Del diario de Demian Drago. Escrito para el 18 de febrero.
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Una fría noche de invierno fue cuando mi vida cambió. Estaba jugando videojuegos con mi hermana cuando mi madre me pide que vaya a comprar cigarrillos para ella. Personalmente detesto hacer este tipo de favores cuando estoy concentrado en mis juegos pero esa noche de sábado me invitaba a salir un poco de casa. Tanto encierro incluso para mí, un ermitaño, se vuelve insoportable.
Volvía después de comprar y pasando por el parque “Gradina Iconaei” que está a dos calles fue cuando vi a una belleza. Admito que poniéndome en el momento de cuando todo sucedió seguiría asegurando sin temor ni duda alguna que aquella chica era la más sensual que había visto en toda mi vida. Esa chica estaba cojeando y me miró fijamente a los ojos. Los suyos casi parecían brillar en la oscuridad, pero por alguna razón me parecieron hermosos, me atraían como una polilla a la luz. Pero luego fije mi atención en algo más. «¡Tenía unos pechos enormes!» Tambiénpude ver que tenía una pierna lastimada.
Hacía frío, la noche era muy ventosa era el presagio de una tormenta, las ramas de los árboles se movían violentamente al igual que mi cabello pero a ella parecía no importarle ya que solo tenía un uniforme escolar que nunca había visto antes compuesto de una camiseta negra con detalles en rojo y una falda roja muy corta, esta flameaba violentamente por el viento dando vistas fugaces de su ropa interior. «¿No debería estar más abrigada?» Su piel era muy clara, manos con uñas pintadas de rojo y en forma de punta, un sombreado ligero en los ojos los hacía resaltar como pequeñas ojeras. Su cabello era albino, peinado en dos coletas bajas, estaba vestida con borsegos y medias de red con portaligas negras. Portaba como adorno un chocker bastante grueso con un medallón que le colgaba: un anfíptero con las alas extendidas hacia los lados. Su rostro tenía rasgos felinos muy seductores con una piel perfecta sin marca alguna. Pero no dejaba de ser una chica de mi edad tenia labios gruesos rosados al natural o eso creía porque eran algo pálidos y una boca pequeña la cual al hacer contacto visual conmigo se abrió apenas. Ella se acercó y extendió su brazo hacia mí. Me acerqué a ayudarla.
—¿Necesitas ayuda? ¿Quieres que llame a un médico? Tu pierna no se ve bien.
Me acerqué apurando el paso parecía que estuviera por desmayarse. La sostuve contra mí. Ella me abrazó y comenzó a mirándome fijamente mientras se relamía seductoramente los labios que formaban una linda sonrisa.
—Gracias pero no. ¿Cómo te llamas? —Preguntó bastante despreocupada para su estado.
—De-Demian, me llamo Demian.
Sonreía con dulzura y sus ojos me miraban con una expresión combinada de súplica y deseo. Noté por instinto que algo andaba mal. Sus ojos no eran normales, eran como los de un gato de color bermellón y sus orejas terminaban en punta de una forma tan sutil que nadie lo notaria sin prestar atención. Cuanto más la miraba, más la deseaba. Nos quedamos contemplándonos mutuamente en un par de segundos que fueron eternos. Antes de que reaccionara sentí su mano muy cerca de mi intimidad, di un pequeño gemido en respuesta a su toque.
—Soy Malice es un placer. Gracias por ayudarme ¿Cómo debería recompensarte por esto?… —Interrumpió mis pensamientos rodeándome con sus brazos. El verla a los ojos me hacía perder todo pensamiento lógico.
Cuando dejó de hablar en ese tono ronroneante cerró los ojos y se acercó a mis labios poniéndome nervioso, por lo repentino de la situación. Era más baja que yo seguro apenas alcanzaba el metro y medio por lo que se puso en puntillas para acercarse. Atontado por su belleza me incline y cerré mis ojos esperando un beso que nunca llegó. Lo que llegó fue el tacto de su húmeda lengua frotando lentamente mi cuello, resultaba muy excitante, una sensación de sensual escalofrió que recorrió toda mi espalda y llegó a mis partes más íntimas despertándolas con furia. Luego sentí lentamente sus labios posándose en mi garganta, sus besos me dejaron totalmente indefenso ante una punzante presión convertida en dolor, una sensación de miedo que me paralizó y de a poco me fui adormeciendo.
Había perdido el conocimiento, cuando abrí los ojos habían dos hombres sosteniéndome. Ambos con una completa expresión de terror, ambos eran muy religiosos por que portaban cruces ortodoxas bastante llamativas y vestían de forma muy formal al igual que sus discretos cortes de cabello. El mayor se acercó a mí lentamente y me ayudó a incorporarme. En ese momento no lo había notado pero cuando estuve de pie supe lo mareado que estaba en realidad, sentía las piernas muy débiles.
—¿No le pasará nada? Esa mujer era strigoi. —Dijo el más joven con notable preocupación.
—No, creo la descubrimos a tiempo no le pasará nada grave. —Respondió el hombre mayor y luego se dirigió a mí. —¿Deseas que te acompañemos a tu casa? —Me preguntó, me negué y tomando fuerzas logré llegar.
Al entrar a mi casa todo fue tan automático, tan robótico que pareciera que no lo hubiera hecho yo mismo, entre, le di los cigarros a mi madre, luego me metí en mi habitación “desterrando” a mi hermana en el proceso, cuando me acosté todo daba vueltas, me sentía acostado en un bote a la deriva en el mar, no recordaba nada de lo que sucedió en el parque aunque si cada vez que intentaba recordarlo me excitaba por alguna razón, mi mente estaba en blanco solo una gran laguna en mi memoria. El sueño me invadió rápidamente mandando al diablo la cena. La noche estuvo lejos de ser tranquila. Mi sueño fue extraño una mezcla de recuerdos, una niña pequeña, otros mayores molestándola, y todo partiéndose como cristales.
Ahora estaba parado en un pasillo, de un lado había enormes ventanales abiertos mostrando un bello paisaje montañoso rodeado de bosques, era el atardecer lo que hacía que se viera todo más bello. Las ventanas estaban adornadas con hermosas cortinas de terciopelo azul que caían hasta el suelo. Del lado de la pared cuadros al óleo de diferentes épocas pero la mayoría antiguos, casi todos ellos retratos de aristócratas. Camine recorriéndolos uno a uno hasta llegar a los últimos dos cuadros los que además parecían ser los más importantes. En uno de ellos se podía ver a una mujer de cabello negro muy hermosa, vestía un pomposo vestido rojo con escote recto y varias tiras de collares elegantes, estaba en posición sentada y las mangas de su vestido eran negras, su mirada era cautivadoramente fría y en la mano izquierda tenía un pequeño libro abierto. El otro cuadro igualmente exquisito mostraba a un hombre con una larga cabellera semi rizada, rasgos aguileños, una mirada muy severa con ojos expresivos, usaba un tupido bigote bajo esa curvada nariz, su mentón presentaba una suave barba, vestía una capa negra con cuello alto y debajo de esta una antigua armadura opaca de un metálico gris oscuro, tallada con figuras similares a dragones, casi pasé por alto el diseño en medio de su pecho era el mismo que había visto antes, ahora que lo recuerdo creo haber visto otro cuadro de ese mismo hombre en libros de historia.
Mis recuerdos en ese sueño volvieron como fuertes martillazos, la chica albina tenía ese mismo dragón en su medallón, un escalofrió me recorrió la espalda al llegar a la puerta al lado del último cuadro. La abrí con facilidad adentro se veía oscuro las pocas luces entraban por vidríales en las paredes pero estos al ser casi de noche no tenían su esplendor a pleno, había un camino largo tapizado por una alfombra roja a la que seguí por más de noventa metros- Cuando llegue al otro lado noté un trono y en él un hombre alto sentado en una posición despreocupada el mismo hombre del cuadro solo que en persona sus ojos eran dos orbes rojas. Me acerqué lo máximo que mi valor me permitió. El solo me observaba curioso era imponente pero a diferencia del cuadro no vestía una armadura, tenía casi toda su ropa de color negro: Un saco cruzado de varios botones con una faja color rojo, pantalones y botas de montar negras con el borde dorado, una camisa blanca al igual que un elegante jabot, al lado de su trono había una enorme capa negra con rojo colgada desprolijamente junto a una espada. Me acerque aún más y él se paró en respuesta y también se dirigió hacia mí. Por dentro temblaba de miedo una vez que quedamos frente a frente.
Antes que pudiéramos intercambiar palabras el viento entró como una corriente huracanada mientras todo se volvía negro y me sentía cada vez más débil. Desperté sumamente agitado eran las tres y media de la madrugada me sentía muy débil, mareado apenas podía moverme como si mi cerebro y mis músculos estuvieran desconectados. Una fuerte tormenta se veía en la ventana, aún tenía sueño y mucho frío, me acomodé con las cobijas para volverme a dormir mientras miraba la ventana y me dejaba llevar por el sonido de la lluvia. Quizás mi imaginación o un estado entre ambos mundos fue lo que me hizo ver la silueta de aquella chica coincidir en mi ventana con uno de los relámpagos.
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19 de febrero: Amanecía pero tenía todo menos ganas de empezar el día, tenía espasmos de frío, mis dedos me dolían, las encías me torturaban como si estuvieran las muelas de juicio, la luz me molestaba al igual que los sonidos fuertes, estaba muy irritable. Me dolía parte trasera del cuello dolores punzantes justo en el musculo. Le pedí a mi madre que me deje faltar a clases los días siguientes, perdiéndome la ceremonia de ingreso. En verdad me sentía mal cuando intenté pararme para ir al baño el mareo casi me deja en el suelo varias veces. Comenzaba a tener mucha sed conforme pasaban las horas, lo probé todo, sodas, agua, jugos, la cerveza me mareo con solo olerla así que la deje de lado igual que el vino, probé con leche me hice una cocoa y fue lo único que me alivio por varias horas. Cada vez que me acercaba a la cocina había un olor horrible como nunca había sentido ante en la bandeja de las verduras cosa que no me sorprende porque las odio. Así que cada vez que tomaba o comía algo lo hacia lo más rápido posible.
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21 de febrero: El tercer día fue casi tan malo como el primero, me sentía algo mejor aunque apenas me levante eso sumado a ciertas alucinaciones, donde veía a Malice llamando a mi ventana pidiéndome entrar, creo que hice algo muy malo entre mis delirios de esa noche: En verdad creo que la invite a pasar y luego volví a tener una laguna no recordaba nada de lo que sucedió. Durante ese día hice teorías en mi cabeza, ¿Quién o qué era Malice? Su belleza demasiada para ser normal me hizo recordar una criatura de un videojuego. ¿Será acaso una súcubo?
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22 de febrero: El cuarto día tuve una grave recaída no podía moverme, no podía hablar mis padres estaban asustados y llamaron a un médico que me tuvo de conejillo de indias. ¿El diagnostico? Una fuerte anemia de la sangre de origen desconocido. Mis padres estaban confundidos a la par de asustados pero yo en mi convalecencia estaba consciente y todo tuvo sentido para mí. El medico pensaba que temblaba por el frío pero no era eso, estaba aterrado por ese descubrimiento. Había sido la víctima de un vampiro, estaba muriendo y no tenía forma de advertírselo a nadie, no tenía voz, no podía escribir y los pocos movimientos rápidos de mis ojos eran confundidos como desvaríos causados por la fiebre. El médico me hizo una transfusión para restaurar mi sangre, si bien la aguja dolía como el infierno, la sangre entrando en mi sistema era un bálsamo que me relajaba aun así mi cuerpo no reaccionó. Mis padres estaban asustados por las palabras poco optimistas del médico no querían verme morir, sus gritos y sollozos llegaron a mí. Tampoco quería morir y la noche llegó siniestra como el presagio de lo inevitable. Mis padres me cuidaron toda la noche y yo por nada del mundo quise dormirme. El sentimiento de dejar la conciencia me aterraba pero la voluntad en mi estado no valía nada y así me dormí sin darme cuenta.
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23 de febrero: El quinto día, desperté con los llantos de mis padres y hermanos en mi cama, ya tuve días demasiado malos como para tener un despertar tan terrible, irritado me senté en la cama, sorprendentemente ya tenía fuerzas y me sentía bien. Ellos estaban tan asombrados como yo «Creo que me habían dado por muerto, no los culpo». Se arrojaron sobre mí en un vergonzosamente incómodo abrazo familiar. Sin duda era el mismo de siempre ya estaba curado o al menos eso creía. Pese a la negativa de ellos fui al colegio para por fin asistir a mis clases. En verdad necesitaba salir de ese antes lúgubre y ahora muy jubiloso ambiente no se me da mucho el afecto físico. Aunque se sentía bien recibir el cariño de la familia no es algo que me emocione por demostrarles.
El primer paso afuera fue el presagio de lo que sería un mal día, no estaba exagerando todo desde que di un paso al exterior fue cuesta abajo: Pese a mi salud el sol no era amable con mi piel más delicada que de costumbre, esta se enrojecía y a los minutos un molesto ardor comenzaba haciendo que cada minuto fuera más intenso, pese a eso mis sentidos estaban muy bien entonados con excepción de mi vista, en la calle veía todo demasiado brillante «Quizás con lentes de sol se solucione», pero mi oído y olfato eran excepcionales. Lamentablemente todo ese entusiasmo termino cuando recordé lo que estaba pasando.
Al llegar fui saludado por Nala mi mejor amigo y compañero de clases. Ambos fascinados por el heavy metal y la mitología. Viste con un pantalón ancho con cadenas, una camiseta suelta, es pelirrojo, tiene ojos verdes, usa una barba en la punta de su mentón y varios aros en ambas orejas, su cabello es muy corto exceptuando largos flequillos que caen en su rostro. Al pasar por los pasillos me sentía observado por las diferentes chicas del colegio, no me considero alguien feo pero esto me parecía demasiado.
—Se ve que este año tu suerte con las mujeres va a mejorar Demian ya era hora con tu escaso historial.
—No es algo que me emocione mucho en verdad.
—¿Acaso admites que eres gay? No te preocupes siempre lo supe. Me parecía raro que mi mejor amigo aún sea virgen en medio de la capital. —Dijo entre risas.
—Ya hablas como mi hermano, a decir verdad no tengo muchas ganas de chicas. Siento que la enfermedad que tuve no se curó por completo, no quiero terminar faltando más días a clases por salidas nocturnas.
—No te preocupes, aunque deberías haber respondido mis llamadas si no hubiera hablado con tus padres no sabía que te pasaba.
—Lo siento, pero bueno a recuperar el tiempo perdido.
—Vamos a un bar a emborracharnos y tal vez nos acostemos con alguna rockera que valla ahí quizás podríamos probar cosas más fuertes.
—Estás loco, aunque un licor de chocolate es algo a lo que no puedo negarme. —Suspiré demostrando mi desaprobación a los narcóticos.
—No creo que te mate probar, si es que algo te mate en realidad… —Su sonrisa desapareció al decir eso ultimo como si esperara una respuesta de mi parte.
—No seas estúpido jamás me meteré en esa mierda, adelántate, tengo que ir al baño.
—Ok, pero no me dejes con los normales.
—No te preocupes ya voy.
Antes de entrar a clases fui al baño a liberarme de esa tediosa conversación, la verdad Nala podría ser bastante obstinado en su intento por mostrarse como el macho rebelde. No es algo que me molestara pero a veces se volvía narcisista. Decidí lavarme la cara para despejarme de todo quería revisarme tranquilo a mí mismo, en casa apenas me vi al espejo estando adormecido. Frente al espejo noté bastantes cambios mis ojos eran diferentes rodeados de leves ojeras y al verlos de cerca eran de un rojo rubí muy oscuro como mis antiguos ojos marrones por lo que no se notarían a menos que se fijen detenidamente en ellos, pero su pupila era diferente si me acercaba bien podía ver que era vertical como la de aquella chica. Suspiré recordando su nombre mientras miraba mi piel por suerte no era blanca o gris como en las películas.
Salí distraído sin siquiera fijarme donde caminaba por pensar en Malice. Tanto así que golpee a una pobre chica que justo se cruzaba tirando al suelo todos sus libros, avergonzado ayudé a juntarlos. Era la primera vez que la veía incluso creo que me ruborice al observarla era muy linda. «¿Se habría cambiado de curso este año?». Era al menos dos años menor. Vestía una camiseta rosa pastel con una “M” en cursiva color fucsia y tenía largo cabello negro, piel muy clara y ojos expresivos color miel tenían un aire asiático, delicados labios rosados.
—Discúlpame estaba distraído y no te vi.
—No, yo debí darme cuenta justo estaba oyendo música, ambos somos torpes. —Dijo con una linda sonrisa.
—De igual forma me disculpo.
—Está bien acepto tus disculpas. —Sonrió de nuevo.
Ella tomo sus libros y abrazándolos contra su pecho diminuto, se marchó caminando con delicadeza no pude evitar observarla, tan linda, al momento en que apenas toque su piel me erice, su suavidad tanto de su piel como de su voz eran indescriptibles. Es como si fuera creada por un gran artesano y ella era su obra maestra. Era lo opuesto a Malice, para empezar era humana y en lugar de transmitirme lujuria, transmitía lo opuesto, el deseo de admirarla, cuidarla sin necesidad de tocarla, solo el deseo de tenerla a mi lado.
El timbre anunciaba la era hora de clases. Estas no fueron interesantes por lo tanto las use como mi sala de juegos para probar mis habilidades, mi oído lo escuchaba todo inclusive murmullos, mi vista para detallar a mis compañeras más atractivas, pocas caras nuevas siendo Sam la única de mis compañeras a la cual le echaría el ojo. Igual las demás pese a ser chicas promedio tenían lo suyo y mi olfato… digamos que lo use para intentar distinguir perfumes. Ignoré al profesor ya que dictaba la clase con temas que ya había visto el año anterior.
Debía encontrar una cura ya que era solo cuestión de tiempo que quiera atacar a las personas, también quiero encontrar a Malice y vengarme. Maldije por lo bajo ya que al recordar lo infernalmente sensual que es no pude evitar excitarme, mis pensamientos tomaban un rumbo lujurioso que no deseaba, pero diablos sí que es atractiva. De repente en mi mente se escuchó como si me susurraran al oído:
—Es muy halagador lo que dices, ¿En verdad te excito tanto? ¿Acaso no te gusto el beso especial que te di?, Demian… —La maldita dijo mi nombre en un sensual ronroneo y en medio de la clase debía mantener mi cara de póker, estaba logrando enloquecerme. —¿No te gustaría que yo te diera clases en lugar de ese viejo aburrido? Podría tomarte examen oral cuando lo desees…
Había ido demasiado lejos estaba molesto, tanto que mi enojo le ganaba a mi excitación. Los acosos mentales duraron toda la tarde apenas pude escribir la mitad de lo que debía, molesto me dirigí a casa quizás Nala pensó que seguía enfermo al ver cómo había perdido el buen humor con el que había empezado el día de clases.
Irritado por la pesada tarde me di cuenta como el sol se ponía en el horizonte, mi piel reaccionó como si se distendiera cosa que demostré dando una sonrisa de autosatisfacción, la luz ya no lastimaba y con mejores ánimos seguí caminando. Pero antes debía pasar por ese parque, apreté fuerte la tira de mi mochila para tomar valor y cruzarlo, podría rodearlo pero sería una pérdida de tiempo. Llegando al monumento que marca el centro vuelvo a escuchar esa voz pero esta vez no en mi mente.
—¡Demian! —Gritó la vampiresa con autoridad.
Estaba sentada en las ramas de uno de los arboles más altos. Admito que se veía preciosa con las piernas cruzadas en lo más alto de la copa.
—¿Qué quieres? ¡Lárgate! —No estaba listo para enfrentarla y realmente no quería verla.
—¡Que malo eres! Solo quiero que hablemos, no quiero que mi nuevo novio este molesto conmigo. —Bufó de forma infantil, la mujer fatal ahora parecía una niña caprichosa. Aunque sus palabras me hicieron ruborizar.
—¿Novio? —Reí falsamente. —¡No me hagas reír por tu culpa tuve días terribles además de convertirme en esto!
—Por eso, hablemos, no es lo que estás pensando no somos los demonios de las películas… —Su hermosa cara tomó un semblante de tristeza, cosa que no me importó por mi podría haber llorado en ese momento.
—Piensas que voy a creerte… quiero ser humano y si no tengo cura mientras pueda no lastimar a las personas ¡Voy a encargarme de cazarte a ti y a los de tu clase!…
Ella saltó de la rama y cayo suavemente cerca de mí. Se acercó con curiosidad y un andar en verdad sensual, su actitud felina no era fingida, era su naturaleza, cada paso hacia que su pecho rebotara con suavidad. Intenté golpearla pero fue tan rápida que tomó mi mano y la puso en sus labios besándola con dulzura, no supe cómo reaccionar. Mi mente me traicionaba la deseaba pero la odiaba. Se acercó y mirándome a los ojos puso su dedo índice en mis labios, tenía miedo, pese a querer matarla no sabía de qué podía ser capaz. Notó mi actitud receptiva y sonrió mostrando sus colmillos escapar apenas por sus labios.
—Para comenzar somos nosferatu ¿De acuerdo? Recuérdalo para el futuro amor mío. —Explicó haciendo la mímica de una maestra cerrando sus ojos.
—Está bien, pero… ¿Por qué me convertiste? Podrías haberte alimentado de mí y ya. —Pregunté sumiso ante ella.
—…Buena pregunta… ¡ah sí! Es porque me gustas y sería raro tener un novio humano. —Jugaba con una de sus coletas mientras posaba su felina mirada en mis ojos.
—Pero yo no quiero ser un vampiro, ¿No hay forma de que me vuelvas a la normalidad?
—Nos-fe-ra-tu, bueno en casos normales sí, pero eres anómalo ya lo intenté y no pude.
—No es muy alentador. Solo quiero volver a casa, dormir y despertar como si esto hubiera sido una pesadilla.
—No hay de otra, serás un nosferatu y serás mío, seré muy buena, te cocinare todo lo que te guste y podrás hacer conmigo lo que quieras. No te arrepentirás. —Al decir eso me toma del brazo su belleza aún me cautivaba.
—Aléjate… —Ese fue mi último acto de cordura.
—Eres increíble, no solo no puedo volverte humano sino que además puedes caminar bajo la luz del sol, no te convertiste en un ghoul además… Después de tomar tu sangre yo también puedo andar en la luz gracias a ti cariño es una historia de amor perfecta.
—¿Qué? —La miré con resignación si era verdad no me la quitaría jamás de encima, además que no sabía que sería capaz de hacer si la sigo rechazando.
—Serás idiota Malice…
—Y así se arruina mi momento romántico… —Una tercera voz se escuchó detrás de nosotros, de un joven calvo, brillantes ojos naranjas, orejas en punta y largos dedos vistiendo un largo montgomery café oscuro.
—Malice, no te obedece no porque sea una anomalía si no por no estar presente cuando la transformación se completó, por ende ese lazo entre sire y vástago no se completa es él un “salvaje” y es tu culpa. —Señala a Malice.
—¿Y tú quién eres? —Pregunté con molestia.
—Mi nombre es Kraven Orlok soy un nosferatu también al igual que esta… cosa microscópica. —Mira despectivamente a Malice.
—Otro monstruo, no me convencerás con tus modales… —El suspiró pesadamente antes de replicar.
—Crear ghouls está prohibido pero esta chiquilla rompió las reglas para no ser señalada por estar con un humano. Se puede volver a la normalidad a los ghouls, es raro que pese a beber la sangre de Malice no hayas regresado. Cuando encontremos la forma volverás a ser humano, mientras serás su responsabilidad.
—Haré que te guste ser uno de nosotros, te lo enseñare todo. —Ronroneó Malice.
—No… lárgate. —«Si continuaba iba a ceder a ella».
—Mierda si me hubiera quedado a ver tu renacimiento, hubieras obedecido sin queja. —Se lamenta mientras se aferra a mi brazo y sigue mirándome esperanzada de que caiga ante su lindura.
—Esto va a ser una mierda. Confiare en ti, si dices poder curarme y volverme humano. —Dije resignado.
—Haré lo posible para solucionar los problemas que causo Malice, solo te pido que como acto de buena fe que nos mantengas en secreto ante la humanidad. —Luego de decir eso su cuerpo se perdió en la oscuridad.
—Primero cúrenme y manténganse lejos de mí y de mi familia si cumplen con eso será un trato.
—¿Puedo acompañarte a casa? —Preguntó juguetona ignorando mi conversación con su compañero.
—No y ya suéltame ni se te ocurra seguirme. —Me zafé de su agarre y me dirigí a casa.
—Está bien mañana tendremos una cita donde aprenderás a vivir como nosferatu. —Malice grita alegre mientras me saludaba de lejos extendiendo su brazo.
—Cita… si claro… — «Al menos estando lejos puedo dejar de desearla».
Llegué a casa y todo era normal. Mi familia me esperaba aún se les notaba preocupados pero al mismo tiempo bastante animados al verme. ¿Qué podía decirles? ¿Qué estoy muerto, que soy un vampiro? Imposible, no después de haber visto como se hubieran sentido si moría.
Decidí fingir todo lo que pudiera para estar con ellos, tener una vida normal, sé que en algún momento mi cuerpo va a pedir sangre. Si me convierto en una amenaza hacia ellos voy a huir, es mejor verlos sufrir que verlos muertos. Dejaría el colegio y toda mi vida atrás si es por un bien mayor, pero mientras tanto soportaré, Ese vampiro dijo que tal vez haya una manera de curarme no debo perder las esperanzas. Luego está el tema de Malice lo admito es hermosa siempre quise tener alguien así pero esta chica se pasa, además no puedo confiar en ella es peligrosa podría poner en peligro a mi familia.
No debo dejarme guiar por mis bajos instintos. Igualmente la odio, es la culpable de todo esto que estoy pasando jamás voy a perdonarla. Murmuré mientras golpeaba el colchón de mi cama con fuerza soltando mis frustraciones, estaba concentrado en mis propias quejas internas que no me di cuenta que estaba haciendo sonidos extraños gruñidos que parecían bastante los de un cocodrilo, más me enojaba más fácil lo expresaba de esa forma los gruñidos suaves se convirtieron en sonoros bufidos y cuanto más pensaba en mi situación en lugar de gritar para sacar todo ese malestar dentro de mi di un gran rugido que sonó en toda mi casa. Mi madre subió con preocupación a ver qué pasaba asustada por tal sonido pero solo me encontró a mi recostado con mis manos en la nuca con el televisor encendido en “Animal Planet” y mi pobre excusa que lo culpaba al inocente aparato.
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