Nunca podré verte de otra manera...Nunca podré verte de otra manera...323Please respect copyright.PENANAsS8dnFlbH7
Zagal al llegar al final de la plataforma se encontró con su amigo de casi toda la vida, el Pretor Enric Alisius, quien lo recibió con una enorme sonrisa y un gesto de negación, ello sorprendió un poco al recién llegado.
—¿No te da gusto ver a esta señoría, emisario del Emperador en estas inhóspitas y hostiles tierras? —cuestionó Zagal con un exacerbado heroísmo.
—¿Tu túnica dónde está? —Respondió con otra pregunta el Pretor Enric, arrancándole una mueca de desagrado a Zagal, hecho por lo cual tomó de la mejilla a su amigo y tiró de ella bruscamente—. ¡EY! ¡DUELE! —exclamó el atacado. Zagal esbozó media sonrisa.
—Solo me cercioraba de que no eras Marion —se excusó Zagal—. Y respecto a la túnica, ¿acaso no ves lo que traigo puesto? —dijo exhibiendo el abrigo morado que se puso en el interior de la nave—. Esto es una alternativa más elegante y amigable con la sociedad.
—Ya veo —inspeccionó curioso Enric—. ¿Dónde lo conseguiste? —preguntó sin dejar de ver detenidamente el abrigo.
—Lo tenía guardado para algún evento especial —señaló Zagal, orgulloso por el interés que inyectó en su amigo.
Enric no esperaba esa respuesta.
—¿A poco venir a Taurus es tu idea de evento especial? —refirió extrañado Enric.
Zagal puso los ojos en blanco en señal de frustración ante la pregunta de Enric—. Obviamente esto no es lo que tenía pensado como un evento especial, solamente la ida de ver a Lenox me hace sentir enfermo —puntualizó directo.
—¿Por qué lo usas entonces? —presionó divertido Enric.
—Bueno, eso es fácil de responder —comenzó Zagal, viendo por un instante a Lyanne, regresando su mirada hacia Enric—. Mi túnica se la di a un vagabundo, entonces, obviamente, me quedé sin túnica, sin embargo tu amiga la Pretor “estirada” Marion, me acosó desde la atmósfera para que me pusiera la túnica, fue cuando le dije que no la tenía, hubieras visto su cara —refirió Zagal juguetón.
—Me imagino —respondió Enric, rememorando viejos tiempos.
—Y después —continuó Zagal—. De que me haya amenazado, pues no tuve más opción que ponerme el abrigo —finalizó Zagal encogiéndose de hombros.
El Pretor Enric quien había estado atento al relato de su amigo, meditó un momento antes de fijar su postura al respecto.
—Aun así, no es la túnica —resolvió serio.
La respuesta de su interlocutor no era para nada la que esperaba, el asunto de la túnica lo había orillado al hartazgo y es que parecía que el tema era demasiado “importante” para algunas personas, a tal grado que ocupaba gran parte de su tiempo, que desperdicio de vida, pensó Zagal; la sonrisa que venía sosteniendo desde el aterrizaje había desaparecido, en su lugar la seriedad invadió su semblante.
—Enric, es una túnica, un pedazo de tela que su existencia carece de sentido alguno, solamente es la excusa perfecta para que la gente que tiene secuestrada la Guardia Pretoriana eleve su ego y se crean superiores a cualquier ser en el Imperio —explicó de mal humor Zagal.
Enric guardó silencio, se limitó a mirarlo profundamente con sus ojos verdes mar, tras un rato sonrió; y es que no podía tomar en serio a Zagal, lo conocía de tantos años, entendía las cosas que le molestaban y sabía de antemano que su amigo podía ser un testarudo que tenía manías bastante extrañas y un criterio ácido, su personalidad era el constante recordatorio de que los opuestos se buscan siempre, en eso se encontraba cimentada su extravagante amistad.
—Definitivamente no tienes remedio —acusó Enric, negando con la cabeza—. Siempre he pensado que si no fueras tan subversivo serías miembro distinguido del Consejo de la Guardia Pretoriana, tus ideales son realistas —terminó dirigiéndole una sonrisa cómplice.
Zagal al escuchar semejante aseveración, la cual no era ajena a él, miró al Pretor y posó suavemente su mano en su hombro.
—Amigo, sabes bien que odio la política, actualmente soy un distinguido miembro de la Guardia Pretoriana —puntualizó enérgicamente al momento de referirse a él—. Mis logros y trabajo son me respaldan, si es poco, no me importa, prefiero eso a agacharme ante un puñado de ancianos estirados que se han olvidado para fuimos creados los Pretores —continuó ante un sonriente Enric—. Prefiero que la gente me recuerde como un buen Pretor, prefiero eso a terminar con un monumento en la plaza de los Pretores con un montón de adornos, cortesía de los lambiscones de turno que se desviven a las afueras del Consejo —dio un respiro y con un giro abrupto de su cabeza, fijó su mirada en el vacío—. El Consejo, un lugar paradójico, podrá estar lleno de personas, pero carece de ideas, de alma, de un propósito, lamentablemente desde hace mucho tiempo —devolvió su mirada a su amigo—. Enric Alisius, Pretor, espero algún día poder entrar a la Sala del Consejo con orgullo de saber que tú estás ahí y que harás lo imposible para terminar con el horror que invade no solo al Consejo, sino a la Guardia Pretoriana y le devuelvas el honor y gloria que merece.
El aludido alzó las cejas y puntualizó—. Sabes que eso nunca pasará.
Ante lo dicho por su amigo, Zagal dejó escapar una sonrisa.
—Por eso, lo único que nos queda es trabajar bien y es por eso que averiguaré que asquerosidad no tiene preparada Lenox, que ha preocupado de sobre manera a Emma —dijo con la vista clavada en el horizonte de Taurus, lleno de pastizales y montañas. Zagal comenzó a encaminarse a la Base Pretoriana, esperando que el Pretor Enric lo siguiera, sin embargo al percatarse que eso no sucedió, se detuvo abruptamente—. ¿Qué pasa? —preguntó.
Enric lo miró con sigilo—. Tengo que presentarte a alguien —haciéndose a un lado, dejó que Lyanne se pusiera entre él y Zagal, Enric la tomó de los hombros—. Te presento a Lyanne, ella es mi aprendiz —Acto seguido la aludida hizo un respetuosa reverencia.
Zagal ignorando a la aprendiz, devolvió una mirada seria a Enric.
—Ha pasado algún tiempo ¿no? —cuestionó.
—Ya era tiempo de que retomara mi posición de Instructor —puntualizó con seriedad Enric. Ante la respuesta de su homólogo, Zagal sostuvo una mirada incrédula.
—Bueno, al final de todo, quien va a sufrir la desilusión vas a ser tu —sentenció Zagal.
Enric, quien siempre se había caracterizado por tener un semblante calmo, de pronto se mostró irritado por las palabras de Zagal.
—Es mi deber y convicción, sé que Lyanne es buena aprendiz, no me decepcionará —defendió Enric, puntualizando esto último—. Además —continuó—. Creo ya es tiempo para que tú retomes tu deber —terminó firme.
Zagal quien se mostraba duro, por un breve momento recordó las palabras de Marion sobre traer a un aspirante a la Academia, finalmente desvió su mirada hacia Lyanne.
—Cuida a tu Maestro, es sumamente ingenuo y torpe ni se te ocurra romperle su corazón, porque el que se queda a recoger los pedazos soy yo —le advirtió duramente a la aprendiz, ella a su vez se encontraba extrañada por lo que estaba sucediendo—. Un gusto, por cierto —finalmente le devolvió el saludo, aunque éste se escuchó seco, esto a Lyanne de alguna forma le recordó a Caín.
—Andando —ordenó Zagal.
Enric, Zagal y Lyanne caminaron en silencio desde la plataforma de aterrizaje hasta el camino que conducía hasta la explanada de la Base, mismo que se encontraba bardeado por construcciones de tamaño desigual y basura. El planeta de Taurus, en especial la ciudad de Tyrana, representaba la decadencia e indigencia de todo el sistema planetario, síntoma de un olvido sistemático del Imperio a las poblaciones de los Reinos del Origen.
—Esto está más sucio de lo que recuerdo —Zagal señaló al percatarse del estado en el que se encontraba en general la ciudad.
—No han sido los mejores tiempos para Taurus, desde el fin de la guerra, sigue siendo el punto final para refugiados y desplazados, sin embargo, el panorama con el que se encuentran no es diferente del que provienen, el planeta es pobre y decadente, desgraciadamente solo vienen a acrecentar su sufrimiento —apuntó Enric, en un tono que de alguna forma reflejaba la realidad.
—¿Qué hay del gobernador? —cuestionó Zagal, cada vez más sorprendido por las imágenes que se le presentaban.
—Teme un levantamiento, ha trasladado su gobierno a la Luna Tau 14, encargó el despacho del gobierno en el planeta al Alcalde de Tyrana, quien a su vez en su paranoia, está atrincherado día y noche en su oficina —respondió Enric.
—El Gobernador y el Alcalde son un par de estúpidos, no hay razón para temer levantamientos, solo mira a la poca gente que está en la calle —señaló Zagal a unas cuantas personas que se encontraban pidiendo limosna a un lado del camino—. La gente no quiere levantarse, quiere comer; pero, ante esto, deduzco que el índice delictivo es demasiado alto, ¿no es así? —concluyó.
—Tienes razón, el robo de famélico es común, sin embargo, se están organizando grupos que lucran en el mercado negro con lo que se llega a robar, están concentrando una pequeña fortuna, lo que ha obligado a muchas personas que buscan sobrevivir a trabajar para ellos ya sea directa o indirectamente y además —Enric detuvo sus palabras, dado que examinó los alrededores antes de continuar—. Existen algunos reportes de que están llegando personas al planeta que se dedican al tráfico de esclavos.
—¡Esclavitud! —exclamó Zagal de sobremanera, llamando la atención de las personas en los alrededores.
—Baja la voz —reprendió Enric.
—Es que no lo puedo creer, ¿Esclavitud en las tierras del Emperador? —continuó Zagal en un exagerado tono de sorpresa, ignorando por completo el regaño de su amigo—. Es obvio que exista, incluso no me sorprendería que solo sea la superficie algo más grande —apuntó en voz baja.
Lyanne, desde que dejaron la plataforma de aterrizaje, escuchaba con atención la conversación entre los Pretores, analizando, especialmente, a Zagal, pudo advertir que el Pretor se encontraba molesto por la situación del planeta, aunque no encontraba el motivo, asimismo descubrió que el Pretor era sagaz, con una rápida mirada en el planeta, él había hecho un análisis que a ella le costó una semana entera, a estas alturas, no sería sorprendente para ella, que Zagal, pudiese encontrar una respuesta a todos los problemas de Taurus, algo que ella aún no podía concebir, aun y cuando estudió a profundidad el sistema; por primera vez, la admiración que tenía por su Maestro se veía compartida por otro Pretor.
—¿La Guardia Pretoriana que acciones ha realizado? —preguntó Zagal, aunque solo preguntó para confirmar sus conjeturas.
—Desafortunadamente ha tenido mano dura con los famélicos y omisa en investigar a fondo los informes de posibles redes de tráfico de alimentos, esclavitud y contrabando, entre la gente existe la opinión general de que la Guardia lo está encubriendo —contestó Enric.
El rostro de Zagal se endureció al escuchar la respuesta del Pretor—. No es de extrañarme, con la clase de Guardias Pretorianos y Pretores que están apostados aquí, de hecho comparto el sentimiento con la gente de la ciudad, temería más de los Pretores que de los delincuentes, especialmente del jefe Lenox, él solamente es un error en el tejido del Imperio —sentenció.
—Hablando de eso, en la calles existe un sentimiento generalizado de odio en contra de Lenox, el cual, para su muy mala fortuna, no parece disminuir —señaló Enric, volviendo a mirar precavidamente a los lados del camino—. Es tiempo de sacarlo de aquí, si no lo hacemos, la poca autoridad Imperial que queda en este lugar se desvanecerá y sabes perfectamente que últimamente han existido muchos ajetreos en el sistema planetario —concluyó.
—En verdad no me sorprende lo que me dices, desafortunadamente la actitud de Lenox hacia la población, solo agrava la situación en el que se encuentra el planeta, solo ponte a pensar, primero, Taurus está repleto de personas con problemas para satisfacer sus necesidades ante la escases de alimento; segundo, el problema es mayor toda vez que no hay nada ni nadie que auxilie al planeta, el Imperio se ha olvidado de él; tercero, la vida siendo dura así, se vuelve aún más con la presencia de mafias que no se piensan dos veces para arrebatar lo poco que la gente tiene; cuarto, el Gobierno no existe, por lo cual no hay una figura de autoridad que por lo menos genere la sensación de que alguien vigilando; quinto, el esbirro del Gobierno local que se quedó en el planeta, en vez de hacer su trabajo, permite que el cerdo de Lenox castigue a los pobres —enumeró Zagal agitadamente—. En verdad, Taurus es un paraíso —dijo con sarcasmo—. No me sería sorpresivo que en el futuro a los visitantes del planeta les ofrezcan cocteles preparados con la sangre y los sesos de los Guardias Pretorianos —finalizó duro.
Para esos momentos, el trío ya había arribado a la explanada de la Base de la Guardia Pretoriana, Zagal se impactó al ver el deterioro en el que se encontraba, la antigua gloria que emulaba el edificio se había esfumado.
—¿Qué porquería es ésta? —preguntó exclamando en un tono de sorpresa con una dosis suficiente de enojo.
—La Base de la Guardia Pretoriana en la ciudad de Tyrana del planeta Taurus, en el sistema del mismo nombre, o bueno, lo que queda de ella —anunció desconsolado Enric—. Y espera a ver el interior —finalizó.
—Por todas las estrellas, bueno, en ese caso tenemos que visitar a un cerdo —dijo serio mirando a Enric y a Lyanne.
Al encaminarse a la gran escalinata que conducían a la entrada de cristal de la base se encontraron con un grupo de niños que observaban temerosos al grupo, Zagal al darse cuenta de ellos se dirigió en voz alta—. ¿Y esos niños?
Lyanne al percatarse de ellos, pudo recordar que llevaban ahí desde la mañana, parecía que estaban esperando algo o alguien, asimismo tenía conocimiento de que eran huérfanos y que por desgracia vivían al amparo de la calle.
—Son huérfanos, niños de la calle, Pretor —contestó.
—¿Los servicios de asistencia que han hecho? —cuestionó serio a la aprendiz.
—Inexistentes desde hace varios años —respondió con amargura Lyanne.
Zagal le concedió una mirada cargada de incredulidad a Enric, éste a su vez levantó las cejas, confirmando la penosa información concedida por Lyanne.
—Qué así sea —dijo para sí, abriendo las puertas de la base.
Efectivamente, tal como Enric se lo comentó, el interior de la base era peor que su fachada, el amplio vestíbulo tenía un ambiente rancio, oscuro y lúgubre, el polvo y la basura era la constante, la pintura roja del Imperio que vestía las paredes estaba desgastada con huecos por aquí y por allá, las alfombras moradas en el suelo estaban sucias y maltratadas, al fondo del vestíbulo, se alzaba una gran estatua de un Pretor, esta se encontraba descuidada, manchada y en su base dañada. Por cuanto hace a los Guardias Pretorianos y Pretores que se encontraban en ese momento tampoco se podían decir buenas cosas, túnicas manchadas, pláticas en abundancia, juegos de azar, en fin, todo lo contrario a lo que se supone se espera de los Guardias Pretorianos y Pretores en una base.
Zagal les dirigió un guiño a sus acompañantes—. Es tiempo del espectáculo —tomando un poco la delantera en el grupo se dirigió al vacío—. ¡Es una alegría estar en este Templo de la Justicia, el Honor y el Servicio del Imperio! —exclamó en un tono inyectado de diversión y sarcasmo; los presentes al verlo y reconocerlo, reaccionaron con evidente nerviosismo e hicieron una reverencia ante él, Zagal al ver que nadie lo atendía volvió alzar la voz—. ¿Acaso nadie vendrá a atender a este emisario del Emperador? —cuestionó con grandilocuencia.
Enric puso los ojos en blanco al ver la actitud de su amigo, por su parte Lyanne no podía explicar la escena ante ella.
Del fondo de vestíbulo apareció una figura regordeta ataviada de una Túnica, misma que, increíblemente, le quedaba pegada al cuerpo, parecía una gigantesca almohada, sus movimientos eran torpes, con la rapidez que su gran cuerpo le permitía, atravesó el vestíbulo, una vez frente a Zagal hizo una ligera reverencia, acto seguido le ofreció la mano al Pretor, misma que el otro despreció al darse cuenta de los rastros de jalea fresca en ella, limitándose a sonreír de manera forzada.
—Lenox, mi buen amigo, veo que la vida te ha tratado con benevolencia —dijo Zagal no pudiendo evitar el abultado abdomen del Jefe de la base.
—No tanto como a ti Zagal —respondió con una risa tímida debido a la agitación por la carrera emprendida.
—Si es lo que veo, aunque no se puede decir lo mismo respecto a la base ¿no? —observó Zagal—. ¿En serio es bastante complicado mantener esto pulcro? —dijo adoptando un tono serio.
Lenox, quien detecto cierto tono acusatorio en la voz de Zagal, adoptó una postura agresiva—. El presupuesto que designan de la Capital no es suficiente, estás enterado de ello me imagino —argumentó con irritación.
Su interpelado enarcó los ojos con sorpresa—. No me digas, bueno he de recordarte que el presupuesto es suficiente para mantener esto en aceptables condiciones, pero como solo usas los créditos imperiales en comprar tu suministro de porquerías que te llevas a la boca en vez de invertirlo en el mantenimiento de la base y en las acciones de la Guardia Pretoriana, pues me imagino que no tienes mucho dinero ¿no? —sentenció Zagal.
—¿Acaso insinúas algo Zagal? —espetó con enojo Lenox.
—Qué bien me conoces, sí, de hecho sí, insinúo que el dinero del Imperio ha sido malgastado en esta base en quién sabe qué y quién sabe dónde, y para tu maldita suerte, el principal sospechoso eres tú, así que de una vez te anunció la apertura de una investigación formal —concluyó con autoridad Zagal.
El rostro de Lenox estaba entintado en rojo puro, reflejo de la ira contenida—. Conozco los procedimientos, así que te pido que te largues inmediatamente de aquí, antes de que…
—¿De qué Lenox? —interrumpió Zagal—. Yo no estoy ordenando la investigación, la ordena el Consejo, hay preocupación por este chiquero y cree cuando te digo que encontraré lo que busco sin ningún problema, pero si tu insistes en que me largue lo haré, solo que la próxima visita procedente de la capital no será de un Pretor del Emperador, sino de ellos, sabes bien a quienes me refiero —acorraló con la mirada al Pretor.
Para sorpresa de Lyanne, quien seguía con atención la lucha de poder entre los dos Pretores, vio el rostro de Lenox pasar de un rojo puro a un blanco grisáceo en una velocidad inhumana.
—Tú, no, no te atreverías —dijo titubeando Lenox.
—El Senado está intranquilo por los disturbios en este y otros sistemas planetarios, tú sabes si corres el riesgo de que manden a su gente a investigar —comentó en ese momento Enric—. Los Inquisidores no son benevolentes con los Pretores, lo sabes —abundó.
Lenox quien sabía que cualquier argumento ya no valía, bajo la mirada derrotado—. Haz lo que quieras Zagal —dijo casi imperceptible.
—¡Eso es lo que quería escuchar! Buen chico —dijo burlón Zagal—. Ahora si me permites quisiera que…
El deseo de Zagal nunca se materializó, ya que la alarma de la base comenzó a sonar con estruendo, los Guardias Pretorianos inmediatamente se movilizaron listos para el combate, sin embargo, para sorpresa de los ajenos a la base, notaron que los Guardias se preparaban para una agresión en el interior.
—Código marrón, repito código marrón —se escuchaba de un altavoz.
—Fuga de sospechoso —dijo Lyanne en voz alta al reconocer el código.
Zagal volteó a ver a Lenox, quien se encontraba al borde de un ataque de nervios.
—¡Excelente! Ahora me dirás que esto es por el presupuesto ¿verdad?, maldito…
—¡Zagal! –vociferó Enric, interrumpiendo al Pretor y señalando el fondo del vestíbulo.
Lo que Zagal observó en esa base, sería un golpe a su mundo, un golpe que sacaría de los más profundo de su ser los recuerdos más ocultos de su pasado, significaría la razón que justificase su presencia en ese Templo Decadente, solamente que él no se daría cuenta de esto hasta mucho tiempo después.323Please respect copyright.PENANAY1aPF6UzW3