Los manes con los que me mantenía antes, ni me daban la hora, a muchos de ellos no les gustaba mi cambio extremo. Así que empecé a ir a lugares diferentes y conocer nuevas personas, sobre todo para intercambiar música, porque al menos con mi transformación encontré en el Metal el tipo de música y letras que realmente me movían desde adentro.
Salía con varios "metaleros" de la universidad y empecé a conocer otros lugares diferentes. Los típicos parches en las estaciones del metro o los toques underground en casas de barrios donde no importaba no tener edad legal para entrar como en los bares.
Ser mujer en medio de todo ese combo de manes tenía sus ventajas y nunca pagaba un peso por nada, menos porque eran pocas las mujeres femeninas dentro del parche, así que pretendientes no me sobraban.
Nunca he sido de las que les gusté beber mucho, afortunadamente mi papá me enseño desde muy joven a saber cuándo y dónde beber para no meterme en problemas. Así que era algo que por lo general rechazaba, al igual que otro tipo drogas y pepas que llegaban por montón sin siquiera pedirlas, iban directo a mi bolso para no rechazarlas y ser la tratada como la "sana" del parche, pero que en cada ida al baño terminaban yéndose por el inodoro.
Para mí no había nada mejor que cuando me invitaban a los ensayos de las bandas, ah ese parche es único la real esencia de los músicos. De alguna forma me gané la fama de buena fotógrafa y gracias a eso hasta me ganaba espacios exclusivos para entrar a los toques.
Una nueva vida que me hacía sentir como en la gloría, rebelde y enérgica... pero que también venía acompañada de un lado oscuro.
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