El equipo de investigación y yo nos reunimos en la entrada del edificio donde Franz Berger había vivido sus últimos días. Maxvorstadt era un barrio conocido por su combinación de arquitectura elegante y una atmósfera vibrante, lleno de estudiantes, artistas y empresarios como él. Sin embargo, esa mañana, la calle estaba cubierta por un manto de silencio inusual, interrumpido únicamente por el sonido de los autos que pasaban.
El edificio de apartamentos tenía un aire sofisticado, con una fachada de piedra impecablemente mantenida. La portera, una mujer de unos cincuenta años, nos recibió con un rostro que oscilaba entre la curiosidad y el nerviosismo.
—¿Es por el señor Berger, verdad? —preguntó antes de que pudiera decir algo, sus ojos moviéndose inquietos entre nosotros.
—Sí. Necesitamos acceder a su apartamento —respondí con firmeza, mostrándole el permiso.
Ella asintió, buscando un llavero enorme que tintineaba mientras lo manipulaba con dedos temblorosos.
—Era un hombre muy reservado. Apenas lo veía... pero siempre tan... —dudó por un momento, buscando las palabras— tan serio. Aunque amable. Siempre me saludaba, pero nunca hablaba más de lo necesario.
—¿Recuerda algo fuera de lo común en los últimos días? ¿Algún visitante? ¿Algo extraño? —pregunté, mi tono deliberadamente neutro.
—No, nada... bueno, ahora que lo menciona... —la portera bajó la voz y se acercó un poco más—. Hace unos días, lo vi discutir con alguien en la entrada. Era un hombre alto, cabello oscuro. Parecían... tensos.
—¿Algo más? —inquirí, tomando nota mental.
—No, lo siento. No escuché nada. No quería entrometerme —respondió con un gesto de disculpa.
Con una última mirada nerviosa, nos llevó al tercer piso, donde estaba el apartamento de Berger. El lugar exudaba lujo y minimalismo en cada detalle. El piso de madera pulida reflejaba la luz que entraba por las enormes ventanas, mientras que los muebles modernos y las obras de arte abstracto en las paredes hablaban del refinamiento del propietario.
—Vamos a registrar cada rincón —dije, dando instrucciones al equipo.
Mientras los forenses comenzaban a trabajar, inspeccioné el escritorio de Berger, un espacio perfectamente organizado con carpetas etiquetadas y un ordenador cerrado, desplegué la pantalla del ordenador y le di el botón de encender aunque no pude acceder a la información de dentro ya que llevaba una contraseña , mire por encima del escritorio buscando por si tenia apuntada la contraseña en algún lugar , pero no la encontré , '' necesito alguien que consiga entrar en el portátil'' - dije para mi mismo-
Estaba seguro de que encontraríamos algo en ese ordenador , mire hacia la puerta y vi a Klaus entrar , inmediatamente me dirigí hacia el
Revisé el escritorio rápidamente, buscando algún indicio de que Berger hubiera dejado la clave anotada en un papel, un post-it o incluso en la parte inferior del teclado, pero no tuve suerte.
—Necesito a alguien que consiga entrar en este portátil —murmuré para mí mismo, convencido de que esa máquina guardaba algo importante.
Mientras me giraba, escuché el crujido de la puerta al abrirse. Klaus apareció, cruzando la habitación con su típico aire de curiosidad profesional.
—¿Han encontrado algo? —preguntó, deteniéndose cerca del escritorio.
—Todavía no. Apenas estamos comenzando —respondí, apoyándome en la mesa—. Aunque ya tenemos una pista. Según la portera, Franz discutió con un hombre en la entrada del edificio hace unos días. Necesitamos identificar a ese hombre y hablar con él cuanto antes.
Klaus asintió, sus ojos reflejando una mezcla de interés y escepticismo.
—Deberíamos revisar las grabaciones de las cámaras de seguridad del edificio —añadí, señalando hacia la puerta—. Vamos a hablar con la portera nuevamente y a solicitar esas imágenes. Quizás podamos identificar al hombre con quien discutió.
Ambos salimos del apartamento y descendimos hacia la recepción. La portera seguía en su pequeño mostrador, hojeando una revista que abandonó rápidamente al vernos.
—Necesitamos acceso a las grabaciones de las cámaras de seguridad —dije sin rodeos, aveces me costaba camuflar mi impaciencia —. Es fundamental para nuestra investigación.
La mujer parpadeó con cierto nerviosismo, pero asintió.
—Claro, claro... Déjenme buscarlas. —Desapareció en una pequeña habitación lateral, dejando a Klaus y a mí a solas por un momento.
—¿Qué opinas? —preguntó Klaus, cruzando los brazos.
—Si este hombre fue visto discutiendo con Berger días antes de su muerte, es nuestra mejor pista por ahora. Pero algo me dice que esto va mucho más allá de un simple altercado. —Lo miré de reojo—. Berger parecía alguien meticuloso, controlador, además era un hombre con poder económico . Dudo que esa discusión fuera casual.
Klaus asintió lentamente, como si procesara mis palabras.
Unos minutos después, la portera regresó con un disco duro externo en la mano.
—Aquí están las grabaciones de las cámaras de la última semana —dijo, entregándomelo—. Las cámaras exteriores y las del pasillo del tercer piso deberían tener algo útil.
Le agradecí y nos dirigimos de vuelta a la comisaría para revisar el contenido.
Regresamos a la comisaría con el disco duro en nuestras manos, ambos impulsados por una curiosidad que se mezclaba con la urgencia de desentrañar lo que había detrás de todo esto. Apenas entramos en mi despacho, Klaus cerró la puerta tras de sí, y yo conecté el disco duro al ordenador, dispuesto a revisar las grabaciones de las cámaras de seguridad.
Al abrir los archivos, me di cuenta de que contenían horas y horas de grabaciones. Cada cámara había captado imágenes durante toda la semana, y ahora teníamos que encontrar el momento exacto en el que Berger discutió con aquel hombre misterioso.
Solté un pequeño suspiro de agobio al ver la cantidad de material que debíamos revisar.
—Voy por café. Creo que lo necesitaremos —dijo Klaus al percatarse de la situación.
Asentí en silencio mientras él salía del despacho. Me dejé caer en la silla, moviendo el ratón para avanzar en el video y buscar pistas iniciales, pero todo parecía rutinario: vecinos entrando y saliendo, repartidores dejando paquetes. Nada fuera de lo común.
Minutos después, Klaus regresó con dos tazas humeantes y cargadas de energía líquida.
—Toma, necesitarás esto —dijo, dejando una de las tazas sobre el escritorio.
—Gracias. —Cogí la taza y di un sorbo mientras Klaus se sentaba a mi lado.
—¿Algo interesante? —preguntó, señalando la pantalla.
—Nada todavía. —Negué con la cabeza, aunque algo me decía que no tardaríamos mucho en encontrarlo.
Comencé a avanzar más rápido en las grabaciones, deteniéndome en cualquier movimiento inusual. Finalmente, alrededor del tercer día de material, algo llamó nuestra atención: un hombre de mediana edad, de cabello oscuro y largo , vestido con una chaqueta gris, discutía acaloradamente con Berger en la entrada del edificio.
—Es él —dije en voz baja, señalando la pantalla.
Klaus se inclinó hacia adelante, observando con atención.
—La calidad del video no es excelente, pero quizá podamos identificarlo. —Sacó una libreta de su bolsillo y comenzó a tomar notas.
El hombre parecía nervioso y enfadado, gesticulando de manera exagerada mientras hablaba con Berger. Por su lenguaje corporal, era evidente que no estaban teniendo una conversación amistosa. Berger, por su parte, mantenía una postura rígida, como si intentara no perder el control. En un momento, el hombre señaló hacia el interior del edificio con un movimiento brusco, mientras Berger negaba con la cabeza. Finalmente, después de unos minutos, el hombre dio media vuelta y se marchó, dejando a Berger en la entrada con una expresión de clara molestia.
—Necesitamos identificarlo —dije, pausando el video en un momento donde la cara del hombre era parcialmente visible.
—Podemos llevar esta imagen a reconocimiento facial —sugirió Klaus mientras bebía un sorbo de café—. Tal vez la base de datos nos arroje algo.
—Buena idea. Y mientras lo hacemos, creo que deberíamos entrevistar a la casera nuevamente. Si lo vio discutir con Berger, quizás pueda darnos más detalles sobre este tipo o sobre la relación que tenían , puede que viniese mas veces a ver a Berger
Klaus asintió, tomando nota de lo que habíamos acordado. Guardé la captura de pantalla y decidí que era hora de visitar a la casera nuevamente para atar cabos.
Volvimos a coger el coche, y en pocos minutos estábamos de nuevo en la recepción del edificio donde vivía Berger. La casera estaba hablando con una pareja que parecían ser inquilinos. Sin embargo, su mirada se desvió inmediatamente al vernos entrar nuevamente. Con una expresión ligeramente nerviosa, terminó de forma apresurada la conversación con la pareja, quienes se alejaron hacia un mapa que había en la entrada.
Nos acercamos a ella en cuanto la pareja se distanció. Me aclaré la garganta antes de hablar.
—Lamento seguir molestándola, señora, pero necesitamos hablar con usted nuevamente —dije con una voz amable pero firme.
La mujer ajustó sus enormes gafas y nos observó con cierto recelo.
—¿De qué se trata esta vez, agentes? Ya les dije todo lo que sé —respondió con un tono que intentaba sonar cooperativo, aunque era evidente que estaba incómoda.
—Es sobre el hombre con el que discutió el señor Berger en la entrada. ¿Puede darnos más detalles sobre cómo era? ¿O recordar algo que pudiera ayudarnos a identificarlo? —pregunté mientras Klaus sacaba su libreta para anotar cualquier detalle nuevo.
La mujer dudó un instante, como si estuviera tratando de recordar algo o decidir si debía decirnos más de lo que ya había contado.
—Bueno... era un hombre alto, con cabello oscuro y largo. Vestía un traje caro, estoy segura de que era alguien importante... o al menos quería parecerlo. Parecía muy molesto, y... ahora que lo pienso, llevaba un maletín negro. Lo estaba sujetando con mucha fuerza mientras discutían —dijo finalmente, con un deje de nerviosismo en la voz.
Klaus levantó la mirada de su libreta.
—¿Y escuchó algo de la conversación? ¿Algo que pudieran estar diciendo? —preguntó, aprovechando que la mujer parecía más dispuesta a colaborar.
—No mucho, pero creo que el hombre le decía algo sobre "un trato" y que no podía permitir que saliera a la luz. No entendí mucho más porque se apartaron un poco y hablaban en voz baja —confesó la casera, torciendo las manos con inquietud.
Intercambié una mirada con Klaus. Entonces todo en mi cabeza comenzó a funcionar y empecé a ordenar mis pensamiento en orden de lo que debíamos hacer a continuación , teníamos que entrar de nuevo al piso y preguntarle a los agentes que había revisando el piso de Berger , si habían encontrado algunos documentos , o algo que no pareciese demasiado legal .
También tenemos que encontrar al hombre con el que discutía Berger puede ser que el supiese algo y además es el principal sospechoso del asesinato de Berger - dije a mi mismo-
—¿Ha visto antes a ese hombre? ¿Era un visitante habitual? —insistí, buscando más pistas.
La mujer negó con la cabeza rápidamente.
—No, era la primera vez que lo veía... siempre venía a ver al señor Berger , no se cuantas veces exactas venía .. pero lo hacía muy frecuentemente
Agradecimos a la casera por su tiempo y nos dirigimos nuevamente al coche. Mientras Klaus anotaba los detalles más importantes, mi mente no dejaba de trabajar
—Tenemos que encontrar al hombre con el que discutía Berger. Estoy seguro de que está relacionado con su asesinato —dije mientras arrancaba el coche y nos dirigíamos de regreso a la comisaría.
—Tienes razón, debemos encontrarlo —respondió Klaus, revisando su libreta—. Preguntaré a los de reconocimiento facial si ya tienen algo. ¿Crees que Berger y ese tipo estaban metidos en algún negocio ilegal? Tal vez le debía dinero o algo parecido.
—No estoy seguro, pero también tengo el presentimiento de que había algo turbio entre ellos —dije, girando en la siguiente esquina mientras trataba de organizar mis pensamientos.
De vuelta en la comisaría, Klaus no perdió tiempo y se dirigió a la oficina de tecnología para hablar con el equipo de reconocimiento facial. Mientras tanto, yo revisaba mis notas y las grabaciones para no perder ningún detalle.
Media hora después, Klaus regresó, una carpeta en mano y una expresión de satisfacción en el rostro.
—Lo tenemos. Se llama Markus Beck, vive en un apartamento en Schwabing, no muy lejos de aquí. Al parecer, tiene antecedentes por fraude hace unos años, pero nada reciente.
—Interesante. Vamos a hacerle una visita —respondí, poniéndome de pie y tomando mi abrigo
Fuimos de nuevo al coche y condujimos por las estrechas calles hasta Schwabing .
El edificio era menos elegante que el de Berger, con una fachada desgastada y grafitis en las paredes. Klaus y yo subimos al tercer piso, donde la puerta del apartamento de Beck estaba parcialmente abierta, dejando escapar el sonido de una televisión sintonizada en un programa de deportes.
Toqué la puerta con firmeza.
—¿Señor Markus Beck? Policía. Necesitamos hablar con usted.
Hubo un momento de silencio antes de que un hombre alto, de cabello oscuro y largo y ojos cansados, barba de 4 días algo descuidada , apareciera en el umbral. Su expresión se torció al vernos.
—¿Qué quieren? Estoy ocupado.
—Es sobre Franz Berger. Sabemos que discutió con él hace unos días. Necesitamos que nos diga de qué se trataba esa discusión —dije, observándolo detenidamente.
Beck soltó una carcajada burlona.
—¿Ese idiota? No tengo nada que ver con lo que le haya pasado. No voy a perder mi tiempo con ustedes.
Intentó cerrar la puerta, pero Klaus la bloqueó con el pie, mire con algo de intensidad al hombre , podía oler el fuerte hedor de alcohol que desprendía , arrugue un poco la nariz en forma de desagrado por el fuerte olor
—Señor Beck, esto no es opcional. Si prefiere, podemos llevarlo a la comisaría y hacerlo oficial. Pero le garantizo que es mejor cooperar aquí mismo —dijo Klaus, su tono más firme.
Beck nos miró con irritación antes de abrir la puerta por completo y dejarnos pasar.
—Está bien, hablen rápido.
El apartamento era desordenado, con papeles y cajas apilados en las esquinas, eso hizo que una leve punzada diese justo en mi obsesión por la limpieza , intente no prestar mucha atención a ello . Permanecimos de pie mientras Beck nos miraba con desdén
—¿Qué tipo de negocio tenía con Berger? —pregunté directamente.
—Negocios, negocios... —Beck se cruzó de brazos—. Mira, si él está muerto, no tiene nada que ver conmigo. Sí, discutimos. Le dije que no podía seguir retrasando los pagos, y eso es todo.
—¿Pagos de qué? —preguntó Klaus, tomando nota.
Beck suspiró, visiblemente incómodo.
—Está bien, lo diré. Berger y yo estábamos trabajando en un... acuerdo. Él usaba su empresa para mover dinero, ya sabes, "limpiarlo". Era bueno en eso, tenía contactos que lo hacían ver legítimo. Pero últimamente estaba retrasando las entregas. Y créanme, eso me metía en problemas con otras personas.
Intercambié una mirada con Klaus. Las piezas empezaban a encajar.
—¿Dónde estaba la noche en que Berger fue asesinado? —pregunté, observándolo con atención.
Beck se encogió de hombros.
—En el bar "Goldener Hirsch", en el centro. Pueden preguntar a cualquiera, estuve allí toda la noche. Llegué a las ocho y no me fui hasta el cierre.
Eso explicaría su fuerte hedor a alcohol , que se hacía mas fuerte cada vez que abría la boca
—Comprobaremos esa coartada —dije, mirándole duramente —. Pero si está mintiendo, volveremos por usted y no seremos tan pacientes con su comportamiento
Beck nos lanzó una sonrisa sarcástica.
—No estoy mintiendo. Y les diré algo: si Berger está muerto, no me sorprende. Ese tipo tenía muchos enemigos.
anote eso último que dijo en mi mente , Beck acababa de confirmar algo clave , y es el hecho de que Berger no era muy querido , eso nos dificultaba la investigación , ya que podría haber muchos posibles culpables , muchas personas con muchos motivos para matar a Berger .
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