Cuando llegué al baño, Iván estaba de espaldas y con los ojos cerrados enjuagándose el champú. Un poco tímida abrí la puerta cubriendo mi desnudes tras el vidrio ahumado que en realidad no es que tapara demasiado.
La muy maldita no paraba de reír, sabía como me había dejado y solapadamente se escondía tras él.
- ¿No vienes? --dijo con tono irónico--
Iván se enjuagó los ojos, para tratar de entender lo que decía Erika. Intentaba desesperadamente poder limpiarse los ojos.
- Vamos, entra --me dijo él estirando su mano--
Cuando di el primer paso y quede frente a ellos desnuda, su miembro se empezó a estirar y a él no le dio vergüenza ocultarlo.
Me sostuvo para ayudarme a entrar y se hizo a un lado para que yo me pudiera meter debajo del agua, cerré los ojos y lo primero que hice fue enjuagarme el pegote de la cara frotando con mis manos. Cuando volví a abrir los ojos, los dos me estaban mirando como carne de primera. Maldita sea, este par me enloquece de a poquitos.
- Si amor, lo sé, ese culo no merece otra reacción
Dijo ella mirándolo sobre mi hombro. Me di la vuelta e Iván ya lucia una gran y provocativa erección. Se metió a la regadera conmigo, pasó sus manos por mi cintura, me agarró las nalgas apretándolas con descaro mientras me besaba y luego riendo maldadosamente las separo para mostrarle mi asterisco a su esposo.
Iván se acercó por detrás besando mi cuello y su erección punzando mi espalda baja. Me di la vuelta, me gusta ver cuando un miembro se ponen así de duro y hasta parece que brincara de emoción y darle un fuerte apretón.
Ella me empezó a frotar con una esponja, la espalda y el cuerpo, mientras que yo me deleitaba dándole besos y lo masturbaba. Me di la vuelta, jugaba frotando su miembro entre mis nalgas con la ayuda del resbaloso jabón que ella había acabado de aplicar y moría de risa cuando sentía su miembro dar tumbos entre ellas.
Se agachó un poco, queriendo meter su miembro debajo de mí. Me reí cambiando de posición con Erika y él renegó. No dejaba de mirarlo a los ojos, viendo como Erika tomaba el relevo, apretando su miembro con fuerza, haciendo que sus venas se marcaran.
Me dio la espalda, arrinconándome con sus nalgas, refregándolas en mi pelvis, mientras que se inclinaba hacia adelante y se metía su miembro a la boca.
- Quiere que la nalguees --dijo Iván--
Coloqué mis manos a los lados de sus caderas y ella volteó a mirarme, mientras llenaba de saliva su miembro por uno de sus costados y lo masturbaba. Levanté mi mano, ella arrugó su nariz y se mordió los labios. Deje caer mi mano y maldita sea, ahí estaban de vuelta esos malditos gemiditos agudos tan deliciosos.
Se atragantó con su miembro y meneo sus nalgas hasta recibir dichosa un nuevo castigo. La mano me ardía por el efecto extra de la humedad, ella debía estar sintiendo lo mismo al ver su piel se abultaba con la figura de mis dedos. No sé por qué esta mujer me provoca tanto, como si quisiera poseerla.
La agarré de las caderas y empecé a simular que la penetraba mientras le daba palmadas cada vez más fuertes en sus nalgas, sin importar el cosquilleo que sentía por el ardor. Iván, aunque parecía disfrutarlo, se le notaba un poco inconforme. Tal vez se imaginaba que ella luego le iba a pedir que lo hicieran con otro hombre. Era demasiado evidente que a ella le gustaba la idea de ser penetrada por otra persona al mismo tiempo.
La jalé del cabello, le hice dar la vuelta y nos fundimos en un excitante beso, bajo el agua. Iván salió, prefirió darnos nuestro espacio. Se secó con una toalla y colgó otro par del borde de la puerta. Se lavó los dientes, se colocó una salida de baño y se dirigió al ventanal para abrirlo de par en par, así podía salir el vapor y entrar un poco de aire fresco.
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