Siempre he sido una persona tímida y retraída, los pocos amigos que conozco es porque alguien más me los ha presentado y en cuanto a las relaciones no he sido yo precisamente quien ha dado el salto para incitarlas.
Habíamos terminado un duro semestre que me había succionado toda la energía posible, hasta el último día estuve penando por una materia y el profesor era uno de esos malditos patanes que se deleita con el sufrimiento ajeno, no quiso subir la última nota al sistema, nos hizo ir a clase un viernes a las 8 pm solo para regodearse con el sufrimiento y el llanto de los que perdieron la materia.
Viendo como despedazaba los sentimientos de cada estudiante que se sentaba, me quedé en el rincon hasta que no quedara nadie más, todo me temblaba creía que no lo iba a lograr. Necesitaba un 1.5 para ganar la materia y con lo difícil que estuvo el examen final no pensé ni siquiera alcanzarlo.
Mi cobardía me impedía sentarme por mérito propio, era como caminar a la horca por voluntad propia. El salón quedó vacío, el profesor me miro a los ojos y se frotó las manos con cara de maldad. Escondí las manos debajo del escritorio tratando de que no viera mis manos temblorosas.
El muy maldito, deslizo lentamente mi examen debajo de las hojas hasta ver con lapicero rojo un "C =" e hizo una pausa. No olvido esa mirada y su risa maldadosa, alimentándose de mis nervios.
- Ya profe ¿cómo me fue?55Please respect copyright.PENANA5oPb7SCSo0
- Muy bien
Terminó de sacar la hoja y vi un número que no podía creer: 4.3 y lo miré extrañado.
- Excelente composición, estilo y ritmo. Pocos tienen esas habilidades, aprovéchalas
Tomé el examen, revisé que de verdad tuviera mi nombre y mi letra, no lo podía creer.
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