Ya se acercaba la media noche y todavía se escuchaba a mi padre y mis hermanos bebiendo cerca al fuego. Necesitaba que se fueran a dormir de una vez o no iba a poder llegar a tiempo.
Alguno de ellos dejo caer una botella y se rompió en el suelo. Escuche que mi mamá se levantó de la cama.
- ¡Ya no más¡ ¡a dormir¡ ¡TODOS!
Cuando ella habla, todos obedecen hasta mi padre. Mis hermanos ayudaron a llevarlo cargado hasta la cama donde cayó dormido de inmediato y a mi mamá fue la que le toco quitarle la ropa.
15 minutos después, no se escuchaba ni una mosca. Al fin mi oportunidad, con las botas de tacón en las manos camine en puntas y abri la puerta solo un poco antes de que rechinaran las bisagras. Que difícil fue salir por ese pequeño espacio y hacer que mis senos y el trasero pasaran también.
Ensille la yegua y salimos caminando despacio usando el pasto para que no se escucharan las herraduras en el camino. Apenas dimos la vuelta saliendo del camino principal la cabalgue a toda prisa como si no existiera un mañana.
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La cabaña no tenía luces encendidas en su interior, ni tampoco se veía el humo de la chimenea.
No sabía si él había estado ahí, pero se había cansado de esperar. Tal vez pensó que me había arrepentido.
Tenía tanta rabia y frustración que no lo podía creer. Me recosté hacia adelante abrazando del cuello a mi yegua y me puse a llorar, mientras ella seguía caminando a la entrada.
Cuando levante la mirada lo veo parado en el porche, con un pie apoyado en una de las columnas y una botella en su mano.
Mi corazón palpitó de nuevo y se llenó de emoción. Ahi estaba, ahí estaba. Taclee a mi yegua, llegamos al trote, me baje de un brinco y lo arroyé llenándolo de besos.
- Viniste
- Si, vine y no sé porque
Su aliento era tan fuerte a licor que podía sentir el ardor en los ojos cuando me hablaba. Claramente había bebido de más.
- Yo sí sé, a cumplir mi deseo de cumpleaños
Empujé la puerta, lo senté en la cama y me le monté a horcajadas mientras lo besaba, le quitaba la ropa y acariciaba su torso con un manto de vellos.
- Candy
Me interrumpió con voz paternal y mirada tierna, mientras me acariciaba el rostro y me corría el cabello detrás de las orejas
- ¿Que pasa cosita rica?
- No creo que sea capaz
- No, ya no te puedes arrepentir
Le agarré las manos pasándolas por detrás y las coloqué sobre mis nalgas.
- Usted es una mujer muy bonita, inteligente y extremadamente sexy
- ¿No te gusto? ¿cierto?
- No para nada, me encantas, pero...
- Yo sabía
- No me sentiría bien, sabiendo que cuando te cases tu esposo se va a dar cuenta que no eres virg...
Le tapé la boca con la mano y lo miré con rabia. Respiré profundo un par de veces para calmarme un poco o me iba terminar yendo de ahi enojada y me iba arrepentir una vez más.
- Clint, ya te dije que es mi decision
- Candy, es que no puedo. No sería capaz de ir a la iglesia este domingo sabiendo lo que te hice
Este hombre sigue sin entender que él no me está haciendo nada. Es más, yo soy la que le voy a hacer.
- No te cierres, además no tengo que perder la virginidad, al menos no esa
Me di la vuelta y coloqué mis nalgas sobre su miembro moviéndolas en círculos. Me tomo de la cintura, me apretó contra su cuerpo.
- Ay Candy --besándome el cuello-- es tan difícil decirte que no
- Te deseo, te deseo tanto
- ¿De verdad quieres esto?
- Es lo que más deseo en mi vida, quiero que sea el primer hombre que esté dentro de mí
Su mano se escabullo dentro de mi pantalón acariciando mi sexo humeo, me apretó con fuerza los senos. La ropa de los dos empezó a caer por todos lados, me encantaba verlo desnudo con esa gran erección y sus pesadas bolas bien cargadas.
Me acostó en la cama, me lleno de caricias y besos. A pesar de la emoción no dejaba de ser un caballero y aunque ya era más que seguro que no me iba a quitar la virginidad igual se dignó a darme placer oral.
- Woaaaaaa aahhhhhh
Ese hombre sí que sabía cómo tratar a una mujer, como tocarla, como mirarla y besarla. Siempre atento a las reacciones de mi cuerpo para corregir o continuar con lo que hacía. Fue delicioso venirme en su boca.
Me agarré de su miembro y lo masturbaba con un poco de dificultad por la posición, hasta que logré ponerlo encima de mí y darnos placer al tiempo. Lo empujaba de las nalgas y levantaba la cabeza hacia atrás para que lo pudiera meter más, pero era demasiado grande como para tragármelo todo.
La verdad es que ni sé en qué momento termine con un dedo en el culo, su lengua penetrando mi sexo y su miembro metido en mi boca sin poder respirar. Él trataba de moverse hacia atrás para no ahogarme demasiado y yo me agarraba de sus nalgas enterrándole las uñas para evitarlo.
Mi sexo tuvo una explosión tremenda, nunca había tenido un orgasmo tan fuerte que sonara como erupción volcánica. Ni entendía de donde había venido eso. No fue uno de esos que te dejan acabada y sin poder moverte, fue todo lo contrario como el punto que hacía falta para encenderme mi libido por completo.
- ¿Estas bien?
Se acercó sonriendo un poco preocupado por mí.
- Perfectamente papacito
Me di la vuelta dándole la espalda, mirándolo por encima del hombro.
- No quiero esperar más. Hazlo ya
- No puedo
- Por favor, es mi deseo de cumpleaños, es lo único que quiero
Me separo las nalgas y me paso la lengua alrededor del asterisco llenándolo de abundante saliva. Se acomodó detrás de mí, se masturbo con mis nalgas y yo decidí moverlas un poco para ayudarlo a encender más.
Se veía mortificado, pero igual perdido, porque sabía que esta vez no iba ser capaz de aguantar. Llevé mi mano hacia atrás, tomé su miembro y apunté en dirección a mi trasero.
Yo misma empujaba mis nalgas hacia atrás y me podía el morbo al sentir su miembro querer romper la barrera, pero no poder.
- Asi no, te vas a hacer daño
Me quitó la mano de forma brusca. Montó su cuerpo encima del mío y su miembro quedo en una posición más natural, me besaba el cuello y movía su pelvis lentamente.
- ¿Qué es lo que quieres Candy? ¡dilo!
- Quiero que me lo metas, quiero que seas el primero
- ¿Por dónde? ¡dilo!
- Quiero que me la metas por el culo
Decirlo me hizo excitar tanto que mi trasero empezó a palpitar de emoción y acto seguido empecé a sentir como su miembro con algo de esfuerzo se abría paso dentro de mí.
Dolía un poco, pero al mismo tiempo me excitaba tanto que mi sexo goteaba de placer. Cuando su glande por fin estuvo adentro metí mi cara en una de las almohadas para poder gritar, pero empujaba con mis nalgas en dirección contraria para que no se detuviera
- Calma, calma, calma --susurraba en mi oído--
Me besó con ternura el cuello, los hombros y la espalda sin moverse ni un milímetro. Levanté mi rostro miré por encima del hombro y sonreí al ver su miembro dentro de mí.
Con calma y de forma muy erotica, nos besamos, me tomo por la cintura y quedamos apoyados en las rodillas. Los cuerpos se movían dirigidos por los besos y el placer y así con mucha paciencia fue que terminamos de nuevo unidos.
Nos miraba en un espejo y no podía creer esa imagen, desnuda, sus manos acariciando mi cuerpo, mis senos y mi sexo, con ese delicioso y apasionando hombre maduro detrás de mí, tratándome con calma y mucho amor, como si fuera una porcelana.
Se estiro un poco para alcanzar el sombrero que me había regalado y mientras nos mirábamos al espejo no paraba de reír. Me besaba el cuello y me apretaba los senos, nuestras caderas se movían coordinadas como si lleváramos años haciendo esto.
Sentía como su pelvis se balanceaba de adelante hacia atrás, todavía dolia un poco, pero cuando su miembro iba en dirección hacia afuera se sentía un placentero alivio que hacía valer la pena el poco dolor cuando lo volvía a meter de vuelta.
- ¡Te quiero ver!
Me di la vuelta y quedamos de frente, levantó mis piernas colocándola sobre los hombros, miro mi sexo y por unos segundos noté en su mirada el deseo por tenerme. Se sacudió la idea de la cabeza, escupió su glande y lo regreso de vuelta con cuidado al mismo lugar.
- ¿Te duele?72Please respect copyright.PENANAu10I2ozhe8
- No --mentí-- me gusta, mucho, no pares
Se marcaban los músculos en sus brazos, biceps y abdomen. Su pecho velludo lleno de canas, me hacía verlo como un lobo solitario. Su mirada sombría remembrando ecos del pasado hacía que su mirada se perdiera en mis pechos.
Me empecé a acariciar el clitoris y su rostro cambió, ahora se agarraba de mis muslos y me penetraba con fuerza, mis senos se movían en todas direcciones. No podía entender porque me gustaba tanto que me tratara de esa manera.
Me tomó de los tobillos, levantó su mirada al cielo y cerró los ojos. Me separó las piernas y lo empezó a meter, cada vez, más y más y más fuerte. Yo no podía parar de gritar de placer, llevaba demasiado tiempo esperando por esto, afortunadamente parecía que no iba a terminar tan rápido como con su hijo.
- Ah diooossss, ahhhhh siiiii, siii que rico es esto, no pare, no pares
Y no lo hizo, la mandibula me temblaba al igual que las piernas, era como si la excitación me superara, buscando un lugar por donde salir, pero sin poder hacerlo, no importaba cuanto apretara mis senos o cuanto estrujara mi sexo.
Me di cuenta que así no iba a poder venirme, necesitaba ser yo la dominante y en una maroma que aún ni entiendo como sucedió, el termino acostado en la cama y yo encima cabalgándolo.
Recuperé el sombrero, aparté sus manos al lado de su cabeza y tomé el control, me movía en círculos, de adelante hacia atrás, de arriba a abajo buscando la forma en que más sentía placer. Levanté la mirada, me vi en el espejo y me parecía increíble verme así, como una mujer, fuerte poderosa y sensual.
Solté sus manos, me acariciaba el cuerpo, apretaba los senos, me metía los dedos a la boca y me acariciaba el clitoris mientras me levantaba un poco y me dejaba caer para ser penetrada tan al fondo como era posible. Lo cabalgaba como en rodeo sosteniendo el sombrero, mientras me apoyaba en su pecho y al fin pude sentir como ese calor, ese temblor en mis extremidades se concentraba en mi vientre.
Él me estaba mirando con tanto amor, dejé caer mi cuerpo una vez más sentí como me llenaba con su tibio orgasmo, cerré los ojos apreté los labios y cuando me apreté los senos sentí como si se me fuera a salir el alma del cuerpo al venirme.
Caí recostada en su pecho, sentía como subía y bajaba mientras recuperaba la respiración y sin abrir los ojos sonreía como una idiota. No me quería ni mover, solo disfrutar de sus deliciosas caricias en mí espalda.
Después de un rato levanté la mirada, me acaricio el rostro con ternura y me corrió el cabelló detrás de las orejas.
- ¿Estás bien?72Please respect copyright.PENANAFHAmNrGGrZ
- Perfectamente
Me apoyé en su pecho y al apretar las nalgas sentí como su miembro se escurrió hacia afuera junto con su tibio y espeso semen que bajaba por mis muslos.
- ¿Segura? ¿no te hice daño?72Please respect copyright.PENANAvugTkit8Al
- No, lo que me hiciste fue muy feliz72Please respect copyright.PENANAzcMp7rpXhT
- Estas loca Candy72Please respect copyright.PENANAm7911MWv3V
- Un poquito no más, pero apuesto a que eso es lo que te gusta de mi72Please respect copyright.PENANArBR8MgLASo
- Eso y muchas cosas más
Nos quedamos así recostados un poco más, disfrutando sus caricias y mimos. Luego nos dimos una ducha rápida juntos, cuidando no mojarme el cabello y un poco antes de la madrugada nos despedimos cabalgando por caminos diferentes para evitar sospechas.
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