Yo estaba mirando al suelo tratando de que no viera las lágrimas que se me salían y justo mientras veo una gotera caer a la tierra... veo unas botas platineras negras frente a nosotros y unas patas blancas y peludas.
Cuando levantó la cara veo a un Husky enorme gruñendo, pelando los dientes y mirándolo fijo a los ojos como si se lo fuera a comer vivo.
- ¿Que pasó gonorrea? --tragó saliva--
- ¡La nena viene conmigo! ¡Solta esa mierda!
- ¿Qué cosa? ¿Si, no tengo nada?
- No te lo repito --tronó sus dedos y el perro se le acercó peligrosamente a la cara--
- Ah, pero relax --sacando la mano al frente-- que estábamos charlando --bajando su mano al piso lentamente-- ¿si o que mi amor?
Yo instintivamente me alejo de una a un lado para guardar distancia. De una veo como apoya su bota en la mano descargándole todo el peso de su cuerpo para que la suelte y el perro a escasos centímetros, le deja la marca de los colmillos en la cara.
Le pegó un rodillazo en la cara que lo hizo caer de para atrás, sin soltarle la mano del suelo. Yo me levanté de inmediato para que no me fuera a caer encima y el perro de una ir directo a su cuello sin morderlo, solo asegurando su presa.
- Ya parcero, relax, que no paso nada
Le estrujó la mano con el talón y el man trato de gritar, pero al moverse el perro apretó sus dientes y prefirió quedarse cayado.
- Ya parcero, perdóneme, yo me abro, pero dígale al perro que me suelte
Tronó sus dedos y el perro de inmediato se hizo a su lado sin dejar a un lado su pose amenazante, sus colmillos al aire y la mirada asesina. Levantó su pie para liberarlo y le señalo morro abajo.
- Perdete gonorrea, que si te vuelvo a ver no te la vuelvo a perdonar
El man salió corriendo unos cuantos metros, se tocó el cuello por todas partes para revisar si estaba sangrando.
- Todo bien gonorrea luego te cojo descuidado HP
- Te lo advertí basura de mierda
Se rio de forma irónica, trono de nuevo los dedos y lo señaló. El perro salió a toda prisa detrás de él y mientras el man corría manga abajo, rodando al tropezarse el perro le pegaba mordiscos por todos lados. El muy maldito perro era bien sádico, jugaba dejándolo levantar y cuando se volvía a caer le metía otro par de mordiscos.
No lo dejó en paz hasta que lo vio llegar al final de la loma, donde ya estaba la carretera destapada y le silbo. Él man se quedó ahi tirado en el piso quejándose de dolor, mientras que el perro subía casi con una risa de placer al lado de su amo. Se sentó y se quedó mirándolo, le acarició la cabeza y se recostó en su pierna para que le diera cariño.
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