Me levanté bien temprano y me preparé para una jornada dura. Hoy tocaba tirar taladro, sierra, martillo y quien sabe que más.
Pañoleta en el cabello, botas de trabajo, overall de jean, por debajo unos cacheteros de lycra que me encantan porque me hacen ver la nalga más paraditas, un pequeño top color rojo, una franja del mismo tamaño que aunque me aprieta los senos para que no se muevan los hace ver como si fueran a explotar.
La mirada de ese hombre cuando me bajé del caballo lo valió todo.
- Buenos días, señorita Candy
- Buenos días, Sr. Clint
- Esta usted más hermosa que este radiante día
- Mucha gracias
Saqué los guantes de cuero y me los coloqué en las manos para mostrarle que estaba lista para el trabajo duro.
- ¿Y John donde anda?
- Lo mandé a comprar unos suministros al pueblo, así no nos estorba con su torpeza
Nos reunimos con sus empleados, les explicamos los planes y nos colocamos manos a la obra. Me encantaba descubrirlo cada rato mirando entre los espacios del overall la piel de mi cintura y de gusto me acomodaba en cuatro para que con la solapa hacia abajo el pudiera ver mis senos colgar como ubres.
Casi a las 3 de la tarde, al fin, ya estábamos terminando de abrir los calados para las mangueras y tuberías. Decidimos parar ahi porque el trabajo que seguía de mampostería nos iba tomar casi otro dia.
Dejo ir temprano a sus empleados y sin querer sonreí al ver que nos habíamos quedado solos.
- ¿Una cerveza? --le dije con picardía--
No más entrar a su oficina me sente en el escritorio, me separo las piernas y me empezó a besar con desespero. Metía sus manos detrás de mi cabeza, me apretaba el cabello y ese comportamiento un tanto brusco y posesivo me ponía a mil.
- Tantos años ordeñando a mano te debieron servir de experiencia
- Bastante ¿quieres ver?
Me desabroche las hebillas, deje caer las tiras y coloqué su mano sobre uno de mis senos. Metió su mano por debajo del top agarrando mi seno, apretándolo suavemente desde atrás hacia adelante. Movia su mano en ondas, amasando de forma increíble, mis pezones quedaron duritos como si quisieran explotar.
Levantó su mano dejándolo al desnudo y le dio una chupada que por muy poco me hace venir.
- Ay dios no pares
Él chupaba y se saboreaba, me levanto el top hasta el cuello y agarrando ambos senos los chupaba como un ternero hambriento.
- Me encantan tus senos, grandes, jugosos y redonditos
Me dijo mientras me besaba, agarrándome de la cadera y pegando su pelvis abultado contra mi sexo. Le empecé a abrir el cinturón, el pantalón y le metí la mano para agarrar su miembro.
- Quiero que seas mi primer hombre
¡Que idiota soy! ya lo tenía casi listo, pero mi gran bocota lo hizo separase de mi como si le hubiera mencionado al coco.
- ¿Qué pasa? ¿Por qué te alejas?
- Ay Candy, no puedo hacer eso
- ¿Por qué no? Los dos queremos
- Usted sabe que yo soy un hombre de dios y respeto mucho que una mujer... pues
- ¿Llegué virgen al matrimonio?
- Si, así es. No sería justo con su papá cuando la vaya a...
- ¿Cuándo qué? ¿Cuándo me vaya a intercambiar como un animal?
Me levante iracunda por sus pensamientos retrogradas y machistas. Me arreglé lo más Rapido que pude ante su mirada atónita. Pase por su lado al salir y me agarro con fuerza del brazo.
- Candy...
- Yo podre tener las tetas --me las agarre para juntarlas y luego dejarlas caer-- como las de una vaca, pero a mí nadie... escúcheme bien... nadie, nunca, me va a cambiar como si fuera ganado, nunca voy a permitir que me digan que hacer y menos con quien lo debo hacer
- De verdad, no te quería ofender
- Pero lo hizo
Me sacudí su mano con fuerza y caminé pisando fuerte hasta el establo. Mientras ensillaba mi yegua con disgustó, esperaba que apareciera por detrás, me abrazara agarrándome por la cintura, sentir que refregaba su miembro entre mis nalgas mientras me besaba y me arrancaba la ropa.
Cada segundo que pasaba y eso no sucedía me hacía llenar de más rabia. Lo peor de todo es que ni siquiera se dignó a asomarse para despedirse.
Azote las riendas con fuerza y corrí al galope por los caminos de tierra hasta que la pobre yegua no podia más. Termine regresando a mi casa caminando a su lado para que ella pudiera descansar y yo me pudiera calmar.
Decidí que lo mejor era no volver a ir a su granja y menos volver a verlo, lo odiaba por no querer estar conmigo, pero también porque sabía que era una idiota por él, por esa atracción magnética que me podía inclusive hacer llegar a rebajarme.
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