haberle dado esa experiencia tan única. Cuando llegamos al hospedaje, me tomó de la mano algo nerviosa antes de que me bajara.
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