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Salgo del castillo, empiezo a caminar hasta que vea a la persona que estaba buscando, me acerco hacia él.
-Buenos días Raúl
-Alteza –Me hace una reverencia.
-No hace falta que seas tan formal.
-Lo siento alteza
-Llámame Danerys
-No puedo hacer eso vos sois la princesa.
-Quería hablar contigo.
-Los soldados están siendo entrando algunos más duramente que otros, como vuestro padre me ordeno.
-No venía a hablar sobre eso, por favor demos un paseo.
-De Acuerdo
Empezamos a caminar:
-Vos diréis –Me mira
-Quiero que me enseñes a luchar.
- ¿Cómo decís? -Me mira sorprendido.
-Sé que las mujeres no tenemos por qué luchar, pero quiero aprender y tú eres el mejor soldado que tenemos, así que te pido ese favor, conviérteme en tu aprendiz, enséñame todo lo que sabes.
-Lo que me estáis pidiendo es imposible, si el rey se entera de que estáis siendo entrenada me castigara o me matara no puedo haceros ese favor mi señora.
-Estas exagerando mi padre no os haría nada, además seria nuestro pequeño secreto.
-Lo siento, pero no, con permiso alteza-Se retira.
Es de noche, a través de la ventana de mi cuarto observo a Raúl dando órdenes a unos soldados.
- ¿Qué miras tanto por la ventana? -Elizabeth me observa a través del espejo mientras se cepilla el pelo.
-Nada en realidad, voy a irme a dormir ha sido un día agotador.
-De acuerdo
Me tumbo en la cama, mañana será otro día y empezare a hacer lo que deseo.
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