#gay #trio #hhm
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Llevo saliendo con Julia aproximadamente un año y eso porque según ella, yo le gusté tanto que fue la que tomó la iniciativa de conquistarme pues la verdad nunca he sido el tipo de hombre que “le caen” a una mujer. En realidad, ahora que lo pienso, con la mayoría de las mujeres con las que he tenido algún rollo ha sido igual.
Juliana sin duda es un poco diferente y para mis amigos un tanto machorra, lo deben decir por su cabello corto y su voz ronca, pero a mí la verdad me encanta como es, nada delicada y si le toca ponerse un overall para pintar, lijar o martillar lo hace con gusto, no se limita a un papel de princesa por ser mujer.
Sus padres son demasiado liberales, la han dejado desarrollarse tal y como quiere en vez de implantar un molde o un estilo de vida a seguir, nada de muñecas y vestidos rosa, a no ser que fueran su propia elección. Desde que me los presentó, me sorprendió que no le dijeran nada por llevarme rumbo a su habitación a puerta cerrada, ni mucho menos por pasar la noche o hasta el fin de semana; lo único que le piden es que se cuide.
Ella sin dudas es la que lleva las riendas de la relación, es atrevida, le gusta probar cosas nuevas y no tiene miedo a que le diga que no... y yo encantado, eso le da un aire diferente a mi vida.
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La segunda vez que lo hicimos, estando muy borrachos, en medio de una 69 se abrió de piernas me encaramo los pies por detrás de las axilas y al poder ver sus dos agujeros al tiempo me pidió que le chupara el trasero. Me tomó un poco por sorpresa su petición, pero como su novio obediente lo hice.
Juliana gemía como loca, era increíble lo caliente que se ponía con solo tocar su asterisco con la punta de mi lengua, ni que decir cuando daba vueltas alrededor o cuando empecé a chupar y meter la lengua, no tardo en aparecer uno de sus dedos y hacerme compañía, lo llenaba de saliva en mi boca, lo metía y sacaba como si me estuviera enseñando cómo hacerlo.
Meter un dedo por allá me voló la cabeza, era demasiado placentero y diferente, muy diferente a la calidez de una vagina y hasta requería ser un poco rudo y persistente para lograr sobre pasar esa barrera de resistencia que hay antes de entrar, pero por la forma en que Juliana se movía tenía que ser demasiado placentero.
Juliana buscaba la forma de no gemir demasiado, se atragantaba con mi miembro en la boca o bajaba por toda la longitud y se metía mis bolas para llenarse la boca y pasarme la lengua entre ellas. Regreso a mi miembro para llenarlo de saliva en exceso y vaya sorpresa cuando siguió su camino pasando de largo por mis bolas. Mi miembro se resbalaba entre sus senos y con la punta de su lengua daba círculos alrededor de mi asterisco, fue como si un rayo atravesara mi cuerpo y me quedé pasmado unos segundos tratando de asimilar lo que debía sentir.
Al principio me disgustó, no era un lugar en el que se supo que un hombre deba disfrutar, pero la sensación de placer era tan irresistible que quién terminó gimiendo encantado fui yo. Ella de alguna forma notaba que con su lengua penetrando mi trasero y sus senos masturbando mi glande estuve a punto de venirme un par de veces. Ella me apretaba la base de los testículos para evitarlo y luego volvía a meterse detrás.
Hasta que no se aguantó, bajó sus piernas, me quitó de encima y de un solo salto se me montó encima quedando debajo de ella y mi miembro separando sus nalgas. Cogió uno de los condones de la mesita de noche y lo llevó a la boca para rasgarlo con sus dientes, levantó una ceja, curveo sus labios y lo tiró lejos.
- Mejor te voy a comer con mi culo
Atentos a esa frase, miren la forma en que ella dice “te voy a comer”. Ese es precisamente su inconsciente a flor de piel, ella es la que se come a los hombres, no al revés y de alguna me encanta que lo haga, que me domine. Sabía que no era una pregunta, era una afirmación.
Se que le encantaba mi cara de terror, porque sabía que nunca lo había hecho antes de esa forma y era la primera vez que lo íbamos a hacer sin preservativo. Nervios mil, pero al menos estaba seguro de que por allá no iba a poder dejarla embarazada.
Se inclinó a la mesita de noche, abrió un cajón y sacó una botellita con lubricante. Se llenó la mano y lo esparció sobre mi miembro, volvió a llenarse los dedos y los llevó a la retaguardia, por su cara podía apostar que también se aplicó un poco en el interior con la ayuda de sus dedos.
Levantó mi miembro de forma vertical y se lo acomodó entre las nalgas cerrando los ojos y apretando sus labios. La sensación era demasiado diferente, a pesar de estar lubricado no entraba fácil como estaba acostumbrado con su vagina cuando ya estaba caliente. Se sentía apretado y un poco forzado, apretaba los ojos y los labios con una leve expresión de dolor, pero cuando se terminó de sentar, abrió su boca exhalando un gemido, curvando sus labios y mirándome a los ojos con su nariz y cejas arrugadas de forma intimidante.
Se acercó para darme un beso, me tomó las manos y las colocó sobre mi cabeza. Las sostuvo con tanta fuerza con una de sus manos que de verdad me dolían las muñecas. Se levantó curvando su espalda y movió sus caderas un par de veces con una expresión total de placer. Me pasó la lengua por el lóbulo y metió su lengua en mi oído.
- Javier, no te vayas a venir hasta que te diga
Confirmé con mi cara porque ni me atrevía a hablar, me sentía como si estuviera acorralado por una fiera. Se apoyó en mi pecho, cerró los ojos y empezó a cabalgar como si no existiera un mañana. No llevaba ni 5 minutos y ella ya podía ver mi cara de sufrimiento tratando de aguantar su orden.
- Te dije que no
Empecé a mover mi cara a los lados negando, tratando de decirle que no iba a poder aguantar más, ella me miró con rabia, se quedó quieta por unos segundos y me colocó su mano en mi cuello cortándome la respiración.
- ¡Cuidadito!
Retomó el ritmo y mi cara de angustia regresó, sentía que si ella volvía a subir sus nalgas y volverlas a bajar una vez más no iba a aguantar. Me miró con furia y empezó a apretarme el cuello, era tanto el dominio que provocaba en mí que de alguna forma lograba apaciguar esas ganas. Mi cara se transformó, era imposible no disfrutar esa tortura y entre más me retorcía ella más lo disfrutaba.
De alguna forma logró alejar las ganas tan intensas de venirme y empecé a disfrutarlo sin preocuparme de incumplir su orden. Me soltó las manos, cerró los ojos y se acomodó completamente vertical, me cabalgaba con su trasero, dejando marcas de sus uñas por todo su cuerpo, estirando sus pezones y agarrando sus senos con fuerza. Se colocó su dedo índice sobre los labios para que hiciera silencio y la miré un poco extrañada porque la verdad ella era la que estaba gimiendo más duro. Sus labios se curvaron, levantó una ceja y me miró directo a los ojos como una demonia poseída por el placer.
- Shhhh, no vayas a hacer ruido
Ahora no brincaba, solo movía sus caderas de adelante a atrás o en círculos, despacio suntuosamente sin que se le borrara esa sonrisa pervertida. Se apretaba los senos sensualmente, bajó una de sus manos y empezó a acariciar su clítoris, cerró los ojos y levantó su cara al cielo.
- No te vayas a venir --repitió--
Apretó sus piernas, sus nalgas, su vientre y se tapó la boca para que no la fueran a escuchar sus padres. Su cara, su cara, maldita sea tanto placer en cada expresión. Se tumbó sobre mi pecho jadeando y sonriendo.
- Ya va ser tu turno --lo decía de una forma divertida--
Se levantó de repente apoyándose en mi pecho, arrugó su nariz y sus labios, lo sacó y lo metió un par de veces de forma ruda. Me sacó la almohada de la cabeza y levantando su ceja me dijo.
- Es para que no te escuchen
Me la colocó en la cara, apoyando su mano justo sobre mi boca. Ahí vamos de nuevo, una cabalgata bestial y desenfrenada, sus nalgas subían y bajaban con rapidez. Con su otra mano me agarraba de los testículos y sentía como empujaba hacía ella cada que descargaba todo el peso de su cuerpo para meter hasta el último milímetro de mi miembro.
El lubricante estaba empezando a faltar, era hora de otra ronda, pero ella no pensaba detenerse para hacerlo. Cada que lo metía, sentía la piel de mi miembro estirarse como si me la fuera a arrancar. La almohada cada vez estaba más metida en mi boca, la mordía para poder soportar. Bajó un poco la intensidad y de repente empiezo a sentir como con la misma mano que sostiene mis testículos recupera la humedad de sus orgasmos y lo lleva a mi agujero, juega con su dedo alrededor y me quiero morir de placer, empuja con más fuerza la almohada al sentir mis gemidos y me agarró de su brazo buscando como quitarla de mi cara.
- Shhh shhhhh --me sesea tratando de calmarme--
Acaricia con gentileza, tomó aire y respiro profundo un par de veces hasta que me dejo llevar por ella. Colocó mis manos en sus muslos y las aprieto cuando empiezo a sentir que su dedo se abre paso dentro de mí, muerdo la almohada para no gritar. Al principio es un poco doloroso e incómodo, pero en pocos segundos siento tanto placer que ahora muerdo y lleno de saliva la almohada para evitar que mis gemidos los escuchen sus padres.
- ¡Todavía no! --repetía insistentemente entre gemidos--
Ya estaba a punto de explotar y la única forma en que pude avisarle fue colocar mis manos en sus caderas y empujarla hacia mí. Aguante la respiración tanto como pude hasta que escuche un apurado.
Ella aprieta las nalgas y sus piernas tan fuerte que ni siquiera soy capaz de venirme, es como si me dejara el polvo aprisionado justo en el glande sin poder salir. Me mete el dedo tanto como puede hasta alcanzar la próstata y escuchó una risita maldadosa.
- ¡Ya ya yaaaaaaahhhhhhhh!
Suelta los músculos, apenas siento la intensidad de su orgasmo y su humedad, se deja caer sobre mí y gime contra la almohada mientras empiezo a venirme y venirme y venirme y venirme, no sabía de dónde podía estar saliendo tanto semen, pero a ella se le escapaba un gemido agudo cada que un chorro caliente llenaba en su interior.
Quitó la almohada del medio tirándola al piso y empezó a darme besos por toda la cara con una risita de emoción que le iba de oreja a oreja. Estaba fascinada.
- Hace rato quería hacer esto ¿te gustó?
Todavía no había podido terminar de recuperar el aire, a lo sumo, para lo único que tenía alientos era para devolverle la sonrisa de vuelta.
- ¿Te gustó?
- ¿Que sí me gustó? --respondí jadeando-- jueputa, no sé ni como hiciste para hacerme venir de esa manera
- ¿Pero respóndeme, si te gustó?
- Me encantó Juliana, me encantó
- A mí también, tenía miedo de decirte
- Siquiera no preguntaste, porque te habría dicho que no
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Desde esa noche, nos volvimos totalmente obsesivos con el tema. Ella definitivamente tenía un fetiche, tal vez una obsesión por el placer anal. La mayoría de veces se acomodaba en cuatro para que empezara directamente por detrás. También le gustaba hacerlo por delante, pero eso sí, en algún punto se las arreglaba para que yo se lo metiera por detrás y venirme sin condón dentro de ella.
Su obsesión no paraba ahí, cada que me lo mamaba o estábamos en un 69 no había forma de que su lengua no terminara en mi culo y me empezó a gustar tanto que me metiera el dedo que era prácticamente imposible no venirme hasta que ella no lo hacía.
Prácticamente el dinero que nos daban nuestros padres para la Universidad terminaba en comprar lubricantes a base de agua para poder aguantar la compulsión de comernos por detrás. En las visitas a las sex shop le encantaba pasar por donde estaban los arneses y decirme en secreto.
- Que rico un juguetito de esos para comerte
Al principio pensé que lo decía en broma, pero luego entendí que lo decía de verdad y trataba de sacarle el cuerpo porque una cosa es que me metiera un dedo y otra que me culeara de verdad como si ella fuera un hombre.
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Los padres de Juliana en su aniversario tenían por costumbre irse todo un fin de semana solos a celebrar como pareja. Eran tan alcahuetas con ella, que antes de irse le dejaron plata para comida, licor y le pidieron que no fuera a hacer una fiesta muy grande. Es decir, ellos ya sabían que igual la iba a hacer, entonces preferían pedirle que se midiera a prohibirlo.
La verdad me asombró que solo 8 personas terminamos allá, si ella prácticamente es la que organiza las super rumbas de la U. Invitó a los pocos solteros que quedaban en el grupo de amigos de la U y a Santiago su primo que nunca antes había visto. Quería en honor al aniversario de sus padres que alguien más encontrará el amor de su vida en esa fiesta.
Su primo era un tipo un poco mayor que mi novia, pero se notaba por encima que se querían casi como hermanos. Un tipo galán, carismático y buen mozo que arrasaba como imán en la fiesta con todas las chicas. Mientras bailábamos ellas se le insinuaban descaradamente para que al menos se robara a alguna a las habitaciones, pero Santiago solo les jugaba, las calentaba, pero ni siquiera las besaba. El muy maldito sí que sabe cómo hacerse desear.
Las chicas se encerraron en el baño con la excusa de siempre, ir a orinar, pero por la demora era más que obvio que estaban en un aquelarre haciendo planes. Santiago y yo estábamos en la puerta esperando el turno para entrar casi a punto de reventarnos o buscar un florero.
Las chicas salieron riendo y se les notaba que parte de su plan era no volver a prestarle atención a él. Al tiempo quisimos entrar al baño y nos chocamos los brazos entrando a la puerta.
- Entra vos primero --con un ademán de caballerosidad-- pero no te demores porfa
- Vos estas igual que yo --se rio un poco nervioso-- entremos juntos
- No dale, pero no te demores
- No jodas, deja la bobada
Me empujó hacía adentro, cerró la puerta y la verdad, aunque me daba un poco de vergüenza era imposible retener más el líquido. Él fue el primero en sacar su miembro y al escuchar el eco del chorro en contacto con el agua, era imposible aguantar más, no me quedó más alternativa que sacar el mío y hacer los mismo.
- Ahhhhhhhhh --dijimos al unisono aliviados--
Volteamos a mirarnos y nos cogió un ataqué de risa. Al verlo así y con sus hoyuelos a cada lado de la boca entendí porque todas botaban la baba por él. Bajé la mirada para revisar dónde estaba cayendo el chorro y “sin querer” tuve que mirar lo grande que era su miembro. Me puse un poco rojo cuando levanté la mirada porque sabía que él se había dado cuenta.
- Relax, ni que nunca hubieras visto un pipi
- Ninguno, aparte del mío
Terminó de orinar y se fue al lavamanos a lavarlo antes de meterlo en su pantalón.
- Ve, yo me limpio es con papel --le dije tratando de mantener una conversación--
- Es mejor con agua, inténtalo
Le hice caso y los dos ahí parados nos lavamos el miembro con agua. De sentirme incomodó pasé a estar super relajado porque él no le ponía ningún misterio al asunto.
Al fin salimos de ahí, regresamos a la sala y varias de las nenas que estaban detrás de él ya estaban ocupadas con otros manes que no se hicieron rogar.
- Roncaste ahí --le dije en broma--
- Lastima, ya me estaba empezando a calentar
- Si quieres lo distraigo y te la robas
- No relax, tengo otra idea en mente
Empezaron a excluir tanto a Santiago y yo ya le había cogido confianza, prácticamente bailábamos entre los tres con Juliana en el medio que pasaba de uno a otro y a cada vuelta la tirábamos al otro.
Juli se cansó de la música bailable y para integrarnos a todos de nuevo cambio a modo electro, su obsesión. Le subía cada vez más el volumen y cuando estábamos en pleno estalle casi a las 3 de la mañana los vecinos nos mandaron la policía y nos hicieron apagar la música.
- Se acabó la fiesta --dijo el oficial--
Los amigos de la U, pidieron un taxi, algunos se fueron a buscar donde rematar otros a algún motel a terminar lo que habían empezado. Santiago ya tenía planes de dormir en la casa de Juli y nosotros todavía estábamos con la adrenalina arriba como para ir a dormir.
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Nosotros con la cantidad de energizante que habíamos tomado deberíamos estar en la habitación arrancándonos la ropa, pero nos daba algo de pesar dejar a Santiago solo.
Nos sentamos en el tapete de la sala a hablar, jugar cartas y terminar las botellas que quedaban. Decidimos jugar manotazo, ese juego en que vas diciendo las cartas en orden, de derecha a izquierda la tira al centro y si coincide, todos deben poner la mano y el último en ponerla se toma un trago.
Santiago era demasiado rápido para nosotros, pocas veces perdió, yo al menos me libraba un par de veces, pero la pobre Juliana no paraba de tomarse un trago después del otro. Colocando las manos y entre risas, empecé a notar como cada vez que Santiago ponía la mano sobre la mía, me miraba fijo a los ojos y cuando Juliana quitaba la mano él se demoraba un poco más en retirarla y disimulaba para acariciarme.
Ahora entendía porque no había caído con ninguna de sus amigas, este man es del otro equipo. Igual no me sentía incómodo, no le presté mucha importancia, seguimos jugando, hasta que Juliana demasiado borracha se dio por vencida.
- No --hip hip-- yo no puedo más
Se recostó en el mueble, se acurrucó y se quedó dormida. Quedaban al menos 3 tragos en la botella, Santiago cogió el mazo de cartas, barajó y partió a la mitad.
- Saca dos cartas y las pones en el tape --me ordenó--
- Ok --tomé una y luego otra de otra parte--
- ¿Escoge una? Pero no la voltees
- La azul
- Ok la mía es esta --jalando la carta con el dorso rojo hacía el--
- Quien saque la carta más alta, fondo blanco a la botella
Contamos hasta 3 a la vez, les dimos la vuelta y me di una palmada en la frente al convertirme en un claro perdedor con una reina de corazones. Él me señaló muerto de risa. Como buen perdedor tomé la botella con valentía y sin parar de respirar bogué hasta que no quedó ni una gota. Cerré los ojos para apaciguar el ardor de mi garganta y me asusté al sentir como me arrollaba con su cuerpo, caía de espaldas y sentía sus labios contra los míos, me besaba desesperadamente y metía su lengua en mi boca mientras la botella salía rodando por el suelo.
Al principio no sabía qué hacer o cómo reaccionar, pero sus besos eran tan deliciosos y apasionados que no pude evitar dejarme llevar. Empecé a sentir como se formaba una erección y al sentir su miembro igual de duro frotarse contra el mío se me escapó un gemido.
Me cogió un ataque de pánico al recordar que Juliana estaba en la misma habitación y lo empujé para que se corriera de encima. Me limpié la boca con la manga de la camisa y lo miré pálido y asustado.
- Tengo tantas ganas de darte una mamada --me dijo con descaro--
- Parce, lo siento, pero yo no…
- ¿No? --haciendo una mueca mirando mi erección--
- No, yo no --tartamudee-- soy
- ¿Gay? No, yo sé que no
- De verdad, que no
- Yo tampoco, pero de vez hay que dejarse llevar
- Pero yo no... --voltee a mirar a Juliana--
- Juli ni se va dar cuenta, está en otro mundo y una mamada --se pasó la lengua por los labios-- no se le niega a nadie
Se acercó gateando, metiendo sus dedos en mi barba, me dio un beso jalando mi labio y me empujó del hombro para que me recostara sin quitarme la mirada de los ojos. Me pasó la mano por encima del pantalón y empiezo a sentir como se me pone aún más duro. Intentó abrir la hebilla del cinturón y le quité las manos.
- Tan rogado --me empujó de vuelta al suelo-- relax
Ni se cómo hizo para bajarme los pantalones y tener tan rápido mi miembro en su boca. Me tapé los ojos con el brazo y maldita sea me tenía viendo estrellitas, fue imposible después de lo que me estaba haciendo sentir volver a decirle que no. De verdad que nunca antes me habían dado una mamada tan deliciosa y sus manos no paraban de acariciar de una forma extraña a cada lado de mis testículos.
Levantaba el brazo para espiar sin que él se diera cuenta de que estaba viendo. Estaba totalmente concentrado, dejaba caer saliva sobre mi miembro y la usaba para masturbarme gritando su mano hacia arriba, mientras que enrollaba su lengua en mi glande pasaba al mismo tiempo sus pulgares de una forma tan extraña y deliciosa que era imposible no gemir.
Saliva, saliva y más saliva dejaba caer sobre mi miembro, no solo resonaba el vacío al chupar sino sus manos fuertes al subir, bajar y girar. Saliva caía en gotas por mis testículos y con su otra mano empezó a acariciarlos.
- Maldita sea, ¿por qué tienes que mamar tan bien? --le recriminé--
Ni siquiera levantó la mirada, siguió concentrado en hacer lo suyo. Se empezó a escapar uno de sus dedos de forma peligrosa por mi nies, si me llegaba a tocar más allá como lo hacía Juliana no iba a poder evitarlo. Cerré las piernas impidiéndole el paso, se metió el miembro casi hasta la garganta y con la punta de la lengua me tocaba las bolas. Ni siquiera entendía cómo demonios podía hacer ambas cosas al tiempo. Bajé la guardia un segundo, me separó las piernas y fue directo con su dedo a acariciarme el asterisco.
- Asi no, así --entro su primera falange-- ahhh ahhhh
Quité mis brazos, nos quedamos mirando a los ojos, él sacó el miembro de la boca y mientras me metía el dedo, le daba lametazos al glande y unos mordiscos suaves en la cabeza que luego terminaba con sus labios. Maldita sea, cómo puede ser tan sexy.
No aguantaba más, me llamaba su boca a gritos, quería sentir sus labios contra los míos. Me levanté de rodillas, le pasé la mano por detrás de su cuello y le metí la lengua hasta la garganta, mientras que él metía sus dedos entre mi barba y me ponía peor de caliente. Le abrí el pantalón con desespero, se lo bajé tan rápido como pude, lo agarré de las nalgas empujando contra mí y nuestros penes empezaron a rozarse, a tocarse, a bailar el uno contra el otro. Mande mi mano y él hizo lo mismo con el mío, nos masturbábamos entre besos y gemidos.
Me agarró de las nalgas, apretando su mano con fuerza y no pude evitar más recordar lo que Juliana me hacía sentir con su dedo y esa idea loca me recorría la mente, hasta que no pude evitar que se hiciera realidad.
Me di la vuelta, él se acercó de inmediato y sentí su miembro palpitando entre mis nalgas mientras me besaba el cuello y me masturbaba. Santiago me empujo hacía adelante quedando en cuatro, ni siquiera me dio tiempo de que lo pensara demasiado, se escupió la mano llenándose el miembro de saliva y lo colocó en mi agujero. Un dedito era una cosa, pero su miembro tan grande era otra.
Fue gentil y delicado, más de lo que yo alguna vez fui con Juliana, podía sentir cómo a pesar de que mi cuerpo estaba completamente rígido y su miembro no era capaz de entrar, se tomaba su tiempo para no meterlo de forma forzada.
- Ay jueputa, espera espera --me agarré de su mano--
- Relájate que en un segundo pasa el dolor, te lo prometo
Lo cogió con su mano para darle dirección y cuando exhalé, empujó hacía adelante y sentí su grueso y tibio miembro dentro de mí. Se agarró de mis caderas y término de empujarlo hasta el fondo.
- No, no, mejor sácalo
- Relax --me daba besos en el cuello y me acariciaba el torso-- ya va pasar
Se inclinó hacia adelante, se llenó la mano de saliva, la pasó debajo de mis costillas y empezó a tocarme suavemente solo el glande simulando una mamada con las yemas de sus dedos y los ojos se me iban hacia atrás hasta dejarlos en blanco.
- Oh dios mío por qué se siente tan bien
Tenía razón, al rato ya no sentía ese dolorcito, únicamente placer y era yo el que estaba buscando con la misma intensidad que le gustaba a mi novia meter y sacarlo, una y otra vez, cada vez más rápido. Ahora al saber lo que se siente, entendí porque le encantaba que le diera por el culo.
Dejaba que él me moviera e hiciera como le diera la gana, en círculos, rápido, despacio, suavecito, con fuerza, de todas formas, me encantaba. Estaba con los ojos cerrados, disfrutando el placer más grande de este mundo, sintiendo su hombría, su fuerza y sus manos para atraer mi cuerpo contra el suyo y su miembro penetrarme hasta lo más profundo.
- Si Santi, así así, duro --su cuerpo sonaba al chocar contra mi-- si duro duro
Decir su nombre me volvía más loco, estaba aceptando que todo ese placer que sentía era gracias a él, a otro hombre, a alguien como yo. De vez en cuando abría los ojos y miraba sobre mi hombro para verle la cara de demente, la última vez que lo hice casi me muero del susto al encontrarme a Juliana frente a mi cara mirándome a los ojos.
- Juli yo no… --traté de disculparme-- ...no es lo que parece
- ¡Cállate!
Empujé a Santiago para que se corriera, pero Juliana me bajó las manos al piso y él me lo metía tan duro y tan delicioso que mi cara se desfiguro de placer ante mi novia.
- Ay Julia ahhhh yo no…
- ¡Que te calles! --me cogió de la mandíbula, junto sus cejas y me soltó con desgano--
Juliana se desnudó frente a nosotros con prisa, se abrió de piernas, escupe sus manos y se empezó a dar palmadas en su sexo.
- Juli, te lo juro que…
- ¡Que te calles!
- Dejame explic... --aaaaaaahhhhhh-- ...artelo
Se le notó la cara de rabia por no hacerle caso, me miró feo como nunca en la vida y me dio una cachetada que me dejó la cara ardiendo, se dio la vuelta y me metió la cara entre sus nalgas, esa iba a ser la única forma de callarme.
Mi lengua no desperdicio ningún rincon, me agarraba de sus piernas y metía mi lengua tan hondo como podía simulando penetrarla igual a como lo hacía Santiago conmigo. Ella gemía encantada, se empezó a meter debajo de mí.
- Choo choooo --reía Santiago con gracia--
- Chooo chooo --repetía Juliana simulando jalar el silbato del tren--
Todavía sentía que debía decirle algo o darle una explicación, pero sabía que si volvía a pronunciar la más mínima palabra en vez de disfrutar con los dos me iba a mandar lejos. Le empecé a besar la espalda, el cuello; ella cogió mi miembro y se lo metió por su vagina, estaba tan caliente y mojada que al entrar en contacto con ella casi me hace venir.
- Ni siquiera lo pienses Javier
Metió su mano por debajo y me apretó la base de los testículos, hasta que mi respiración se normalizo.
No sabía cuál de los tres estaba más excitado, los gemidos llenaban la habitación y las palmadas que me daba en las nalgas. Ella se encorvaba para poder acariciar mis bolas y subir sus manos hasta su miembro para masturbarlo y pasar alrededor de mi culo para sentir como me penetraba.
- Yo también quiero, escúpelo
Sacó mi miembro, yo le llené el culo de saliva y ella misma se encargó de metérselo por detrás. Ahora estaba atrapado entre el choque de las nalgas de mi novia y la pelvis de su primo.
- Ay dios, ay diosssssssssss, esto no puede ser cierto
Santiago gemía como loco, me agarraba de las caderas con fuerza y cuando me lo metía, me hacía empujar mi miembro más adentro del culo de Juliana. Ella estaba tan excitada que sus orgasmos eran expulsados tan fuerte que resonaban peos vaginales al salir.
Se volvió a encorvar por debajo pasando sus manos llenas de saliva entre mis testículos y los de Santiago, estaba encantada sintiendo como los suyos rebotaban contra los míos. Apoyó su cara en el piso y metió la mano más atrás. Santiago soltó un delicioso gemido.
- Uy prima, no sea necia
La muy degenerada se estiró hasta alcanzar el huevo de su primo y le metió dos dedos por detrás. Eso lo enloqueció aún peor y mis nalgas retumbaban contra su pelvis.
- Juli ¿yaaaaa? --grito Santiago--
- Si ¡Ya! ¡yaaa yaaaa! --dio la orden--
Ese momento es algo imposible de describir exactamente, pero lo que se sintió venirse en su culo, mientras me llenaban el mío de un líquido tibio y viscoso, es algo que me daño para el resto de la vida. Algo totalmente perfecto, algo que ustedes tienen que vivir por sí mismos para que lo entiendan. Es como morirse y al mismo tiempo volver a resucitar.
Juliana se dio la vuelta y me agarró de la cintura para que cayera encima de ella. No tenía ni un suspiro de fuerza, ni un ápice de energía o una pizca de cordura ni siquiera para reaccionar. Cerré los ojos, le besé el cuello y eso fue lo último que recuerdo de esa noche.
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Al otro día me desperté y estaba solo en la cama de Juliana, miré el reloj y eran casi las 12 del medio día. El dolorcito en el trasero de inmediato me llevó a los recuerdos de la locura que había hecho la noche anterior, ni siquiera me quería levantar de la cama. No sabía ni siquiera que iba a decirle a Juliana o peor aún a Santiago.
Me metí al baño, me di una ducha rápida, me vestí y cuando bajé a la cocina ella, afortunadamente, estaba sola preparando algo de comer. Al notar mi presencia y sin darse la vuelta me habló.
- Al fin te levantas dormilón
- Hola Juli --me rasqué la cabeza-- yo... no sé qué decir
Levantó una paila carne con verduras salteadas, dos platos y comenzó a servir, mientras me sentaba al otro lado de la isla.
- ¿Estás enojada? ¿cierto?
- No --respondí a secas levantando la mirada--
- ¿No?
Me pasó mi plato, unos cubiertos. Ella se sentó al otro lado metiéndose un bocado con una sonrisa inquietante. La miré levantando una ceja intrigado.
- Que no, ya te dije
- Anoche me descubriste montándote los cachos con un…
- Man, si con un man yo lo sé
- ¿y me decís que no estas enojada?
- Te levantaste medio lento ¿cierto?
- ¿Cómo así?
- Te voy a dar otra oportunidad
No se le borraba esa sonrisita burlona de la cara, mientras se metía otro par de bocados y abrió los ojos afirmando con su cabeza cuando al fin notó en mi cara de sorpresa.
- Si --dijo entre risas--
- No, no puede ser
- Si, fui yo
- Imposible, vos no pudiste…
- ¿Invitar a mi primo bisexual para que te partiera el culo?
- Juliana ¿en serio? vos planeaste esto… pe… pe… pero como sabias que yo
- No sabía, solo era una posibilidad
- ¿Entonces vos no estabas dormida? --mi cara cada vez más estirada de sorpresa--
- No y casi no me aguanto cuando te beso la primera vez
- ¿Viste todo? ¡¿TODO?!
- Si, todo todo y me encantó
- No entiendo, de verdad que no entiendo
Dio la vuelta rodeando la isla, mientras se quitaba la camiseta dejando sus diminutos senos al descubierto. Al llegar a mi silla, la giró, me cogió una mano para descargarla encima de su seno y otra la colocó entre mis piernas.
- ¿Por qué algo me decía que te iba a gustar más? --bajo su mirada a mi entrepierna-- y tenía razón
Mi miembro ni siquiera había reaccionado como antes, duro y listo para la labor. No era algo normal, ni siquiera yo me lo esperaba.
- Cierra los ojos --me dijo--
Ladeé la cara y la miré extrañado juntando las cejas.
- Que los cierres te digo
Obedecí al instante, ella se me acercó al oído con su voz más dulce y coqueta.
- Recuerda ese momento del beso, recuerda cuando te lo estaba mamando y cuando te colocaste en cuatro para que te partiera el culo...
Abrí los ojos para mirarla y ella levantó una ceja. No había ni empezado a decirlo y mi miembro ya estaba duro como una roca, marcándose sobre mi pantalón.
- ...y tenía razón, te lo dije
- Juliana…
- Shhhhh --me cayó con un beso-- no digas nada
Volvió a regresar al otro lado de la isla con esa maldita sonrisa que no lograba descifrar y esa ceja levantada que me sacaba de quicio.
- Javier, te gustan los manes
- ¿Eso es una pregunta?
- No, una afirmación
- ¿Que me gustan los manes dices? ¿Y entonces por qué estoy con vos?
- Porque en lo más profundo de tu ser lo sabías, pero no lo querías aceptar
- Estas loca, yo te am…
- ¡No! ¡No lo digas! --levantó su cuchara amenazando tirármela--
Apoyé los codos en el mesón y me agarré la cabeza, mientras esa lluvia de imágenes con él me bombardeó haciendo que mi corazón se acelerara, un intenso calor llenara mi cuerpo y mi cerebro bloqueado no me dejaba pensar con claridad.
- No Juliana, eso fue cosa de una borrachera
- Que terco, te lo acabo de demostrar
- No, yo no soy…
- ¿Gay? --ja esbozó una risa burlona-- Si mi amor, si lo eres
- Pero yo disfruto demasiado estar con vos. No soy gay, tal vez bi... bicurioso o algo así
- A ver cómo te lo explico --soltó la cuchara que resonó al caer en su plato-- a vos te gustan los manes y estabas tan acostumbrado a ocultarlo con mujeres que te lo creíste
- Juliana, me vas a hacer estallar la cabeza
- A ver Javier, por si no te diste cuenta, tu novia --señalándose-- tiene pelo corto, no tengo tetas, un culo enorme, me gusta ser dominante, el sexo anal y las señoritas tímidas como vos
- Ahora me vas a decir que vos también...
- Si, yo también soy como Santiago
- ¿Osea que vos has estado con otras mujeres?
- De verdad hoy parece como si te fallaran todas las neuronas
Cogió una botella de whisky, me sirvió un vaso y se volvió a acercar a mi puesto.
- ¡Tómatelo! pero tómatelo todo --con su característica voz mandona-- porque los vas a necesitar
Me lo llevó a la boca y mientras tomaba ella lo levantaba con sus dedos para asegurarse de que me lo tomara hasta el fondo. Me sacudí la cabeza y abrí la boca para que mi garganta recibiera un poco de aire.
- Javi, es raro conocer hombres como vos
- ¿Cómo yo? ¿eso qué significa?
- Hombres que sean las mujeres los que los tengan que cortejar
- ¿Qué tiene eso de raro?
- Nada, las mujeres también podemos jugar ese papel, no es normal porque la sociedad nos acostumbró a que sea un hombre el que lo haga, pero si lo hacemos
- Insisto, ¿qué tiene de malo?
- Nada y hay hombres que no juegan ese rol, pero…
- Pero ¿qué?
- ...pero yo le he metido el dedo en el culo a infinidad de mujeres y manes, heterosexuales, bisexuales o gays, no importa como “sean” --levantó sus manos haciendo las comillas en el aire-- es algo que me gusta hacerles
- Pero eso no me hace gay
- No, pero en la forma que vos lo disfrutabas, solo conozco a dos: a Santiago y a Rafael. Vos te excitas peor que Rafa y ese hombre es lo más gay que conozco en este mundo
- Osea, porque me encanta que me metan un dedo en el culo, inclusive más que tu amigo gay ¿yo lo soy?
- No, pero sí empecé a tener dudas
- Claro ¿por eso hiciste esta fiesta e invitaste a Santiago? --infle mi boca y deje escapar el aire--
- Si era mi plan… tenía que saber si era verdad o no
- ¿Y después te hiciste la dormida para ver qué hacía?
- Si, estaba que me les tiraba encima de lo delicioso que se veían cuando se besaban
- ¿En serio eso te gusta?
- A mí sí, es más estabas tan ido estabas que cuando te paraste a besarlo y le bajaste el pantalón yo ya estaba sentada en el mueble y ni me viste
- No, imposible --traté de hacer memoria--
- Si, hasta ahí todo iba acorde a mis planes. Yo me suponía que vos te lo ibas a culear y Santi espero toda la noche a que lo hicieras… pero me sorprendiste cuando te diste la vuelta, hasta él me volteo a mirar sorprendido y yo fui la que le dije que lo hiciera de una. Estaba parada detrás de él viendo cómo te lo metía de rico
- Ay Juli, ni me acuerdes que me da vergüenza --se me subieron todos los colores a la cara--. Estoy seguro que eso paso porque tomamos demasiado y… --me interrumpió--
- Eso dicen todos lo que se quieren hacer el marica y no quieren aceptarlo
No encontré respuesta alguna, no la había. Agaché la cabeza, ella me levantó la cara del mentón, me miró fijo a los ojos con mucha comprensión. Colocó sus manos en mis brazos y me acariciaba con ternura de arriba a abajo para tratar de calmarme.
- No tienes que fingir, no conmigo
Me quedé mirándola a los ojos y se me salieron unas lágrimas, algo dentro de mí sabía que no me podía seguir negando.
- ¿Te gusto?
- Si, si Juli, mucho
- Mil veces mejor que cuando yo te metía el dedo ¿cierto?
- Sí fue espectacular, me asusté mucho cuando te vi
- Yo la verdad me iba a hacer la dormida y ver
- ¿Y si no te contaba nada?
- Si me ibas a contar yo sé, pero no me aguanté y como te estaba culiando tan rico me antojé
- Ay Juli, casi me muero cuando te metiste el mío, fue --moví mis manos sobre mi cabeza como si hubiera explotado-- reloco
- Si, yo sé que se siente estar en el medio --se muere de risa--
- Parce, viví engañado toda la puta vida, yo pensaba que…
- No, Javi, yo soy una vagabunda igual que vos
Nos soltamos a reír, la abracé con fuerza, me acariciaba la espalda y me daba besos en las mejillas.
- No estoy enojada, estoy feliz, muy feliz porque en lo más profundo sabía que vivías en una cárcel como en la que yo vivía antes --se le salieron unas lágrimas-- y te empecé a amar tanto, tanto, tanto, tanto, que no podía permitir que siguieras viviendo a la sombra de tu verdadero ser
- Gracias Juli por no juzgarme, de verdad, gracias
Nos fundimos en un beso, en un cálido y cariñoso beso. El último que probé en mi vida de los labios de una mujer porque ella tenía toda la razón, descubrí, acepté y le dije al mundo: soy gay.
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Escrito: Javier188Please respect copyright.PENANAp48ey1TQdt
Edición: Agata
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