Kate y yo nos enfrascamos en una discusión, por así decirlo, sobre cómo era posible que me viera salir con un chico distinto la noche anterior. Todo había pasado a ser un caos y un drama innecesario, pero estaba, otra vez, en la casilla de salida sin entender nada. Estaba confusa.
—Si me dejáis hablar, a lo mejor puedo explicar qué pasó —nos interrumpió Will, que estaba muy entretenido viendo cómo Kate y yo entrábamos en pánico. Ella porque quería saber qué pasó y pensaba que yo le estaba ocultando cosas y yo porque mi vida era mucho mejor cuando sabía qué había hecho en cada momento y con quién.
—No sé si me va a gustar lo que vas a decir —musité.
—Deja de ser tan quejica, Elsa, deja al muchacho hablar —me reprendió Kate y me dio una mirada de las suyas.
Will se reclinó en su asiento, mirándonos y sonriendo. De repente me entraron unas ganas horribles de quitarle la sonrisa de la cara de una bofetada. Pero me contuve. Inspiré y esperé a que hablara.
—Es verdad que ayer tu amiga salió con un chico del club que no era yo —empezó por fin, pero a la vez dudaba de sus palabras. Yo solo recordaba hasta la parte en la que él me quiso besar y yo le rechacé y hablaba con Kate. Después era todo blanco hasta que me desperté con él en su cama—. Pero después me viste y viniste hacia mí otra vez. Al parecer cambiaste de idea. Mencionaste algo de babosos y no parabas de decir "amigas antes que tíos" —se empezó a reír cuando terminó de contar mis desventuras.
Me sentí morir de la vergüenza. Me tapé la cara con la toalla que todavía tenía envuelta a mi alrededor y suspiré. Todo esto era tan injusto.
Miré de reojo a Kate y estaba mirándome con el ceño aún fruncido.
—Entonces —habló ella—, ¿cómo me explicas que ella acabara en tu cama? —le preguntó a Will. Él se encogió de hombros.
—Ella me insistió para que la llevara a mi casa —me miró, como si esperase que yo dijera algo. Pero en ese momento estaba tan avergonzada que no quería ni abrir la boca. No recordaba nada de eso, ni siquiera me imaginaba haciendo algo así. ¿Qué me pasó?
—¿Y no paraste a pensar en que estaba muy borracha? ¿O es que les haces eso a todas las chicas para tener una oportunidad con ellas? —le recriminó Kate. Yo me sorprendí por la dirección que tomaban sus pensamientos. Pero llevaba razón. Si habíamos hecho algo eso significaba que se aprovechó de mí.
Will se defendió.
—Frena el carro, guapa —empezó, irguiéndose en su asiento y apoyó los codos en sus rodillas, mirándonos fijamente. Yo estaba asomada por la toalla, que todavía tapaba parte de mi cara, expectante al cruce de palabras—. Yo le ofrecí la cama del cuarto de invitados, pero ella se puso en plan cansina a decir que dormiría conmigo sí o sí. Además —añadió antes de que le volviera a interrumpir Kate—, ella solita fue la que se quitó la ropa y vino hasta mi habitación.
Ahí Kate abrió los ojos como platos y se giró a verme. Yo, sin embargo, estaba sin palabras. Hasta que me acordé de lo que me dijo esa misma mañana.
—¿Y por qué me dijiste que grité? —pregunté yo, dudosa.
Él bufó.
—Después de que te metieras en mi cama, te pasaste media noche dando vueltas hasta que te levantaste y te pusiste a cantar a gritos —explicó. Yo, para ese momento, ya le estaba pidiendo a la tierra que me tragase y me escupiera en la otra punta del planeta—. Por suerte para mí no había nadie en casa y me ahorré muchas explicaciones —terminó.
En ese sentido me sentí aliviada. El hecho de que no nos viera nadie de su familia o ninguno de sus amigos. No sabía nada de él, pero eso que hizo decía mucho de él. Y lo que yo hice, por desgracia, dijo muchísimo de mí negativamente.
Kate se empezó a reír, pero yo no le encontraba nada gracioso al asunto.
—¿Te das cuenta? —empezó a decir entre risas tirando de mi toalla para verme la cara—. La película que nos habíamos montado y ni siquiera se parece a la realidad.
—Yo no le veo la gracia, Kate —le respondí. Seguro que estaba como un tomate de roja. Esto era vergonzoso, bochornoso. Me quería ir de allí, pero sabía tan bien como todos que eso no haría que lo que había hecho se esfumara. Si no hubiera sido por Will, tal vez habría despertado con otro chico que sí se hubiera aprovechado de mí. En ese sentido estaba agradecida.
—Lo siento muchísimo —empecé diciéndole a Will, intentando no tartamudear o ponerme a llorar allí mismo—. No sé cómo agradecerte que hicieras eso por mí —intenté seguir, pero él me interrumpió.
—Oye, sin rencores —me dio una sonrisa sincera—. La fiesta es de mi amigo, así que quedaros y olvidaos de todo. No fue nada —se levantó de la silla y empezó a mirar a todos lados, tal vez buscando a su amigo para presentarnos.
Yo suspiré. Al menos no me había echado en cara lo que había hecho ni me pidió nada a cambio. Me aparté la toalla de la cara y miré a Kate, que estaba mirando a Will, que pareció encontrar a su amigo. Empezó a sacudir la mano en el aire para llamar su atención.
—¡Mike! Ven —dio una voz.
—Oye tío, no hacía falta, anoche conocí a una chica y ha venido... —esa voz nos resultó a Kate y a mí bastante familiar. Cuando nos dimos la vuelta vimos, en efecto, que se trataba del chico con el que Kate se fue anoche. Él no nos había visto todavía porque Will nos tapaba.
—¿Mike? —dijo Kate levantándose también, interrumpiendo la animada conversación que ellos dos tenían. Mike pareció sorprendido y le dio una sonrisa a Kate, que se le acercó y Mike le dio un beso corto en los labios. Parecían un par de tortolitos.
—¿Os conocéis? —Will preguntó sorprendido.
—Ella es la chica que te acabo de decir, tío —le contestó Mike riéndose, poniendo un brazo sobre los hombros de Kate, y entonces me vio al levantarme. No iba a ser yo la única maleducada sentada.
—Hola, Elsa —me saludó Mike. Yo le ofrecí una sonrisa tras devolverle el saludo.
—¿También os conocéis? —Will se giró a verme y nos señaló con el dedo.
—Lo he conocido al llegar, antes de todo este... embrollo —le respondí.
El día estaba lleno de sorpresas. Para todos, al parecer.
La tarde se nos fue hablando, aunque no lo decía por mí. Yo solo me dediqué a escuchar a Kate, Mike y Will, que intercambiaban anécdotas y relatos. De vez en cuando me reía, pero apenas dije cuatro cosas. Aún estaba asimilando lo que realmente había pasado la noche anterior y no pude evitar preguntarme qué me pasó para que yo me comportara así. Sabía que el alcohol me desinhibía, pero no hasta tal punto de hacer semejantes cosas.
Los demás que habían venido se iban poco a poco, despidiéndose de Mike y Will y diciéndoles lo genial que había sido todo. Así hasta que solo quedamos nosotros cuatro y estaba anocheciendo.
—Oye, ¿por qué no os quedáis a cenar y después salimos un rato? —sugirió Mike cuando Will se ausentó, mirando a Kate. Ella se animó enseguida y los dos me miraron. Yo me mordí el labio inferior porque me sabía realmente mal decir que no, y Kate ya me estaba mirando con su famosa cara de cachorrito. Mike me guiñó un ojo y entonces dejé caer los hombros.
—Está bien —acepté, rodando los ojos.
Entonces llegó Will sonriente. Yo lo miré fijamente mesmerizada y cuando noté que Kate me miraba, me sonrojé y agaché la cabeza. Estaba segura de que sacaría suposiciones.
—¿Qué es este alboroto? —preguntó, sin darse cuenta de lo que acababa de pasar.
—Nada, que les he dicho a Kate y Elsa que podrían quedarse a cenar y que luego si nos apetece podríamos salir.
Will asintió.
—Me parece buena idea —dijo él.
Internamente estaba contenta por haber aceptado la oferta, a pesar de que físicamente estaba muy cansada y quería algo de paz y tranquilidad. No sabía por qué, pero confiaba en ellos dos. Y Kate también. El hecho de que las circunstancias al conocernos no habían sido muy normales, no cambiaba el hecho de que pudiéramos contar con ellos como quien cuenta con otros amigos más cercanos. Aunque Kate y Mike entraban en la categoría de amigos con derechos entre ellos.
—Aunque esta noche nada de beber, ¿verdad, Elsa? —comentó Kate. Yo me sonrojé como respuesta haciéndonos reír a los cuatro. Ella me agarró la mano y me dio un suave apretón, signo de que no lo hacía con maldad.
Levanté la mirada solo para encontrar que Will me miraba y aparté la mirada de él para centrarme en Kate y Mike, que de repente se habían puesto muy cariñosos. Decidí que lo mejor sería mirarme los pies, hasta que Will carraspeó.
—¿Y si preparamos la cena?
Por suerte no había que recoger muchas cosas ya que la gente había sido medio civilizada, exceptuando la parte de la piscina en la que casi me ahogaban. Nos levantamos los cuatro y nos repartimos para limpiar las cuatro cosillas que había tiradas por el suelo y la piscina. Al parecer los padres de Mike se habían ido el fin de semana y no tendríamos que preocuparnos de que volvieran en cualquier momento. Aun así, parecía un chico responsable. No me había dado cuenta de que Will y Mike se habían ido dentro de la casa hasta que Kate vino a paso ligero hasta llegar a mí, tirando de mi brazo.
—Tía, ¿no es esto genial? O sea, mira qué casualidad que Mike y Will son amigos. ¡Por fin podremos tener una cita doble! Siempre he soñado con eso, ¿tú no? —Cuando Kate empezaba a parlotear, le temía. Tal vez se estaba haciendo más ilusiones de las debidas. Y además, ella nunca solía ser así.
—¿Desde cuándo vas tu a citas? —le pregunté, interrumpiendo su monólogo. Ella era normalmente la que siempre les decía a los chicos que no quería más que un lío de una noche. Me sorprendió ese cambio repentino. Y también empecé a sospechar que algo tramaba.
—Desde hoy, ¿algún problema? —me replicó ella.
Yo negué con la cabeza, pero quería insistirle.
—Pero nada, por favor, Elsa, déjame disfrutar de esto —me rogó—. Además, seguro que te lo pasas bien, y si luego te arrepientes, pues nos iremos y ya está. ¿Vale? —me intentó convencer aún más de que esto era un buen plan. Y no lo era en absoluto.
Al final resoplé y le asentí. Sabía que no me lo pasaría mal, pero lo que temía eran los silencios incómodos. Nunca salía nada bueno de ahí.
—Además, sé que te gusta Will —añadió ella mirando detrás de mí y, dándome un guiño, se fue a otro sitio a terminar de limpiar.
Yo boqueaba como un pez fuera del agua tras sus palabras. Me giré y vi que estaba todavía cerca de mí.
—¡Eso no es verdad! —le dije, algo ofendida. Solo me gustaba físicamente, y eso no tenía nada que ver con que quisiera ir a una cita con él. Eso ni siquiera significaba que algún día podríamos ser algo más. Además, cabía la posibilidad de que solo fuera por mi parte. Y entonces no habría nada que hacer.
Deseché esos pensamientos en el mismo instante en el que me di cuenta de que estaba cayendo en los juegos de Kate. Sabía que ella quería juntarme con él, pero no la dejaría. Tampoco quería. No necesitaba a ningún chico.
—Después iremos a casa a vestirnos, así que ya hablaremos de eso —me respondió Kate antes de entrar en la casa.
Suspiré y miré la basura entre mis manos, negando con la cabeza. No veía la hora de que se terminara todo esto y no tuviera que aguantar esto más. Sabía que la historia de Mike y Kate duraría. ¿Cuánto? No lo tenía muy claro. Eso dependía totalmente de ella, porque el chico ya estaba jodido.340Please respect copyright.PENANAVx87RnRqv8