Lo que pasó con David me hizo aclarar mis prioridades. Si quería alcanzar mi propósito no me podía desviar ni mucho menos iba a tener tiempo para noviazgo con todo el tiempo y energía que eso amerita.
Sin embargo, aunque había descartado lo de la "fuerza vital" sí encontré cientos de estudios con resultados positivos mucho más serios que el mío. Se demostraba que por motivos de salud, mantener regulados los químicos del cuerpo y niveles de estrés, era bueno implementar una buena rutina de ejercicio sin dejar a un lado el sexo... y si lo dice la ciencia, pues entonces había que sacarle provecho.
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Durante la maestría tuve unos cuantos compañeros que me ayudaron con ese “favor” y no precisamente porque ellos buscaran a la mala clase de Liliana, sino porque yo era la que terminaba de forma muy directa pidiéndoles que por el bien de nuestra educación nos ayudáramos mutuamente, dejándoles completamente claro que no me interesaba para nada una relación.
En realidad el sexo junto con mis rutinas de ejercicio en la madrugada me hacían sentir llena de vitalidad, todo funcionaba perfectamente hasta que conocí a Boris, el profesor nuevo profesor de filosofía y teología que venía de intercambio.
Un maldito germánico de cabello rizado, altísimo, apuesto y maduro. Su voz era tan ronca y resonante que sentía como si las ondas sonoras llegaran hasta la primera fila donde siempre me sentaba y agitara todo mi cuerpo, no había clase en la que no saliera con la ropa interior mojada.
Tenía que correr directo a mi cuarto y masturbarme. Imaginaba esa tupida y canosa barba, subir entre mis piernas, haciendo cosquillas en mis muslos, a ese sexy vikingo metiéndose su boca en mi sexo, llevándose toda mi vitalidad con su lengua sin que yo lo pudiera evitar.
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No sé como pude terminar bien ese semestre, me olvide de los otros “hombres” con los que me acostaba, ahora no me producían nada de placer, excepto cuando cerraba los ojos e imaginaba que era Boris.
Me mantenía todo el día excitada y estaba cansada de estar comprando baterías para mi vibrador porque de tanto usarlo no duraban. No más cerrar el semestre y al romperse ese vínculo de poder profesor-alumno, decidí proponerle el mismo trato que a los demás. Ser directa me había funcionado antes, seguro esta vez también.
Solo recuerdo entrar a su oficina, saludarlo y ver una foto de su esposa y su hija. Me senté en una silla al frente, empuje el marco de la foto hacia abajo y balbucear algo que ni recuerdo de lo nerviosa que estaba.
Minutos después estaba en algún motel junto con ese delicioso hombre maduro que sabía perfectamente cuando tratarme con suavidad, cuando con deseo y cuando ponerme en cuatro y montarme como una yegua salvaje. Ni siquiera recuerdo cuando malditos orgasmos me saco esa noche, solo sé que por primera vez me llegue a sentir tan agotada como cuando casi le succiono hasta las ganas de vivir a David.
Al terminar simplemente se vistió, pagó el motel y me dejo dinero para el taxi de regreso. Nada de cariñitos, nada de tratos especiales, nada de ternura o besos... cumplía a cabalidad con lo que esperaba y eso me encantaba.
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Nuestro código era muy simple, si alguno de los dos tenía ganas, mandaba un mensaje con un símbolo + y si el otro estaba de acuerdo contestaba con un =. Así de simple, corto y directas eran las cosas.
Nunca hablábamos, ni siquiera entre polvos, los dos teníamos clarísimo de que esto se trataba de solo, única y exclusivamente de sexo. También sabíamos que no iba a durar y que cuando él terminara su periodo de intercambio iba a terminar.
Los encuentros eran cada vez más frecuentes y en vez de pagar un motel, decidió alquilar una habitación cerca de la universidad, donde desfogábamos nuestros arrebatos. Siempre teníamos cuidado al entrar y salir, pero dentro de esa habitación solo existía un estado de la materia: el fuego.
Me encantaba cuando me levantaba, me cargaba contra una pared y me penetraba con tanta fuerza como si quisiera atravesar la pared con su miembro. Si me levantaba a tomar un poco de agua, llegaba por detrás y me tomaba sin miramientos. Brusco, tosco y rudo.
En cuatro me tomaba de las caderas y me meneaba a su gusto como si se estuviera masturbando con un pedazo enorme de carne. Me halaba del cabello y azotaba con sus manos dejando la marca en mis nalgas, mi sexo era un mar de orgasmos y hasta mis muslos terminaban empapados.
¿Y saben que era lo mejor de todo?, mis notas, sí, mis malditas notas eran casi perfectas.
Varias veces me pidió que planificara para no usar condón, pero me negué, primero no me iba a arriesgar a quedar en embarazo y segundo no me iba a meter toda esa carga hormonal encima. Eso seguramente iba a arruinar mi promedio perfecto.
Eso, igual, no lo detuvo para alcanzar lo que quería, solo que bajo una inusual propuesta que con lo caliente que me mantenía no pude rechazar. Accedí a que no utilizara condón cuando tenía el periodo y maldita sea la primera vez que sentí su explosión dentro de mí, por poco hace que decidiera llenarme de pastillas anticonceptivas con tal de poder sentir los orgasmos a los que me hacía llegar cuando se venía dentro de mí.
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Empecé a notar que ahora miraba a los hombres de una forma diferente.
Los de mi misma edad me parecían unos niños, que se comportaban como chimpancés sin control alguno de sus acciones y pensamientos, demasiado estúpidos e impulsivos.
Mientras tanto, me daba cuenta como me empezaban a atraer los hombres maduros, fuertes, decididos. Hombres a los cuales eran capaces de mantener sus hormonas bajo control con los que se podía tener una conversación intelectual, hombres con experiencia de la vida que en la cama podía desatar ese deseo y fuego interior en el momento y lugar adecuado.
Boris despertó todo eso y mucho más en mí, pero sabiendo que en poco tiempo todo eso iba a terminar tenía que empezar a buscar un buen reemplazo que me siguiera dando lo que necesitaba para mantener mi energía, vitalidad y promedio.
Afortunadamente, con las salidas a trotar matutinas ya tenía en mente varios prospectos y no precisamente dentro de la universidad, lo que me daba mayor libertad.
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Una tarde lluviosa, recuerdo que Boris me pidió que fuera a su oficina. Me mostró su tiquete de regreso, se había terminado su periodo de intercambio y era hora de volver.
Aunque estaba encantadísima, no lo niego. Sabía que ese momento tarde que temprano iba a llegar, tal vez mi respuesta despreocupada y sínica, hizo que ese hombre que siempre había guardado la compostura y se había mostrado racional explotara.
Se levantó y cerró la puerta de la oficina, se acercó a mí y me pidió que me levantara. Quitó la silla y me empujo hacia adelante haciendo que apoyara mis manos en su escritorio y se me aceleró todo, mi ropa interior se mojó de inmediato. Me gustaba ese juego un tanto peligroso en el que cualquiera podía entrar y vernos.
Se acercó por detrás y pude escuchar el ruido de su cremallera y como se bajaba el pantalón. Me subió la falda, corrió mi ropa interior a un lado y froto su glande por mi sexo para lubricarlo con mi humedad. Apoyó sus manos sobre las mías, me besó el cuello y suspiro con fuerza en mi cabeza.
- Déjame despedirme, déjame meterlo sin condón82Please respect copyright.PENANAojI3VcSFhn
- No Boris, sabes que eso no --conteste a punto de doblegarme--
Estaba demasiado excitada, su miembro iba por mi sexo de adelante hacia atrás separando mis labios y las piernas me temblaban, su glande acariciaba mi clítoris causando demasiados estragos.
- Por favor Liliana, te deseo tanto82Please respect copyright.PENANACG8M9Ln3Ur
- No puedo Boris, no puedo ahhhh82Please respect copyright.PENANAq2PFsig6kh
- Te juro que lo saco y me vengo afuera, te lo prometo
Maldita voz ronca y sensual, era demasiado débil para soportarlo, empine un poco mis piernas y los dos gemimos de placer.
- No, cuando te vayas a venir, lo quiero en mi boca82Please respect copyright.PENANAUrcrdsSFRf
- Está bien, mi amor, como gustes
¿Mi amor? ¿what?, trate de no darle mucha importancia, seguro era la emoción del momento. Lo hicimos lentamente, mientras nos besábamos, él me apretaba los senos, bajaba su mano a mi sexo, la sacaba empapada y me la daba a probar.
- Oh, Liliana, eres deliciosa82Please respect copyright.PENANApwz9s7T9FX
- Oh, Liliana, eres encantadora
Tiro de un manotazo todos los papeles que tenía en su escritorio y me empujo encima, dejando mi torso apoyado, mientras me agarraba con fuerza de la madera. Juntó mis pies para dar la sensación a su miembro de estrechez y aprisionamiento, él separó sus piernas para poder quedar a la misma altura. Me tomo de las caderas, con esa forma particular, fuerte y posesiva que tanto me gustaba para atraerme hacia su cuerpo.
Por fortuna la lluvia se volvió torrencial y los truenos ocultaban un poco mis gemidos, porque me estaba penetrando tan fuerte que con cada empujón el escritorio se iba acercando a la pared.
- Sí, sí, así, duro, duro, más duro, ahhh, ahhh!
Algo cayó sobre mi mano y cuando volteé a mirar hacia la izquierda era el marco con la fotografía de su esposa acompañada de su tierna y risueña hija.
Un trueno cayó muy cerca y retumbo iluminando toda la oficina, una mala vibra recorrió mi cuerpo. Traté de empujarlo para que se quitara, en cambio, aprovecho para llevar mis manos a la espalda y no dejarme mover.
- Boris, no quiero así82Please respect copyright.PENANAD61UhrB8Ij
- Ya voy a acabar, espera82Please respect copyright.PENANAZ4wHaeWhmX
- Boris, quítate82Please respect copyright.PENANAiJ6Z9Pd0jF
- ¡No!
Se apoyó sobre mi cuerpo asfixiándome un poco con su peso y me dijo al oído
- Quiero que me des un varón82Please respect copyright.PENANAJDfckCeEUr
- ¿Acaso estás loco?82Please respect copyright.PENANA69AXxXWbhN
- ¡Te amo Liliana! ¡Te amo y quiero un hijo tuyo!82Please respect copyright.PENANAiaAKvIRV3t
- ¡Suéltame! ¡Suéltame ya mismo!
Al notar que estaba levantando demasiado la vos, me soltó las manos y cuando lo empujé dio un paso hacia atrás, levantó las manos.
- Lo siento, lo siento, yo no...82Please respect copyright.PENANAK7ZwbAOGbp
- ¿Pero qué putas Boris? ¡¿Qué putas?!
Me bajé la falda, me arreglé un poco y cuando iba a salir me tomó de las muñecas muy fuerte.
- Suéltame o grito82Please respect copyright.PENANAMLJDuUkHqS
- Está bien, está bien, pero...82Please respect copyright.PENANAkHkG7ZVJ5A
- Pero nada, hasta nunca Boris
Se movió rápidamente obstaculizando el camino hacia la puerta y se hizo de rodillas juntando sus manos en son de súplica.
- Liliana, yo te amo, voy a dejar a mi esposa y...
No sé por qué hice lo que hice, pero nunca en la vida había sentido tanta rabia. Le di un punta pie directo en sus partes y él cayó tirado en el suelo, colocando sus manos en su entrepierna, revolcándose de un lado a otro.
- ¡Pedazo de imbécil!
Salí de ahí, pasando por encima de su cuerpo, viendo como ese hombre al que tanto admiraba se convertía en un literal pedazo de mierda del cual no quería saber nunca más en mi vida.
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Es una experiencia que termino demasiado mal, nunca quise contarle a nadie, tal vez no la entenderían porque igual he escuchado como tratan a las mujeres cuando se meten con un hombre casado, como si nos buscáramos males.
Aunque salí bien librada, por suerte, esa experiencia me dejo marcada, me hizo sentir en peligro. Además, no sé qué putas pasa, si soy tan clara lo único que quiero es sexo, es total y específicamente lo único que necesito.
Los dos hombres con los que he decidido hacerlo más de una vez han terminado enamorado o más bien diría yo que locos. Es por eso que a partir de ese momento:
- Nunca más con hombres casados82Please respect copyright.PENANAxGGXxbxUkr
- Nunca más repetir con el mismo hombre
Me apegaré completamente a lo que dicta la ciencia para obtener lo que quiero y nada más, así no me meto en problemas que no necesito.
ns 15.158.61.7da2