Puedes quedar perplejo muchas veces en tu vida, pero para mí no era común quedar en ese estado.
Veía a las personas pasar y me preguntaba ¿Al final de esto cuál es el objetivo de estar vivo? Pronto mi vida acabaría y nunca fui una buena persona, no me había enamorado, no hice alguna locura de la cual estar orgulloso. Mi vida se basó en trabajar, crear nuevas oportunidades de ingresos, fiestas y mujeres con las que pasaba solo una noche.
Hay momentos en los que no sabes si los que están junto a ti son reales.
No había conocido ninguna mujer que me hiciera perder la cabeza, perder el orden perfecto de las cosas. Me relacione en el último mes, con una persona que era espontánea, que su sonrisa era la más sincera que alguna vez recuerdo a ver visto, era fuerte y sobre todo sabía lo que quería.
Quizá no me había enamorado totalmente porque pensaba que los sentimientos eran solo algoritmos pero siempre llega a tu vida alguien que cambia todo tanto el ritmo de tu vida como de tus sentimientos, ahora el amor, la felicidad, el dolor, tienen una denominación diferente para mí y es Iza, el nombre de una diosa, la que se convirtió en un remolino, una tormenta eléctrica, un huracán de brisa cálida, la que se volvió en mi todo.
Recuerdo el día que la conocí y espero no olvidarlo, es por esto que escribiré lo que aún queda en mi memoria.
Perdurar, como me gustaría que ella perdurara en mi alma si eso fuera posible quiero que así sea, ese sería mi último deseo.
A mi yo del futuro, estarás destrozado, sentirás amargura y dolor pero sobre todo esto recordaras por una única vez a la persona que te hizo reír y saber cómo es amar.
Así que solo respira.
Me sentía agobiado una desesperación que no sabía que podía llegar a sentir, las ideas o la imaginación no me dejaban tranquilo, esa noche salía a caminar al parque que estaba frente al complejo habitacional en el que vivía.
La noche era cálida, una brisa fresca con el mejor cielo estrellado que me hacía sentir el ser más pequeño, arboles entrelazando sus ramas hojas cayendo una a una y entonces escuche.
–Esto es un asalto –por puro impulso di la vuelta y ahí estaba ella con una cámara en mano tomando la peor fotografía pero la mejor para nuestro inicio. No dejemos de lado que también tenía una banana tocando mi costado esa siempre fue la justificación que daba del porque me altere.
-¿Qué carajos haces? -le pregunté molesto. No era fan de las fotografías hacía mi persona pero el actuar amonestado era por cómo me sentía en realidad y es que pensé que era un verdadero asalto.
-Creo que ya sabes –habló con diversión.
Estaba molesto –sal de mi vista –la aleje lo más educadamente que podía, ella me siguió.
-Vamos no te enojes –seguí mi camino. –Esto te encantara, solo mira tú expresión –seguía carcajeando como si lo que hubiera hecho era de lo más normal-. Oye amigo, sabias que las mejores fotografías son las que se toman en momentos espontáneos.
¿No sabes callar, verdad? –su mirada era de indignación eso no le impidió seguir.
-Me han llamado loro en la escuela y en el colegio, la universidad, el trabajo y a donde sea que voy –esta mujer era un caso.
¿Quieres dinero? –eso si pareció molestarla.
Eres un engreído –camino hacia una banca y tomo asiento dramáticamente. Debía pasar frente a ella ya que hacia esa dirección estaba mi destino final pero ¿y si hablaba? La observe detenidamente, bajo la tenue luz de la lámpara me percaté de que sus ojos eran una total oscuridad, su cabello era rizado perfectamente acomodado sobre su rostro fino con una nariz respingada y su tamaño… no me di cuenta de cuan pequeña era, al menos para mí.
Decidido le hable al pasar frente a ella -¿Te conozco?
-Hmm puede –fingió que yo ya no estaba y hablaba con su cámara-. “Las personas conocen a diario a otros seres muy raros” –ella era la rara no yo, sin más que decir y sin querer perder el tiempo seguí caminando hasta que su voz me detuvo.
-¿Quieres ver tus fotografías? -yo el hombre que no veía a chicas como ella, yo un egoísta que hacía lo que quería por mi bien, yo que nunca hacía lo que una mujer le decía tomo asiento junto a ella.
Mi personalidad dio un cambio brusco solo por una simple razón, la necesito para divertirme.
Comprendía como me estaba comportando, idiota, raro y más raro, tal vez solo quería retener su atención ya que la tenía.
-Y a todo esto ¿Para qué usas las fotografías? -la curiosidad que sentía por ella era como un imán que me halaba hacía sí, además debía saber para qué fines usaría mi fotografía.
-Para las exposiciones de una amiga –por un momento me quedé en un alto sin saber que decir, sin saber qué hacer, la persona que sabía siempre cómo y cuándo actuar estaba desapareciendo poco a poco. El pitido en mis oídos me volvía loco.
-... Pero si no quieres está bien -al reaccionar no entendía de que hablaba.
-Eh, bueno –conteste.
-¿Bueno no, no las doy o bueno si, hazlo?
-¿Las fotografías?
-Estás perdido, te he preguntado si quieres que las coloque en la exposición, pero si no quieres está bien.
-Oh eso, haz lo que quieras -estoy dispuesto a dejar esta conversación pues mi estado de ánimo empezaba a decaer por completo, debía intentar dormir pero ella me detuvo.
-¿Cómo te llamas? –esboza una sonrisa.
-¿Tus padres no te enseñaron a no hablar con extraños y menos a estas horas de la noche? –me sentía mareado.
-Madrugada -me corrige ella.
-Hmm –no quiero colapsar frente a ella, me levante esta vez convencido de salir de esa situación, cuando doy el primer paso ella me detiene.
-Mucho gusto Dan yo me llamo Izabel pero puedes llamarme Iza -me extiende la mano y por mi cabeza cruzó ¿Cómo sabe mi nombre? Pues no recordaba a verla visto pero sobre todo estaba con el pensamiento loco de “necesito a alguien y quiero que sea ella”.
Ese fue nuestro inicio, ese fue nuestro primer acto.
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