Poco sabía yo que lo peor estaba por venir.
No sabía desde cuándo la justicia tenía esa eficacia en cuanto a celebrar juicios. En cuestión de un par de semanas, en las que los entrenamientos con Ryder habían sido bastante monótonos, había recibido la carta de «invitación» a los tribunales.
Miré a mi alrededor, donde sentados en los bancos de los juzgados, había gente que juraría no conocer. Así que supuse que serían meros curiosos que se preguntaban qué habría pasado en aquella minúscula ciudad que requería la intervención de autoridades.
Había un hombre que parecía un simple observador, un curioso más entre aquellos. Pero algo en él me resultaba familiar. No estaba segura, porque podría estar confundiéndole con otra persona.
Sacándome de mis pensamientos, vi a Lauren y Megan apoyándome desde la primera fila de bancos que había justo detrás de mí. Ryder no estaba, es más, ni sabía nada del asunto.
El abogado que Lauren había encontrado gracias a los contactos de su padre aún no había llegado, y yo ya estaba nerviosa. Sabía perfectamente que todos los papeles estaban en orden y que las escrituras del gimnasio eran legalmente mías.
No entendía quién era ese tal Markus Strike y qué quería de mí. Miré hacia el lado donde él estaba hablando con su abogado. Había algo en él que me daba muy mala espina.
Volví a dirigir la mirada hacia donde estaba el hombre que vi antes, ese que me recordaba tanto a alguien. ¿Quién podría ser? No creía que fuese...
—Discúlpeme por llegar tarde —era el abogado, que estaba sentándose a mi lado, mientras dejaba su maletín encima de la mesa—. He tenido un caso en las afueras de la ciudad que se ha extendido más de lo necesario.
—No se preocupe —le dije—. ¿Revisó todo lo que Lauren le mandó? —le pregunté angustiada por su respuesta. ¿Y si Megan se había confundido y realmente las escrituras del local le pertenecían a aquel tipo? Casi mordiéndome las uñas, esperé a que me respondiera.
—Sí, y no hay nada fuera de lugar. No entiendo por qué ese hombre querría reclamar algo que le pertenece a usted.
Su respuesta me tranquilizó, pero sabía que no podía confiar tan ciegamente. Aquel abogado pareció tan seguro, frío y calculador cuando se presentó en mi gimnasio que por un momento dudé de la credibilidad de las palabras de Megan. Así de bueno era. O tal vez era yo, que era una débil.
El caso era que no podía confiar en que no hubieran sobornado de alguna manera al juez, o que fuese tan influyente que pudiese tener poder sobre él, incluso.
En esos momentos deseé estar en el gimnasio, o en la tranquilidad de mi apartamento. No aquí en este banco tan duro que me estaba aplastando el culo.
Suspiré cuando vi aparecer al juez por la puerta y toda la sala se levantó, sentándonos todos cuando él lo hizo.
—Empecemos con el caso de la señorita Moore y el señor Strike.
—¿Una semana para la sentencia? ¿Por qué hay que esperar tanto? —le pregunté al abogado cuando estaba recogiendo sus cosas, ya que el juez había abandonado la sala el primero.
—Eso, ¿por qué tanto tiempo? —preguntó entonces Lauren, que venía acompañada de Megan.
El abogado parecía exasperado. Y con prisa.
—No lo sé. A veces el juez tiene todo claro, en otras ocasiones simplemente necesita leer y releer todas las pruebas de ambos lados antes de dar su veredicto —suspiró, tras cerrar su maletín—. Sinceramente, no sé qué clase de pruebas le han entregado ellos, pero nuestros papeles son oficiales y creo que el juez valorará eso mucho más que simples copias.
— Pero ¿cómo es eso posible? No pueden tener nada, porque ellos nunca han sido propietarios de aquello. Al menos que yo sepa, claro —mi voz se debilitó casi al final de la frase.
—Mira, no te preocupes —habló Megan de repente esta vez—, si de verdad tienen algo eso ya nos lo dirá el juez. Supongo que verifican que los documentos no son falsos, ¿verdad? —miró al abogado en cuanto formuló la pregunta. Yo también lo miré. Lo que decía Megan tenía sentido. Supongo que el juez sabría detectar si algún papel no era muy fiable y se encargaría de verificarlos.
Aparentemente me relajé por las palabras del abogado y las de Megan, pero tampoco me quería confiar demasiado. Él revisó que no le faltaba nada, y, mientras, yo seguía allí sentada. Entonces revisó su reloj de muñeca un par de veces.
—Disculpadme. Tengo otro caso en otro estado y no quiero llegar tarde —dijo antes de irse.
Entonces Megan y Lauren estuvieron encima de mí en cuestión de segundos.
—Rebecca, no te preocupes —empezó Lauren—. Este abogado ha ganado casos imposibles, ya verás que todo va bien. Además, la influencia de mi padre y ese hombre te ayudarán, ya verás.
Ahora fue el turno de Megan.
—¿Por qué no salimos hoy y nos olvidamos de este asunto? Ya verás que bien te encuentras después de un paseo y un helado de chocolate.
—¿Chocolate? —intervino Lauren, alarmada— ni de broma. Estoy comiendo sano y no pienso dejar que me arruines la semana con un helado de chocolate.
—Vamos, Lauren, no seas tonta —interrumpió Megan, empezando una pequeña discusión entre ellas que me dejaba tiempo para pensar con claridad en lo que estaba pasando.
No supe cuánto tiempo exacto pasó desde que el abogado se había ido y la sala estaba casi vacía, pero yo ya tenía ganas de salir de allí, y había una mujer limpiando que no tardaría en pedirnos que nos fuéramos.
—Será mejor que nos vayamos —las interrumpí de su efusiva discusión por las calorías y la cantidad de azúcar que tenía un helado de chocolate.
Se callaron de inmediato y me siguieron, pero no me di cuenta de que habían ido al servicio y yo seguí andando, hasta que llegué a la puerta principal. En un principio no los vi, pero allí estaban el tal Markus Strike, con aquella cicatriz que tan mala vibra me daba, y su abogado. Ambos hablando en lo que parecía una charla amena, pero sus rostros serios decían todo lo contrario.
Mirando a otro lado, me abracé a mí misma, intentando despejarme mientras dejaba que la suave brisa me diera en la cara. Era refrescante y conseguí dejar la mente en blanco por unos momentos. Eso, hasta que escuché unos pasos cerca.
—Ya estabais tardando mucho —me giré y me callé de momento. No eran Lauren y Megan, era Markus. Y parecía divertirle la situación. Creí palidecer el momento en que le vi.
—Al fin te pillo a solas —dijo.
No podía ni hablar, el cuerpo se me había quedado petrificado en el sitio. ¿Qué quería este tío de mí? ¿Y cómo me conocía? Dudaba que fuese por mi padre, él podría ser perfectamente veinte o veinticinco años mayor que él. No tenía sentido.
Miré hacia la puerta principal un par de veces, intentando divisar con la mirada a Megan y a Lauren. Pero no las veía por ningún lado.
Mi nerviosismo parecía divertirle, sin embargo.
—No te molesto más, pero, dile a Ryder que su viejo amigo Markus le envía saludos —añadió muy sonriente, antes de darse la vuelta y dirigirse hacia donde su abogado le estaba esperando para irse.
Cuando salieron Lauren y Megan a los pocos minutos, ya se habían ido. Y yo no dije ni una sola palabra de lo que había ocurrido. Y seguía sin saber quién era el hombre que había visto en los bancos de los juzgados, aquel que tan familiar me era.262Please respect copyright.PENANAnTpHQSuVFs