uno año después
-Vamos princesa podéis vencerle.
Me encuentro luchando contra uno de mis soldados:
-Vamos Ricardo no quieres rendirte.
-Lo siento alteza, pero seguiré peleando
-Si es lo que deseas.
Seguimos combatiendo, los demás soldados miran la pelea, en ese instante veo mi oportunidad de ganarle, así que le pego una patada en el estómago, cae al suelo, pongo mi espada en su cuello.
-Has perdido soldado
-Lo se princesa, la victoria es vuestra
Aparto la espada, le tiendo la mano, la acepta, se levanta
-Sois una gran guerrera alteza, yo diría que la mejor.
-Gracias, pero no creo que sea la mejor.
En ese mismo momento vino una criada:
-Alteza lamento interrumpirla, pero ha venido de visita su tía Lucrecia.
-Gracias, enseguida voy.
Miro a los soldados:
-Caballeros ha sido un honor, pero debe retirar.
-Hasta luego alteza.
Entro al castillo, me dirijo al comedor, al entrar están mis padres, mi hermana y mi tía:
- ¡Tita! -Me acerco y la abrazo.
-Mi querida niña que alegría de verte, has crecido mucho, eres toda una mujer–Nos separamos y me mira de arriba hacia abajo.
-Gracias.
-Por favor tomad asiento vamos a comer- mi padre nos sonríe.
Nos sentamos las criadas nos ponen la comida, empezamos a comer:
-Lucrecia que sorpresa tenerte aquí, no esperábamos tu visita –Mi madre la mira seria.
-Raquel querida ¿Cómo estás? Pues si quería daros una sorpresa, hacía mucho que no os visitaba y quería ver a mis sobrinos
-Tu eres siempre bienvenida a nuestro hogar, si me disculpáis hay asuntos pendientes que debo de atender, con permiso.
-Ha sido un placer verte Luis, espero que no sea mucha molestia pediros que me quede una temporada, me siento muy sola y me gustaría estar con mi familia. -Lucrecia mira mi padre.
-Claro que no hay ningún problema puedes quedarte con nosotros el tiempo que desees, me retiro, con permiso.
Mi padre se va, mi madre nos mira:
-Niñas ¿Por qué no nos dejáis a vuestra tía y a mí a solas? Hay asuntos que debemos de atender.
- ¿Dónde vas con tanta prisa Raquel? Hace mucho que no veo a mis sobrinas y quiero hablar con ellas.
Me levanto:
-No te preocupéis tía más tarde hablaremos, nos retiramos, con permiso.
Elizabeth y yo salimos del comedor, empezamos a caminar:
-Madre esta rara desde que ha llegado Lucrecia-Mi hermana me mira.
-¿Vistes como madre la miraba? Con odio ¿Qué ha venido a hacer ella aquí?
-No lo sé, pero sea lo que sea no creo que nada bueno –Elizabeth me mira preocupada.
-Pienso como tu hermana, demos una vuelta.
Las dos sentíamos que con la llegada de Lucrecia vendrían cosas, pero realmente no conocíamos lo que nos tocaría vivir.
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