Para Will todas eran, simplemente, una más. Las chicas que había conocido a lo largo de su vida habían sido incapaces de resistirse a él y a sus encantos. Aún seguía sin perdonar al género femenino, pero él solo aseguraba que estaba pasándolo bien. Sin ataduras. Y solo había una regla que respetaba: la suya propia.
Elsa apenas había tenido experiencia con el espécimen masculino, pero tampoco era algo que deseara con fervor. Ella solo quería estar tranquila y vivir su vida sin causar problemas a nadie. Para ella solo había una regla: no saltarse las reglas.
Eso es hasta que Will conoce a Elsa, o Elsa conoce a Will, tan impertinente como seguro y orgulloso. Ella, tan introvertida como risueña y un tanto seria.
Tal vez tenían tanto en común que solo era cuestión de tiempo que coincidieran. Pero esa es otra historia.
© Raquel Schreiber
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