Hasta ahora no he contado nada por lo que muchxs me imagino que están leyendo esta corta historia.
«Vamos señora ¿cuándo es que va a pasar algo emocionante?»
Bueno, no tendrán que esperar más porque les voy a contar, lo mismo que le conté a Ágata esa noche qué hablamos cuando le confesé quien había sido mi primer beso y mi primera mujer.
¿Listxs?
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Mi amiga de toda la vida, ella, al contrario que yo, siempre había sido todo un postrecito, bien vestida, organizada y femenina. Una mujer alegre que encajaba perfecto con la cultura.
Lo único raro que tenía era su amiga. Nunca me trato de ocultar o hacerme a un lado, es más ella intentó varias veces que me llevara mejor con lxs compañerxs de estudio, pero eso no lo iba a lograr el mismísimo Mahatma Gandhi.
Ella ya andaba bastante interesada en los hombres, en conseguir un buen partido, casarse, tener muchos hijos e ir a la iglesia con su familia los domingos. Había quedado muy bien entrenada para cumplir su papel en el pueblo y seguir sus tradiciones.
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Todo el tiempo estábamos juntas y si algo nos apasionaba era salir a montar por las llanuras y algunas montañas de los terrenos cercanos.
Su animal era todo un espectáculo, Rocinante un caballo de manchas blancas y café con crin roja, apenas para esa hermosa doncella. Mi yegua Crazy era una potranca digna de su dueña, rebelde, briosa y tosca, con una fuerza y potencia que muchos no serían capaces de controlar.
A esa edad, con la figura más marcada, nos veíamos hermosas cabalgando y por donde pasábamos nos robábamos la atención. Bah seamos sinceros, esa pelirroja de cabello rizado y sonrisa hermosa era la que no dejaban de mirar.
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En la fecha del solsticio de verano, siempre nos escapábamos para estar solas, un parche de solo mujeres. Una fecha que hacía parte de nuestra tradición y que las dos sabíamos que ni siquiera teníamos que acordar, simplemente era algo fijo que sin falta sucedía.
Tomábamos la ruta por el terreno de su familia y refrescamos en el río justo a mediodía cuando hacía más calor, no más meter, pies manos y mojar el cuello. Es imposible nadar en ese lugar con tantas rocas. Aprovechábamos para comer algo y dejar descansar a las bestias.
Luego íbamos al otro extremo donde están los pastizales de rotación para el ganado. Eran tan altos que tocaba pasarlos a caballo porque caminando nos tapaban y no nos dejaban ver hacia donde ir.
Cruzábamos hasta el otro extremo y allá cerca al filo de la montaña, extendíamos la manta a cuadros para ver el atardecer y comer nuestros famosos sandwiches de mantequilla de maní con mermelada de mora.
Ella estaba especialmente feliz esa tarde, se veía radiante y hermosa con su vestido enterizo, botas y sombrero.
- Beli ¿esa risita que tienes todo el día a qué se debe?
- Ahhh Candy --suspiró-- el amor
- ¿El amor? ¿qué? ¿quién? ¿cuándo? ¿por qué no me habías contado?
- Es secreto
- No, a mí no me guardas secretos, cuenta de una vez
- Willy --sonrió con los ojos brillando--
- ¿Willy Nelson?
- El mismo
- ¿Cuándo?
- El domingo, estuvimos con mi familia de visita en su granja y --jugaba con sus dedos--
- ¿Y qué? ya cuenta
- Me invitó a montar y nos besamos
- No te creo
- ¿Willy Nelson? ¿El capitán del equipo?
- El mismo Candy, de verdad no me lo creo, camino como en las nubes cada vez que recuerdo cómo me besaba --cerraba los ojos y movía su boca-- y como me agarraba con sus manos fuertes por la espalda y... jajajaja
- ¿Y qué? ¿por dónde? ya, dilo
- Ay Can, me agarraba de las nalgas, mientras me besaba y me quería morir
- No te creo
- Te lo juro Candy --besando sus dedos en cruz-- por mi mamá
Se recostó sobre la manta a cuadros suspirando mientras miraba el cielo y yo miraba su escote como crecía al llenarse sus pulmones y derretirse al suspirar.
- ¿Qué se siente?
- ¿Qué cosa? ¿estar enamorada?
- No idiota, ¿qué se siente besar?
- No sé Candy, es algo que --volvía a suspirar-- no se puede describir, tendrías que vivirlo
Ni siquiera sé por qué se me pasó esa idea por la cabeza, pero con lo atravesada que soy ni siquiera lo pensé. Quedé muy cerquita de ella y se rio pensando que era una broma.
- ¿Qué haces?
- ¿Me muestras?
- Candy, somos mujeres
- Solo tengo curiosidad, nada más
Me incliné lentamente hacia ella, cerró los ojos y juntamos nuestros labios. Solamente eso y le di un poco de espacio.
- Pues --levanté los hombros-- no sentí nada
Ella se rio, se levantó, quedando muy cerca de mis labios. Me corrió el cabello detrás de la oreja y posó su mano con ternura.
- Porque... así no son los besos
Se metió mis labios en la boca. Me enseñó despacito como moverlos y que tanta presión aplicar.
- Relájate, vamos, no aprietes la boca
Pasando su lengua alrededor de los míos, tomando mi labio inferior entre sus dientes, jalando un poco, usando su lengua para separar mis labios y buscar la mía.
Ella se tiró para atrás y me quedé yo ahí con los ojos cerrados y la boca abierta como una idiota casi hipnotizada.
- Se te van a meter los bichos si no la cierras
Nos echamos a reír, la abracé y después me acosté boca arriba, igual que ella mirando el cielo y suspirando.
- ¿Esto es lo que se siente?
Tomé su mano y la descargué encima de mi corazón que latía a toda prisa. Nos volteamos a mirar.
- Sí, eso es
Tomó la mía y la descargo en su pecho, colocando la suya encima y empujándola para que sintiera mejor su palpitar.
Me mordí los labios y mientras la miraba a la boca, apreté con mi mano su seno e intenté besarla de nuevo.
- ¿Qué haces Candy?
Esquivo mi beso y se corrió para atrás.
- No sé, repetir, se siente muy bien y yo nunca...
Se levantó y se sentó cruzando los pies.
- Candance, ¿supuestamente te habías besado con John?
- Ya aprendí que eso no fue un beso, solo juntamos las bocas, ahora sí sé lo que es un beso y lo que se siente
- Candance, no, no puede ser
- ¿Qué? ¿qué pasa?
- No puede ser que yo sea tu primer beso, se supone que debe ser algo especial
- Y lo fue Beli
Intenté una vez más acercarme y ella me colocó su mano para guardar distancia.
- Candy, no creo que sea buena idea
- ¿Por qué?
- Porque se suponía que solo era para saber que sentía y ya, además --volteó a mirar a lo lejos-- alguien nos puede ver
El mensaje era confuso, pero estaba dispuesta a correr el riesgo. Me levanté jalándola de la mano con la manta a cuadros en la otra y nos metimos dentro de la espesa maleza completamente ocultas al mundo.
La tomé de la cintura y nos fundimos en un delicioso beso que parecía nunca terminar.
- Candy, no más, no más
Me decía tratando de soltarse de mi brazo, pero sin parar de besarme. Era como cuando sabes que quieres hacer algo, pero te haces el que no para que los demás se lo crean. La conocía demasiado para saber que era todo lo contrario.
- Ya cállate. Sé que sentiste lo mismo y quieres hacerlo
- Ay Candance ¿por qué siempre eres así?
Metí mis manos debajo de su vestido, agarrándome de sus nalgas, levantándola un poco hacia mí, tal cual como me contó que lo hizo Willy. Soltó un delicioso gemido.
- No Candy, así no ahhhh
Trató de quitarme las manos y yo se las empujé para que dejara de entrometerse. La agarré de las nalgas y la monté cargándola, pasando sus piernas alrededor de mi cintura.
- Candy, por favor, no sigas
Le empecé a besar el cuello. Arqueo su espalda hacia atrás, dejándome frente a mí su escote en el cual me metí de lleno.
- Candy, Candy para, en serio para
Tratando de hacer que la bajara, perdí el equilibrio y me fui de para atrás cayendo de espaldas con ella encima.
Abrimos los ojos asustadas y luego nos cogió un ataque de risa al ver que la maleza había amortiguado nuestra caída.
La tomé de la cintura, atrayéndola, dejando su cara pegada a la mía.
- Vamos Candance --reía coqueta-- déjame ir
- No quiero
- Candy en serio, no dejemos que esto avance más, no está bien
- No estamos haciendo nada malo
- ¿Cómo qué no? Nosotras somos amigas y no deberíamos estar haciendo esto. A M I G A S ¿ok?
- Somos más que amigas y no tiene nada de malo experimentar cosas diferentes
Abrí los botones de mi camisa, mostrando mis senos que aún estaban cubiertos por mi sostén.
- No sé Candy
- Vamos, nadie nos puede ver acá y yo no le voy a contar a nadie, sabes que sé guardar secretos
Se estiró para alcanzar la manta del suelo y la levantó con su mano.
- Está bien, pero usemos esto o nos va a picar todo cuando salgamos de acá
La tomé de la cintura, me acerqué a ella y la besé mientras reíamos.
- Estás loca
- ¿El loco es el loco? ¿o los que le siguen la corriente?
- Bah, es más que claro que la loca aca sos vos, de eso no hay duda
- Está bien, lo acepto
Nos levantamos y entre miradas y risas coquetas aplanamos con los pies un área prudente para poder extender la manta y que la maleza no nos fuera a tocar.
Ella se sentó de rodillas y me estiró la mano para que la acompañara.
- ¿En qué íbamos?
- En que me ibas a dejar ver el secreto más apetecido de Pendleton Oregon
- ¿Qué cosa? ¿esto?
Deje caer la camisa por mis hombros, pasé mi mano hacia atrás para desabrochar el sostén y con la otra mano lo sostuve al frente para que no se cayera.
- Vamos, Candance
- ¿En serio quieres verlos?
- Sí... y tal vez... ¿besarlos? --sonrojándose un poco--
Deje caer el sostén y hasta ahora no puedo describir la expresión de su rostro, no sé si era sorpresa o emoción, pero sí sé que hasta los ojos le brillaban.
Se acercó hacia mí, mirando. Mientras me besaba me acariciaba con el dorso de su mano y al entrar en contacto con mi piel toda mi piel se erizó provocando escalofríos.
- Wow Candance, son preciosos
- ¿Puedo ver los tuyos?
Pasé mis manos por debajo de su vestido. Ella levantó las manos y lo saqué dejando su hermoso cuerpo blanco salpicado de pecas al desnudo.
- Eso es trampa, ¿tú tienes pantalón?
- Ya me lo quitarás cuando puedas
Me acerqué pasando mis brazos por detrás y desabrochando su sostén salieron unos pequeños y puntiagudos senos con unos pezones casi invisibles.
De inmediato se los cubrió con sus manos un poco avergonzada.
- No te tapes, déjame ver
- Son muy pequeños
- Pero hermosos
Entre besos y caricias terminamos acostadas, rodando una encima de la otra. Besando nuestros labios, cuellos, clavícula, espalda, pero en especial disfrutando del placer que se sentía la calidez de nuestras bocas, besando nuestros senos.
Le di la vuelta a Belinda dejándola boca arriba. Coloqué sus manos a los lados y la sostuve con las mías para que no se pudiera mover. Mi parte dominante salía a relucir.
Empecé a bajar por su cuello, sus senos, su ombligo y cuando llegué a sus pantis levanté los ojos y vi como ella con la respiración agitada me miraba como un cachorro asustadizo.
- ¿Qué haces Candy?
Tomé el elástico en mis dedos y comencé a bajarlos, pero ella me detuvo cruzando las piernas.
- No pasa nada, solo estamos experimentando y nada más, ¿puedo?
Levantó su pelvis y con cuidado tomó sus piernas para poderlas quitar. La guardé en mi bolsillo trasero para que no se fueran a perder.
- De verdad estás loca
- Lo estoy, y no lo niego
Su entrepierna estaba cubierta por una fina lana de vellos rojizos y no pude aguantar la tentación de inclinarse y sentir esa textura en contacto con la piel de mi rostro. Era casi como lo que sentía cuando peinaba mi yegua y luego acercaba mi cara a su cuello y cerraba los ojos para sentir su calor.
Me empecé a reír maldadosamente, le di una última mirada y acomodé mi boca abierta sin tocar su sexo.
- Candy, Candy, Candy no, no, no, no
Me empujaba de la frente queriendo separarme, pero yo la miraba y me reía porque no iba a tener la fuerza para moverme de ahí ni un centímetro. Cerré los ojos, abrí la boca, respiré una ráfaga de aire caliente y de inmediato siento como sus dedos se meten en mi cabello y se agarran con fuerza.
- Oh Candy, vamos, no sigas con eso aaahhhhhss
Pasé mi lengua por la extensión de su sexo de abajo a arriba. Empezó a gemir más y más fuerte.
- Ay dios, ay diooosss, ay diossssss mío
Yo la verdad no sabía lo que hacía, seguía mis instintos, me guiaba por sus reacciones. Lo único que se me ocurrió fue imitar la forma en que mi gata usaba su lengua para bañarse... y al parecer estaba funcionando.
- Can... Can... ohhh Candance... ay dioooooossss
Belinda se encorvaba, se movía de un lado a otro sin saber qué hacer. Apretaba la manta con su mano.
- Candy... no sigas... en serio... en serio no sigas... voy a...
Pasé mis manos por debajo de sus caderas y atraje su cuerpo hacia mí, levantando su pelvis un poco. Su sexo estaba empapado y el sabor de sus fluidos inundaba mi boca. Mi cara estaba mojada de frente hasta la barbilla.
Me di cuenta que cada vez que me acercaba a la parte superior, menos control tenía de sus reacciones. Me concentré en mover muy muy despacio la punta de la lengua en círculos sobre su clitoris, cubrirlo con mis labios y luego chuparlo hasta que se me escapaba.
- Candance, no no no, asi nooo, asiiii --se mordía la boca-- no
Se apretaba sus senos y me enterraba las uñas en mi cabeza con los dedos enredados en mi cabellera.
- Can.... oh Can... Can... Can......... Candanceeeeeee ahhhhhh ahhhhhh
Muerta de risa veía como su cuerpo brincaba producto de los espasmos y de su sexo brotaba en abundancia un líquido transparente. Era la primera vez que había sido capaz de provocarle un orgasmo a alguien diferente a mí y eso me llenaba de orgullo.
Traté de pasar la lengua para probar y ella muerta de risa me empujaba de la frente para que no lo hiciera.
- No Can, en serio no puedo, cada vez que lo haces siento un encalambrón, como como si me cogiera la luz
Muerta de risa le pasé la lengua otro par de veces no más para molestarla, ver brincar su cuerpo y su cara de desespero.
Al fin liberé sus piernas y me acosté a su lado, acariciándole el rostro, el torso, dibujando círculos en sus senos y su terciopelo.
- Ay Candance ¿qué acabas de hacer?
- No sé, pero me encantó
- Vos nunca le pones freno a nada ¿cierto?
- Para qué hacerlo, si la vida es tan corta
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El tiempo se había ido volando, el atardecer más largo del año por primera vez había desaparecido y no era buena idea dejar escapar los últimos rayos de luz que quedaban para salir de ese pastizal y correr el riesgo de encontrarnos con alguna serpiente.
Mientras nos volvíamos a vestir, no parábamos de reír, la cara de idiota de ambas era insuperable. Antes de salir de nuestro resguardo, nos dimos un último beso que me supo a gloria.
- La próxima vez, me toca a mi ¿ok?
- Ah ya ¿la próxima vez?
- No sé --se rio con picardía– digo, tal vez, quien sabe ¿tal vez en el próximo solsticio?
- Acaso intentas crear una tradición
- ¿Por qué no?
- Esta bien, el próximo año voy a dejar que tu seas la que me hagas lo que quieras
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Montamos nuestros caballos y salí adelante con Crazy abriendo camino. Una vez llegamos a campo abierto bajamos la velocidad y nos fuimos en silencio viendo las estrellas.
Ninguna de las dos tenía o quería decir algo. Al menos eso era lo que yo pensaba, pero tal vez me estaba equivocando.
Llegamos al camino de la división que separa el camino a su granja. Acerque mi yegua para despedirme como siempre lo hago con un beso en la mejilla, pero ella jaló las riendas y tomó distancia.
- ¿Qué pasa? no te iba a besar ¿acaso estás loca?
- Candance, esto no debería haber pasado
- Ya paso
- Pues, me arrepiento de haberlo permitido
- Vamos Bel, no es para tanto
- Si lo es para mí, por favor olvida que esto pasó, olvida que somos amigas y olvídate de mi
Entre lágrimas taloneo su caballo, agitó las riendas y salió corriendo levantando el polvo en el camino.
No lograba entender, si todo había ido tan bien ¿cómo es que ahora hasta quería terminar nuestra amistad?
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Traté de varias formas sin ser demasiado molesta para buscar el espacio y hablar con ella. No quería perder a mi única amiga por un momento de locura. Sin embargo, cada que me acercaba, ella cambiaba de dirección hacia otro lugar y me pedía con su mano que no me acercara.
No tuve más opción que meterme en la noche en su habitación como lo hacíamos de niñas, escalando por las enredaderas y entrando sin que sus padres se dieran cuenta por la ventana.
Ella se estaba duchando y me tocó esperar unos minutos detrás de la puerta. Apenas entró se iba a quitar la salida del baño para cambiarse y por poca grita al darse cuenta de que yo estaba ahí.
Se cerró la bata y me tomó del brazo llevándome a la ventana.
- Sal de acá ahora mismo
Me dijo susurrando para que los demás en su casa no se enteraran de que yo estaba ahí.
- Bel, hablemos, solo cinco minutos y ya
- Que salgas ¡ya mismo! --señalando la ventana--
- Al menos dime qué fue lo que hice mal
- Lo sabes perfectamente
- Bel --coloque mi mano en su brazo--
- No --la sacudió con disgusto-- nunca me vuelvas a poner ni un dedo encima
- Está bien --levanté las manos y tomé distancia-- está bien, pero de verdad, no entiendo
- Que te vayas y no vuelvas nunca mas
- Pues no me voy hasta que no me expliques...
Me crucé de brazos y me dejé caer sentada en su cama.
- ...es que no puedo creer que después de tantos años de amistad me estés pidiendo esto. ¿Acaso no era claro que las dos estábamos experimentando y nada más? que no es algo que vayamos a repetir
- Shhhhh --se acercó colocando su mano sobre mi boca-- no vuelvas a decir nada de eso ¡nunca! Ya te lo dije, eso ¡nunca paso!
- Okey okey, nunca pasó, nunca más será mencionado, nunca... pero ¿por qué no podemos seguir siendo amigas?
- No Candace, eso es lo que no entiendes... ya nunca más te voy a poder tener cerca... porque sé que no voy a ser capaz de decirte que no, porque no voy a poder evitar hacer esto...
Con los ojos bañados en lágrimas, se acercó y me dio un cálido y tierno beso.
- ...porque yo necesito un hombre en mi vida, un hombre como Willy, un hombre para casarme, tener hijos y una familia...
Se secaba las lágrimas con sus brazos.
- ... y no una locura, no una como la que hicimos y como la que se volvería a repetir. Así que Candance, por favor...
Se hizo de rodillas, implorando.
- ...por lo mucho que me conoces, te ruego, te imploro, que te vayas... te ruego que nunca vuelvas y que nunca más te acerques a mi
Me hice de rodillas frente a ella y tomé sus manos que no paraban de temblar.
- Bel, de verdad lo siento, no quería que esto...
- Vamos Candance, ya me tienes de rodillas implorando, cómo más me tengo que humillar para que lo entiendas
- Nunca lo voy a entender... pero lo respeto. Si es lo que quieres con el dolor en el alma es lo que sera
Me acerqué y le di un fuerte abrazo. Ella me regresó uno de vuelta y no pude contener las lágrimas.
- Te quiero Bel, te quiero un montón
- Yo también te quiero mucho Candance
Me colgué por las enredaderas con cuidado y caminé unos cuantos metros con sigilo.
La vi en la ventana y levanté mi mano para despedirme. En ese momento en que ella cerró la ventana y cerró la cortina sin corresponderme supe que nunca más la iba a volver a ver.
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Estuve pensando mucho tiempo y en parte me hacía sentir bien eso de saber que eres cómo una especie de fuerza sexual irresistible para otra persona, eso me hacía sentir bien.
Por otra parte, no dejaba de pensar en que tal vez si era cierto que yo era toda una marimacha, un hombre en el cuerpo de una mujer. No me dejaba de dar vueltas ese recuerdo en medio del patio y todos los niños señalando y gritando en coro: ¡Hulk! ¡Hulk! ¡Hulk!
No podía creer que me había convertido en lo que todos esperaban de mí, en una lesbiana. Eso es imposible, no puede ser que mi destino ya esté escrito.
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