Queríamos seguir lo que no habíamos terminado y eso era el Lago Dolgoye.
Sigo pensando si esa fue la mejor idea.
Pero para que pensar en él hubiera cuando el tiempo no se puede retroceder.
-Y seremos submarinos en el Lago Dolgoye de esos que se quitan la ropa y se sumergen... –tarareaba Iza a mis espaldas-. Ahí estaremos como un submarino que admira y siente cada hilo del agua Dolgoye.
»Y seremos aquellos submarinos que en realidad eran personas esperando jamás salir.
»Y seremos aquellos recordados como la pareja Dolgoye -cantaba Iza en lo que se quitaba el abrigo.
Delante de nosotros estaba el lago, Mark y Verónica ya estaban dentro del agua. El lago se veía azul oscuro, en el cielo se veían a lo lejos las estrellas las nubes cubrían parte del cielo esa noche.
-Unidos quedaban por las aguas mágicas del Lago Dolgoye esa joya entre naturaleza y destrucción -como dije antes, todo lo que decía era como si supiera que me quedaba poco tiempo.
-¿Lo que cantas se te viene a la cabeza justo en este momento? -cantar era un pasatiempo suyo junto con la escritura, ambas cosas referentes a la muerte.
-Simplemente sale -me tomó de la mano-. ¿Juntos ahora y juntos después? -su rostro se tornaba pálido conforme pasábamos sin ropa.
-Juntos ahora y lo que quedé de tiempo -aunque eso implicaría días, ambos lo sabíamos en lo más profundo de nuestros pensamientos.
Entramos al agua era fría, como meter una mano en el congelado del refrigerador.
Duramos solo unos minutos.
-¡Dios! Esto si es agua helada –dije temblando.
-Exageras -bufó. En realidad no exageraba.
-Tu rostro está demasiado pálido -ya era pálida pero se estaba tornando a blanco, como una hoja de papel.
-De..s..cui...
Las sensaciones y esa velocidad de tu cerebro de procesar todo son grandiosas.
Me quité la toalla y se la coloque a ella, mi corazón se aceleró, mi cabeza empezaba a doler, cada músculo de mi cuerpo se tensaba y la mujer que amaba no reaccionaba por más que la agitara y es que verla en ese estado me asustaba tanto que mi cuerpo apenas reaccionaba.
Su nariz sangraba con más rapidez que una corriente, su cuerpo entero daba temblores pausados.
Era el infierno que estaba viviendo antes de morir, me pregunté.
Llegaron personas a ayudarnos y se la llevaron al hospital más cercano.
Mi presión se bajó y mis mareos aumentaron.
Diría que soporte estar hasta saber de ella, pero no fue así.
Solo recuerdo que al despertar tenía muchos cables alrededor de mi cuerpo, inclusive me encontraba entubado.
El cáncer me estaba matando con mucha más velocidad que la esperada.
Mis pulmones ya habían colapsado.
Mis pensamientos eran un revoltijo.
Mi corazón bailaba normal pero mi cerebro estaba a punto de estallar.
-Son unos jóvenes afortunados -escuche a una señora hablar.
-Yo no creo lo mismo -dijo una voz más aguda.
-Son las vueltas del azar.
-o las de la muerte -hablaron nuevamente.
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