Narra Ingrid:
Lo que vi en ellos era único y especial, esa mirada no era simplemente de placer.
Me daba envidia no poder hacer el amor de esa forma, no poder ser capaz de que un hombre me mire con las ganas que el la miraba de que fuera la madre de sus hijos y en ella nunca iba a lograr que me mirara de la misma forma, queriendo criar una familia con ese hombre.
Lo entendí todo, los miraba ahi acostada de lado y los sentimientos eran confusos, alegria y tristeza me invadían al tiempo. Era como si yo no estuviera ahi, como si sobrara.
Me levanté y los vi amarse en ese colchón, en esa habitación dedicada a los placeres y al sexo que se iba terminar convirtiendo en su nido de amor. Veía las nalgas de Camilo moverse con sutileza, apretarse cuando se lo metía al fondo, la hacía gritar y se le marcaban esos deliciosos hoyuelos arriba de sus caderas.
Alejandra con los ojos perdidos, me miro por encima de su hombro, mientras clavaba sus dientes en la clavicula.
- Ven, ven con nosotros
Esa mirada, esa maldita mirada fue a la que sucumbí, porque por un segundo me sentí como si fuera él. Vestí el arnés, cambié el preservativo y me acomodé abrezándolo. Ella lo invitó a besarme y mientras robaba por un segundo los labios de su nueva amante, lo penetre con sutileza tras un delicioso gemido.
Nosotras entrecruzábamos una de nuestras manos y con la otra mano hacia lo mismo con Camilo. Nos movíamos como si fuéramos un solo cuerpo, un solo ser, una sola necesidad.
El calor de nuestros cuerpos hacía que la habitación ardiera, las pinturas en las paredes se despegaban y caían. Los gemidos besos, miradas y caricias, era algo que no creo que pueda repetir.
Mirandola a ella a los ojos, mordí el lóbulo de Camilo, metí mi lengua jugando como si fuera el agujero posterior de ella y le dije en secreto.
- ¡Dile que la amas! --susurrando-- ¡Dile que la amas!
Él volteo a mirarme, me dio un beso, luego se posó en sus ojos y le repetí al oído.
- Dilo, yo sé que la amas65Please respect copyright.PENANAjZEJqt10iW
- ¡Te amo! ¡Te amo mi vida!
Ella no sabía si mírame a mi o a él, su rostro se desfiguraba de placer. Se poso fijo en los míos una lagrima rodó por sus mejillas.
- Yo sé que sientes lo mismo --le sonreí y afirmé moviendo mi cabeza--
Me dio una sonrisa de vuelta, ellos se miraron se fundieron en un tierno beso y cuando se separaron sus ojos brillaban como estrellas.
- Yo también te amo
Aunque era más que claro que lo hacían por respeto me permitieron unirme en un delicioso beso de tres y compartir su felicidad, no me quería perder ese momento. Sus ojos se perdían en sus cuencas de placer, como hacía mucho no lograba hacerla sentir.
Por un segundo imaginé ser ese hombre que nunca pude reemplazar, ese hombre que la hacía feliz, por un segundo imaginé que solo estábamos nosotras dos que era yo quien le iba a dar un hijo y así lo sentí.
Mi orgasmo fue hermoso, algo demasiado placentero que me lleno de una luz blanca y enceguecedora por dentro, empujé mi pelvis hacia adelante y al chocar contra su próstata, el dildo salió disparado de su trasero al explotar dentro de su querida amada, provocando una reacción en cadena en Alejandra que se acababa de derramar por el borde del colchón descargando su cabeza contra el suelo con los ojos en blanco como una poseída y perder todas sus fuerzas.
Entre los dos casi sin alientos, nos las arreglamos para traerla de vuelta, la abrazamos dejándola en medio, completamente exhaustos le hicimos compañía en el reino de Morfeo.
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