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Diciembre no es el mes de la alegría para todos, algunos sólo esperamos que ese mes pase lo más rápido e inadvertido posible. Para mí no va dejar de ser una tortura año tras año.
Mis vecinos, como es costumbre, cada 24 están reunidos afuera con parlantes de tres pisos bailando, gritando, bebiendo y seguro en la madrugada peleando. Las paredes de mi habitación retumban con los bajos, así es imposible trabajar y ni con los audífonos me puedo concentrar.
- ¡Tengo que salir de acá!
Me vestí con lo primero que encontré, una camiseta, jean, chompa y tenis. Salí por el costado de una de las cuadras, con la chompa en la cabeza, disimulando para que mis vecinos no me hicieran pasar por el corredor del guaro donde es ley tomar lo que te sirvan... o sino literalmente "te lo llevas puesto".
Me fui caminando hasta la avenida principal esperando un taxi, que como cosa rara en esas fechas desaparecen todos. Tocó buscar mejor un Uber y pagar su tarifa exagerada, lo que fuera con tal de salir de allá.
Fui rumbo al centro de la ciudad, en la zona de bares de rock los cuales para estas fechas están casi desiertos. Cuando entré y solo vi un par de personas respiré al fin aliviada. Bajé el cierre de la chompa, la coloqué en el espaldar de la silla y me senté a un extremo de la barra.
- ¡Cantinero! ¡Una cerveza de barril bien fría por favor!
