No sabía si esto era una buena idea en absoluto, pero ya no podía arrepentirme. Ya estaba en casa de Kate esperando a que ella terminara de elegir un maldito bikini.
—¿No puedes ponerte uno cualquiera y ya? —le pregunté, ya cansada de esperar. Estaba tirada en su cama mientras ella estaba en el cuarto de baño y aproveché para informarle a mi madre de que iría a la piscina de un amigo de Kate. Sabía que no me haría mucho caso, pero al menos la mantenía informada.
—¿Eres tonta? —se asomó a su habitación, mirándome con una ceja arqueada—. No puedo simplemente ponerme uno cualquiera, como tú dices.
Rodando los ojos, me tumbé en la cama. Esto iría para largo.
A pesar de que no era una fiesta normal y simplemente estaríamos en la piscina, sabía que Kate se maquillaría incluso. La conocía como la palma de mi mano.
Casi estaba a punto de quedarme dormida, ya que seguía cansada de la noche anterior, y justo en ese momento escuché un portazo que me hizo dar un sobresalto.
—Ya nos podemos ir —anunció.
Cuando le eché un vistazo vi que estaba guapa como siempre. A veces la envidiaba porque me gustaría poner el mismo esfuerzo en arreglarme y estar presentable como lo ponía ella. Pero luego pensé en el montón de tiempo que tendría que dedicarle y se me quitaron las ganas.
El viaje se me hizo corto por todo lo que hablaba Kate. No paraba, pero no me quejaba. Era una parte de ella que me gustaba. Ella hablaba y yo escuchaba. De esa forma tenía la certeza de que no me preguntaría a mí nada.
Había un montón de gente cuando llegamos a pesar de que era bastante temprano. No eran siquiera las ocho de la tarde y ya había algunos pasados de cervezas o simplemente haciendo el tonto. Nada nuevo ni nada que fuera sorprendente.
—Sácate el palo del culo y sonríe un poco, Elsa, que no estamos en un funeral mujer —me dijo Kate lo suficientemente bajo como para que solo lo escuchara yo mientras que ella se arreglaba el atuendo. Rodé los ojos y la miré.
—¿Así está bien? —le dije para a continuación darle una sonrisa un tanto forzada.
—He dicho que te sacaras el palo del culo, no que te lo metieras más profundo —me contestó. Eso no pudo evitar hacer que me riera. Y ella se sorprendió porque las cejas casi se le juntan con el nacimiento del pelo.
—Justo así —añadió y no pude evitar ruborizarme. Tenía tendencia a sonrojarme en cualquier momento y por cualquier cosa que me dijeran, pero esa era otra historia.
Ella empezó a hablar con unas cuantas chicas y un par de chicos y yo aproveché para preguntarle si quería algo de beber. Nunca sabía qué hacer cuando Kate se encontraba con gente que conocía y yo no.
En ese momento tuve la suerte de tener una buena excusa.
La verdad era que no sabía cómo Kate podía aguantar casi dos días sin dormir cuando, a pesar de que yo había dormido, estaba hecha polvo.
También cabía la posibilidad de que yo no estuviera acostumbrada a tanto ajetreo como ella.
Fui a la mesa donde estaban todas las bebidas. Dentro de cubos con hielo había cervezas, botellas de licor y toda clase de bebidas alcohólicas. Me preguntaba si la persona que había organizado todo esto sería mayor de edad o simplemente estaba haciendo esto a escondidas de sus familiares. La última opción parecía la más viable.
A pesar de que Kate y yo éramos legalmente mayores de edad, la ley estipulaba que hasta los veintiuno no se permite la consumición de bebidas alcohólicas.
No era tan difícil cumplir con esa, al menos.
Aunque también podía ser que el chico fuese mayor que nosotras. Lo que me llevó a preguntarme si seríamos las más jóvenes aquí o habría alguien rozando los límites de la legalidad en ese sentido.
Sabía que estaba en medio y que habría gente queriendo pillar bebidas, pero lo que no me esperaba era un empujón bastante fuerte que casi me tiró encima de la mesa.
—¿Podrías mirar por donde vas? —dije casi a voces y con un tono muy cortante. Ni siquiera me molesté en mirar al culpable. Estaba más ocupada decidiendome por lo que quería beber yo. Sabía que Kate se conformaría con una cerveza bien fría y que estaría muy ocupada hablando como para notar mi ausencia.
—Espero que no huyas como esta mañana —escuché muy cerca de mí, y, no pudiendo evitar girarme de forma abrupta para encarar al payaso de turno, cuando me di cuenta de lo que había dicho me congelé. No podía ser verdad. ¿Por qué de entre todas las personas que había aquí tenía que ser yo la desafortunada?
Aunque ya era demasiado tarde y estaba viendo cómo se reía de mí. Yo me quedé simplemente mirando detrás de él y a todos lados para no tener que verle la cara. Me arrepentía de haberme dado la vuelta de esa manera pero ya no podía simplemente volverme otra vez. Ya era tarde.
—Pues es lo que toca —le contesté y, sin haber cogido nada para mí o Kate, me fui. No estaba de humor para nadie y sabía que venir a esto sería mala idea. Aquí estaba la prueba.
La encontré hablando con otros chicos distintos y sonrió al verme. Fruncí el ceño porque ya sabía lo que quería. Me iba a presentar a alguno de ellos.
—¡Elsa! Ven, mira —me dijo agarrándome del brazo—. Estos son Mike y su primo Ryan —me los presentó.
—Encantada —les dije dándoles una sonrisa tímida. Odiaba cuando Kate hacía esto, que venía a ser cada vez que salíamos.
La verdad era que Ryan era bastante guapo. Y no estaba mal. Pero tampoco quise ser muy descarada para que tampoco se hiciera la idea equivocada. Y en su lugar miré a Kate, que estaba hablando con Mike muy animada.
Sin previo aviso, me miró ella de vuelta y tiró del brazo del que me tenía sujeta y nos dimos la vuelta para ir a otro lado. Esto sólo lo hacía cuando quería contarme un chisme de alguien.
—Tía, Mike es guapísimo —empezó con voz chillona—. Es el chico con el que me fui ayer, a pesar de que fue un poco gilipollas al principio.
Yo me reí. Esta era la historia de siempre.
—Kate, siempre te fijas en los gilipollas —le dije directa. Era verdad. A ella le gustaban los chulos, los prepotentes. Era algo que no entendía. ¿Por qué le gustaban los chicos que solo sabían mentir y presumir?
Ell me frunció el ceño, medio enfadada.
—Puede ser, pero este no. Se ha portado genial conmigo y eso es algo completamente nuevo —contrarrestó.
Yo no tenía ganas de discutir esta clase de tonterías con ella cuando ambas sabíamos perfectamente cómo funcionaba esto. Así que le di la razón y la dejé que se autoconvenciera de eso. Al final del día, las dos sabíamos quién llevaba razón en estas cosas.
—¿Nos damos un baño? —preguntó, cambiando de tema. Yo le asentí y nos acercamos a las escaleras de la piscina, donde había unos cuantos gilipollas haciendo el tonto y salpicando agua.
Sabía cuánto le molestaba eso a Kate y que seguramente diría algo. Así que solo era cuestión de segundos cuando vería a la bomba explotar frente a mis narices.
—Oye, ¿podéis parar? ¿No os dais cuenta de que molestáis? —empezó, siendo educada. Casi siempre era así hasta que alguien le contestaba de malas formas y entonces ella se enfadaba.
—¿Una aguafiestas, chicos? —cuando quise enterarme de quién había dicho eso, ya era tarde y solo vi a Kate volando hacia la piscina. Vestida y todo. Yo me llevé las manos a la boca.
—Pero ¿de qué vas? —empezó a chillar ella cuando salió al agua dando manotazos, intentando ir hacia la escalera para salir, pero seguían los de antes ahí riéndose. Yo, en cambio, estaba callada. Sabía que si salía a defender a Kate, que no le hacía falta, seríamos las dos el hazmerreír de todos. Y no era cuestión de empeorar la situación. Ya había bastantes espectadores. Y solo era ella dando la función.
Los chicos de la escalera seguían en medio y no dejaban a Kate de salir, diciendo que eso le enseñaría a no criticar lo que hacían los demás, y cuando me di cuenta estaban a su lado haciéndole ahogadillas y salpicando agua en su dirección.
De repente, empezó todo el mundo a tirarse al agua, y aquello se estaba poniendo agobiante. Cada vez había más gente dentro y menos espacio para otros dentro de aquella piscina.
Yo, por suerte, seguía fuera.
Quería ir a ayudar a Kate, pero yo no era una gran nadadora y era consciente de que enfrentarme a aquel grupito no sería buena idea. Pero no encontraba otra alternativa. Así que me metí al agua y fui hacia ella para sacarla de allí.
Cuando estaba casi a punto de llegar a ella, noté que alguien se me echaba encima y me hundía una y otra vez. Hasta que eran tantos que no podía salir apenas para respirar. Me estaba poniendo mala. Era asfixiante y quería salir de allí, pero cuanto más lo intentaba, más me hundía.
Cada vez que salía a respirar tosía como si la vida me fuera en ello y daba manotazos al aire intentando agarrarme a algo o a alguien para salir, pero había mucho movimiento y nada seguro y yo cada vez podía pensar con menos claridad. Solo veía y respiraba agua.
Entonces cuando ya estaba haciéndome a la idea de que iba a morir ahogada, unas manos me agarraron de debajo de las axilas y me sacaron de aquel embrollo y por fin pude toser tranquila y sacar toda el agua intrusa de mi sistema.
Respiraba con dificultad y me dolía, pero cuando pude abrir los ojos y ya me había calmado un poco, pude ver quién me había sacado del agua: el chico del que huí.
—Gracias —dije casi sin aliento—, no podía salir de ahí —me expliqué.
Él me ofreció una sonrisa sincera y le salió el hoyuelo de la mejilla derecha que vi esta misma mañana. Seguía siendo igual de bonito. Me sacudí la cabeza para sacar esa última idea de mi cabeza y me decidí a tener cuidado. No quería hablar por accidente y soltar algo así.
—Me di cuenta, ¿sabes? Por eso te saqué de ahí —se explicó él. Asentí con la cabeza, dándome cuenta de que tal vez eso era obvio. Si no, no habría ido a por mí.
—¡Dios mío, Elsa! ¿Estás bien? —escuché a Kate venir toda apurada, con una cara de espanto como si hubiera visto un fantasma. Y no era para menos. Yo ya estaba segura de que moriría ahogada.
Ella me cogió la cara poniéndome las palmas de las manos en las mejillas y me miraba a los ojos preocupada, mientras yo intentaba asentir para hacerle saber que estaba bien. Pero me tenía tan apretada que me era casi imposible.
Le di un manotazo suave en sus manos para que me soltara y se tranquilizara, bastante nerviosa había estado yo ya como para que ahora lo estuviera ella.
—No me vuelvas a dar esos sustos, por favor —me pidió, como si lo hubiese hecho a propósito. Pero no la culpaba. Yo estaría igual que ella a la inversa.
—Estoy bien —le dije ya casi respirando normal—, este chico me ha salvado —añadí, mirándolo.
Él, por alguna razón, seguía allí. Mirándome fijamente.
—Soy Kate —se presentó ella—, su mejor amiga —explicó—. No sé si te lo habrá dicho, pero gracias —terminó, estrechandole la mano al muchacho.
Él apartó la mirada de mí, por fin, y la miró para después sonreírle.
—Will, y no hace falta, ya me ha dado ella las gracias —le respondió.
Bonito nombre, pensé. Sonaba bastante inglés como para ser de esta zona.
—Ya, bueno —interrumpí yo, intentando dejar de pensar en cosas que no tenían sentido—. Nos vamos —y me levanté. O lo intenté, porque me dio un mareo que me tuve que volver a sentar otra vez.
—De eso nada, señorita —se rio Will—. No tienes buena cara todavía.
Ya sabía yo que sería el típico gracioso y diría algo así. Pero eso no tenía nada que ver con estar bien o no. De todas formas, no le discutí.
—¿Os conocéis? —preguntó Kate. Ella nos miraba curiosa y entrecerró los ojos en mi dirección. Sospechaba algo y, a pesar de que no tenía ganas de dar explicaciones, no estaba lejos de la verdad.
—Bastante bien, ¿verdad, Elsa? —inquirió Will, primero mirando a Kate respondiendo a su pregunta y después mirándome divertido. Mi nombre sonaba bastante raro viniendo de su boca, a pesar de que no fue desagradable, sino... extraño. Tenía un acento que no era de esta parte del país. Probablemente del norte—. La noche nos fue muy entretenida, ¿eh?
Miré de reojo a Kate, viendo su cara de incredulidad, sabiendo que estaría intentando atar cabos. Odiaba que Kate me analizara de esta manera, pero la conocía y estaba a punto de decir algo.
—No entiendo —habló ella, señalándome con su dedo índice para después señalar a Will e ir señalandonos de forma intermitente—. Este no es el chico con el que te fuiste anoche.
Ahora era mi turno de estar perpleja.
—¿Qué? —le pregunté más alto de lo que me hubiera gustado. Entonces carraspeé y hablé más bajo esta vez—. ¿Qué dices?
—Eso —se encogió ella de hombros—, que no es el tío con el que yo te vi salir.
Entonces aparté la mirada lentamente de Kate para preguntarle esta vez a Mr. Secuestrador, que estaba muy silencioso.
—¿Tú no dices nada? —le solté. No quería ser tan bruta, pero la situación lo requería.
Odiaba esto. Detestaba no poder recordar nada de la noche anterior y me causaba repulsión el hecho de no saber qué había hecho ni con quién. No podía estar segura de nada ya.
—A ver, calmémonos —intentó relajar el ambiente Kate—, tiene que haber una explicación lógica para... esto.
Yo gemí y miré al cielo. ¿Por qué tenía que tener tanta mala suerte?335Please respect copyright.PENANAYfskkodyNf