Al siguiente día nos levantamos y ninguno quiso mencionar la hora a la que me iban a llevar la casa. La verdad es que ni yo lo quería, pero no me parecía bien que se los dijera.
Partimos algunas frutas, nos colocamos los trajes de baño y decidimos desayunar en la piscina. Lo gracioso de todo esto fue cuando vimos a Iván correteando a los perros y al rato regreso con el dildo negro todo mordisqueado y destrozado.
Llego la tarde, la noche y como empezaba a hacer un poco de frio nos tiramos los tres en el sofa a ver series comiendo crispetas y una cobija encima. Obviamente terminamos tirando y durmiendo juntos, esta vez ni siquiera lo tuvieron que pedir.
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Asi fue que todo empezó con una simple invitación a salir, luego a quedarme una noche, que se alargó a todo un fin de semana, hasta que me termine quedando todas unas vacaciones.
Cuando entramos a estudiar, en semana me quedaba en mi casa porque quedaba más cerca, pero los fines de semana sin falta estábamos los tres juntos, no necesariamente metidos en la casa, íbamos a cine, a cenar, de rumba, o algún plan eco-natural de caminata en pueblo cercano.
Cuando terminamos el semestre volví a quedarme, supuestamente "solo por las vacaciones", ya hasta tenía mi propio espacio en el closet, aunque nosotras dos nos manteníamos compartiendo pintas.
Ese fin de año nos animamos al fin a visitar varios clubes swinger, pero a la final no nos animamos a compartir con más parejas por miedo a contraer alguna ETS, pero si fuimos un tanto exhibicionista, nos encantaba que nos vieran juntos.
Entre los tres descubrimos una mejor forma de complacer nuestras necesidades e instintos. Los juegos se hicieron más verbales e imaginativos, un ejercicio de confianza donde le vendábamos los ojos a alguno y le pedíamos que nos relatara alguna fantasía, mientras los otros dos nos encargábamos de actuarla o hacerle sentir lo que expresaba.
Jugar y vestirnos como hombres de traje, corbata y sombre, era un juego que no solo disfrutábamos nosotras, a Iván le encantaba que lo torturáramos entre las dos, lo obligáramos a mamar nuestro miembro de plástico de rodillas y luego amarrado y en cuatro nos turnáramos para partirle el trasero.
La noche antes de regresar a mi casa, cuando estaba empacado me llevaron andaban medio tristes y aburridos. Me taparon los ojos y me hicieron bajar hasta el primer piso, pensé que se trataba de algún juego de despedía. Me habían comprado un carro, no tan lujoso como el de ellos, pero era perfecto para poder ir a la universidad y así no tenía ninguna excusa para irme... y decidí quedarme.
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De eso ya van 4 años de vivir juntos, lo digo y no lo creo. En una relación de tres no siempre es fácil, pero con la confianza y sinceridad que nos tenemos ha sido el pilar para mantenernos unidos. Aprendimos a ponernos de acuerdo y cuando no, al menos hay uno adicional que sirve para desempatar las cosas.
La conversación difícil no demoro en salir a la mesa, estuvimos de acuerdo unánimemente y no precisamente por vergüenza, en mantener esto en secreto. No solo por el papá de Erika, sino porque no nos interesaban los comentarios de personas que nunca lo iban a entender.
De puertas para adentro somo muy diferentes, afuera solo somos muy buenos amigos y ya, nunca nos pasamos delante de nadie y hasta ellos mantienen distancia.
Solo algunos amigos muy cercanos a ellos lo saben, obviamente mi psicoanalista que fue de gran ayuda para quitarme de la cabeza tantas cucarachas y mi mamá, que al principio se enojó y hasta me dejo de hablar, pero ahora después de conocerlos mejor, los ama tanto como yo.
Ahora andamos los tres estudiando francés, porque tenemos planes de irnos a vivir a Canadá, una tierra más prospera y menos cerrada a personas "raras" como nosotros, donde somos bienvenidos a formar una familia, un tema que ya hemos puesto sobre la mesa y que además queremos vivir juntas, nos encantaría quedar embarazadas al mismo tiempo.
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