Perder ese ritmo de estudio con el que vienes después del colegio, la prepa y la universidad es terrible. Regresar a eso después de sólo trabajar es una de las cosas más difíciles y extenuantes que he vivido. Volver a las aulas, volver a la locura, al corre corre a trasnochar para cumplir... volver conocerme y conocer personas nuevas que llegan a tu vida a llenarla de luz.
Allí me encontré con Eli y Ana, dos mujeres increíblemente inteligentes e interesantes, que aun con puntos de opinión diferentes a los míos, se sentaban a debatir y construir sin sentirse atacadas. Un don que en pocas personas encuentro porque ahora con la polarización, gracias a las redes sociales, todos andan en un afán de llevar todo a los extremos.
Las tres éramos mujeres maduras con la vida organizada, casadas y con carreras establecidas. Preferíamos mucho más una tertulia en un buen café que salir de rumba con las otras chicas. Esperen, borren esa imagen de la cabeza, creo que estoy haciendo ver las cosas como si fuéramos unas viejitas de esas inglesas de alta alcurnia con el pelo blanco y poses acartonadas que se sientan a tomar el té, pero no, juntas éramos dinamita, risa y locura. Charlábamos muy pesado, pasadas de la raya diría yo, pero algo hacía que ninguna se enojara, sabíamos que era un escape, una diversión, un desestres y lo que menos cabía en nuestro espacio sagrado era la mala onda.
En poco tiempo nos convertimos en muy buenas amigas y hasta consejeras en todos los ámbitos de nuestras vidas. Llegábamos a tocar temas demasiado íntimos, sobre nuestras vidas de pareja, pasando por recomendar juguetes sexuales y hasta trucos de cama con lujo de detalles.
Ana, psicóloga de profesión y un relax total. Se aburrió de trabajar en las clínicas y montó su propio consultorio terapéutico combinado con sesiones de yoga. Siempre la ves con sus vestiditos medio hippie de tela ligera y flores proyectando esa aura de paz y armonía con el universo. Lleva accesorios tejidos por alguna cultura ancestral que ha visitado en sus viajes por el mundo y nunca le falta un colgante en el cuello con alguna piedra diferente que la "ayuda a canalizar energías". Es bajita, delgada y su cara pulida, siempre exhibe una sonrisa y una mirada que transmite paz gracias a esos ojos miel que te cautivan. Prácticamente es como tener un Golden Retriever como amiga, es buena onda y le cae bien a todxs.
Eli comunicadora social de profesión era todo lo contrario. La algarabía y el descontrol siempre partían de ella. Es de las que se paran a bailar sola cada que escuchaba una buena canción. Es expresiva y colorida hasta en su forma de vestir, no teme llevar tacones altísimos y faldas que exhiban sus hermosas piernas. No hace falta presentarla, ella lo hace sin timidez mostrando su exuberante confianza. Es coqueta por naturaleza, le encanta llevar el cabello rizado suelto, hace visitas constantes a la peluquería para mantener su tono rojo encendido, sobre todo, porque odia las canas. Sus escotes son profundos y dignos de una excursión alpinismo pero los sabe lucir sin llegar a ser vulgar.
Yo soy Sarah, pero casi todo el mundo pronuncia mal mi nombre, me llaman Sara sin la h porque es muda. Soy el polo a tierra de estas dos mujeres opuestas y como dicen ellas: la sensata, la que hace las preguntas difíciles de la vida, la nerd, la que de queda después de clase hablando con lxs profes para escurrir hasta la última gota de conocimiento a mi favor, como buena economista. No me gusta llamar demasiado la atención y por eso mis pintas son de lo más normal, nunca me ha interesado ser una mujer de revista y no me interesa serlo. Me encanta la ropa cómoda, los deportes extremos y hacer ejercicio, no para verme bonita, flaca o sexy, sino para nutrir la mente y mantenerme en forma.
No me creo una mujer atractiva, aunque Eli me dice todo lo contrario, sobre todo alaba y envidia mi trasero duro y paradito al que cada que puede le da una buena palmada "amistosa". Insiste en que si me dejara asesorar por ella, cambiaría todo el guardarropa y me botaría los lentes de marco grueso para demostrar que debajo de toda esa cara de nerd misteriosa hay una mujer aún más hermosa que ella.
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