7 horas antes de la desaparición.
Dicen que las cosas buenas llegan cuando uno menos se lo espera, como un milagro inesperado bajado del cielo, pues para Tony, el día en que fue abducido de su mundo, él se encontraba saltándose las clases recostado sobre su cama, durmiendo y babeando.
Confinado en un sueño profundo, roncaba enrollado en sus sabanas como un burrito, inclinado en el borde de la cama de un modo casi anti-gravitacional.
Imaginando..., bueno, posiblemente un paisaje de playas nudistas.
Antes de que el sueño terminara, la puerta de su habitación se abrió con un estruendo, empujada con tal fuerza que la manilla se golpeó contra la pared y dejo una abolladura en un poster.
-¡ANTHONY, MALDITA SEA! -Exclamo una voz femenina, empujada al borde de la ira- ¡¡ ¿PORQUE DEMONIOS TE ESTAS SALTANDO LA ESCUELA?!!
El chico abrió los ojos como si hubiera recibido una patada en la zona baja, se sacudió con sorpresa en su nido de sabanas, en movimientos bruscos que lo desenrollaron de las últimas cobijas que lo equilibraban en el borde de la cama.
Cayó de cara en el suelo, mientras los gritos de su madre seguían resonando en su habitación.
Su madre entro en la habitación, murmurando y quejándose entre dientes, con aquel tono de voz materno amoroso mezclado con la ira y la demencia absoluta.
-¡Vas a vestirte! -Ella camino hasta su armario, navego por unos momentos en las pilas de ropa y le arrojo la poca ropa limpia que encontró- ¡vas a peinarte! -revolvió en sus cajones, saco una peineta y se la arrojo- ¡y vas a ir a la escuela, EN ESTE INSTANTE! -Estiro el brazo hasta su mochila que yacía contra una pared, y se la arrojo.
Y tan pronto como vio los objetos volar hasta el, le pareció sentir un chispazo en su cuerpo... y el mundo se apagó por un segundo.
Anthony abrió los ojos, confundido, y luego retrocedió perplejo.
La ropa, la peineta y la mochila (en la cual siempre guardaba un bate, por si acaso) se encontraban en sus brazos, y a juzgar por la expresión de su madre, se dio cuenta que acababa de atrapar todo justo en el aire.
Su madre lo miro por unos momentos, luego solo entorno los ojos y se cruzó de brazos.
-Date prisa, solo..., date prisa -Dijo ella, mientras el chico seguía mirando la ropa en sus brazos y la mochila en su espalda con una expresión de "¿que-demonios-fue-eso? ¿Yo lo hice? JUUUJU".
Ella camino hasta la puerta y se fue con un portazo, dejando al chico perplejo y mirando a su alrededor.
El día estaba recién comenzando.
4 y 30 minutos antes de la desaparición241Please respect copyright.PENANA6wPyiFL4od
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El transporte público se detuvo con el chirrido de los neumáticos en la lluvia acumulada en la calle, las puertas se deslizaron y se abrieron, y una multitud de estudiantes bajo del vehículo a paso lento.
-¡No empujen! -Gritaba un chico de baja estatura, casi totalmente engullido por los cuerpos de sus compañeros.
-¡No empujen! -Volvió a gritar el chico de baja estatura, pero esta vez, el puñetazo de algún estudiante hizo callar al chico justo después de terminar de hablar.
El chico que había dado el puñetazo no era menos que Jasón Saunders, un chico alto que sobresalía de la multitud, quien intentaba salir de aquella inundación de estudiantes a base de golpes y patadas, cosa que no le era difícil gracias a sus enormes brazos con forma de troncos.
...Eso hasta que un chico de cabello desordenado y puntas teñidas de rojo paso a su lado de un empujón.
Tony no tuvo tiempo ni de disculparse ni de notar el golpe que había dado con el hombro (en aquel momento, sentía cientos de golpes por todos lados como para notar sus propios movimientos), cuando una manaza atrapo su hombro y lo atrajo.
-¡Eh! -Exclamo Tony, cuando Jasón Saunders lo sujeto de los hombros y lo zarandeo.
-¡Cuidado por donde caminas, pelo de periodo! -La multitud ya había llegado hasta la acera y comenzaba a dispersarse rumbo a la escuela, mientras Tony y Jasón se convertían en un epicentro de estudiantes curiosos.
Tony (quien en esos momentos estaba demasiado confundido como para distinguir quien estaba frente a él), agito los brazos con fuerza e intento liberarse.
-¡Suéltame, maldita sea! -Exclamo, y perdiendo el control tal y como le había sucedido en la mañana, cerro un puño y alargo un brazo a toda velocidad hacia Jasón.
Y tan pronto como el puñetazo aterrizo en el pecho de Jasón, un fuerte chasquido resonó por toda la calle, sacudiendo las hojas de los árboles y haciendo saltar los charcos en la calle.
La presión de las manos del matón en los hombros de Tony desapareció, mientras el chico cerraba los ojos con fuerza y sentía la lluvia pegarle el cabello a la frente.
Cuando abrió los ojos, no solo vio que no había un solo rastro de Jasón Saunders, si no que vio que los estudiantes chismosos que los miraban se habían alejado corriendo, y no hacia la escuela, si no en cualquier dirección que se distara de Tony.
Miro en derredor, confundido, y con un leve dolor de cabeza.
Finalmente, su vista dio con un extraño rastro de tierra arrancada, como si una podadora de pasto hubiera trazado una línea recta hacia adelante, comenzando en los pies de Tony y terminando varios metros más adelante, justo bajo la sombra de un poste.
Al pie del poste había un muchacho, y aunque para entonces Tony ya se encontraba corriendo rumbo a la escuela, no tuvo que mirar hacia el final del rastro para saber que se trataba de Jasón Saunders.
Inconsciente, y con el pecho levantando humo.
2 horas antes de la desaparición
¿Qué sucedió? Fue lo que Tony se preguntó por el resto del día, sentado en su pupitre con la cabeza apoyada en el dorso de su mano, con la mirada perdida en el suelo de madera.
No quería problemas con Jasón Saunders (durante toda su estadía en aquella escuela, había evitado si quiera cruzar miradas con el matón), sin embargo, el "incidente" no era lo que le preocupaba, sino por qué había sucedido.
Cerro los ojos, le golpeo el pecho, ¿y lo siguiente de lo que se entera es que el muchacho ha salido volando con tal fuerza que trazo una línea en la tierra del punto de partida hasta el lugar donde se estrelló?
Quizá algo más le había golpeado cuando había cerrado los ojos, pues se había perdido el momento del impacto, pero aun así.., ¿Qué rayos había sucedido realmente?
¿Acaso aquel día había desarrollado una súper fuerza que le había dado su merecido a Jasón Saunders, o las hierbas en él te que había bebido en la mañana no eran medicinales?
"Qué más da" Pensó Tony Witness, apenas prestando atención a la profesora al frente de la clase, mientras rayaba su cuaderno distraídamente, "Jasón era un engorro y merecía eso, el cómo haya sucedido..., considerémosle un milagro, ahora nadie se meterá con Tony El Fuerte", y mientras se hundía en sus pensamientos, no noto al estudiante cerca suyo que preparaba una pequeña broma.
Tony se volteó, y vio como el estudiante que se sentaba detrás del golpeaba una cuchara, y catapultaba una bola de papel.
"Mierda" Fue lo único que Tony logro pensar, cuando vio el trozo de papel acercarse a toda velocidad a su rostro.
Y antes de que esta pudiera tocar su rostro, Tony sintió como si un pedazo de su mente se doblara y se desprendiera, como si algo en su interior, de algún modo, cambiara repentinamente.
Y por un leve segundo, un leve resplandor celeste pareció emanar de su cuerpo, como un escudo...,
El trozo de papel llego hasta su frente.
Y salió disparado en dirección contraria.
-¡¿Que...?! -Grito el bromista, y logro ladear la cabeza antes de que el pedazo de papel pudiera darle en la cabeza como una bala.
El papel dio en el techo, y atravesó la madera dejando un agujero del cual cayeron astillas como migas de pan.
Se quedo en silencio, con un nudo en la garganta, ¿acaso ese pedazo de papel habia estado al borde de atravesar su cráneo...?
Tony sentía que algo estaba sucediéndole; lo sentía como una infección que se extiende luego de la picadura de una araña, y estaba seguro que esa picadura había sido aquel amuleto.
Todo había comenzado aquel día, cuando había recogido aquel amuleto, los dolores de cabeza, el insomnio, las voces...
-¡Profesora! ¡Anthony está intentando atacarme! -Chillo el chico de pronto, señalándole con el dedo y llevándose una mano hasta la mejilla; el papel había trazado una línea de sangre en su pómulo.
-¿Eh? -Pregunto Tony, volteándose en seco hacia la profesora.
-Anthony -Dijo ella, de pie y con los brazos en jarra frente a la clase-, ¿otra vez? ¿No habíamos hablado antes de esto?
-Pero...
-¡Si! -Exclamo el chico- ¡Es peligro...!
Tony se giró hacia el chico, con la cara roja de la ira tras escuchar sus mentiras, y esta vez, fue capaz de expulsar un ápice del poder que en su interior se había despertado.
-Cierra la boca -Susurro fríamente, y la sonrisa pícara del chico se volvió una mueca de horror y dolor, cuando sintió su pecho contraerse y su abdomen apretarse, quitándole la respiración.
Tony sintió como si sus fuerzas se drenaran lentamente, mientras el chico bromista sentía como si una gigante mano invisible le apretara el cuerpo.
El chico palidecía, sus ojos se inyectaban en sangre, de su garganta salían murmullos entrecortados, sus pulmones...
Antes de que el ataque invisible se hiciera mortal, la profesora dio un golpe en su escritorio, abstrayendo a Tony del vacío en el que se sumergía su mente, y sin saberlo, salvando la vida del niño bromista.
Anthony se aferró a su silla, respirando agitadamente, mientras el chico a su espalda dejaba salir una maldición cuando su cuerpo dejo de apretarse y pudo volver a respirar.
-Deja de ignorarme, Anthony -Dijo ella-, ¡Ya lárgate!
Tony (quien en aquellos momentos sentía que toda su energía se había esfumado, como si llevara al menos una semana entera sin dormir), se quedó unos momentos mirándola, jadeando como si hubiera corrido una maratón.
Finalmente, se levantó de su silla, y no le sorprendió el ver que sus piernas apenas soportaban el peso de su cuerpo.
Apuntado por todas las miradas de sus compañeros, camino dando tumbos hacia adelante, y avanzo lentamente hasta la puerta.
Cerró la puerta, y una vez fuera, choco su espalda contra la pared del pasillo y se deslizo hasta dejarse caer.
Estaba mal, acababa de confirmarlo, algo estaba horriblemente mal en él.
No sabía cómo, ni porque, pero segundos atrás..., había estado al borde de hacer estallar a ese chico como...como...
"Un envase de Kétchup" Pensó, desde lo más oscuro de su ser, "Él iba a reventar como un envase de Kétchup"
Y creía que podría.
Estaba seguro que podría.
20 minutos antes de la desaparición.
Corría.
Estaba corriendo.
A pesar del horrible dolor en sus piernas, los descontrolados latidos de su corazón.
Los golpes en su pecho, y la lluvia que le pegaba la ropa al cuerpo, Tony seguía corriendo.
Seguía corriendo, con un nudo de incertidumbre y dolor en el pecho.
Cruzo las calles, creando epicentros de círculos en los charcos al aplastarlos con sus mocasines empapados, un adolescente de cabello teñido corriendo al límite de sus fuerzas, atravesando las calles con lágrimas en los ojos.
"Todo empezó aquí" Pensó, sin detenerse ni por un solo segundo, "Por aquí fue por donde empezó..., todo este maldito infierno"
Debía detener esa locura, o alguien saldría herido, quizás, incluso el mismo.
¿Y si la siguiente persona con la que perdía el control era un transeúnte inocente? ¿Y si incluso era su propia madre?
¿..Y si la próxima vez... no había una profesora que golpeara la mesa con un libro para detenerlo?
Tony siguió corriendo, levantando el agua con sus pasos, a pie por las solitarias calles.
Giro hacia la derecha, y se internó en los bosques, sin siquiera mirar las hojas que arrasaba con sus saltos.
En algún lugar de la lejanía, un trueno retumbo como un grito infernal.
Alumbrando momentáneamente a su alrededor.
Tony miro en derredor, sin aminorar la marcha, buscando desesperadamente con la mirada.
-¡¿Dónde estás?! -Grito, buscando con los ojos, y al escuchar su propia voz desgarrada, sintió que se encontraba al borde de la locura.
Sin ver por dónde iba, y cegado por su cabello mojado estampado contra sus ojos, chocó contra un tronco que yacía sobre el barro, y dejo salir un grito cuando su mundo dio una vuelta de 360 grados.
Termino rodando en el suelo, embarrándose de tierra mojada y hojas de árboles.
Se quedó quieto, con la lluvia escupiendo mares alrededor de su cuerpo.
Su cabello rojo, antes vivo como el fuego, ahora parecía tener un color apagado y muerto.
Alzo la mirada lentamente, con un lado del rostro cubierto de barro, y fue entonces cuando vio un brillo inusual justo frente sus ojos.
Un resplandor cegador, como si la luna se hubiera encogido del tamaño de una pelota de tenis, y yaciera justo frente sus ojos.
Allí estaba.
La esfera que había dado comienzo a aquella racha de locura.
Brillando con su...condenada luz lechosa.
Tony estiro un brazo, perdido en la ira y la desesperación, y cerro su puño sobre la esfera.
Se levantó, temblando, con el frio comiéndole los huesos, y apretando tanto los dientes que por un momento creyó que una de sus muelas saldría disparada como un proyectil.
-¡¡Todo esto...!! -Grito a todo pulmón, levantando el puño hacia atrás, sin notar el inusual fulgor rojizo que emitía la esfera- ¡¡...es por tu culpa!!
Sintiendo un potente calor en la palma, y con una extraña luz roja emanando de entre sus dedos, arrojo la esfera con todas sus fuerzas hacia adelante, buscando destruirla por siempre.
El color blanco había desaparecido de la esfera, y ahora brillaba como un sol en la tierra, tan potente al dejar la mano de Tony que el chico retrocedió y se cubrió los ojos.
La esfera choco contra un árbol..., y emitió un horroroso ruido, similar al de millones de almas gritando, extendiéndose por todo el bosque.
Tony se tapó los oídos con las manos, ensordecido.
-¿Que he hecho...? -Grito, pero no pudo escuchar su propia voz, mientras la esfera emitía un ruido similar al de un animal en agonía, sufriendo..., resquebrajándose..., una puerta desconocida abriéndose...
Tony abrió los ojos, justo a tiempo para ver el fulgor de la esfera arrastrarse como fuego hacia él.
Y justo a tiempo como para volver a gritar, antes de que todo a su alrededor se pintara de rojo...
Una grieta pareció abrirse en el aire, como una herida en la realidad, abriéndose, creciendo y alargándose...
Y lo último que Tony vio antes de que la grieta lo engullera, fue el tan lejano brillo de las estrellas, perlas blanquecinas en un mar de oscuridad, en un cielo nublado cada vez más distante.
El brillo rojizo que emitía la esfera se esfumo de golpe, junto con todo a su alrededor.
La luz fue apagándose, extinguiéndose, la oscuridad fue devorando el espacio vacío donde antes estuvo un estudiante de cabello mojado.
Y el bosque quedo en silencio.
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