Me dolió mucho quizá más de lo que me gustaría aceptar, pero mentiría si dijera que no–Sé que estás enfermo – ¿Quién te recibe con esas palabras al despertar? Claro, Iza–. Lo sé desde hace un tiempo... Lo siento –mi corazón se detuvo por medio segundo–. Yo lo sabía pero quería que fueras feliz en tus últimos días –eso me hizo preguntarme si ella estaba conmigo por lástima.
– ¿Sientes lástima por mí? –no podía evitarlo necesitaba saber si esa era la razón.
–Me quedan 7 días –no entendía o quizá no quería entender–. Me quedan 7 días de vida si todo va bien, podré estar contigo 7 días –estaba ¿Sorprendido? No lo sé y sigo sin saber cómo era que me sentía.
–Estás jugando ¿Verdad? ¡Dime que estás bromeando! –grite, sé que no debía, pero grite.
– ¿Iza? –dije con vacilación.
–No creí que empeoraría más –me destrozó verla llorar, la primera lágrima que resbaló por su ahora melancólico rostro, fue como una aguja pinchando sin ninguna inseguridad mi piel. El resto de sus lágrimas fueron como un golpe en el estómago luego otro en el rostro. Ella realmente lloraba y esta vez no mentía, era verdad.
–No bromeas esta vez ¿Verdad? –no me veía. Su rostro estaba gacho.
–Quería sonreír, quería tener a alguien –más lágrimas seguían saliendo de sus hermosos ojos.
– ¿Qué pasara conmigo? –era egoísta de mi parte pensar solo en mí, pero siempre espere tener una familia ¿Qué pasa con un huérfano que no supo que era que alguien te amará? Yo quería que ella viviera mucho más.
–Tú también te irás –yo también me iré sabiendo que nadie más me recordara.
El nudo en mi garganta aumentaba, las ganas de gritar quedaban grandes en mí.
Iza vestía una bata rosada con un inmenso suéter que le cubría hasta sus pequeñas rodias. Su rostro seguía pálido, y podría decir que más delgado, supongo que por las dos semanas que habíamos estado distanciados. Su cabello ya no brillaba, sus ojos ya no tenían esa chispa, sus labios estaban resecos, su voz había perdido la calidez.
–La muerte no es el final Dan –reaccione al escucharla–. Quizá nuestro destino es estar juntos, por favor búscame, yo te buscaré en mi otra vida sin importar que seas un feo sapo –levantó su rostro y me dio una sonrisa.
– ¿Aún si soy un piojo? –teníamos que aceptar que nada es para siempre o de eso me quería convencer Iza.
–No cepillarse el cabello, será una de mis normas. Te cuidare con toda mi sangre pero no chupes mucho sino creo que explotaras –las sonrisas ya no eran fingidas pero cargaban melancolía.
–Tendré precaución, aunque contenerme a usted señorita es muy difícil.
–Tonto –su rostro tenía un leve rubor empapando su rostro.
- ¿Te quedas conmigo? –no teníamos que perder nada de espacio entre nosotros, todo lo que teníamos era para nosotros.
Mis días eran para ella, mis horas eran para ella, quería que nada nos separara.
–No quiero que volvamos –susurro Iza. Era probablemente las tres de la madrugada.
–Entonces nos quedamos –le confirme.
–Mark rociara nuestras cenizas en el Lago Dolgoye –le encantaba ese lago.
–Si ese es el caso, deberíamos levantarnos de estas camas.
- ¿Estás seguro que puedes?
–El dolor y la felicidad ahora están en una cabalidad donde la felicidad va ganando el terreno.
Al escucharme me besó la mejilla, fijo su vista en mí para luego sonreír. Me enamore de ella por milésima vez.
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