Una semana antes mi esposo llego super emocionado y contento. Los astros se habían alineado, varios de sus amigos de la infancia que vivían fuera del país habían coincidido en volver para la misma semana, con algunos de ellos no se veían hacia 10 o incluso 15 años.
No tardaron en programar un reencuentro con todas las de la ley. Toda la semana me estuvo contando las historias, locuras y hazañas de su niñes. Eran tan unidos que para él consideraba a muchos de ellos hasta más cercanos que sus propios hermanos.
Uno de ellos, dueño de un restaurante, lo ofreció como sitio de encuentro y hasta alquiló instrumentos para que como lo hicieron en la adolescencia se parcharan a tocar algunos covers de rock con la banda que tuvieron en esa época.
Mi esposo que tiene nulo talento musical se encargó de buscar fotos por todos lados, visitar en secreto a las mamás y papás de algunos para conseguir fotos que los hicieran recordar bonitos momentos, pero también esas fotos vergonzosas que no queremos que salgan a la luz. Todo eso para proyectarlo como sorpresa.
Creo que la única vez que lo llegué a ver con tanta emoción y energía fue para nuestra boda, hace siete años atrás.
ns 18.68.41.175da2