Era la primera vez que nos encontrábamos más cerca mientras nuestras manos se enlazaban encajando perfectamente, podía escuchar el aire entrando y saliendo de su boca, su voz que aunque era un susurro se oía sonoramente. Escucharla era mi pasión y sin pensar lo dije.
-Creo que te amo –cabe decir que su sorpresa fue grande y su reaccionar precipitadamente me lo confirmaba.
-¿Estás jugando? –no soy de los que juegan, eso me hirió de cierto modo.
-En ab…
-Ya has despertado –me interrumpe Mark, siempre la arruinas cretino-. ¿Te sientes mejor? –tanto Iza como yo lo veíamos con desaprobación-. Me da la sensación de que no soy bienvenido.
-No lo eres –Verónica entra y se lo lleva.
-Sabes –murmuro Iza recostándose a mi lado-. Hace no mucho más que un mes conocí a un tipo que no es para nada como me suelen gustar –se cubrió con mi cobija-. Lo curioso es que ese tipo me dijo que cree que me ama –recuesta su cabeza en mi brazo-. Recalquemos que antes de decir que me amaba dijo “creo” –me abraza-. Ese idiota también me gusta.
Nos quedamos en silencio, no sabía si era de día o de noche, había perdido toda noción del tiempo con el incidente pero a juzgar como ella quedo dormida era de noche, en el trascurso del tiempo medite lo que había dicho, y lo sutil y simple que lo hacía ver, yo le gustaba y ella me gustaba a mí.
Al día siguiente no podía quitar mi vista de ella, aunque tuviera baba por toda la mejilla derecha, para recalcar que eso la hacía ver tierna.
Primero abrió el ojo izquierdo y si, daba un poco de miedo, era la primera mujer, bueno y la única, a la que había visto sin maquillaje, babeando y que abriera un ojo como quien dice inspeccionando el lugar.
Movió la cabeza al lado derecho ¿Acaso no me había visto?
Unos minutos después se levantó precipitadamente y se tocó la cara, cosa que hizo que la baba pasará de estar en una mejilla a estar por toda su cara.
– ¡Oh no! –agarro la almohada y se la puso enfrente.
–Ya vi todo un espectáculo –me divertía verla actuar así.
–Maldita maña de babear –dijo entre dientes. No podía dejar de reír.
– ¡Vamos! No es para tanto, sin embargo, me encanto ser quien se despertara antes.
–Eres odioso –tiro las sabanas y me vio fijamente–. Buenos días – ¿Quién carajos te habla tan cerca sin cepillarse? Si, ella lo hizo y no es que me molestara pero incluso mi boca apestaba–. El mejor aroma ¿No? –se levantó corriendo directo al lavado.
–Eso ni me ha molestado –hable tras la puerta del baño.
–No era para molestarte, era para que te dieras cuenta que así va a ser el aroma que te levanté las próximas mañanas –piedra, si, así quedé al escucharla decir eso. Ella tenía la intención de estar conmigo. No teníamos tiempo que perder, era todo o nada.
Pasamos un día completo encerrado sin salir de la cama. No hicimos nada más que hablar y ver televisión, aunque fue más de hablar que ver la televisión. Me sorprendió que Mark no hubiese llegado ni una vez en todo ese día.
Estudio administración pero nunca lo ejerció. Ha vivido con su hermano desde los 14 años antes de eso vivía con sus abuelos, eso fue lo único que dijo acerca de familiares.
–Oh y se cocinar... La receta que sale en los condimentos –me contó la historia de cómo aprendió únicamente hacer el platillo que sale en la etiqueta de los productos.
–Mamá, papá y May no estaban en casa, tenía tanta hambre pero mis patéticas cualidades en la cocina eran pésimas. Sin mentir no tenía ni un solo centavo así que decidida hacer algo realmente bueno, reuní muchos ingredientes, mejor dicho, todo lo que encontré en el congelador. Cuando estaba por verter todo en una cacerola vi un bote que al parecer era consomé, leí y era una receta, seguí cada paso. Después de media hora tenía hecho un rico almuerzo según yo... Sabía horrible, pero lo intente de nuevo y salió mejor. Ahora me llaman la ama de las recetas – la oí desde que empezó hablar pero su boca era lo que más captaba mi atención. Aunque comprobamos la historia de las recetas y en efecto ella sabía cocinar lo que veía en los saborizantes.
–Cuéntame una historia –su voz se había tornado ronca de tanta carcajada que había dado.
–Veamos –una historia, busque una puta historia que la hiciera reír o causara algo en ella pero no tenía ninguna buena historia aun así, hablé–. Estaba con un grupo de amigos jugando en el patio, tenía como ocho años creo, como ya sabes siempre había uno al que no queríamos que se uniera a nosotros. El royo es que estábamos jugando a los carritos cuando llegó él y dijo –tengo un nuevo carrito –todos lo giramos a ver y como si de coro se tratase repetimos –le cayó caca a la leche –después de eso hubo un silencio que duró menos de un minuto hasta que el rompió a llorar y ya nunca volvió a querer jugar con nosotros –en realidad el patio era el del orfanato y el niño era un vecino que quién sabe cómo entraba a las instalaciones.
–Incluso yo hubiese llorado –anunció entre risas.
–Creo que no lo he vuelto a ver –ni siquiera a quienes eran esos amigos me recordé.
–“Le cayó caca a la leche” cuánta maldad en una sola oración –seguía riendo.
Eran las siete de la noche cuando ella propuso salir. Nos reunimos de nueva cuenta los cuatro.
– ¿Y si vamos al punto más alto? –la punta de su nariz estaba sonrosada por las altas temperaturas.
Mark y Verónica al parecer nos iban a dar nuestro espacio.
– ¿Dónde queda? –se echó a reír.
–Tampoco sé –dijo cubriendo su rostro–. Era demasiado rebelde para prestar atención a las clases de Geografía –las personas que pasaban nos veían con disimulo, lo más probable era que se notaba que no éramos de Norilsk.
–Me gustaban las finanzas –comente ya que al igual que ella no sabía sobre Geografía.
–Dos burros – ¡Guao! Me dijo burro sin pelos en la lengua.
–Dos me suena a manada –le di un leve empujón.
–Un burro el cual eres tú por supuesto –me abrazo. No discutí que fuera yo.
Me detuvo por detrás. Se colocó al frente de mí, me abrazó de nuevo pero esta vez colocó su barbilla en mi pecho y fijó su vista en dirección a mis ojos. Esperé que fuera una broma cuando la escuché decir –Estoy embarazada Dan...
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