Del diario de Chris Kiranen 8 de junio.
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Demian no dijo palabra alguna, simplemente tomó sus cosas y se largó de la fábrica. Extrañado me dirigí hasta donde él había estado antes. La computadora estaba puesta con cuidado sobre un desgastado sofá. Eso debió ser lo que tomó Camille de la torre. Había un programa minimizado. Un teléfono virtual, un último mensaje diciendo: “18:19 Hay fuego por todas partes.”. «Estúpido e impulsivo Demian ¿Por qué no dijo nada?». Bajé a avisar a todos de la situación y me dirigí a buscarlo. No había olor a gasolina que indique que haya utilizado un vehículo. Se dirigió hacia ese lugar por sus propios medios.
Una tormenta se formaba la distancia, debía encontrarlo antes que la lluvia nublara mi olfato. Seguí su rastro corriendo en cuatro patas. «Malditos vampiros ¿Por qué son tan veloces?». Lograba verlo, los upier habían comenzado su ataque. Entré de un salto decapitando a uno de los corruptos. La expresión de Demian no era de agradecimiento, sino de furia.
—Si vas a seguirme no te quedes atrás. —Su mirada era como la de un ave rapaz.
—¿Y qué te lleves tu solo la diversión? Ni de broma, yo mataré a Belcebú. —Tuve que disfrazar mi preocupación como competencia. Si notaba mis intenciones creería que lo subestimó.
—Como quieras…
La batalla siguió hasta quedar un solo upier, un niño. Demian estaba dispuesto a darle muerte, cuando me decidí a detenerlo poniendo mi mano en su hombro.
—Recuerda que fueron obligados a ser lo que son ahora, no sabemos si aún queda algo de ellos en su interior.
—No están posesos, murieron y demonios controlan sus cuerpos. ¿No has visto los tábanos infernales que salen de ellos? Qué importa que los use para purgar mi furia…
—¿Y tú no viste como ese demonio volvió a la normalidad a Samantha después de morir? Temo que ellos sufran nuestros golpes en nuestro intento de detenerlos. Entiendo tu preocupación por Maya pero usar a los upier para descargar tu ira no es lo correcto.
—Selena es un licántropo si no dañan su cabeza va a seguir viva, tú y ella podrán vivir juntos. Maya algún día morirá, es frágil, yo que no lo soy no estoy ahí para protegerla. Nala la está persiguiendo en este momento para vengarse de mí. —Demian no pudo resistir su frustración.
—La encontraremos… —Me dirigí al upier mutilado para rematarlo con mi garra de hierro. —Continuemos.
Seguíamos corriendo sin rumbo en las calles de Bucarest. La ciudad me había mareado, Solo seguía a Demian quien parecía conocerlas. Un apagón dejó todo en tinieblas. A lo lejos un destello anaranjado se extendía al firmamento. Posiblemente focos de incendio. El vampiro subió a la terraza de un edificio para buscar pistas. Subí justo detrás de el para observar las flamas a la distancia.
—No es mucho, solo unas calles… —Le mencioné a mi interlocutor quien solo asintió.
Las personas que aún no habían sido evacuadas se encerraron en sus casas dejando las calles desiertas. Algunas patrullas pasaban haciendo que en mitad de las tinieblas sus luces sean casi cegadoras. Movernos en una oscuridad perpetua que solo era interrumpida por relámpagos de la tormenta sobre nosotros nos hacía la terea más fácil mientras los truenos hacían lo suyo eliminando todo rastro de silencio. Las luces del fuego se veían más cerca, el humo ya estaba en el aire. Al llegar solo un auto en llamas.
—El auto de Arthur, ¡Ese maldito Nala! —Demian enfurecía y yo comencé a rastrear los aromas en el lugar.
—No te lamentes aun, al parecer huyeron puedo sentir el aroma de Maya y el de sus padres. Aunque van en diferentes direcciones deberíamos separarnos. Pensándolo bien no creo que sea fiable. Acercarnos a sus padres y hacerlos entender sería imposible. Para ellos nosotros y los upier somos la misma clase de demonio.
—Entonces vallamos tras el rastro de Maya. No es que quiera ser cruel, pero si no tengo más elección que elegir entre ella y sus padres la respuesta sin importar lo que ella deseé siempre será Maya.
Algo golpea a Demian rasgando su espalda. Una criatura fantasmal, piel transparente, desnudos, manos y pies convertidos en poderosas garras, mandíbulas fuertes con grandes colmillos. Otro surgió de las sombras arrastrando un cuerpo con una profunda herida en su pecho. Este se quedó mirándonos si es que puede vernos. Sus ojos no son más que dos fisuras verticales en su cara. Se podían ver claramente sus huesos contra su piel de aspecto baboso. El Nosferatu pudo regenerarse de ese corte.
—¿Qué son estas criaturas? —Pregunté asombrado.
—Parecen… Upiers más infectados y más fuertes.
—Se conocen como Rakshaza, humanos entregados por propia voluntad al señor de las moscas. —Un acólito emergió detrás de los monstruos.
—Acólitos… ¡Ríndanse humanos, renuncien a los demonios y los dejare vivir!
—Que gracioso, un vampiro perdonándonos. Soy Thomas Skruller y voy a acabarlos ahora, Kiranen ha pasado tiempo. —El acólito sacó de un tirón su túnica revelando ser un joven pasando sus veinte años. Lacia cabellera negra, ojos marrones y una pequeña barba en su mentón. Camisa negra y jeans gris oscuro formaban su vestuario. «Ese maldito fue quien asesino a Kova».
—Debes ser muy confiado para revelar tu identidad, ese acento ¿Eres americano? —Demian se mostraba ansioso.
—Demian, busca a Maya yo me encargo de este. Thomas así que el perro de Belial ha vuelto.
—Solo asegúrate de volver Chris no te perdonare que mueras sin que hayamos tenido nuestra pelea.
El vampiro lanzó un rugido de advertencia al acólito y se largó con prisa en dirección al aroma de la humana. Los nuevos corruptos se lanzaron hacia mí con sus largas garras por delante. Cuadrúpedos, veloces y despiadados como animales demoníacos. Las fisuras en lugar de ojos que estaban posadas en mí me negaban toda oportunidad de escapar. La única opción era enfrentarlos de frente.
Tomé mi verdadera forma para comenzar la batalla. El primero de ellos impactó contra mí, se podía percibir que son por mucho más fuertes que un upier. Mientras intercambiábamos golpes de garras de su boca salió un aguijón más largo que el de los otros espectros. Tomé la probóscide del rakshaza la cual me hizo sentir hormigueo tal vez contiene alguna clase de veneno.Antes de que mi mano se paralizara logré quebrarlo. Con el aguijón en mis manos lo clave en su cráneo matándolo. El maldito no volvió a ser un humano putrefacto, se redujo a una baba transparente y hedionda llena de larvas.
—Excelente, tienes la misma mirada que Kova, la misma mirada que tuvieron tu padre y tus hermanos.
—¿Que dijiste?
—Ups creo que dije algo que no debía. —Dio una sonrisa sarcástica mientras acomodaba su lacia melena.
El segundo rakshaza me dio una fuerte embestida antes de poder responder. El maldito era muy ágil como un felino podía leer mis movimientos. Me rodeaba como a una presa indefensa. Me aseguraría de hacerlo pagar por su insolencia. Me acerqué a toda velocidad para quedar cara a cara con la bestia. Tome una de mis garras de hierro y de un solo corte lo abrí al medio.
—Bravo, dos rakshaza menos. —Dijo con sarcasmo.
—Esto es por Kova, le llevare tu cabeza a Ivy.
—Quien lo diría. El lobo malo de los cuentos aún está triste por la muerte de su amiguito. Esto no es como con Belial, es imposible que salgas victorioso. A diferencia de los demonios que combatiste antes un pecado es eterno. Puedes destruir a su maestro pero mientras el pecado exista siempre habrá un demonio que lleve su corrupción.
—Con matarte a ti basta… luego seguirá Belcebú.
—Eso tendrá que esperar, mi pésame por tu familia…
—¿Pésame? ¡Espera!
Salté a la terraza donde Thomas observaba todo. Intenté atravesarlo con mi arma sin resultado, Atravesé su cuerpo como si no hubiera estado ahí. Había desaparecido, para solo aparecer a pocos metros de distancia.
—Te dije que esperaras el momento…
Extendió su mano izquierda hacia mí mientras hablaba en latín, en su mano derecha portaba un rosario negro con una cruz invertida. Un dolor paralizante como corriente eléctrica recorría mi cuerpo. Sentía como quemaduras internas se hacían presentes. Terminé en el suelo, humeando casi inconsciente me era imposible moverme cuando el acólito termino de torturarme.
—Te reitero… —Se acercó hacia mí poniendo su zapato en mi cabeza presionando ligeramente. —Tendremos que esperar para terminar esto… La tierra será el nuevo reino de los demonios y pronto Belcebú encontrara con quien compartir poder. Me pregunto ¿Quién será? ¿La humana tentada por la oscuridad, o la virgen felpuda?
—¿A quién te refieres con la virgen?
—Déjame describírtela… cabello rubio, ojos celestes, baja estatura, piel suave, rosada y delicada, voz de niña pequeña… Si supieras cómo me gustaría ultrajarla en un altar para tener más poder a cambio de su sufrimiento.
—Te acercas a ella y…
—¿Y qué Chris? ¿Qué planeas hacer si la toco? ¿Matarme? No pudiste hacerlo antes. Ahora dime… ¿Sabes que pasó con tu raza? ¿Porque están desapareciendo? No, el hijo prodigo abandonó su casa dejando nuestra merced a su familia. Luego de que acabaras con Belial el culto decidió que los licántropos debían ser exterminados. Su costumbre de vivir en pocos números en lugares aislados solo hizo todo más fácil. Los que quedan viven como humanos y tu familia en Finlandia no fue la excepción.
—Es imposible que humanos puedan matar a mi familia o a cualquiera con la sangre pura de Anubis.
—Estas en negación ya veo… pero es verdad ni siquiera el poderoso Fenrir quien sello a Belcebú junto a Drácula pudo hacer nada si es convertido en humano. Así es, la forma de matar a los inmortales es regresándoles su humanidad por si te da curiosidad, tus hermanas fueron las ultimas en morir demasiado maduras para mi gusto pero… sirvieron como botín para otros acólitos hasta su muerte.
—¡Skruller! Voy a mantenerte con vida con la única función de que tu cuerpo produzca carne hasta que ya no puedas regenerarte.
—No eres más que un perro sarnoso mientras que yo soy un hombre, yo controlo el trueno con ayuda de los demonios. Soy superior a los inhumanos como tú.
—¿Superior? Tu poder es prestado por tus amos. Mi poder es mío y no le sirvo a nadie que no sea a mí mismo.
—No soy el que estaba convulsionando de dolor hace unos segundos. Será delicioso verte gritar hasta que tu cerebro colapse y revientes como un cadáver pútrido.
—¿Te gustaría volver a intentarlo humano?
Me incliné y ataqué. El acólito se movía rápido al tener tanta energía en sus músculos, su fuerza, sus reflejos eran superiores a los de Nala y en la tormenta parecía fortalecerse. Pero, se esforzaba en protegerse de mis ataques significa que no tiene la misma habilidad que Nala para regenerarse, sus poderes eran solo ofensivos. Thomas intentó tomar mi pierna y arrojarme pero hice que me soltara al patear su rostro. Se hizo hacia atrás y en una reacción rápida comenzó a lanzarme puñetazos. «¿Por qué usaba sus ataques eléctricos, se estaba burlando?» Lo arrojé de una patada y decidí devolverle los puñetazos mientras él sonreía con esa asquerosa mueca de superioridad. Una fracción de segundo fue lo que hizo que mi último golpe no llegara a su objetivo. Un destello me cegó y un sonido hizo que mis huesos temblaran de miedo. Un rayo cayó justo con precisión quirúrgica entre nosotros. Él se mostraba sonriente mientras yo estaba anonadado. «¿Acaso había invocado un rayo? O ¿Quizás puede dirigir su trayectoria?».
—¿Que sucede? ¿Te asustan las tormentas como el animal que eres?
—¿Y que no soy humano? En mi corre la sangre de un Dios y eso es suficiente para no caer ante el asesino de raza, de mi familia. Te juro que vas a morir a manos de un licántropo si no soy yo será otro pero será un licántropo.
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Torres del ángel 7 de junio:
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La televisión anunciaba diferentes focos de incendio en la ciudad. Los periodistas que fueron a transmitir desaparecieron. Se reportaban apagones, saqueos y desapariciones. Llamadas a la policía sobre personas extrañas irrumpen en las casas. La trasmisión se corta dejando una pantalla en estática. El hombre quien hasta ese momento miraba la televisión junto a su familia decidió encender el radio. Otra transmisión de tono alarmante aparecía en la primera estación sintonizada. Un temblor en el bosque de Hoia Baciu ocurrido el día anterior. El locutor también nombro avistamientos de helicópteros negros que salieron de ahí.
—Primero esos hombres que quisieron sacarnos de casa con el cuento de la bomba y ahora esto.
—¿Otou-san? (¿Padre?) Deberíamos irnos, tengo un mal presentimiento.
—No te preocupes amor, papá solo esta curioso por lo que está pasando. —Dijo la madre.
—Tu mamá tiene razón Maya no hay qué preocuparse… solo disfruta la cena mañana tienes ensayo.
—En realidad no, para festejar el triunfo de la academia no tendremos clases hasta la próxima semana, pero si el asunto de la bomba es cierto no tengo idea de que pueda pasar.
—Oh ya veo, me llenas de orgullo Maya, sobre la bomba no deberías preocuparte si fuera eso nosotros en el Downtown hubiéramos sido los primeros afectados.
—Y bien cuéntanos… ¿Cómo es ese chico? Háblanos de Demian. —El hombre sonrió cómplice y miraron al unísono a su hija.
—Es callado, le cuesta expresar sus emociones sin avergonzarse. Pero su carácter es fuerte si es necesario, es valiente creo que tenía más miedo de conocerlos que de otra cosa. Me cuida mucho, me hace sentir segura, aunque siento que me ve como a una niña y no como una mujer.
—Nuestra bebe está creciendo. ¿Le gusta el deporte?
—Le gustan las artes marciales y el esgrima. Pero no le atraen los deportes de competencia con excepción del baseball. Es el raro de su familia, su hermano y su padre son más “normales” en ese sentido. Él me contó que les gusta mucho el fútbol… yo aún no pude conocerlos.
La madre de Maya parecía curiosa sobre su relación esto era para aprovechar el tiempo que puede con su hija, ser artista plástica la tiene siempre ocupada en su estudio.
—Le gustan las ciencias naturales, la biología cosas de ese estilo. Y ama los animales —Maya siguió contando detalles de la personalidad de Demian.
—No quisiera ser profeta pero Demian va a ser médico tiene ese porte delgado de los doctores. —Bromeó Arthur soltando una ligera risa.
—Tienes razón, en algo estoy segura es que no le causa impresión las cosas como la sangre.
—Mō kisushita? (¿Ya se besaron?) —Hikari preguntó rápido y sin preparación con una gran sonrisa cómplice.
Maya no respondió. Se encontraba muy ruborizada como para hacerlo. Su padre dio un suspiro de resignación que confirmó toda sospecha.
—Tu silencio te incrimina … —Dijo cortante Arthur.
—No puedo negarlo…
—¿Solo besos verdad?
—Nunca intentó algo indebido. Espero que no sea porque soy modesta.
—Entonces no quedaras viuda ¿Verdad Querido?
—Así es por ahora dejémoslo vivir.
—Ay papá que malo Demian es un chico bueno y descen…[…]
Las luces del edificio quedaron apagadas,. Maya se puso nerviosa suponiendo la causa. El silencio se sentía como un vacío que empeoraba la sensación de tinieblas. Cristales rompiéndose en plantas inferiores, gritos, llantos, fuertes golpes en las paredes. Arthur sentía la necesidad de salir a comprobar la situación pero fue detenido por su hija.
—No salgas, quédate con nosotras… Por favor, quédate… —El padre tuvo que ordenar sus prioridades.
Encerrados, solo escuchaban como sus vecinos eran atacados por algo. Cada grito o disparo hacían que los Silver se arrinconaran más unos contra los otros con el líder de la familia cubriéndolas. Maya tuvo una idea recordando el consejo de Malice. A toda prisa se zafó del abrazo para tomar una gran cruz de madera de la pared. Los padres entendieron lo que su hija deseaba, colocándose de nuevo juntos con la cruz en manos de Maya. Los ruidos se escuchaban más cerca, los gritos desgarradores eran acompañados de algo que nunca habían escuchado antes: gruñidos. Maya conocía los sonidos de un vampiro. Desde los rugidos, a los bufidos de furia, incluso los ronroneos cuando acaricia el cabello de Demian. Eso no era un vampiro. ¿Un licántropo? Tampoco, recuerda los sonidos de Chris. Maya sabía que no podrían quedarse con esas criaturas desconocidas al otro lado de la puerta.
—Mamá préstame el chip de tu celular. Voy a conectarlo a mi notebook, usaré un programa para enviarle mensajes con mi teléfono así sabrán dónde buscarnos. —El padre preguntó si funciona. —Sí, pero no tengo señal.
—Tampoco yo, quizás si logramos salir a la calle podríamos comunicarnos con alguien.
Los gruñidos estaban más cerca. Las luces de las calles más lejanas también se apagaron. Un vecino golpeó la puerta por ayuda. La familia estaba aterrada, quien estaba del otro lado se notaba desesperado. Sus suplicas eran acompañadas de golpes que eran cada vez más débiles y resignados quedando solo murmullos inentendibles. Todos sentían lastima por aquel hombre. Arthur se odiaba por no poder ayudar. Hikari lo abrazaba para consolarlo mientras Maya se mantenía en guardia.
Volvió a escucharse un desgarrador grito que rompió el silencio seguido por un gruñido. Imposible, el sonido de una llave se metió por la rendija. La puerta se habría para dar lugar a la oscuridad del otro lado. La familia se levantó para enfrentar lo que les esperaba desde las tinieblas. De la penumbra salieron cuatro entidades: Dos hombres, una mujer y un niño. Uno de ellos el dueño de las torres apenas distinguible por su ropa. No parecían capaces de hablar el único sonido que emitían era un siseo que expresaba una sed predatoria propia de una fiera. Las criaturas entraron haciendo retroceder a los Silver. Ambos padres se daban por muertos cuando uno de ellos, el más pequeño mostró su boca llena de dientes aserrados. La lengua de este demonio se levantó hasta el paladar y una larga aguja babeante salió de ahí.
—¿Qué es este monstruo?
La criatura se agazapó para atacar a Hikari de un salto. Pero una certera patada de Arthur pudo impedirlo. Maya uso la cruz que tenía en sus manos mostrándoselas de modo amenazante. Los demonios retrocedían haciendo graznidos. Los upier retrocedieron. Arthur vio la chance para escapar. Aprovechando la luz de la luna buscó las llaves de su auto.
—¿Maya podrás mantenerlos alejados?
—Segura. Pero tenemos que salir ya.
—Querida, Querida por favor ¡reacciona!
—¡Mamá por favor tenemos que irnos!
Hikari quedó paralizada de miedo en el suelo. Maya no podía acercarse a ayudarla ya que solo podía tener la cruz en dirección a la entrada. Los monstruos del otro lado se mostraban hambrientos. Sus blancos ojos se posaban en los tres humanos con un deseo que crecía a cada segundo. Maya se sentía segura de que su idea haya funcionado. Estaban listos, Arthur tomó a su esposa para dirigirse al umbral de lo desconocido. Usando una linterna y con Maya al frente como su única protección comenzaron a caminar. Los demonios retrocedían un paso por cada paso de ellos. Las bestias estaban enfurecidas pero el símbolo sagrado no les permitió atacar. Sin energía los elevadores eran inútiles. Por lo que tuvieron que bajar las acaracoladas escaleras. Por cada piso el número de criaturas aumentaba, por suerte seguían protegidos por la cruz y la voluntad de Maya.
—Esto me recuerda a las historias de mi padre. Los muertos que se levantaban en la noche para beber la sangre de los vivos. los vampiros su nombre cambia según la región, algunos les llaman Nosferatu y otros Strigoi.
—No creo que sean vampiros papá estos son más como monstruos, demonios.
—No estoy seguro de nada en este momento Maya.
—Estamos bien, vamos a salir de este lugar y vamos a estar bien estoy segura.
—Nunca antes te vi tan decidida, me enorgullece.
Tardaron en descender por las escaleras todos los pisos. Correr no era una opción, en la oscuridad podría haber resultado en un horrible accidente o peor separarse y terminar a merced de las bestias. Abrieron la puerta que daba acceso a la planta baja. El hall era un desorden, pero para su fortuna se encontraba desierto. Se podía ver a través de las grandes entradas de cristal como los autos pasaban ignorando las leyes de tránsito. La histeria parecía haberse apoderado de las calles. La familia salió del edificio para dirigirse al garaje a un lado. Encontrar el auto fue fácil habían pocos demonios a los que Maya logró repeler con la cruz. Ya en el vehículo salieron a gran velocidad aplastando a un pequeño grupo de criaturas que intentaron detenerlos.
—Son muy rápidos, ¿Qué serán? —Mencionaba con cansancio Arthur mientras llevaba el auto lo más lejos posible de los demonios. —¿Están bien? Amor, Maya…
No recibió respuesta. Maya se veía muy cansada no tardó mucho en caer desplomada en el asiento trasero. Hikari se encontraba en un estado de shock, solo miraba por el parabrisas mientras se abrazaba al cinturón de seguridad. Los primeros destellos de luz solar se asomaron por el horizonte. Arthur se pasó la noche dando vueltas arbitrarias tratando de encontrar alguna zona tranquila. Llegó a una parte cerca del distrito industrial. El amanecer los mantenía a salvo, las criaturas de las tinieblas se habían desvanecido como por arte de magia, como si no fuera nada más que una pesadilla. Estacionó el auto cerca de unos comercios aún sin abrir para que el junto a su esposa se entregaran a los brazos de Morfeo.
Maya despertó sobresaltada. El reloj de su teléfono indicaba las dos de la tarde. Pasado un rato comenzó a mandar mensajes al número de su madre relatando en ellos todo lo que había sucedido. La policía, ambulancias, bomberos toda la ciudad era un caos. La energía en esa zona se mantenía. Pese al ambiente de desesperación todo parecía normal. Su padre se encontraba sentado en el asiento del conductor leyendo un periódico que informaba de los sucesos recientes. Su madre no se encontraba.
—¿Papá? ¿Qué sucedió? ¿Dónde está mamá?
—Maya, Pudimos escapar de esos vampiros. Mamá está en el baño de aquel restaurante, quisimos entrar a comer pero está lleno. Me muero de hambre.
—¿Por qué dices que son vampiros? Esos no son vampiros. —Dijo la chica con una expresión de confusión.
—En el diario dicen que fue un ataque químico que de alguna forma convirtió a las personas en lo que vimos. Pero creo que mienten. No existe nada, ni virus, ni veneno o sustancia que pueda hacer lo que vimos. Además, se escondían de la cruz y cuando salió el sol desaparecieron.
—Supongo que tienes razón.
Maya se vio obligada a callar, no podría seguir la discusión sin exponer a Demian. Quedaron nuevamente en silencio. Hikari llegó del restaurante con varias bolsas de comida. A simple vista parecían demasiadas. Pero tanto ella como su esposo parecían estar demasiado hambrientos. El aire acondicionado lo hacía cómodo el auto para pasar el rato y pensar que hacer. En la distancia un gran cumulo se avecinaba anunciando una tormenta. Las luces de la calle desaparecieron. Otro apagón era el preludio a las tinieblas que traería el anochecer. La radio anunciaba el incendio de las torres del ángel. Arthur decidió acelerar y salir de ahí. Su única opción sería escapar de la ciudad tal como pudieran. Pero solo daba vueltas en círculos, las calles estaban bloqueadas por el tráfico. Las nubes hicieron que los demonios despertaran más temprano. Era horrible podían verse claramente como los upier se alimentaban de las personas apuñalándonos con sus agujas. Maya dio un grito alertando a las criaturas. El hombre pisó el acelerador a fondo sin resultado más que un sonido ensordecedor. Las llantas habían sido derretidas. Los upier se acercaban. Y de las sombras otras criaturas aún más terribles que los lideraban. La familia salió del auto. «Nala quemó las ruedas» Fue el pensamiento de Maya. Decidida a proteger a su familia le paso la cruz a su padre quien solo pensaba que le daba el mando para protegerlas. Arthur alzó la cruz haciendo que las bestias se cubrieran. Dándole a Maya la oportunidad de salir corriendo esquivando a los demonios perdiéndose en los callejones. Hikari intentó ir tras ella, pero fue detenida por Arthur.
—No sé qué está pensando. Pero confiemos en ella.
Ambos huyeron en dirección contraria entonces oyeron un estruendo. Las llamas consumían el auto.
Maya buscaba ayuda o refugio por todas partes. Logró esconderse en un callejón. Pequeño, solitario y oscuro apenas podía caber ella dándole el tiempo suficiente de mandar sus últimos mensajes. La tormenta se había iniciado con una lluvia torrencial. Las terribles imágenes en su cabeza no podían dejarla tranquila. Sola, aterrada, a merced de criaturas infernales y sin señal alguna de Demian. Los temores ya inundaban sus pensamientos. «¿Los monstruos lo derrotaron? ¿Decidió abandonarme? ¿Tal vez no puede encontrarme? No, Demian nunca me dejaría, yo creo en el»
—¿Crees en él? Patético él no puede hacer nada para protegerte. —Nala interrumpía en su mente una vez más.
—¡Déjame tranquila! ¿Cómo puedes hablarme?
—¡Se llama telepatía perra ignorante! Creé un lazo contigo hace tiempo. Serás el sacrificio del señor Belcebú.
—Dios no lo permitirá… Demian te va a vencer.
—¿Dios? ¿Enserio? Tu dios no va a protegerte. ¿No sientes el calor de mis llamas? Tu Dios es un cuento para mantener a la humanidad bajo control.
Todo alrededor de Maya comenzaba a incendiarse. La única salida era bloqueada por los entes. El pequeño teléfono que la acompaño cayó de su mano sin que ella se diera cuenta. Rodeada y sin salida su única esperanza era una vieja escalera de incendios en uno de los decrépitos edificios del callejón. Aunque aterrada, la chica comenzó a subir como podía las oxidadas escaleras. Sabía que solo podría terminar más atrapada pero unos segundos más de vida eran mejores que ser devorada. En caso de no poder escapar. La altura de la cornisa se aseguraría de darle un destino más clemente. Agotada y con los entes tras ella, se dispuso a buscar un escondite. Pero no había nada en esa terraza. Solo la puerta de acceso al edificio, trabada a cal y canto. Se escuchó un rugido en la distancia. Un sonido que le dio esperanzas a su corazón dispuesto a abrazar la muerte.
El vampiro estaba cerca. Los primeros monstruos habían llegado a la terraza. Comenzaron a rodearla solo para retroceder luego. Detrás de ella en la lluvia una figura. Un hombre de cabello plateado le extendía su mano. La chica hipnotizada no reaccionó. Necesitaba protección de quien pudiera dársela eso hizo que se acercara a esa figura cuando de repente un gran relámpago pasó tras el revelando su identidad. Belcebú la había encontrado.
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