Una vez definida mi meta, iba a trazar un plan para aprovechar mi cumpleaños 18 y darle la última estocada. Me iba a dar como regalo a un hombre experimentado.
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Estos últimos meses tuve a Jhon en remojo y no porque me interesara darle otra oportunidad, eso ya no iba a pasar, nunca. Aun así, él mantenía la ilusión.
Lo tenía porque necesitaba poder acercarme a su padre y empezar a conocer sus hábitos, sus gustos y su forma de ser.
Sabía que su esposa había muerto, pero necesitaba más información. Casi con ganzúa John fue quien me contó que había muerto el día que él nació. En lágrimas me dijo que por eso creía que su papá le llevaba cierto tipo de rencor. Al fin entendí de dónde venía su inseguridad.
Su padre se encargó de sacarlos adelante y desde esa época se acostumbró a dormir muy poco, para poder llevar y sacar adelante tanto la granja como su familia.
Levantar 3 hijos varones sin una madre que ayude a mantenerlos caminando derechito no fue fácil, pero al menos James el hermano mayor le ayudó mucho en encargarse de orientar a sus hermanos.
No le faltaron pretendientes al Sr. Clint, porque sin duda es un hombre muy guapo y buen partido. Varias mujeres se ofrecieron a hacer la labor de esposa y madre. Él nunca más se le volvió a ver con una mujer o mostrar interés por una relación, no tenía ni tiempo ni el corazón para ello.
Clint se despertaba cuando despuntaban los primeros rayos de sol, lo podías ver activando todos los procesos, preparando todo para cuando llegaban los trabajadores y alimentar los animales.
Era un hombre maduro, lleno de energía que no paraba en todo el día. En la tarde, su hora favorita, siempre ensillaba su caballo, se daba una vuelta alrededor de su terreno y veía el atardecer desde el peñasco, la parte más alta de su finca.
Regresaba, preparaba la cena y muy puntual a eso de las 9 de la noche religiosamente se sentaba en el porche de la casa en una silla mecedora, encendía el radio y escuchaba la misma canción que escuchaba con ella cada noche. Sonreía mirando el cielo, levantando su cerveza y brindando en honor a su difunta esposa.
A eso de las 10 se levantaba, caminaba alrededor de los establos para hacer una última revisión y luego se iba a dormir.
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Con un interés falso en aprender sobre el ordeño automatizado, empecé a acercarme a él y me estuvo explicando todo lo necesario para poderlo implementar en nuestra granja.
La inversión que se necesitaba era muy grande y mi padre no lo iba aceptar, pero igual no importaba, lo único que necesitaba era tenerlo cada vez más y más cerca.
Algo un tanto peligroso porque empecé a notar más cosas en él que me ponían peor de caliente. Su voz ronca y paternal, lo inteligente y hábil que era para explicar las cosas complicadas de forma sencilla... pero la peor de todas fue notar su pulcritud exagerada y su adictivo perfume que me provocaba pasarle la lengua por el cuello.
Traté de dejar de vestirme menos desarreglada. Me colocaba unos jeans ajustados y camisas de botones que me servían para abrir un par de ellos cuando hablaba con él para resaltar mi escote y cerrarlos cuando iba a estar en público.
De gusto me agachaba para mostrarle el trasero o de frente a él para que mis senos quedaran colgando por dentro. Unas cuantas miradas muy disimuladas le saqué y el par de veces que lo descubrí no actuó de forma solapada, pero le sonreía para tratar de que se relajará un poco y simplemente continuaba como si nada.
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Estábamos en su oficina, porque íbamos a hacer cuentas de cuánta sería la inversión total. Llamó a un par de contactos y aprovechó para pedir unas máquinas que le faltaban.
- Señorita Cadance, la próxima semana me llegan unos equipos nuevos, habla con tu papá y le decís que si quiere puede venir y aprender todo el proceso
- Candy --le dije con risa tímida-- estamos en confianza
- Ok, señorita Candy --al fin un atisbo de risa--
Me incliné hacia adelante en la silla, apoyé mis brazos sobre su escritorio y encima de ellos descargué disimuladamente mis senos para hacerlos más prominentes. Se notaba que estaba haciendo un esfuerzo extra por mantener el contacto a mis ojos y no a otro lado.
- Mi papá anda muuuuy ocupado, pero yo sí puedo estar... y me dejo enseñar a hacer todo lo que quiera
¿Así o más directa? Ni siquiera me tembló la voz o me dieron nervios. El pobre hombre carraspeó y giró su silla en otra dirección.
- Complicado porque esas máquinas son pesaditas
- Sr Clint, usted sabe que si me toca hacer trabajo difícil lo hago
Me mordí el labio inferior coqueteando, aunque él no me viera. Le entró una llamada y la aprovechó para hacerme señas de que me retirara para poder hablar tranquilo.
Me levanté con mi típica risita triunfal y antes de salir volteé a mirarlo de repente. Lo descubrí mirándome el trasero y se le subieron los colores a la cara. Miré mi trasero, le regresé la mirada y sonreí aprobando su comportamiento.
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Estuvo alguno días distante, encargándose de varias cosas "muy importantes" o al menos eso era lo que decía. Pasaba más tiempo con su hijo del que quería y lo único que logró llamar su atención fue verme montada en mi yegua arreando ganado.
Jean, botas, camisa a cuadros anudada a la cintura, prominente escote y un lindo sombrero negro. Esa tarde me afloje una posición las hebillas del sostén y mis senos brincaban más que de costumbre.
John estoy segura que se debió de haber venido como de costumbre con solo ver esa escena. A quién de verdad buscaba también cayó directo a mi carnada. El Sr. Clint que aunque trataba de disimular no podía quitarme los ojos de encima... y eso me calentaba montones.
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