Ni me di cuenta cuando llegamos al parque del pueblo.
- Hasta acá los puedo acompañar -dijo el conductor- que tengan una feliz noche.
¿Cómo no iba a volar el tiempo? Estaba en la silla de atrás, justo en el medio. A la derecha tomándole la mano a mi esposo apretándola fuerte cada vez que la tentación que va a la izquierda se ríe y se tira el cabello detrás de su oreja ¿cómo puede ser tan sexy?
Mi esposo se pasó a la silla del conductor y volteo a mirarnos
- Unos ojos extra serían de gran ayuda chicas
Conociéndolo, era una petición directa a no distraerlo con lo que pudiera ver por el retrovisor.
Entramos por la vereda el plan hasta que llegamos a una carretera destapada con muy poca iluminación y varias fincas a cada costado. El camino estaba muy mal por la fuerte temporada de lluvias, pero de alguna forma logramos pasar.
Casi 20 minutos y cada vez menos casas, hasta que nos encontramos un portón de madera rodeado de arbustos. Apagó el carro y nos pidió que saliéramos.
Afuera estaba haciendo un frío del carajo y ninguno llevaba pinta para la ocasión. Nos recorrió un escalofrío el cuerpo.
Mientras abría la puerta nos dijo:
- Miren ese cielo ¿no vale la pena venir hasta acá?
Cuando bajamos la mirada embobados por la cantidad de estrellas ella tenía una expresión de alegría y tranquilidad en su rostro.
Unos pocos minutos afuera, nos tenían tiritando y castañeando. Acaricié sus brazos con mis manos para darle calor, un "Si, qué frío" hizo que se acercara para abrazarla. Era toda una niña consentida.
Ya estaba disfrutando de su respiración en mi cuello, hasta que Thomas terminó de abrir la portada y nos interrumpió.
- Se están congelando, mejor suban al carro
Pasamos la portada y subimos como otros 5 minutos. Apenas estacionamos el carro comenzó a llover.
***
Entramos rápido para mojarnos lo menos posible y cerramos la puerta. Nosotras directo a descargar en la cocina y preparar las bebidas y Thomas a encender la chimenea.
Era una casa pequeña con 2 habitaciones a los costados y en el medio una cocina con barra americana, una sala con muebles de cuero y una chimenea cerca de la puerta de entrada.
No pude evitar ver sus pezones endurecidos por el frío y darme cuenta que no llevaba sostén. Mi mirada se quedó estancada disfrutando su cuerpo.
Cuando volví en sí, estaba mirándome a los ojos con un sonrisa que aprobaba mi lujuria. No pude más que sonreir.
- Lo siento pero estás demasiado deliciosa, no lo puedo evitar372Please respect copyright.PENANAHtHsF2OTn4
- No te preocupes, por algo estoy acá y no en Medellín
Terminamos de preparar las bebidas, para nosotras con naranja y para mi esposo en copa. Nos fuimos a la sala, cerca al fuego, nos relajamos sobre un tapete a beber y seguir hablando.
Se acabó la primera botella. Yo no me aguantaba más, mi esposo estaba detrás abrazándome y ella al frente, así que gire la botella y quedó el pico apuntando a ella y el fondo hacia mi. Ella se levantó en sus rodillas.
- Que suerte la mía
Arrancándome un beso. Terminó con migo y se quedó mirándolo a él
- ¿Está en la misma dirección cierto?372Please respect copyright.PENANAAwRTK2Ahku
- Si -respondí-
Mientras besaba a mi esposo sus senos me quedaban en la cara. Apenas sintió mis manos en sus pechos, se montó a encajadas sobre mi acomodando sus piernas a cada lado y su sonrisa de picardía me encendió más.
Tomó distancia y nos miro unos segundos. Alcanzó la botella de vodka y lo quitó la tapa.
- Brindo por una noche de locura
Se tomó un trago directo de la botella con un gran mueca. Sonrió y me pasó la botella.
- Bueno, yo brindo, por tenerte hoy sola para nosotros -dije-
Llené mi boca con licor y lo compartí con mi esposo con un beso. Él no se quería quedar atrás.
- Brindo por el aislamiento, donde no se deben ahogar los gemidos ni limitar los cuerpos y las mentes
Mi esposo me vió la cara de deseo. Se colocó de pie, dejándolo a ella sobre mi. Abrió la puerta de la finca y se detuvo un momento en la puerta.
- Ustedes diviértanse un rato, voy al carro y ya vengo
No desperdicié un segundo, la tomé de la cintura para volver a sentir la calidez de su boca y poder deslizar mi lengua por el perímetro de sus labios.
Me moría desde hace mucho (y ella lo sabía) por esos triangulitos de su labio superior. Sabía que eran mi debilidad y se encargó de hacer que se marcarán mas. Comencé a mordisquearlos suavemente, robándole sus primeros gemidos.
Estábamos ahí llevándonos de besos, mis manos rodeaban su cintura y las de ella en mi cuello. Una mano se escapó y mis dedos dibujaban en su espalda mis ganas de poseer su cuerpo.
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