Lo último que habría esperado encontrarme era a Ryder hablando con Markus Strike en la misma puerta de mi gimnasio a las siete de la mañana. No quería ser cotilla pero tampoco pude resistirme a escuchar.
—Tú y yo no tenemos más negocio del que hablar, Markus.
—Esto no se queda aquí, Larken.
¿De qué iba todo esto? ¿Y por qué tenía el presentimiento de que estaba en medio de todo el lío? Y ya no pude oír más, porque mi torpeza era superior.
—¿No te han dicho nunca que escuchar conversaciones ajenas es de mala educación? —y Ryder me había pillado.
—No voy a pedir disculpas porque por tu culpa me encuentro en la mierda de situación en la que estoy. Ahora, si me disculpas, tengo cosas que hacer —me puse a la defensiva. Yo no pedía perdón a gente que venía a joderme la vida.
Ryder me agarró del brazo, y no sabría decir si eran por los nervios, el enfado o toda la situación, pero me dejó un resquemor en donde me había tocado, como si su tacto siguiera ahí.
—No es lo que parece, Becca.
Becca. Eso sólo me lo llamaba Lauren.
—No sé por qué —me bufé— pero siempre que decís "no es lo que parece" es justamente lo que parece. ¿Por qué no dejas a los demás fuera de tu mierda, empezando por mí?
Sin darle tiempo a que me respondiera, pegué un tirón del brazo, haciendo que me soltara.
Entré al gimnasio enfadada y acalorada. No sabía qué me estaba haciendo Ryder, pero no me gustaba. Yo sólo quería dedicarme a lo que me gusta y que me dejaran en paz. Nada de problemas.
No volví a ver a Ryder en todo el día, por lo que me quedé sin entrenar. Aunque tampoco me quedé sin hacer nada, estuve un rato con el saco de arena y ayudé a Megan con el papeleo. Las dos estábamos más calladas de lo normal.
—¿Seguro que estás bien? —rompió el hielo Megan cuando eran casi las ocho de la tarde.
Suspirando, intenté relajarme. No tenía por qué pagar mi enfado con ella. No se lo merecía cuando se había portado más que bien conmigo.
—Sí, lo siento. Es... toda esta situación, que puede conmigo —le confesé.
—Te entiendo, corazón —suspiró Megan. Después la vi levantar la cabeza muy animada, dando una palmada—. ¿Qué te parece si tú, Lauren y yo salimos esta noche y nos ponemos al día?
Al principio dudé, pero después de planteármelo seriamente no lo vi como una tontería. Es más, incluso me podría ser útil para distraerme y, quién sabe, hasta me lo podía pasar bien. Así que, entusiasmada, le dije que sí.
—Pues entonces está todo dicho —Megan sonreía como hacía días que no la veía sonreír—, sólo me queda avisar a Lauren de que hoy es noche de chicas.
Y sin darme tiempo a contestarle, se fue al despacho a llamar a Lauren. Yo mientras me quedé cerrando el gimnasio y apagando luces. Tenía suerte que no tenía muchos focos y la factura no era muy cara, porque entrenar a oscuras no era algo que me hiciera mucha gracia y dudaba que fuese útil o práctico.
Tintineaba las llaves del local en mis dedos, mientras tarareaba alguna canción pegadiza que no dejaba mi cabeza, sin darme cuenta de que no estaba sola. Hasta que escuché una risa.
Quedándome callada y dejando de balancear las llaves en mi dedo, me giré lentamente sólo para ver a Ryder con los brazos cruzados sobre su pecho y mirándome con su ceja arqueada. ¿Qué era lo que le hacía tanta gracia?
No le hizo falta que formulase la pregunta en voz alta, él solito me respondió.
—¿Sabes la hora que es? —inquirió.
—Perfectamente —le respondí secamente antes de volverme a girar hacia la puerta de entrada del gimnasio. ¿Qué le tomaba tanto tiempo a Megan para salir? Habíamos quedado en que sólo tenía que organizar un poco el papeleo y coger sus cosas.
—¿Planes para esta noche? —Y Ryder no desistía.
Resoplando, me volví a dar la vuelta para enfrentarlo.
—¿Tienes algún problema? —le estampé. Él era mi entrenador no mi asistente personal, hasta donde yo sabía.
—Sólo espero que no te escaquees mañana del entrenamiento y que cumplas —dijo serio antes de darse la vuelta y entrar al edificio donde vivíamos. No me había dado cuenta hasta entonces, pero iba sudado, como si viniera de correr. Unos pantalones cortos blancos, que le estaba bastante apretadita, era todo lo que llevaba.
—¿Nos vamos? —preguntó Megan detrás de mí de repente. No me esperaba que apareciera justo en ese momento, cuando estaba dándole un repaso a Ryder de arriba a abajo.
Ella pareció darse cuenta de porqué me sobresalté y me guiñó un ojo. También podía ser que tuviera las mejillas sonrosadas. O un poco de las dos.
Internamente, le agradecí enormemente que no hiciera ningún comentario sobre la situación tan embarazosa mientras en silencio cerraba la puerta e íbamos a casa. Siendo sincera, tenía bastantes ganas de ver qué pasaba esta noche. Hacía tiempo que no me permitía pasármelo bien, y ahora me estaba dando cuenta.
En cuando llegamos al bloque de edificios, ya podíamos escuchar a Lauren de hablar a voces, como era normal en ella, y me pregunté por unos instantes si estaba hablando con alguien por teléfono. Entonces, escuché una risotada muy masculina que me era bastante familiar, hasta que confirmé mis sospechas al ver la escena.
Ryder estaba apoyado en el perfil de la puerta del apartamento de Lauren, con una sonrisa que nunca me había ofrecido y, sin querer, me molestó. En cuando Lauren se dio cuenta de nuestra presencia, se apartó de Ryder para venir a por mí.
—Hey Becca, le estaba contando a Ryder los planes que tenemos para esta noche, y le he preguntado si le apetecería venir —me explicaba Lauren mientras yo la miraba con el ceño fruncido. Seguía algo molesta porque Ryder le estuviera sonriendo a ella así. ¿Qué había sido tan gracioso que le había hecho de reír?
Al parecer, no sólo hice la pregunta en mi mente.
—Se ha reído porque no se creía que tu fueras a salir. Según él tienes un palo metido por el culo que no te deja relajarte.
¿Así que eso pensaba de mi ese mequetrefe? ¿Y él qué sabía para hablar así de mí? Me tomaba muy en serio lo que hacía, pero no tenía ni idea de cómo era en realidad. Y estaba más que dispuesta a demostrarlo, aunque no tuviera razones para hacerlo.
—Pues para tu información, sociabilizo mucho cuando salgo —le respondí con una agresividad nada propia en mí mientras metía la llave en la cerradura de mi puerta. Lauren y Megan estaban perplejas y Ryder parecía muy divertido por la situación.
—Ya, claro —bufó él, burlándose de mis palabras.
Mi única respuesta fue el portazo que di al cerrar la puerta de mi apartamento.
Soltando el bolso del gimnasio en el suelo, me atreví a mirar por la mirilla de la puerta para ver si Ryder se había marchado ya a su apartamento o seguía hablando con Lauren. Megan no estaba porque tenía entendido que se mudó con Lauren hasta que encontrara un piso para ella sola, pero Lauren y Ryder seguían hablando, esta vez sin risotadas ni voces.
Por alguna extraña razón, me molestaba bastante que Lauren y Ryder congeniaran tan bien. Había una química entre los dos que no entendía y la atracción que había entre nosotros, a pesar de ser palpable, me confundía y me volvía loca, haciéndome dudar y flaquear en cuanto se acercaba lo más mínimo. Me hacía perder el control y eso, bajo mi punto de vista, no era nada bueno.
Enfadada, me di la vuelta, porque mi lado masoquista quería seguir mirando hasta que alguno de los dos decidiera poner fin a la tertulia tan entretenida que parecían mantener, pero la poca cordura que me quedaba me rogaba que siguiera adelante y que no echara a perder mi amistad con Lauren ni mi futuro por un chico de aspecto angelical.258Please respect copyright.PENANAuBYtVZtYvU