A los hombres les encanta que los ignoren y ese fue precisamente mi juego con Clint. No fue para nada fácil, a toda hora me le quería tirar encima, pero hasta las miradas evitaba.
Me toco aguantarme al baboso de John más de lo que quería, pero era la unica forma en que podia seguir estando cerca para que me viera y se antojara viendo mis curvas porque me ponía la ropa más ajustada que tenía.
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Llegaron los nuevos equipos que había mandado a pedir para el ordeño automático y aunque me di cuenta no le pregunte nada, como si hubiera perdido el interés.
Desmonto todo y cuando ya tenía un desorden regado para armar, me mandó a buscar con John.
- Señorita Candance, buenos días
- Buenos días Sr. Clint ¿cómo amaneció?
- Muy bien ¿y usted?
- Super
Le conteste colgándome del hombro de su hijo, a ver si con eso reaccionaba
- Ya me llegaron estas máquinas, pero hay cosas de estos planos que no entiendo -se levantó el sombrero y se rasco la cabeza-- ¿me pueden ayudar?
- Claro que si
Contesté emocionada, no solo por estar otra vez junto a él, sino porque de verdad me encanta armar cosas y hacerlas funcionar.
Llevábamos toda la mañana juntando piezas y siguiendo las instrucciones de los planos. Él y yo como niños con juguete nuevo, mientras que John se aburria y buscaba excusas para que lo dejara irse. Sin embargo, lo mantuve a mi lado porque no quería que nos dejara solos.
Armamos casi toda la pieza central de distribución, conectamos mangueras, bombas y distribuidores. Una prueba inicial y todo funcionó como se esperaba.
- Esta mujer es una berraca --dijo Clint contentó-- me va tocar decirle a su papá que la voy a contratar acá
- jajajaja pues si me paga mejor que él podemos negociar
Obviamente era una broma porque entre rancheros hay una tradición muy fuerte de familia. Es algo que no pasa.
Volteé a ver para rodo lados y no vi a John por ningún lado, la muy maldita rata cobarde se había escabullido sin que me diera cuenta. Seguro andaba metido en el baño haciendo lo que mejor sabía hacer, masturbarse.
Él entro a su pequeña oficina, saco un par de cervezas y me ofreció una.
- Nos la merecemos
Me acerqué tímidamente y al pasar la puerta me jaló adentro, me tiró detrás de la puerta contra la pared y se me acercó a los labios.
- ¿Qué hace Sr Clint?
- ¿Ahora te vas a hacer la santa?
Lo agarré de la camisa y lo atraje hacia mí, me comí su boca a besos, mientras que nuestras manos viajaban frenéticamente por nuestros cuerpos. Ya me imaginaba desnuda sobre ese escritorio.
Escuchamos una de las rejas abrirse, nos separamos y disimuladamente nos separamos bebiendo de las botellas. Llego John en el peor momento a interrumpir.
- Pá, la comida ya esta lista
- ¿Te quedas a comer? ¿Obviamente?
Ya me imaginaba tocándole la entrepierna con mi pie por debajo de la mesa, pero si no llegaba pronto mi padre iba a empezar a hacer preguntas que no quería contestar.
- No, le agradezco la invitación, pero ya está muy tarde y debo ir a mi casa
- Yo te acompaño --dijo John queriendo pasar por caballero--
- Si mejor, que ya es de noche y no es bueno que una mujer ande por ahi sola a caballo
- No me haga reír, me siento más segura sola que con él
- Tiene razón, este se asusta hasta con la sombra
Se rio su padre, porque sabe que su hijo miedoso en exceso. El pobre John solo agacho la cabeza y se fue encorvado como si llevara el rabo entre las patas.
Caminamos juntos hasta el establo, me ayudo a ensillar la yegua y la sostuvo mientras me montaba.
- Dulces sueños Sr Clint --le dije con tono picaro--
- Lo mismo señorita ¿la espero mañana para que terminemos el trabajo?
- Claro que sí, voy a pensarte toda la noche --me reí coquetamente-- ehh digo, voy a pensar cómo podemos conectar el resto del sistema
- Yo también voy a pensar mucho... algo se nos ocurrirá
Le dio una palmada en el anca a mi yegua y salió al trote. Volteé a míralo y me reí porque se veía ahi todo serio, pero estaba segura que esa sonora palmada me la quería haber dado a mí.
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