Después de estrechar su mano sentí un cosquilleo, sentí como mi piel se erizó desde la parte trasera de mi nuca hasta mis brazos.
-Nos vemos -dijo ella alejándose poco a poco. Mis piernas no respondían se quedaron adheridas al suelo.
Me dejo ahí con preguntas que requerían una respuesta. Hice el intento de hablar pero cuando estas más feliz y sientes que estas en la cima de estar completamente bien creyendo que algo bueno puede venir… las cosas no resultan de esa manera.
Mientras caía en un abismo lo único que imaginaba era a Izabel, el perder la consciencia por lo que parecía ser una eternidad se volvía más doloroso e indignante.
Punzadas en mi cabeza y galopes en mi corazón… despierto en un hospital. Nada me sorprende –me dije cabizbajo. Solo esperaba que la persona que me haya traído no fuera ella.
No podía sacarla de mi cabeza, ella era como esa canción que escuchas, se te pega y no dejas de tararear pues en ese momento no me agradaba precisamente.
Sin embargo nadie apareció, no había indicios de que fuese ella.
Mis días transcurrían igual con la excepción de que mis pensamientos navegaban en dirección a Iza. La esperanza de encontrarla cada que salía me emocionaba pero regresar a casa sin haberla encontrado era realmente decepcionante.
¿Dios me escuchaba? Quería convencerme de que había un cielo, algo más allá de esta vil existencia, el hecho de encontrarla en el día menos pensado me daba la ilusión de que alguien la puso en mi camino. Pasaron dos tormentosas semanas y cuando estaba dejando de lado el verle ahí estaba.
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Lucia perdida, el aire mecía su cabellera, sus ojos observaban las olas de un océano oscuro y reluciente.
En ese momento ella era lo anormal de mis días pero me gustaba y solo habíamos hablado una noche, no sabía nada más de Iza pero de algo estaba seguro, yo quería tener por al menos una vez… un nosotros de papel.
-Una grandiosa odisea –dijo al instante que me acerque. Me asusto, creo que no era tan silencioso como creía.
–¿Qué cosa? –no entendía a qué se refería.
–Hoy hace frío ¿Podría darme su chaqueta? –No sabía si era una broma–. No es del tipo caballeroso, que mal –fijo su vista en mí. Mis manos temblaban demonios.
–Toma –le di mi chaqueta torpemente.
–Era una broma –sus carcajadas me ponían ansioso.
–Está bien, póntela aun así.
–Lo generoso te pega –fue como un revoloteo en mi estómago ¿Las famosas mariposas quizá?
–Si me conocieras mejor no pensarías eso –yo no era ese tipo.
–Nunca conoces del todo a una persona, ni tú mismo te conoces bien eso tenlo por seguro. Además dije que te pegaba lo generoso no que lo fueras.
–Golpe bajo –intente bromear al igual que ella.
–Puño de goma –hizo el ademan de darme un golpe en el abdomen.
- ¿Goma?
–Olvídalo.
Nos quedamos callados, era un poco incómodo pero el estar ahí sin hablar, solo observando un vasto cielo que se reflejaba en el océano, era un “calmado momento incómodo”.
-Me preguntaba si dejabas esa cámara de lado –saque a conversación.
-Piensas en mí ¡Eh! -dijo en tono burlón-. Solo cuando duermo la dejo -sus dientes eran blancos, sus labios gruesos y rosados, no había rastro de maquillaje lo cual me gustaba.
-¿Y qué haces por acá? –Pregunté curioso.
-Quería caminar un rato -sigue teniendo esa sonrisa, me encanta esa sonrisa. Cuando me di cuenta que pensé que tenía una sonrisa hermosa me quise tirar al mar.
-Ya veo –camino un poco hacía la arena.
-¿Y tú? – Se tira sobre la arena no puedo evitar reír de lo infantil que se ve. Hey ¿Y tú? –reacciono cuando escucho que vuelve a hablar.
-Oh... Si también, caminar –algo que solía pasarme muy seguido era no responder, aunque yo creía que ya lo había hecho.
-Que bien. Sabes, algo me decía que nos volveríamos a encontrar –eso parecía ser un indicio de que Iza también pensaba en mí.
-Nuestro destino es encontrarnos -le dije bromeando intentando aligerar el ambiente y es que, el que ella haya entrado a mi vida en esas últimas semanas era como si Dios me dijera “te doy una oportunidad para ser feliz” y yo sentía que Dios me debía mucho.
-Concuerdo contigo -se ríe, cada carcajada es suave pero fuerte, dulce y tranquila.
Pd: Fuiste feliz Daniel-recordatorio para mi yo agonizante.
-¿Por qué te gusta tomar fotografías?
-No lo sé.
-¿No lo sabes? Creí que me darías una larga explicación del porqué te gusta hacerlo.
-Pero ya vez, eso no paso -hace un gesto con la boca medio extraño a mi parecer.
-Eso veo.
Nos quedamos en silencio por más de tres o cinco minutos.
-De las ocasiones en las que nos hemos encontrado me he dado cuenta que te pierdes por momentos -comenta mientras ve el cielo.
-¿Es algo malo?
Me ve por unos segundos y vuelve la vista al cielo.
-No, para nada –me uno a ella, recostándome sobre la arena, no me gusta la arena pero a ella parece ser que sí.
-Ya -dije con un movimiento de cabeza.
En ese entonces no tenía idea del porqué le gustaba tanto tomar fotografías, pero siempre busque una razón. Para Iza no tenía que haber una gran razón detrás de todo –Para que complicarnos buscando una-. Solía decir.
-¿Cómo sabías mi nombre esa noche? –recordé lo de la última vez.
-Madrugada -volvió a corregirme.
-¿Es tu forma de esquivar las preguntas?
-Tal vez, siempre cambian de tema como lo has hecho ahora -desplegó una sonrisa luminosa.
-¿Me estás espiando?
-Increíble ¿No crees?
No sabía si su respuesta era un, "si te estoy espiando" o un "espera eso es increíble saca esas ideas tontas de tu cabeza"
-Estoy empezando a sentir que hablar contigo es como hablar con un niño -dije con un poco de molestia.
-Me halaga -¡Eh! Pasa enfrente de mi cabeza al escuchar semejante respuesta.
-No es un halago.
-Para mí sí que lo es -ahora solo me ve a mí.
-¿Por qué?
Pregunto con mucha curiosidad.
-Los niños responden lo que creen con la mayor sinceridad que ellos pueden dar.
-¿Eso lo convierte en un halago?
-Claro que sí.
Me siento sobre la arena. Fijo la vista en el mar y como cada ola pega a la orilla con fuerza.
-¿Qué estarías haciendo si no me hubieras encontrado? –dijo, viéndome de frente. Se levantó e imito mi posición.
-Probablemente… –lo pienso por un par de segundos-. Caminando o sentado en algún lugar sin hacer nada en particular.
-¿Quieres ver algo? –sus ojos brillaban cuando preguntó eso.
Si quería, porque si me atraía la idea de estar más con ella pero que ella me mostrara algo era el paso para acercarse más y mi yo tremenda estúpido solo quería algo no tan profundo.
-Debo irme –iba a huir.
-No tienes nada que hacer... Lo sé -fija sus ojos directamente en los míos.
-Oh tengo mucho que hacer, ahora si me disculpas me voy –me falta el aire, es irónico que en el mejor momento peor me siento.
Me levanto y doy un par de pasos sintiendo mi mundo caer hasta que escuche su voz, una que se hace menos audible.
-¡La vida puede acabar en menos de un segundo y tú no quieres vivirla! –escuchaba la arena moverse bajo sus pies lo cual me indicaba que los minutos tortuosos estaban por terminar.
-¡Oye! ¡Oye, debes ser feliz deja de alejar a las personas! –mis manos temblaban y no sabía si por ella o por los mareos de hace unos segundos.
-¡No lo desperdicies estando encerrado! –Parloteaba a medida que se acercaba.
Cada palabra que salía de su boca me daba a entender que ella sabía que iba a morir.
-¡Oye...!
-¡Cállate! -le grite y la tomé del brazo intentando acallar cualquier estupidez que saliera de su boca. Mi raciocinio no estaba del todo bien (espero me hayas perdonado por cómo te trate, pero ya es tarde).
-No he hecho nada malo cálmate estás alterado -no me había dado cuenta que mis manos sudaban y se aferraban a su muñeca con demasiada fuerza -. Tus ojos están rojos ¿Te sientes bien?
-Perfectamente -la deje y seguí caminando reprimiendo lo mal que me hizo sentir el haberla jodido con ella.
-Te visto con mi hermano, yo te he observado varias veces cuando llegas a casa con mi hermano –cuando volteé ella veía mi brazo, su mirada fija en mí y no en ella me hizo verla con lastima-. Mi hermano es Mark –retomo su andar.
-Su hermana se llama Smile ¿ahora mientes? –suspire, estaba cansado.
-sí soy ella misma, Izabel Smile.
-¿Por eso me has seguido?
Espero que sea por eso y no porque sepa que estoy a unos pasos de morir.
-No lo sé -su respuesta me tranquilizo por una parte pero seguía sintiéndome molesto. Ya no sabía si irme o no.
-Ahora ya se más de tu hermana menor de Mark.
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