Esa tarde decidí cabalgar hasta el peñasco, el lugar al que siempre va a ver el atardecer. Desmonté la silla y espanté a mi yegua para que se fuera a pastar más lejos.
Saqué de mis alforjas una manta a cuadros, la tiré al suelo y una canasta de mimbre con sandwiches.
Bien puntualito escuché los galopes de su caballo a la distancia, me abrí más la camisa y me recosté boca arriba cruzando las piernas, apoyándome sobre los codos y los brazos, mirando el atardecer.
Se acercó y sin voltearlo a ver escuche como se bajó de su caballo.
- Este lugar tiene una vista increíble --le dije–
- En este pueblo, no hay lugar mejor que este, afortunadamente hace parte de mi terreno
Tiré mi cabeza hacia atrás para mirarlo y obviamente hacer que mi escote llamara su atención.
- ¿Se quiere sentar un rato?
- No señorita, acá estoy bien
Me di la vuelta, para estirarme, meter mis manos dentro de la alforja y levantar bien levantadito mi trasero, algo que no iba a evitar ver y tenía razón.
- Al menos --sacando una botella de mezcal-- me acompaña a brindar
- A un buen licor, nunca se le dice que no
Destapé la botella, le di un fuerte trago que me puso a hacer muecas y él se rio de mí. Me di la vuelta me hice de rodillas y entregué la botella levantando mi mano.
- ¿Por qué brindamos? aparte de este atardecer
- Por mi cumpleaños
- No me diga señorita Candance que hoy...
- Candance, no. Candy ya se lo dije y no, no es hoy, es la próxima semana
- Afortunadamente, ahora que sé le puedo comprar un buen regalo
Me acerqué subiendo mis manos por su pantalón, colocando mis manos en su cinturón mirándolo provocativamente directo a los ojos mientras abri mi boca provocativamente y me mojaba los labios.
- Yo ya sé lo que quiero de cumpleaños
Dejó caer la botella sin importarle que quedará de lado y el licor se regará. Me agarró firmemente las manos y me las separó de su cuerpo.
- Le agradezco que vea de esta forma a este viejo, pero no puedo...
- Usted no es para nada viejo, es un hombre maduro y muy guapo
Me levanté y lo tomé de la mano, lo llevé detrás del risco para que nadie nos fuera a ver, ni por error.
Me volvió a detener agarrándome las manos, mirándome a los ojos con las pupilas dilatadas sin saber qué hacer. Usando mi fuerza me solté de sus manos y le abrí el cierre.
- Esté ha sido un día muy largo, déjeme ayudarle a relajarse
- Esto no está bien, mejor me voy
Lo empujé contra la pared de roca y abrí el botón de su pantalón.
- Ya estoy muy grande y puedo decidir cuando las cosas están bien y cuando no
Bajo sus manos en señal de rendición y aproveche para ponerme de rodillas a la vez que bajaba su pantalón.
Lo primero que me llamó la atención y me gustó es que el hombre no solo cuidaba de su aspecto externo, también recortaba los vellos de su entrepierna contrario a su hijo que tenía un espeso matorral.
Pero sin duda lo mejor de todo fue ver el tamaño de ese miembro que aún en estado relajado era enorme. Me llené de saliva las manos y lo masturbé hasta ponerlo en posición vertical.
Él no dejaba de mirarme con arrepentimiento, así que tenía que darle otros motivos para quedarse.
Dejé caer la camisa por detrás de mis hombros, solté el brasier y saqué mis senos encima de la camisa que ayudaba a sostenerlos y hacer que se vieran aún más grandes y provocativos.
- ¿Te gustan? he visto como los miras
Mientras con su miembro los acariciaba, golpeaba y le dejaba caer saliva. Con su glande húmedo los frote en círculos por mis areolas. Dejé caer un poco más de saliva, agarrando mis senos de los lados para que los penetrara.
Él gemía y levantaba la cara al cielo. A veces negaba con su cabeza pensando qué demonios estaba haciendo.
Antes de que se arrepintiera, tomé su miembro con mi mano, le pasé la lengua desde el medio de sus bolas hasta su glande y debajo del frenillo moví la punta de la lengua.
- Diablos señorita
Me reí al recordar cómo esa palabra era algo conocida como un chiste para los de mi edad que nos mantenemos metidos en redes sociales, pero para él era lo que realmente estaba sintiendo.
Me lo metí a la boca, le di un par de buenas chupadas, me lo saqué asegurándome de dejar una línea espesa de saliva entre su miembro y él y mirarlo a los ojos de forma provocativa.
Seguía negando con la cabeza, era una locura lo que estaba haciendo, pero también muy tarde como para detenerse. Tomé sus manos y las coloqué en mi cabeza y metiéndomelo a la boca le insinué que me marcara el ritmo.
Lo hizo suave y tierno, disfrutaba cada mamada de principio a fin, no empujaba de más y resoplaba de la forma más excitante. No tenía afán alguno, se notaba que lo que quería era disfrutar el momento, pero yo ya quería más así que llevaba su miembro cada vez más y más adentro.
Tenía los ojos cerrados y no paraba de gemir. Me empujaba más fuerte la cabeza y empujaba su pelvis hacia adelante.
- Oh Marta, te extrañaba
¿Marta? ¿su esposa? Al darse cuenta de lo que había hecho se separó apenado, soltándome sus manos de la cabeza.
- Lo siento --disculpándose-- no era mi intención
- Esta bien, yo entiendo
Le sonreí, le pase la lengua enrollando su glande y se lo chupe de arriba a abajo mirándolo a los ojos.
- Venías con ella ¿acá?
- Si, por eso te digo que no cambio este lugar por nada
Volteé a mirar hacia atrás los rayos color ámbar que se dibujaban al comenzar a meterse el sol.
- Es lindo saber que aun la amas y la recuerdas
Metí su miembro hasta el fondo y como no me cabía más agarré su mano y le pedí que me diera un poco de ayuda. Él cerró los ojos y se dejó llevar, no me importaba en quién estaba pensando porqué al fin era para mí y él lo estaba disfrutando.
Me agarró con fuerza detrás del cabello y en vez de empujarme me sostenía la cabeza para poder empujar su pelvis y penetrarme la boca.
Me agarre de sus piernas para no perder el equilibrio y de repente me separó y se empezó a masturbar. Seguro ya venía en camino y como todo un caballero pensó en terminar afuera antes que en mi boca sin pedir permiso.
Le abrí la boca mirándolo a los ojos y me saboreé para que le quedara claro que se podía venir ella.
Me lo metió a la boca sonriendo, se quedó mirando fijamente al atardecer y continuó así hasta que el último rayo de luz se escondió y explotó.
- Mmmm mmmmmm mmmmmm mmmm
El tema venía de familia, chorros de leche que no parecían terminar. Me tragué hasta la última gota, todavía seguía con su miembro durísimo y más duro gemía al ver que yo no pensaba parar de chupar.
Me abrí el pantalón y me lo empecé a bajar, lo necesitaba dentro de mí ya mismo.
- Candy ¿qué haces?
- ¿Quiero que me lo metas?
- No, eso no, lo siento, pero no puedo
Él se agachó para subirse el pantalón y quedamos con las bocas muy cerca. Coloque mis manos sobre las suyas.
- Esta bien, no tienes que hacerlo…
Le dije esperando que más tarde cambiara de opinión.
- No te quiero dejar iniciado, al menos déjame tocarme mientras te vienes otra vez ¿sí?
Lo empujé para que se volviera a apoyar de espaldas a la pared de roca. Me lo metí a la boca chupándolo frenéticamente, como una loba hambrienta.
Ahora no me dejaba de mirarme, ahí ya no estaba más su esposa en sus pensamientos, era yo, esa jovencita que había visto crecer y ahora era toda una mujer.
Sacaba su miembro, lo escupía como una perra y le daba pequeños mordiscos a su glande.
- Oh rayosss señorita
Me terminé de bajar los pantalones y metí una mano en mi sexo sin parar de chupárselo. Uf me tenía loca y no sabía si iba a aguantar no brincarle encima y comérmelo.
Sacaba mi mano llena de mis fluidos, los esparcía en su miembro y luego los chupaba de nuevo saboreando.
- Mmm mmm me encanta --saque la lengua y me golpee con su miembro-- ¿te gusta? ¿te gusta cómo te lo chupo?
- Señorita Candy, ni siquiera te imaginas cuanto
- Me encanta tu sabor, quiero que te vengas otra vez para mí, quiero tragármelo todito
Lo masturbaba con ambas manos mientras se lo chupaba y le suplicaba con la mirada que me llenara la boca, coloco sus dos manos atrás de mi cabeza y apreté los labios.
- Ahhhhh ahhhhhhhhh
Se vino tan duro que ni siquiera lo pude aguantar, me tocó abrir la boca y dejar que saliera o si no se me habría salido hasta por la nariz.
Si era igual o mejor que su hijo, ahí todavía quedaba un poco más y me iba encargar de sacarlo de una vez antes de que tocara volver a empezar todo.
No podía permitir un receso, eso le iba a dar tiempo para pensar bien las cosas y seguro me iba a dejarla ahí empezada.
Se lo seguía chupando, con todo su miembro cubierto de semen, el mismo que rodaba por mi mentón y brillaba en mis senos.
Él me miraba asombrado de que aún no fuera suficiente. No sé qué pensaría de mí, pero no me importaba demostrarle todo el hambre y ganas que le tenía.
Bajé su miembro y lo metí entre mis senos. Tome sus manos y le mostré cómo tomarlas de los lados y empujarlas para que las usara para darse placer.
Su cara cambió y al fin salió apareció esa mirada de lobo desalmado, esos ojos encendidos que solo quieren satisfacer su placer.
Yo me masturbaba para él, me tocaba sinuosamente. Mis gemidos hacían eco por la montaña y no parecía querer callarme de nuevo con su miembro en la boca. Le gustaba escucharme.
- Si así así, fóllame las tetas, quiero que te vengas para mi
Pasé mi otra mano entre los senos para acariciar su glande cuando se asomaba entre mis senos. Recordé la sensación de viscosidad en mis dedos, la coloque debajo de mi boca y termine de llenarlos con una saliva blanca y espesa cargada de sus jugos.
Quería ver su expresión cuando viera como me metía el dedo por detrás.
- Ay que ricooo tenerte dentro, ahh siiii
Juntó sus cejas como si estuviera endiablado, me follaba los senos más y mas rápido seguramente pensando en tenerlo en otro lugar.
- Quiero que me lo metas
- ¡No!
- Por favor, métemelo por donde quieras
Dando énfasis con mi mirada a la mano que estaba atrás con la que hurgaba sin ninguna discreción. Me agarró del brazo, me hizo dar la vuelta y me empujo dejándome en cuatro. Al fin iba a saber lo que se sentían.
Plasfffff sentí una nalgada que me quedó ardiendo. Se agarró de mis caderas y con la misma velocidad que se follaba mis senos me lo pasaba entre las nalgas masturbándose con ellas. Metí mi mano por debajo estrujando con fuerza mi clítoris que estaba muy mojado.
- ¡Metelo!
Plasf otra nalgada, sus manos fuertes me apretaban las nalgas dejando marcados los dedos.
- ¡Metelo! por favor
Asi estuvo por unos minutos castigándome cada que le rogaba que lo metiera.
- Por favor
De repente siento su miembro entre mis nalgas, su glande en mi agujero que palpitaba de emoción mientras él se masturbaba.
- ¡METELO!
Empujé mis nalgas hacia atrás y alcancé a sentir un poco como se abría campo dentro de mí. No creo que ni siquiera lo haya metido, solo la sensación de intentar meterlo me hizo venir.
Se quedó agarrado de mis nalgas como sin saber si terminaba de meterlo o no. Volví a empujar mis nalgas hacia atrás y él no lo permitió.
- ¡Te dije que no!
Me pego un par de nalgadas de ida y vuelta. Sostuvo su glande en todo mi asterisco...
- Ahhhhhh Candy ahhhh ahhhhhhhhh ahhhhhh
...y volvió a mi esa sensación extraña, se sentía de una forma diferente y excitante que no sabía explicar cuando su hijo lo hizo. Empecé a venirme, no era capaz de parar de acariciar mi clítoris, como si fuera a tener un orgasmo infinito.
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Para cuando estuve consciente de nuevo me di cuenta que Clint ya se había ido y me había dejado ahí semidesnuda bañada en semen todas las nalgas y la espalda.
Estaba feliz y mucho, pero también muuuuyyy frustrada por haberlo tenido tan cerca y a centímetros de tener el primer hombre de mi vida.
Recogí todo, levante la botella y el poco licor que quedaba en ella me lo tome pegando un grito al viento.
- Me dejo de llamar Candance si ese hombre no es mío
Al llegar a casa me tocó pasar por las marraneras y volverme literal mierda para poder disimular e ir directo al baño sin levantar sospechas.
No veía la hora de verlo de nuevo, pero también sabía que si me comportaba75Please respect copyright.PENANA3A9RCgaYGI
como una niña, infantil, inmadura, intensa y buscona nunca más lo iba a volver tener.
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Solo me quedaba confiar en el juego a largo plazo y apostar a usar la carta del regalo de cumpleaños.
75Please respect copyright.PENANAKrE4Z8Dzmc