Capítulo 56. ¿Nos bañamos juntos?
Antes de que pudiera reaccionar a la advertencia de Altair, su mano se abrió paso a través de mi ropa. Me sobresalté ante su toque intrépido y agarré su camisa, sorprendida. Altair, detenido en su acción, me miró con cierta frustración, pero yo tampoco estaba dispuesta a ceder. Había un problema muy serio.
—¿A-aquí quieres hacerlo? —pregunté, llena de ansiedad, mirando a mi alrededor.
El lugar era un jardín abierto al público, sin paredes que ofrecieran privacidad. Desde los pasillos circundantes cualquiera podría ver claramente lo que ocurriera en el jardín. Después de todo, yo misma había descubierto a Altair desde el pasillo y me había dirigido aquí. Pensé que era una observación razonable, pero él parecía pensar de otra manera.
—A esta hora no viene nadie.
Altair respondió despreocupadamente y comenzó a mover su mano de nuevo. Parecía no importarle en absoluto que yo sujetara su camisa. Mientras me quedaba atónita ante su seguridad, el contacto de sus manos en un lugar especialmente sensible me hizo recuperar el sentido.
—¡N-no! ¡Los sirvientes trabajan toda la noche!
Aunque a simple vista el castillo parecía dormido, en realidad los sirvientes se turnaban para patrullar y mantener todo en orden, asegurándose de que ni siquiera las luces del pasillo se apagaran. Era perfectamente posible que notaran movimientos extraños en el jardín.
—¿Por qué te preocupas por los sirvientes? Si te preocupas por ellos, no podrás hacer nada.
—P-pero... Ahora hay más sirvientes que antes... Y también tenemos invitados en el ala anexa...
Mientras tartamudeaba y trataba de alejarme de su toque, Altair finalmente suspiró y enterró su rostro en mi cuello.
—Me estoy muriendo.
—E-eso es una exageración...
—No es exageración. Realmente siento que voy a morir. Así que entiende si soy un poco brusco.
Altair me advirtió, levantando la cabeza.
—¿Entender qué…?
Con un mal presentimiento, di un paso atrás y pregunté, pero él me ajustó el camisón desordenado y me levantó en brazos.
—¡Ah!
Sorprendida por ser levantada como un saco, grité, pero Altair me miró con una leve sonrisa mientras se llevaba un dedo a los labios.
—Shh. Tienes que estar callada. ¿Qué pasa si los sirvientes nos ven?
Asentí rápidamente, tapándome la boca con ambas manos. Altair soltó una risa suave y comenzó a caminar.
Wow...
Miré el paisaje que pasaba rápidamente y me maravillé. Altair caminaba tan rápido que sentía como si estuviera en un carruaje atravesando los pasillos del castillo. Sin embargo, la firmeza con la que me sujetaba disipaba cualquier temor a caer.
Mientras cruzábamos los pasillos, nos encontramos con varios sirvientes ocupados con sus tareas nocturnas. Aunque debieron quedar sorprendidos al ver a la esposa del barón siendo llevada en brazos, mantuvieron una profesionalidad impecable, inclinándose respetuosamente para saludar.
Pero aun así, es vergonzoso.
Sabía que una vez de vuelta en sus aposentos, los sirvientes seguramente cuchichearían sobre lo sucedido y pronto todos estarían al tanto de nuestra peculiar escena..
Van a pensar que somos una pareja excéntrica.
En realidad, no somos así, pero... Pensar en eso me hizo sentir incómoda. ¿Es esto lo que se siente al ser visto como una pareja excéntrica? ¿O había otra razón para sentirme así?
Mientras estaba absorta en mis pensamientos, llegamos al dormitorio. Altair abrió la puerta y entró. El aroma de las velas encendidas por Anna impregnaba el ambiente, haciendo que la vergüenza olvidada regresara y calentara mi rostro. Noté que Altair también se percató, pues entrecerró los ojos mientras me miraba.
—Parece que la baronesa también estaba pensando en una noche como esta.
—N-no fui yo quien lo preparó...
—Entonces debería elogiar a la doncella y a la sirvienta por su consideración.
Altair entró en la habitación y me dejó en la cama. Miré hacia arriba y vi el calor en su rostro. Extendí una mano para tocarlo, pero la distancia entre nosotros lo hacía difícil. Al ver mi intento fallido, Altair tomó mi mano y la besó suavemente antes de soltar un suspiro
—Estoy sucio.
—¿Eh?
—Mis manos. Estaba plantando árboles y están hechas un desastre.
Altair dejó escapar un suspiro de frustración y soltó mi mano.
—Me lavaré rápidamente con agua fría y volveré. Espera un momento.
Altair me miró con pesar y finalmente se dio la vuelta para irse. Antes de que pudiera alejarse, lo agarré por el borde de su ropa, actuando sin pensar. Ambos nos quedamos mirándonos, sorprendidos por mi reacción espontánea.
Cerré los ojos, regañándome por actuar antes de pensar.
—¿N-nos bañamos juntos?
—¿Qué?
—Quiero decir, también estoy cubierta de tierra por caerme, así que si nos bañamos juntos...
—¿Estás...?
Mientras balbuceaba mis pensamientos desordenados, la voz de Altair sonaba un poco despistada. Abrí los ojos lentamente y miré su rostro, encontrándome con una expresión tan despistada como su voz.
—A menos que esté equivocado, ¿me estás seduciendo a propósito?
Su pregunta directa me hizo sonrojar.
—E-e-eso... ¿Si lo preguntas tan abiertamente, ¿cómo esperas que diga que sí?
¿No se supone que en momentos como este uno debería fingir no darse cuenta? Con la cara completamente roja, bajé la cabeza y escuché una pequeña risa sobre mí.
Pero cuando levanté la cabeza de golpe, el rostro de Altair ya no tenía rastro de aquella sonrisa. En su lugar, había una ligera expresión ardiente, apenas perceptible.
Altair me miró directamente mientras desabrochaba, uno por uno, los botones de su camisa. Dejó caer la camisa al suelo, luego se quitó los pantalones y después la ropa interior, hasta que se desnudó por completo. Todo el tiempo, sus ojos no se apartaron de los míos.
Su mirada intensa me hizo tragar saliva. Entonces, extendió su mano y tocó ligeramente mi hombro.
—Si vamos a bañarnos, primero debes quitarte la ropa.
Con el corazón latiendo a toda prisa, me quité con cuidado la bata. Al quedarme solo con el camisón, el frío me hizo estremecer y solté una risa incómoda. En ese momento, la mirada de Altair cambió.
—No, no tienes que quitarte la ropa para bañarte.
Volvió a cargarme en brazos sin previo aviso y comenzó a caminar hacia el baño conectado al dormitorio.
— No creas que hago esto porque no puedo aguantar más… No es como si no pudiera soportar esperar el tiempo que tardas en quitarte el camisón, ¿vale?
Murmuró para sí mismo, y no pude evitar reírme. Cuando me relajé y me recosté ligeramente sobre Altair, él se estremeció y apretó los labios.
—Creo que necesito cantar.
—¿Cantar? ¿De repente?
—El himno del imperio... Necesito el himno del imperio...
¿Por qué de repente?
Parpadeé desconcertada, pero Altair evitó mi mirada y comenzó a cantar en voz baja. Entre versos, se podían escuchar algunos murmullos incoherentes.
—Altair Ailsford... Eres humano... No una bestia... Solo tienes que bañarte, nada más...
***
Ugh...
Al día siguiente, me desperté con una sensación ya familiar. Después de pasar la noche con Altair, siempre me sentía agotada al despertar, así que estaba preparada, pero anoche fue especialmente agotador...
Ugh...
Cuando los recuerdos de la noche anterior inundaron mi mente, sentí que mi rostro estaba a punto de explotar y sacudí la cabeza rápidamente mientras me sentaba de golpe. Por la ventana entraba la luz del sol, lo que indicaba que ya era bastante tarde por la mañana. Miré el reloj y, efectivamente, era casi mediodía.
Necesito moverme...
Mientras intentaba salir lentamente de la cama, la puerta se abrió y alguien entró en la habitación.
—Quiero bañarme.
Asumiendo automáticamente que era Mari o Anna, hablé sin mirar a la persona. Sin embargo, no hubo respuesta de quien esperaba. Confundida, miré hacia la puerta y vi a Altair con una bandeja en la mano, mirándome con los ojos entrecerrados.
—¿En serio? ¿Quieres bañarte?
¡Hah!
Recordando de golpe lo que había sucedido la última vez que le pedí a Altair que nos bañáramos juntos, sacudí la cabeza frenéticamente.
—No sabía que eras tú...
— Lo sé. Después de todo lo que soportaste ayer, no hay manera de que me digas algo así otra vez.
Altair dejó escapar una risa ligera y colocó la bandeja frente a mí. En ella había pan recién horneado y sopa caliente.
— Pensé en traer té también, pero probablemente arruinaría el desayuno. Cuando lo ofrecí al príncipe, su cara fue un poema.
—Bueno, el té de Altair...
Incapaz de decir algo positivo, dejé la frase a medias. Altair, rascándose la cabeza con un aire avergonzado, me instó a comer.
—Olvídalo y come. ¿Qué diferencia hay entre remojar hierbas en agua y hacer un té decente?
Su tono de queja me pareció entrañable, y mientras contenía una risita, empecé a comer el pan y la sopa.
El pan de Ailsford era, como siempre, excepcional. Recordé cómo, incluso cuando me temblaban las piernas la primera vez que conocí la intensa mirada de Altair, el delicioso pan me había calmado.
Si vendiéramos este pan, sería un éxito.
Pensando en ello, recordé cómo en mi mundo original había muchas franquicias de panaderías similares. Mientras planeaba mentalmente, Altair me sirvió un vaso de agua y habló.
—El doctor vendrá esta tarde. Habla con él.
—Ah, ¿sobre el tema de la investigación? Ya le dije que enviara todo a Altair para que lo revisara y decidiera el alcance del apoyo.
Había delegado el tema del apoyo a la investigación a Altair a propósito para crear más puntos de contacto entre Leon y Altair. Pensé que trabajar juntos ayudaría a disipar cualquier malentendido sobre el carácter de Altair.
—Ah, el tema de la investigación ya está resuelto. También acordamos el alcance del apoyo.
—Entonces, ¿por qué Leon quiere verme?
— Porque no te has recuperado del todo, y ayer… bueno, te esforzaste demasiado.
—¿Qué?
Alarmada, dejé el pan que estaba comiendo de golpe en la bandeja.
—¿P-por qué llamas a un doctor por eso?
—Para eso están los doctores. Le pedí que te examinara a fondo, así que no intentes evitarlo.
—Realmente estoy recuperada...
Si sigue llamando al doctor así, pensarán que soy una baronesa exagerada.
Sin embargo, también pensé que quizás era buena idea que Leon confirmara que estaba bien, así que decidí soportar un poco la vergüenza.
No sabía que era tan sobreprotector.
Quizás por haber crecido tan fuerte y rodeado de caballeros igual de robustos, no entendía los estándares de los demás.
¡Bien! ¡Esta es mi oportunidad para enseñarle que estoy perfectamente sana!
***
Pero mi plan no salió como esperaba.
—Hmm...
Leon, que llegó a la hora acordada para examinarme, tenía una expresión inusualmente seria y preocupada.
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